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Iba con la ropa destrozada buscando qué robar en los abastos,
cuando al agarrar una lata la estantería se le vino encima.
Salió corriendo como victorioso, huyendo de su escena fatal,
como si hubiese ganado algún premio.

Al salir se encontró sin nada, pensó que lo había logrado:
"Pero lo logré, la tenía. Estaba justo en mis manos".
La tenía y lo había logrado; despedazarse al olvido.

Continuó caminando y se consiguió
a alguien peor vestido y más sucio,
lo miró y recordó; su ropa era la de él, más sucia y arrastrada:
-"Devuélveme mi ropa, ladrón" - Le dijo.

-"Yo era peor que yo, al fin puedo ver.
Peor que que este vagabundo del que estoy vestido,
más que la estantería que encima de mí caía,
peor que el guardia que me sostuvo".

Se miró y no contuvo las lagrimas
mientras se desnudaba para entregar las prendas ajenas,
una por una como oruga floreciendo.

Su piel era brillante como sol atenuante, despiadado
dejaba ciegos a quienes lo veían al pasar.
Se entregó y volvió a vestir sus prendas
asquerosas y mohosas, con sangre seca.

"Soy peor de lo que pensé que era,
ahora sé que no hay valor en mí.
Le robe el alma a un pobre pendejo
y el pendejo se burló de mí".
Jamie Riley Apr 2018
They look out from the terrace.

At the borders of sight
live rocky hills behind brown
and golden and olive crop
under a cloudless sky.

BANG!

An artificial cloud.

“Mira,” she points, “Venga!”

They fly down stairs,
diving like sparrows
into the street.

Boys sprint across pavements and climb;
men vault over fences in time
for news to reach ears.

"¡Ya vienen!"

Excitement and fear.

The rattling of cow bells
and galloping nears.

Men bait and dodge horns
and escape through doors
and up and over
red wooden bars.

Sticks beat on the concrete ground
and closer, louder, gallops sound.

Seconds away –
until the last,
he side steps into a house;
indoors,
apart,

he runs through the foyer
and up the stairs
around a corner
with long strides
too fast to follow.
She chooses left and
sings soprano
when doors won't budge
and
             it
                      crashes
                                ­       in.

She turns and the fear is paralysing.


"FERMIN!"
"FERMIN!"
"FERMIN!"

He hurdles the stairs
and explodes
but it rams her
to and fro,
thrashing her head
against the wall
where horns
sin and gore
cement and brick.

He clasps the tail
and heaves its hide from
side to side as
hooves smash
crates of wine -
they slip and slide
in fractured glass;
he finds a horn
and yanks the head!
He's yanked instead
near dead before the men
arrive down stairs
to punch and kick it;
strike and stick it
smack and hit it;
'til it
fits and quits
and flees the foyer,
fast and frantic,
flying flustered
by the frenzy,
finally finding
pattering
paves
it
peters
off
down
the
street.





"¿Que ha pasado?
  ¿Quien ha sido?
  ¡El Balbotin
  y la Chicha!
  ¡Que una vaca
  les ha pillado!"

"¿Estas bien?"

Dizzy she's there
with searching hands
and scolding.

"Podria haber sido peor"
This poem is about an incident which happened to my Grandparents, Fermin Yanguas Ochoa and Raimunda Ramos Frias.

It was during a bull run in their village (Fitero) in Navarra, Northern Spain. 1972
Jean Cocteau es un ruiseñor mecánico a quien le ha dado cuerda Ronsard.

Los únicos brazos entre los cuales nos resignaríamos a pasar la vida, son los brazos de las Venus que han perdido los brazos.

Si los pintores necesitaran, como Delacroix, asistir al degüello de 400 odaliscas para decidirse a tomar los pinceles... Si, por lo menos, sólo fuesen capaces de empuñarlos antes de asesinar a su idolatrada Mamá...

Musicalmente, el clarinete es un instrumento muchísimo más rico que el diccionario.

Aunque se alteren todas nuestras concepciones sobre la Vida y la Muerte, ha llegado el momento de denunciar la enorme superchería de las "Meninas" que -siendo las propias "Meninas" de carne y hueso- colgaron un letrerito donde se lee Velázquez, para que nadie descubra el auténtico y secular milagro de su inmortalidad.

Nadie escuchó con mayor provecho que Debussy, los arpegios que las manos traslúcidas de la lluvia improvisan contra el teclado de las persianas.

Las frases, las ideas de Proust, se desarrollan y se enroscan, como las anguilas que nadan en los acuarios; a veces deformadas por un efecto de refracción, otras anudadas en acoplamientos viscosos, siempre envueltas en esa atmósfera que tan solo se encuentra en los acuarios y en el estilo de Proust.

¡La "Olimpia" de Manet está enferma de "mal de Pott"! ¡Necesita aire de mar!... ¡Urge que Goya la examine!...

En ninguna historia se revive, como en las irisaciones de los vidrios antiguos, la fugaz y emocionante historia de setecientos mil crepúsculos y auroras.

¡Las lágrimas lo corrompen todo! Partidarios insospechables de un "régimen mejorado", ¿tenemos derecho a reclamar una "ley seca" para la poesía... para una poesía "extra dry", gusto americano?

Todo el talento del "douannier" Rousseau estribó en la convicción con que, a los sesenta años, fue capaz de prenderse a un biberón.

La disección de los ojos de Monet hubiera demostrado que Monet poseía ojos de mosca; ojos forzados por innumerables ojitos que distinguen con nitidez los más sutiles matices de un color pero que, siendo ojos autónomos, perciben esos matices independientemente, sin alcanzar una visión sintética de conjunto.

Las frases de Oscar Wilde no necesitan red. ¡Lástima que al realizar sus más arriesgadas acrobacias, nos dejen la incertidumbre de su ****!

El cúmulo de atorrantismo y de burdel, de uso y abuso de limpiabotas, de sensiblería engominada, de ojo en compota, de retobe y de tristeza sin razón -allí está la pampa... más allá el indio... la quena... el tamboril -que se espereza y canta en los acordes del tango que improvisa cualquier lunfardo.

Es necesario procurarse una vestimenta de radiógrafo (que nos proteja del contacto demasiado brusco con lo sobrenatural), antes de aproximarnos a los rayos ultravioletas que iluminan los paisajes de Patinir.

No hay crítico comparable al cajón de nuestro escritorio.

Entre otras... ¡la más irreductible disidencia ortográfica! Ellos: Padecen todavía la superstición de las Mayúsculas.

Nosotros: Hace tiempo que escribimos: cultura, arte, ciencia, moral y, sobre todo y ante todo, poesía.

Los cubistas cometieron el error de creer que una manzana era un tema menos literario y frugal que las nalgas de madame Recamier.

¡Sin pie, no hay poesía! -exclaman algunos. Como si necesitásemos de esa confidencia para reconocerlos.

Esos tinteros con un busto de Voltaire, ¿no tendrán un significado profundo? ¿No habrá sido Voltaire una especie de Papa (*****) de la tinta?

En música, al pleonasmo se le denomina: variación.

Seurat compuso los más admirables escaparates de juguetería.

La prosa de Flaubert destila un sudor tan frío que nos obliga a cambiarnos de camiseta, si no podemos recurrir a su correspondencia.

El silencio de los cuadros del Greco es un silencio ascético, maeterlinckiano, que alucina a los personajes del Greco, les desequilibra la boca, les extravía las pupilas, les diafaniza la nariz.

Los bustos romanos serían incapaces de pensar si el tiempo no les hubiera destrozado la nariz.

No hay que admirar a Wagner porque nos aburra alguna vez, sino a pesar de que nos aburra alguna vez.

Europa comienza a interesarse por nosotros. ¡Disfrazados con las plumas o el chiripá que nos atribuye, alcanzaríamos un éxito clamoroso! ¡Lástima que nuestra sinceridad nos obligue a desilusionarla... a presentarnos como somos; aunque sea incapaz de diferenciarnos... aunque estemos seguros de la rechifla!

Aunque la estilográfica tenga reminiscencias de lagrimatorio, ni los cocodrilos tienen derecho a confundir las lágrimas con la tinta.

Renán es un hombre tan bien educado que hasta cuando cree tener razón, pretende demostrarnos que no la tiene.

Las Venus griegas tienen cuarenta y siete pulsaciones. Las Vírgenes españolas, ciento tres.

¡Sepamos consolarnos! Si las mujeres de Rubens pesaran 27 kilos menos, ya no podríamos extasiarnos ante los reflejos nacarados de sus carnes desnudas.

Llega un momento en que aspiramos a escribir algo peor.

El ombligo no es un órgano tan importante como imaginan ustedes... ¡Señores poetas!

¿Estupidez? ¿Ingenuidad? ¿Política?... "Seamos argentinos", gritan algunos... sin advertir que la nacionalidad es algo tan fatal como la conformación de nuestro esqueleto.

Delatemos un onanismo más: el de izar la bandera cada cinco minutos.

Lo primero que nos enseñan las telas de Chardin es que, para llegar a la pulcritud, al reposo, a la sensatez que alcanzó Chardin, no hay más remedio que resignarnos a pasar la vida en zapatillas.

Facilísimo haber previsto la muerte de Apollinaire, dado que el cerebro de Apollinaire era una fábrica de pirotecnia que constantemente inventaba los más bellos juegos de artificio, los cohetes de más lindo color, y era fatal que al primero que se le escapara entre el fango de la trinchera, una granada le rebanara el cráneo.

Los esclavos miguelangelescos poseen un olor tan iodado, tan acre que, por menos paladar que tengamos basta gustarlo alguna vez para convencerse de que fueron esculpidos por la rompiente. (No me refiero a los del Louvre; modelados por el mar, un día de esos en que fabrica merengues sobre la arena).

¡La opinión que se tendrá de nosotros cuando sólo quede de nosotros lo que perdura de la vieja China o del viejo Egipto!

¡Impongámosnos ciertas normas para volver a experimentar la complacencia ingenua de violarlas! La rehabilitación de la infidelidad reclama de nosotros un candor semejante. ¡Ruboricémonos de no poder ruborizarnos y reinventemos las prohibiciones que nos convengan, antes de que la libertad alcance a esclavizarnos completamente!

El cemento armado nos proporciona una satisfacción semejante a la de pasarnos la mano por la cara, después de habernos afeitado.

¡Los vidrios catalanes y las estalactitas de Mallorca con que Anglada prepara su paleta!

Los cubistas salvaron a la pintura de las corrientes de aire, de los rayos de sol que amenazaban derretirla pero -al cerrar herméticamente las ventanas, que los impresionistas habían abierto en un exceso de entusiasmo- le suministraron tal cúmulo de recetas, una cantidad tan grande de ventosas que poco faltó para que la asfixiaran y la dejasen descarnada, como un esqueleto.

Hay poetas demasiado inflamables. ¿Pasan unos senos recién inaugurados? El cerebro se les incendia. ¡Comienza a salirles humo de la cabeza!

"La Maja Vestida" está más desnuda que la "maja desnuda".

Las telas de Velázquez respiran a pleno pulmón; tienen una buena tensión arterial, una temperatura normal y una reacción Wasserman negativa.

¡Quién hubiera previsto que las Venus griegas fuesen capaces de perder la cabeza!

Hay acordes, hay frases, hay entonaciones en D'Annunzio que nos obligan a perdonarle su "fiatto", su "bella voce", sus actitudes de tenor.

Azorín ve la vida en diminutivo y la expresa repitiendo lo diminutivo, hasta darnos la sensación de la eternidad.

¡El Arte es el peor enemigo del arte!... un fetiche ante el que ofician, arrodillados, quienes no son artistas.

Lo que molesta más en Cézanne es la testarudez con que, delante de un queso, se empeña en repetir: "esto es un queso".

El espesor de las nalgas de Rabelais explica su optimismo. Una visión como la suya, requiere estar muellemente sentada para impedir que el esqueleto nos proporcione un pregusto de muerte.

La arquitectura árabe consiguió proporcionarle a la luz, la dulzura y la voluptuosidad que adquiere la luz, en una boca entreabierta de mujer.

Hasta el advenimiento de Hugo, nadie sospechó el esplendor, la amplitud, el desarrollo, la suntuosidad a que alcanzaría el genio del "camelo".

Es tanta la mala educación de Pió Baroja, y es tan ingenua la voluptuosidad que siente Pío Baroja en ser mal educado, que somos capaces de perdonarle la falta de educación que significa llamarse: Pío Baroja.

No hay que confundir poesía con vaselina; vigor, con camiseta sucia.

El estilo de Barres es un estilo de onda, un estilo que acaba de salir de la peluquería.

Lo único que nos impide creer que Saint Saens haya sido un gran músico, es haber escuchado la música de Saint Sáéns.

¿Las Vírgenes de Murillo?

Como vírgenes, demasiado mujeres.

Como mujeres, demasiado vírgenes.

Todas las razones que tendríamos para querer a Velázquez, si la única razón del amor no consistiera en no tener ninguna.

Los surtidores del Alhambra conservan la versión más auténtica de "Las mil y una noches", y la murmuran con la fresca monotonía que merecen.

Si Rubén no hubiera poseído unas manos tan finas!... ¡Si no se las hubiese mirado tanto al escribir!...

La variedad de cicuta con que Sócrates se envenenó se llamaba "Conócete a ti mismo".

¡Cuidado con las nuevas recetas y con los nuevos boticarios! ¡Cuidado con las decoraciones y "la couleur lócale"! ¡Cuidado con los anacronismos que se disfrazan de aviador! ¡Cuidado con el excesivo dandysmo de la indumentaria londinense! ¡Cuidado -sobre todo- con los que gritan: "¡Cuidado!" cada cinco minutos!

Ningún aterrizaje más emocionante que el "aterrizaje" forzoso de la Victoria de Samotracia.

Goya grababa, como si "entrara a matar".

El estilo de Renán se resiente de la flaccidez y olor a sacristía de sus manos... demasiado aficionadas "a lavarse las manos".

La Gioconda es la única mujer viviente que sonríe como algunas mujeres después de muertas.

Nada puede darnos una certidumbre más sensual y un convencimiento tan palpable del origen divino de la vida, como el vientre recién fecundado de la Venus de Milo.

El problema más grave que Goya resolvió al pintar sus tapices, fue el dosaje de azúcar; un terrón más y sólo hubieran podido usarse como tapas de bomboneras.

Los rizos, las ondulaciones, los temas "imperdibles" y, sobre todo, el olor a "vera violetta" de las melodías italianas.

Así como un estiló maduro nos instruye -a través de una descripción de Jerusalén- del gesto con que el autor se anuda la corbata, no existirá un arte nacional mientras no sepamos pintar un paisaje noruego con un inconfundible sabor a carbonada.

¿Por qué no admitir que una gallina ponga un trasatlántico, si creemos en la existencia de Rimbaud, sabio, vidente y poeta a los 12 años?

¡El encarnizamiento con que hundió sus pitones, el toro aquél, que mató a todos los Cristos españoles!

Rodin confundió caricia con modelado; espasmo con inspiración; "atelier" con alcoba.

Jamás existirán caballos capaces de tirar un par de patadas que violenten, más rotundamente, las leyes de la perspectiva y posean, al mismo tiempo, un concepto más equilibrado de la composición, que el par de patadas que tiran los heroicos percherones de Paolo Uccello.

Nos aproximamos a los retratos del Greco, con el propósito de sorprender las sanguijuelas que se ocultan en los repliegues de sus golillas.

Un libro debe construirse como un reloj, y venderse como un salchichón.

Con la poesía sucede lo mismo que con las mujeres: llega un momento en que la única actitud respetuosa consiste en levantarles la pollera.

Los críticos olvidan, con demasiada frecuencia, que una cosa es cacarear, otra, poner el huevo.

Trasladar al plano de la creación la fervorosa voluptuosidad con que, durante nuestra infancia, rompimos a pedradas todos los faroles del vecindario.

¡Si buena parte de nuestros poetas se convenciera de que la tartamudez es preferible al plagio!

Tanto en arte, como en ciencia, hay que buscarle las siete patas al gato.

El barroco necesitó cruzar el Atlántico en busca del trópico y de la selva para adquirir la ingenuidad candorosa y llena de fasto que ostenta en América.

¿Cómo dejar de admirarla prodigalidad y la perfección con que la mayoría de nuestros poetas logra el prestigio de realizar el vacío absoluto?

A fuerza de gritar socorro se corre el riesgo de perder la voz.

En los mapas incunables, África es una serie de islas aisladas, pero los vientos hinchan sus cachetes en todas direcciones.

Los paréntesis de Faulkner son cárceles de negros.

Estamos tan pervertidos que la inhabilidad de lo ingenuo nos parece el "sumun" del arte.

La experiencia es la enfermedad que ofrece el menor peligro de contagio.

En vez de recurrir al whisky, Turner se emborracha de crepúsculo.

Las mujeres modernas olvidan que para desvestirse y desvestirlas se requiere un mínimo de indumentaria.

La vida es un largo embrutecimiento. La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas; poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario; los mosquitos pueden volar tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles, y cuando deseamos viajar nos dirigimos a una agencia de vapores en vez de metamorfosear una silla en un trasatlántico.

Ningún Stradivarius comparable en forma, ni en resonancia, a las caderas de ciertas colegialas.

¿Existe un llamado tan musicalmente emocionante como el de la llamarada de la enorme gasa que agita Isolda, reclamando desesperadamente la presencia de Tristán?

Aunque ellos mismos lo ignoren, ningún creador escribe para los otros, ni para sí mismo, ni mucho menos, para satisfacer un anhelo de creación, sino porque no puede dejar de escribir.

Ante la exquisitez del idioma francés, es comprensible la atracción que ejerce la palabra "merde".

El adulterio se ha generalizado tanto que urge rehabilitarlo o, por lo menos, cambiarle de nombre.

Las distancias se han acortado tanto que la ausencia y la nostalgia han perdido su sentido.

Tras todo cuadro español se presiente una danza macabra.

Lo prodigioso no es que Van Gogh se haya cortado una oreja, sino que conservara la otra.

La poesía siempre es lo otro, aquello que todos ignoran hasta que lo descubre un verdadero poeta.

Hasta Darío no existía un idioma tan rudo y maloliente como el español.

Segura de saber donde se hospeda la poesía, existe siempre una multitud impaciente y apresurada que corre en su busca pero, al llegar donde le han dicho que se aloja y preguntar por ella, invariablemente se le contesta: Se ha mudado.

Sólo después de arrojarlo todo por la borda somos capaces de ascender hacia nuestra propia nada.

La serie de sarcófagos que encerraban a las momias egipcias, son el desafío más perecedero y vano de la vida ante el poder de la muerte.

Los pintores chinos no pintan la naturaleza, la sueñan.

Hasta la aparición de Rembrandt nadie sospechó que la luz alcanzaría la dramaticidad e inagotable variedad de conflictos de las tragedias shakespearianas.

Aspiramos a ser lo que auténticamente somos, pero a medida que creemos lograrlo, nos invade el hartazgo de lo que realmente somos.

Ambicionamos no plagiarnos ni a nosotros mismos, a ser siempre distintos, a renovarnos en cada poema, pero a medida que se acumulan y forman nuestra escueta o frondosa producción, debemos reconocer que a lo largo de nuestra existencia hemos escrito un solo y único poema.
Santiago Jun 2015
Con el alma herida por un mal cariño
Que sin condiciones le entregue mi amor
Llevo ya dos días en esta cantina
Dos días, encerrado tomando licor.

Un mariachi toca, yo sigo tomando
Y vuelvo a pedirles la misma canción
Esto que me pasa no es nada envidiable
Ni al peor enemigo se lo deseo yo.

Tóquenme mariachi otra vez la misma
Esa que me llega hasta el corazón
El abandonado, toquen la de nuevo
Tóquenme diez veces la misma canción.

Aquí esta su cuenta, me dice un mesero
Ya me debe mucho, pégueme señor,
El mariachi dice, ya estamos cansados
Y yo solo contesto, háganme un favor.

Pa´ variar un poco tóquenme la misma
Esa que me llega hasta el corazón,
El abandonado, tóquenla de nuevo
Tóquenme diez veces la misma canción.

Con el alma herida por un mal cariño
Que sin condiciones le entregue mi amor
Llevo ya dos días en esta cantina
Dos días, encerrado tomando licor.

Un mariachi toca, yo sigo tomando
Y vuelvo a pedirles la misma canción
Esto que me pasa no es nada envidiable
Ni al peor enemigo se lo deseo yo.

Tóquenme mariachi otra vez la misma
Esa que me llega hasta el corazón
El abandonado, toquen la de nuevo
Tóquenme diez veces la misma canción.

Aquí esta su cuenta, me dice un mesero
Ya me debe mucho, pégueme señor,
El mariachi dice, ya estamos cansados
Y yo solo contesto, háganme un favor.

Pa´ variar un poco tóquenme la misma
Esa que me llega hasta el corazón,
El abandonado, tóquenla de nuevo
Tóquenme diez veces la misma canción.
Leydis Jun 2017
Ayer, lo vi después de tanto tiempo,
es lo más bonito que me ha pasado.
Sentí un asalto al corazón,
un ‘tranquilízate’……. no desmanes tanto.

Ayer, lo vi después de tanto tiempo,
y me transporte a espacios que Dios todavía no ha creado.

No sabía si besarlo,
quise besarlo….
no me atreví a besarlo.
Lo abrace desde lo más profundo de mi ente,
y al estrecharme entre sus brazos, santiamente,
sentí el ardor de verano
y
el estofado invierno cuando dejamos de sujetarnos.

Quería fijamente mirarlo,
temí que mis ojos evidenciaran
                   mi corazón nerviosamente palpitando.
Ese corazón agitado y embebecido por dentro,
llorando de alegría por ese encuentro,
y, también, de tristeza por todavía amarlo.

Ayer, lo vi después de tanto tiempo,
es lo más bonito que me ha pasado.
No ha cambiado nada.
Él
siempre tan cubierto,
Y yo,
siempre desnudando el alma.

Ayer, lo vi después de tanto tiempo.
Lo peor, no fue verlo,
fue resignarme otra vez!

Es que este amor…..
no puede ser!

LeydisProse
2/2017
Piramidal, funesta de la tierra
nacida sombra, al cielo encaminaba
de vanos obeliscos ***** altiva,
escalar pretendiendo las estrellas;
si bien sus luces bellas
esemptas siempre, siempre rutilantes,
la tenebrosa guerra
que con negros vapores le intimaba
la vaporosa sombra fugitiva
burlaban tan distantes,
que su atezado ceño
al superior convexo aún no llegaba
del orbe de la diosa
que tres veces hermosa
con tres hermosos rostros ser ostenta;
quedando sólo dueño
del aire que empañaba
con el aliento denso que exhalaba.
Y en la quietud contenta
de impero silencioso,
sumisas sólo voces consentía
de las nocturnas aves
tan oscuras tan graves,
que aún el silencio no se interrumpía.
Con tardo vuelo, y canto, de él oído
mal, y aún peor del ánimo admitido,
la avergonzada Nictímene acecha
de las sagradas puertas los resquicios
o de las claraboyas eminentes
los huecos más propicios,
que capaz a su intento le abren la brecha,
y sacrílega llega a los lucientes
faroles sacros de perenne llama,
que extingue, sino inflama
en licor claro la materia crasa
consumiendo; que el árbol de Minerva
de su fruto, de prensas agravado,
congojoso sudó y rindió forzado.
Y aquellas que su casa
campo vieron volver, sus telas yerba,
a la deidad de Baco inobedientes
ya no historias contando diferentes,
en forma si afrentosa transformadas
segunda forman niebla,
ser vistas, aun temiendo en la tiniebla,
aves sin pluma aladas:
aquellas tres oficiosas, digo,
atrevidas hermanas,
que el tremendo castigo
de desnudas les dio pardas membranas
alas, tan mal dispuestas
que escarnio son aun de las más funestas:
éstas con el parlero
ministro de Plutón un tiempo, ahora
supersticioso indicio agorero,
solos la no canora
componían capilla pavorosa,
máximas negras, longas entonando
y pausas, más que voces, esperando
a la torpe mensura perezosa
de mayor proporción tal vez que el viento
con flemático echaba movimiento
de tan tardo compás, tan detenido,
que en medio se quedó tal vez dormido.
Este. pues, triste son intercadente
de la asombrosa turba temerosa,
menos a la atención solicitaba
que al suelo persuadía;
antes si, lentamente,
si su obtusa consonancia espaciosa
al sosiego inducía
y al reposo los miembros convidaba,
el silencio intimando a los vivientes,
uno y otro sellando labio obscuro
con indicante dedo, Harpócrates la noche silenciosa;
a cuyo, aunque no duro, si bien imperioso
precepto, todos fueron obedientes.
El viento sosegado, el can dormido:
éste yace, aquél quedo,
los átomos no mueve
con el susurro hacer temiendo leve,
aunque poco sacrílego ruido,
violador del silencio sosegado.
El mar, no ya alterado,
ni aún la instable mecía
cerúlea cuna donde el sol dormía;
y los dormidos siempre mudos peces,
en los lechos 1amosos
de sus obscuros senos cavernosos,
mudos eran dos veces.
Y entre ellos la engañosa encantadora
Almone, a los que antes
en peces transformó simples amantes,
transformada también vengaba ahora.
En los del monte senos escondidos
cóncavos de peñascos mal formados,
de su esperanza menos defendidos
que de su obscuridad asegurados,
cuya mansión sombría
ser puede noche en la mitad del día,
incógnita aún al cierto
montaraz pie del cazador experto,
depuesta la fiereza
de unos, y de otros el temor depuesto,
yacía el vulgo bruto,
a la naturaleza
el de su potestad vagando impuesto,
universal tributo.
Y el rey -que vigilancias afectaba-
aun con abiertos ojos no velaba.
El de sus mismos perros acosado,
monarca en otro tiempo esclarecido,
tímido ya venado,
con vigilante oído,
del sosegado ambiente,
al menor perceptible movimiento
que los átomos muda,
la oreja alterna aguda
y el leve rumor siente
que aun le altera dormido.
Y en 1a quietud del nido,
que de brozas y lodo instable hamaca
formó en la más opaca
parte del árbol, duerme recogida
la leve turba, descansando el viento
del que le corta alado movimiento.
De Júpiter el ave generosa
(como el fin reina) por no darse entera
al descanso, que vicio considera
si de preciso pasa, cuidadosa
de no incurrir de omisa en el exceso,
a un sólo pie librada fía el peso
y en otro guarda el cálculo pequeño,
despertador reloj del leve sueño,
porque si necesario fue admitido
no pueda dilatarse continuado,
antes interrumpido
del regio sea pastoral cuidado.
¡Oh de la majestad pensión gravosa,
que aun el menor descuido no perdona!
Causa quizá que ha hecho misteriosa,
circular denotando la corona
en círculo dorado,
que el afán es no menos continuado.
El sueño todo, en fin, lo poseía:
todo. en fin, el silencio lo ocupaba.
Aun el ladrón dormía:
aun el amante no se desvelaba:
el conticinio casi ya pasando
iba y la sombra dimidiaba, cuando
de las diurnas tareas fatigados
y no sólo oprimidos
del afán ponderosos
del corporal trabajo, más cansados
del deleite también; que también cansa
objeto continuado a 1os sentidos
aún siendo deleitoso;
que la naturaleza siempre alterna
ya una, ya otra balanza,
distribuyendo varios ejercicios,
ya al ocio, ya al trabajo destinados,
en el fiel infiel con que gobierna
la aparatosa máquina del mundo.
Así pues, del profundo
sueño dulce los miembros ocupados,
quedaron los sentidos
del que ejercicio tiene ordinario
trabajo, en fin, pero trabajo amado
-si hay amable trabajo-
si privados no, al menos suspendidos.
Y cediendo al retrato del contrario
de la vida que lentamente armado
cobarde embiste y vence perezoso
con armas soñolientas,
desde el cayado humilde al cetro altivo
sin que haya distintivo
que el sayal de la púrpura discierna;
pues su nivel, en todo poderoso,
gradúa por esemptas
a ningunas personas,
desde la de a quien tres forman coronas
soberana tiara
hasta la que pajiza vive choza;
desde la que el Danubio undoso dora,
a la que junco humilde, humilde mora;
y con siempre igual vara
(como, en efecto, imagen poderosa
de la muerte) Morfeo
el sayal mide igual con el brocado.
El alma, pues, suspensa
del exterior gobierno en que ocupada
en material empleo,
o bien o mal da el día por gastado,
solamente dispensa,
remota, si del todo separada
no, a los de muerte temporal opresos,
lánguidos miembros, sosegados huesos,
los gajes del calor vegetativo,
el cuerpo siendo, en sosegada calma,
un cadáver con alma,
muerto a la vida y a la muerte vivo,
de lo segundo dando tardas señas
el de reloj humano
vital volante que, sino con mano,
con arterial concierto, unas pequeñas
muestras, pulsando, manifiesta lento
de su bien regulado movimiento.
Este, pues, miembro rey y centro vivo
de espíritus vitales,
con su asociado respirante fuelle
pulmón, que imán del viento es atractivo,
que en movimientos nunca desiguales
o comprimiendo yo o ya dilatando
el musculoso, claro, arcaduz blando,
hace que en él resuelle
el que le circunscribe fresco ambiente
que impele ya caliente
y él venga su expulsión haciendo activo
pequeños robos al calor nativo,
algún tiempo llorados,
nunca recuperados,
si ahora no sentidos de su dueño,
que repetido no hay robo pequeño.
Estos, pues, de mayor, como ya digo,
excepción, uno y otro fiel testigo,
la vida aseguraban,
mientras con mudas voces impugnaban
la información, callados los sentidos
con no replicar sólo defendidos;
y la lengua, torpe, enmudecía,
con no poder hablar los desmentía;
y aquella del calor más competente
científica oficina
próvida de los miembros despensera,
que avara nunca v siempre diligente,
ni a la parte prefiere más vecina
ni olvida a la remota,
y, en ajustado natural cuadrante,
las cuantidades nota
que a cada cual tocarle considera,
del que alambicó quilo el incesante
calor en el manjar que medianero
piadoso entre él y el húmedo interpuso
su inocente substancia,
pagando por entero
la que ya piedad sea o ya arrogancia,
al contrario voraz necio la expuso
merecido castigo, aunque se excuse
al que en pendencia ajena se introduce.
Esta, pues, si no fragua de Vulcano,
templada hoguera del calor humano,
al cerebro enviaba
húmedos, mas tan claros los vapores
de los atemperados cuatro humores,
que con ellos no sólo empañaba
los simulacros que la estimativa
dio a la imaginativa,
y aquesta por custodia más segura
en forma ya más pura
entregó a la memoria que, oficiosa,
gravó tenaz y guarda cuidadosa
sino que daban a la fantasía
lugar de que formase
imágenes diversas y del modo
que en tersa superficie, que de faro
cristalino portento, asilo raro
fue en distancia longísima se veían,
(sin que ésta le estorbase)
del reino casi de Neptuno todo,
las que distantes le surcaban naves.
Viéndose claramente,
en su azogada luna,
el número, el tamaño y la fortuna
que en la instable campaña transparente
arriesgadas tenían,
mientras aguas y vientos dividían
sus velas leves y sus quillas graves,
así ella, sosegada, iba copiando
las imágenes todas de las cosas
y el pincel invisible iba formando
de mentales, sin luz, siempre vistosas
colores. las figuras,
no sólo ya de todas las criaturas
sublunares, mas aun también de aquellas
que intelectuales claras son estrellas
y en el modo posible
que concebirse puede lo invisible,
en sí mañosa las representaba
y al alma las mostraba.
La cual, en tanto, toda convertida
a su inmaterial ser y esencia bella,
aquella contemplaba,
participada de alto ser centella,
que con similitud en sí gozaba.
I juzgándose casi dividida
de aquella que impedida
siempre la tiene, corporal cadena
que grosera embaraza y torpe impide
el vuelo intelectual con que ya mide
la cuantidad inmensa de la esfera,
ya el curso considera
regular con que giran desiguales
los cuerpos celestiales;
culpa si grave, merecida pena,
torcedor del sosiego riguroso
de estudio vanamente juicioso;
puesta a su parecer, en la eminente
cumbre de un monte a quien el mismo Atlante
que preside gigante
a los demás, enano obedecía,
y Olimpo, cuya sosegada frente,
nunca de aura agitada
consintió ser violada,
aun falda suya ser no merecía,
pues las nubes que opaca son corona
de la más elevada corpulencia
del volcán más soberbio que en la tierra
gigante erguido intima al cielo guerra,
apenas densa zona
de su altiva eminencia
o a su vasta cintura
cíngulo tosco son, que mal ceñido
o el viento lo desata sacudido
o vecino el calor del sol, lo apura
a la región primera de su altura,
ínfima parte, digo, dividiendo
en tres su continuado cuerpo horrendo,
el rápido no pudo, el veloz vuelo
del águila -que puntas hace al cielo
y el sol bebe los rayos pretendiendo
entre sus luces colocar su nido-
llegar; bien que esforzando
mas que nunca el impulso, ya batiendo
las dos plumadas velas, ya peinando
con las garras el aire, ha pretendido
tejiendo de los átomos escalas
que su inmunidad rompan sus dos alas.
Las pirámides dos -ostentaciones
de Menfis vano y de la arquitectura
último esmero- si ya no pendones
fijos, no tremolantes, cuya altura
coronada de bárbaros trofeos,
tumba y bandera fue a los Ptolomeos,
que al viento, que a las nubes publicaba,
si ya también el cielo no decía
de su grande su siempre vencedora
ciudad -ya Cairo ahora-
las que, porque a su copia enmudecía
la fama no contaba
gitanas glorias, menéficas proezas,
aun en el viento, aun en el cielo impresas.
Estas que en nivelada simetría
su estatura crecía
con tal disminución, con arte tanto,
que cuánto más al cielo caminaba
a la vista que lince la miraba,
entre los vientos se desaparecía
sin permitir mirar la sutil *****
que al primer orbe finge que se junta
hasta que fatigada del espanto,
no descendida sino despeñada
se hallaba al pie de la espaciosa basa.
Tarde o mal recobrada
del desvanecimiento,
que pena fue no escasa
del visual alado atrevimiento,
cuyos cuerpos opacos
no al sol opuestos, antes avenidos
con sus luces, si no confederados
con él, como en efecto confiantes,
tan del todo bañados
de un resplandor eran, que lucidos,
nunca de calurosos caminantes
al fatigado aliento, a los pies flacos
ofrecieron alfombra,
aun de pequeña, aun de señal de sombra.
Estas que glorias ya sean de gitanas
o elaciones profanas,
bárbaros hieroglíficos de ciego
error, según el griego,
ciego también dulcísimo poeta,
si ya por las que escribe
aquileyas proezas
o marciales, de Ulises, sutilezas,
la unión no le recibe
de los historiadores o le acepta
cuando entre su catálogo le cuente,
que gloría más que número le aumente,
de cuya dulce serie numerosa
fuera más fácil cosa
al temido Jonante
el rayo fulminante
quitar o la pescada
a Alcídes clava herrada,
que un hemistiquio solo
-de los que le: dictó propicio Apolo-
según de Homero digo, la sentencia.
Las pirámides fueron materiales
tipos solos, señales exteriores
de las que dimensiones interiores
especies son del alma intencionales
que como sube en piramidal *****
al cielo la ambiciosa llama ardiente,
así la humana mente
su figura trasunta
y a la causa primera siempre aspira,
céntrico punto donde recta tira
la línea, si ya no circunferencia
que contiene infinita toda esencia.
Estos pues, montes dos artificiales,
bien maravillas, bien milagros sean,
y aun aquella blasfema altiva torre,
de quien hoy dolorosas son señales
no en piedras, sino en lenguas desiguales
porque voraz el tiempo no ]as borre,
los idiomas diversos que escasean
el sociable trato de las gentes
haciendo que parezcan diferentes
los que unos hizo la naturaleza,
de la lengua por solo la extrañeza; .
si fueran comparados
a la mental pirámide elevada,
donde, sin saber como colocada
el alma se miró, tan atrasados
se hallaran que cualquiera
graduara su cima por esfera,
pues su ambicioso anhelo,
haciendo cumbre de su propio vuelo,
en lo más eminente
la encumbró parte de su propia mente,
de sí tan remontada que creía
que a otra nueva región de sí salía.
En cuya casi elevación inmensa,
gozosa, mas suspensa,
suspensa, pero ufana
y atónita, aunque ufana la suprema
de lo sublunar reina soberana,
la vista perspicaz libre de antojos
de sus intelectuales y bellos ojos,
sin que distancia tema
ni de obstáculo opaco se recele,
de que interpuesto algún objeto cele,
libre tendió por todo lo criado,
cuyo inmenso agregado
cúmulo incomprehensible
aunque a la vista quiso manifiesto
dar señas de posible,
a la comprehensión no, que entorpecida
con la sobra de objetos y excedida
de la grandeza de ellos su potencia,
retrocedió cobarde,
tanto no del osado presupuesto
revocó la intención arrepentida,
la vista que intentó descomedida
en vano hacer alarde
contra objeto que excede en excelencia
las líneas visuales,
contra el sol, digo, cuerpo luminoso,
cuyos rayos castigo son fogoso,
de fuerzas desiguales
despreciando, castigan rayo a rayo
el confiado antes atrevido
y ya llorado ensayo,
necia experiencia que costosa tanto
fue que Icaro ya su propio llanto
lo anegó enternecido
como el entendimiento aquí vencido,
no menos de la inmensa muchedumbre
de tanta maquinosa pesadumbre
de diversas especies conglobado
esférico compuesto,
que de las cualidades
de cada cual cedió tan asombrado
que, entre la copia puesto,
pobre con ella en las neutralidades
de un mar de asombros, la elección confusa
equívoco las ondas zozobraba.
Y por mirarlo todo; nada veía,
ni discernir podía,
bota la facultad intelectiva
en tanta, tan difusa
incomprensible especie que miraba
desde el un eje en que librada estriba
la máquina voluble de la esfera,
el contrapuesto polo,
las partes ya no sólo,
que al universo todo considera
serle perfeccionantes
a su ornato no más pertenecientes;
mas ni aun las que ignorantes;
miembros son de su cuerpo dilatado,
proporcionadamente competentes.
Mas como al que ha usurpado
diuturna obscuridad de los objetos
visibles los colores
si súbitos le asaltan resplandores,
con la sombra de luz queda más ciego:
que el exceso contrarios hace efectos
en la torpe potencia, que la lumbre
del sol admitir luego
no puede por la falta de costumbre;
y a la tiniebla misma que antes era
tenebroso a la vista impedimento,
de los agravios de la luz apela
y una vez y otra con la mano cela
de los débiles ojos deslumbrados
los rayos vacilantes,
sirviendo va piadosa medianera
la sombra de instrumento
para que recobrados
por grados se habiliten,
porque después constantes
su operación más firme ejerciten.
Recurso natural, innata ciencia
que confirmada ya de la experiencia,
maestro quizá mudo,
retórico ejemplar inducir pudo
a uno y otro galeno
para que del mortífero veneno,
en bien proporcionadas cantidades,
escrupulosamente regulando
las ocultas nocivas cualidades,
ya por sobrado exceso
de cálidas o frías,
o ya por ignoradas simpatías
o antipatías con que van obrando
las causas naturales su progreso,
a la admiración dando, suspendida,
efecto cierto en causa no sabida,
con prolijo desvelo y remirada,
empírica
William Jul 2017
Quisiera ser listo y eficaz, tal vez
un poco más guapo
o audaz
para poder darte a ti felicidad
y no hacerte sentir mal
con mi destructiva subjetividad.

Lo siento, lo siento, oh ¡cuánto lo siento!
Nunca aprendí a ser de otra manera
que no fuese caótica o grotesca.
De veras que lo siento, pero te quiero y
a pesar de ser lo peor yo intento
ser un poco mejor, para ti.
Yo, Beremundo el Lelo, surqué todas las rutas
y probé todos los mesteres.
Singlando a la deriva, no en orden cronológico ni lógico -en sin orden-
narraré mis periplos, diré de los empleos con que
nutrí mis ocios,
distraje mi hacer nada y enriquecí mi hastío...;
-hay de ellos otros que me callo-:
Catedrático fui de teosofía y eutrapelia, gimnopedia y teogonía y pansofística en Plafagonia;
barequero en el Porce y el Tigüí, huaquero en el Quindío,
amansador mansueto -no en desuetud aún- de muletos cerriles y de onagros, no sé dónde;
palaciego proto-Maestre de Ceremonias de Wilfredo el Velloso,
de Cunegunda ídem de ídem e ibídem -en femenino- e ídem de ídem de Epila Calunga
y de Efestión -alejandrino- el Glabro;
desfacedor de entuertos, tuertos y malfetrías, y de ellos y ellas facedor;
domeñador de endriagos, unicornios, minotauros, quimeras y licornas y dragones... y de la Gran Bestia.

Fui, de Sind-bad, marinero; pastor de cabras en Sicilia
si de cabriolas en Silesia, de cerdas en Cerdeña y -claro- de corzas en Córcega;
halconero mayor, primer alcotanero de Enguerrando Segundo -el de la Tour-Miracle-;
castrador de colmenas, y no de Casanovas, en el Véneto, ni de Abelardos por el Sequana;
pajecillo de altivas Damas y ariscas Damas y fogosas, en sus castillos
y de pecheras -¡y cuánto!- en sus posadas y mesones
-yo me era Gerineldos de todellas y trovador trovadorante y adorante; como fui tañedor
de chirimía por fiestas candelarias, carbonero con Gustavo Wasa en Dalecarlia, bucinator del Barca Aníbal
y de Scipión el Africano y Masinisa, piloto de Erik el Rojo hasta Vinlandia, y corneta
de un escuadrón de coraceros de Westmannlandia que cargó al lado del Rey de Hielo
-con él pasé a difunto- y en la primera de Lutzen.

Fui preceptor de Diógenes, llamado malamente el Cínico:
huésped de su tonel, además, y portador de su linterna;
condiscípulo y émulo de Baco Dionisos Enófilo, llamado buenamente el Báquico
-y el Dionisíaco, de juro-.

Fui discípulo de Gautama, no tan aprovechado: resulté mal budista, si asaz contemplativo.
Hice de peluquero esquilador siempre al servicio de la gentil Dalilah,
(veces para Sansón, que iba ya para calvo, y -otras- depilador de sus de ella óptimas partes)
y de maestro de danzar y de besar de Salomé: no era el plato de argento,
mas sí de litargirio sus caderas y muslos y de azogue también su vientre auri-rizado;
de Judith de Betulia fui confidente y ni infidente, y -con derecho a sucesión- teniente y no lugarteniente
de Holofernes no Enófobo (ni enófobos Judith ni yo, si con mesura, cautos).
Fui entrenador (no estrenador) de Aspasia y Mesalina y de Popea y de María de Mágdalo
e Inés Sorel, y marmitón y pinche de cocina de Gargantúa
-Pantagruel era huésped no nada nominal: ya suficientemente pantagruélico-.
Fui fabricante de batutas, quebrador de hemistiquios, requebrador de Eustaquias, y tratante en viragos
y en sáficas -algunas de ellas adónicas- y en pínnicas -una de ellas super-fémina-:
la dejé para mí, si luego ancló en casorio.
A la rayuela jugué con Fulvia; antes, con Palamedes, axedrez, y, en época vecina, con Philidor, a los escaques;
y, a las damas, con Damas de alto y bajo coturno
-manera de decir: que para el juego en litis las Damas suelen ir descalzas
y se eliden las calzas y sustentadores -no funcionales- en las Damas y las calzas en los varones.

Tañí el rabel o la viola de amor -casa de Bach, búrguesa- en la primicia
de La Cantata del Café (pre-estreno, en familia protestante, privado).
Le piqué caña jorobeta al caballo de Atila
-que era un morcillo de prócer alzada: me refiero al corcel-;
cambié ideas, a la par, con Incitato, Cónsul de Calígula, y con Babieca,
-que andaba en Babia-, dándole prima
fui zapatero de viejo de Berta la del gran pie (buen pie, mejor coyuntura),
de la Reina Patoja ortopedista; y hortelano y miniaturista de Pepino el Breve,
y copero mayor faraónico de Pepe Botellas, interino,
y porta-capas del Pepe Bellotas de la esposa de Putifar.

Viajé con Julio Verne y Odiseo, Magallanes y Pigafetta, Salgan, Leo e Ibn-Batuta,
con Melville y Stevenson, Fernando González y Conrad y Sir John de Mandeville y Marco Polo,
y sólo, sin De Maistre, alredor de mi biblioteca, de mi oploteca, mi mecanoteca y mi pinacoteca.
Viajé también en tomo de mí mismo: asno a la vez que noria.

Fui degollado en la de San Bartolomé (post facto): secundaba a La Môle:
Margarita de Valois no era total, íntegramente pelirroja
-y no porque de noche todos los gatos son pardos...: la leoparda,
las tres veces internas, íntimas, peli-endrina,
Margarita, Margotón, Margot, la casqui-fulva...-

No estuve en la nea nao -arcaica- de Noé, por manera
-por ventura, otrosí- que no fui la paloma ni la medusa de esa almadía: mas sí tuve a mi encargo
la selección de los racimos de sus viñedos, al pie del Ararat, al post-Diluvio,
yo, Beremundo el Lelo.

Fui topógrafo ad-hoc entre El Cangrejo y Purcoy Niverengo,
(y ad-ínterim, administré la zona bolombólica:
mucho de anís, mucho de Rosas del Cauca, versos de vez en cuando),
y fui remero -el segundo a babor- de la canoa, de la piragua
La Margarita (criolla), que navegó fluvial entre Comiá, La Herradura, El Morito,
con cargamentos de contrabando: blancas y endrinas de Guaca, Titiribí y Amagá, y destilados
de Concordia y Betulia y de Urrao...
¡Urrao! ¡Urrao! (hasta hace poco lo diríamos con harta mayor razón y con aquese y este júbilos).
Tras de remero de bajel -y piloto- pasé a condueño, co-editor, co-autor
(no Coadjutor... ¡ni de Retz!) en asocio de Matías Aldecoa, vascuence, (y de un tal Gaspar von der Nacht)
de un Libraco o Librículo de pseudo-poemas de otro quídam;
exploré la región de Zuyaxiwevo con Sergio Stepánovich Stepansky,
lobo de donde se infiere, y, en más, ario.

Fui consejero áulico de Bogislao, en la corte margravina de Xa-Netupiromba
y en la de Aglaya crisostómica, óptima circezuela, traidorcilla;
tañedor de laúd, otra vez, y de viola de gamba y de recorder,
de sacabuche, otrosí (de dulzaina - otronó) y en casaciones y serenatas y albadas muy especializado.
No es cierto que yo fuera -es impostura-
revendedor de bulas (y de mulas) y tragador defuego y engullidor de sables y bufón en las ferias
pero sí platiqué (también) con el asno de Buridán y Buridán,
y con la mula de Balaám y Balaám, con Rocinante y Clavileño y con el Rucio
-y el Manco y Sancho y don Quijote-
y trafiqué en ultramarinos: ¡qué calamares -en su tinta-!,
¡qué Anisados de Guarne!, ¡qué Rones de Jamaica!, ¡qué Vodkas de Kazán!, ¡qué Tequilas de México!,
¡qué Néctares de Heliconia! ¡Morcillas de Itagüí! ¡Torreznos de Envigado! ¡Chorizos de los Ballkanes! ¡Qué Butifarras cataláunicas!
Estuve en Narva y en Pultawa y en las Queseras del Medio, en Chorros Blancos
y en El Santuario de Córdova, y casi en la de San Quintín
(como pugnaban en el mismo bando no combatí junto a Egmont por no estar cerca al de Alba;
a Cayetana sí le anduve cerca tiempo después: preguntádselo a Goya);
no llegué a tiempo a Waterloo: me distraje en la ruta
con Ida de Saint-Elme, Elselina Vanayl de Yongh, viuda del Grande Ejército (desde antaño... más tarde)
y por entonces y desde años antes bravo Edecán de Ney-:
Ayudante de Campo... de plumas, gongorino.
No estuve en Capua, pero ya me supongo sus mentadas delicias.

Fabriqué clavicémbalos y espinetas, restauré virginales, reparé Stradivarius
falsos y Guarnerius apócrifos y Amatis quasi Amatis.
Cincelé empuñaduras de dagas y verduguillos, en el obrador de Benvenuto,
y escriños y joyeles y guardapelos ad-usum de Cardenales y de las Cardenalesas.
Vendí Biblias en el Sinú, con De la Rosa, Borelly y el ex-pastor Antolín.
Fui catador de tequila (debuté en Tapachula y ad-látere de Ciro el Ofiuco)
y en México y Amecameca, y de mezcal en Teotihuacán y Cuernavaca,
de Pisco-sauer en Lima de los Reyes,
y de otros piscolabis y filtros muy antes y después y por Aná del Aburrá, y doquiérase
con El Tarasco y una legión de Bacos Dionisos, pares entre Pares.
Vagué y vagué si divagué por las mesillas del café nocharniego, Mil Noches y otra Noche
con el Mago de lápiz buido y de la voz asordinada.
Antes, muy antes, bebí con él, con Emmanuel y don Efe y Carrasca, con Tisaza y Xovica y Mexía y los otros Panidas.
Después..., ahora..., mejor no meneallo y sí escanciallo y persistir en ello...

Dicté un curso de Cabalística y otro de Pan-Hermética
y un tercero de Heráldica,
fuera de los cursillos de verano de las literaturas bereberes -comparadas-.
Fui catalogador protonotario en jefe de la Magna Biblioteca de Ebenezer el Sefardita,
y -en segundo- de la Mínima Discoteca del quídam en referencia de suso:
no tenía aún las Diabelli si era ya dueño de las Goldberg;
no poseía completa la Inconclusa ni inconclusa la Décima (aquestas Sinfonías, Variaciones aquesas:
y casi que todello -en altísimo rango- tan Variaciones Alredor de Nada).

Corregí pruebas (y dislates) de tres docenas de sota-poetas
-o similares- (de los que hinchen gacetilleros a toma y daca).
Fui probador de calzas -¿prietas?: ceñidas, sí, en todo caso- de Diana de Meridor
y de justillos, que así veníanle, de estar atán bien provista
y atán rebién dotada -como sabíalo también y así de bien Bussy d'Amboise-.
Temperé virginales -ya restaurados-, y clavecines, si no como Isabel, y aunque no tan baqueano
como ése de Eisenach, arroyo-Océano.
Soplé el ***** bufón, con tal cual incongruencia, sin ni tal cual donaire.
No aporreé el bombo, empero, ni entrechoqué los címbalos.

Les saqué puntas y les puse ribetes y garambainas a los vocablos,
cuando diérame por la Semasiología, cierta vez, en la Sorbona de Abdera,
sita por Babia, al pie de los de Úbeda, que serán cerros si no valen por Monserrates,
sin cencerros. Perseveré harto poco en la Semántica -por esa vez-,
si, luego retorné a la andadas, pero a la diabla, en broma:
semanto-semasiólogo tarambana pillín pirueteante.
Quien pugnó en Dénnevitz con Ney, el peli-fulvo
no fui yo: lo fue mi bisabuelo el Capitán...;
y fue mi tatarabuelo quien apresó a Gustavo Cuarto:
pero sí estuve yo en la Retirada de los Diez Mil
-era yo el Siete Mil Setecientos y Setenta y Siete,
precisamente-: releed, si dudaislo, el Anábasis.
Fui celador intocable de la Casa de Tócame-Roque, -si ignoré cuyo el Roque sería-,
y de la Casa del Gato-que-pelotea; le busqué tres pies al gato
con botas, que ya tenía siete vidas y logré dar con siete autores en busca de un personaje
-como quien dice Los Siete contra Tebas: ¡pobre Tebas!-, y ya es jugar bastante con el siete.
No pude dar con la cuadratura del círculo, que -por lo demás- para nada hace falta,
mas topé y en el Cuarto de San Alejo, con la palanca de Arquimedes y con la espada de Damocles,
ambas a dos, y a cual más, tomadas del orín y con más moho
que las ideas de yo si sé quién mas no lo digo:
púsome en aprietos tal doble hallazgo; por más que dije: ¡Eureka! ...: la palanca ya no servía ni para levantar un falso testimonio,
y tuve que encargarme de tener siempre en suspenso y sobre mí la espada susodicha.

Se me extravió el anillo de Saturno, mas no el de Giges ni menos el de Hans Carvel;
no sé qué se me ficieron los Infantes de Aragón y las Nieves de Antaño y el León de Androcles y la Balanza
del buen Shylock: deben estar por ahí con la Linterna de Diógenes:
-¿mas cómo hallarlos sin la linterna?

No saqué el pecho fuera, ni he sido nunca el Tajo, ni me di cuenta del lío de Florinda,
ni de por qué el Tajo el pecho fuera le sacaba a la Cava,
pero sí vi al otro don Rodrigo en la Horca.
Pinté muestras de posadas y mesones y ventas y paradores y pulquerías
en Veracruz y Tamalameque y Cancán y Talara, y de riendas de abarrotes en Cartagena de Indias, con Tisaza-,
si no desnarigué al de Heredia ni a López **** tuerto -que era bizco-.
Pastoreé (otra vez) el Rebaño de las Pléyades
y resultaron ser -todellas, una a una- ¡qué capretinas locas!
Fui aceitero de la alcuza favorita del Padre de los Búhos Estáticos:
-era un Búho Sofista, socarrón soslayado, bululador mixtificante-.
Regí el vestier de gala de los Pingüinos Peripatéticos,
(precursores de Brummel y del barón d'Orsay,
por fuera de filósofos, filosofículos, filosofantes dromomaníacos)
y apacenté el Bestiario de Orfeo (delegatario de Apollinaire),
yo, Beremundo el Lelo.

Nada tuve que ver con el asesinato de la hija del corso adónico Sebastiani
ni con ella (digo como pesquisidor, pesquisante o pesquisa)
si bien asesoré a Edgar Allan Poe como entomólogo, cuando El Escarabajo de Oro,
y en su investigación del Doble Asesinato de la Rue Morgue,
ya como experto en huellas dactilares o quier digitalinas.
Alguna vez me dio por beberme los vientos o por pugnar con ellos -como Carolus
Baldelarius- y por tomar a las o las de Villadiego o a las sus calzas:
aquesas me resultaron harto potables -ya sin calzas-; ellos, de mucho volumen
y de asaz poco cuerpo (si asimilados a líquidos, si como justadores).
Gocé de pingües canonjías en el reinado del bonachón de Dagoberto,
de opíparas prebendas, encomiendas, capellanías y granjerías en el del Rey de los Dipsodas,
y de dulce privanza en el de doña Urraca
(que no es la Gazza Ladra de Rossini, si fuéralo
de corazones o de amantes o favoritos o privados o martelos).

Fui muy alto cantor, como bajo cantante, en la Capilla de los Serapiones
(donde no se sopranizaba...); conservador,
conservador -pero poco- de Incunables, en la Alejandrina de Panida,
(con sucursal en El Globo y filiales en el Cuarto del Búho).

Hice de Gaspar Hauser por diez y seis hebdémeros
y por otras tantas semanas y tres días fui la sombra,
la sombra misma que se le extravió a Peter Schlémil.

Fui el mozo -mozo de estribo- de la Reina Cristina de Suecia
y en ciertas ocasiones también el de Ebba Sparre.
Fui el mozo -mozo de estoques- de la Duquesa de Chaumont
(que era de armas tomar y de cálida sélvula): con ella pus mi pica en Flandes
-sobre holandas-.

Fui escriba de Samuel Pepys -¡qué escabroso su Diario!-
y sustituto suyo como edecán adjunto de su celosa cónyuge.
Y fuí copista de Milton (un poco largo su Paraíso Perdido,
magüer perdido en buena parte: le suprimí no pocos Cantos)
y a la su vera reencontré mi Paraíso (si el poeta era
ciego; -¡qué ojazos los de su Déborah!).

Fui traductor de cablegramas del magnífico Jerjes;
telefonista de Artajerjes el Tartajoso; locutor de la Esfinge
y confidente de su secreto; ventrílocuo de Darío Tercero Codomano el Multilocuo,
que hablaba hasta por los codos;
altoparlante retransmisor de Eubolio el Mudo, yerno de Tácito y su discípulo
y su émulo; caracola del mar océano eólico ecolálico y el intérprete
de Luis Segundo el Tartamudo -padre de Carlos el Simple y Rey de Gaula.
Hice de andante caballero a la diestra del Invencible Policisne de Beocia
y a la siniestra del Campeón olímpico Tirante el Blanco, tirante al blanco:
donde ponía el ojo clavaba su virote;
y a la zaga de la fogosa Bradamante, guardándole la espalda
-manera de decir-
y a la vanguardia, mas dándole la cara, de la tierna Marfisa...

Fui amanuense al servicio de Ambrosio Calepino
y del Tostado y deMatías Aldecoa y del que urdió el Mahabarata;
fui -y soylo aún, no zoilo- graduado experto en Lugares Comunes
discípulo de Leon Bloy y de quien escribió sobre los Diurnales.
Crucigramista interimario, logogrifario ad-valorem y ad-placerem
de Cleopatra: cultivador de sus brunos pitones y pastor de sus áspides,
y criptogramatista kinesiólogo suyo y de la venus Calipigia, ¡viento en popa a toda vela!
Fui tenedor malogrado y aburrido de libros de banca,
tenedor del tridente de Neptuno,
tenedor de librejos -en los bolsillos del gabán (sin gabán) collinesco-,
y de cuadernículos -quier azules- bajo el ala.
Sostenedor de tesis y de antítesis y de síntesis sin sustentáculo.
Mantenedor -a base de abstinencias- de los Juegos Florales
y sostén de los Frutales -leche y miel y cerezas- sin ayuno.
Porta-alfanje de Harún-al-Rashid, porta-mandoble de Mandricardo el Mandria,
porta-martillo de Carlos Martel,
porta-fendiente de Roldán, porta-tajante de Oliveros, porta-gumía
de Fierabrás, porta-laaza de Lanzarote (¡ búen Lancelot tan dado a su Ginevra!)
y a la del Rey Artús, de la Ca... de la Mesa Redonda...;
porta-lámpara de Al-Eddin, el Loca Suerte, y guardián y cerbero de su anillo
y del de los Nibelungos: pero nunca guardián de serrallo ni cancerbero ni evirato de harem...
Y fui el Quinto de los Tres Mosqueteros (no hay quinto peor) -veinte años después-.

Y Faraute de Juan Sin Tierra y fiduciario de
trestrece May 2014
Hoy me di cuenta de que todos somos un horrible cliché. Que más que interactuar y aplicar papeles y máscaras con el mundo que nos rodea, sobreactuamos, somos farsantes. Ya nadie nos cree. Ni nosotros mismos ni nuestros mejores amigos. Estamos solos y exageramos. Nos convertimos en bufones de los otros y ellos de nosotros. Que lento, que estúpido, que patéticos.

Hoy me di cuenta de que aquellos que parecían gentiles, amables y chamanes se han perdido, se han ido. Se han convertido en malabarismo de onomatopeyas, en cacofonías de libertad artificial. Hoy me di cuenta de que perdí el respeto por lo que creía superior a mí y que tal vez en mi ego, en mi megalomanía, he superado al maestro.

Me han aburrido los grandes sabios del mundo. Todo aquel jurando que la verdad está en sus palabras y en un video bonito. En la prepotencia de la única razón, ortodoxa falsificación de poder. ¿Cuánto tiempo no preví esta charlatanería? Y los idiotas, al final han tenido la razón, la que no quisimos ver. Años pasaron desde mi encuentro con los falsos trogloditas borgianos; ahora me arrepiento de no haber prestado más atención.

Siempre uno cerca de la muerte aprende y recuerda algo. Epifanías de cincuenta centavos y hierbas toqueteadas por el kitsch y el sinsabor viejo de un hierbero, de una calabaza de mate sin un cebador profesional. ¿Cuántos años, siglos, nos hemos tardado en psicologizar a los perros? El epítome del ser humano: sanar el ánima animal.

Pretendemos que lo que hacemos es original y pretendemos crear rupturas en la conciencia pública. Nosotros no somos Hakim Bey y mucho menos agentes del caos. Somos pretensiones de unicidad que cansan al hablar. Somos odio e indiferencia entre protagonistas de cada película hedonista. Nadie será trastornado por una belleza brutal más que tu falsa autoestima.

He prometido a la virgen, exvoto tras milagros que creo sentir. Mater dolorosa, he visto tanto mal… He hecho tanto mal. ¡Que ignorancia la tolerancia! Sentirse humilde ante falsos profetas ha sido el peor de mis pecados, jamás miré de donde aparecía la paloma blanca. Caí muy bajo y al parecer es tarde para rectificar. ¿Será este el punto donde vi o veré la luz? ¿Habrá más allá después del inicio de semana? ¿Habrá amor? ¿Habrá algo más que esta triste apuesta con convicción de orador?

Pretensiones de Gingsberg y actores sobrevalorados por bellas sonrisas. Interpretaciones de aquello que se cree pretender, ni siquiera ser. Pero siempre, el bueno de la película. Yo prefiero a las locas y las putas que la doble moral del cínico con cara de ángel cocainómano. Yo prefiero aquella de la infección vaginal y la tristeza embarrada en el cuello. Yo prefiero al homosexual de closet que ama con pasión, y las lesbianas cristianas que se rasuran las axilas para encajar socialmente en la bella estética de portería, de revista “Teen Sport”, Sport Spice, Pepsi y futbol. Latinismos a la Salma Hayek y relojería armamentista.

Prefiero movimientos involuntarios y errores. Perder la conciencia para saber que se ha perdido todo, que solo quedan las buenas noticias debajo de la bata de un hospital, con el culo al aire y los tubos controlando tu cuerpo. Viajar no me sirve de nada si no huyo de los fantasmas, si revivo miradas de comadrejas y camaradas que piensan que el arte, la poesía y el comunismo salvarán de alguna manera y desde su liderazgo al mundo; y sobre todo, que todo debe ser como ellos crean que sea.

****: se dice “natzi” no “nasi”. Los alemanes y franceses son sensuales al hablar español. Pronunciando la “r” como un bello gargajo. Escupitajo en retretes de ideología escatológica. Jedis con obesidad exógena frenan el movimiento cerebral. Cefaleas de obscuridad y lipotimias que me recuerdan rasguños antiguos. Cicatrices de épocas salvajes.

Marchas de vaginas violentadas, liberadas y repletas de castigos divinos. Y tú, tú apenas eres un recuerdo forzoso. Una brisa con leve olor a meados. A triste esperanza de poeta maldito, que los reblogs de una página le recuerdan el pesar. Diálogos žižekianos preparados para impresionar hipsters. Lo posmoderno de un Manchester tercermundista y la bicicleta como justificación, como disfraz del ñoño, de aquel que sabe pero que igual es un loco con miedo y visiones conspiranoicas; con tanta incapacidad, con tanta tristeza y miedo a morir como cualquier otro animal.

Goffman se quedó corto, jamás miró Marimar; jamás tuvo perfil en Facebook, blog, ni presentó a Lady Gaga en los MTV. Vestidos de carne, así se describe el género humano: todos somos un artista pop. Preguntas perfectas para congresos de embaucadores, de gitanos sociales. De adivinos de tres pesos con beca del FONCA.

¿Enserio a los 30 años y dándote cuenta de la doble moral mexicana, renegando con cicatrices en las muñecas? ¿Cómo no me di cuenta antes de que lo que buscaba no estaba en este teatro? Cuanta pérdida de tiempo, cuánto desperdicié con sofistas y feministas que reúnen redes pro-ana en la clandestinidad de la diarrea polifacética y políticamente correcta.

Una de esas florecitas que creía solo crecían en mi pueblo, me cansas pequeña. Prefiero las sonrisas tachadas y los ojos cansados del escritor que juega billar. Poco tiene sentido y poco hay que hacer. He perdido el deseo de convivir con esta sociedad más no las ganas de estar vivo.
(bad) trip | 2012 | guadalajara | 313
Tulio Farias Apr 2015
Siguen los años
Creo haberte superado
Sin embargo
Aún me haces daño

No lo puedo soportar
Y ni siquiera estas aquí para mirar
Yo soy el que se ofrece a escribirte
Masoquismo, me ganas sin piedad

Eres como la respiración
Cuando vienes te quedas
Una corta asfixia
Después te vas

Y mi pecho se encoge
Por la miseria de ese momento
He desperdiciado mucho tiempo
Llego siempre al mismo punto

Por más grande que sea el mundo
Siento que algún día te veré
Y mis recuerdos volverán de golpe
Me congelaré

Y me culparé mil veces
Por no haberme comportado de la peor manera
Ya que fui demasiado bueno
Tanto que di miedo y pena

Odio llegar a lo mismo
Lo repito sin parar
Se vuelve tediosa
Esta tristeza sin lugar

Debes irte
Debo dejar que te vayas
Aunque me duela, lo se
Pero entre nosotros no se ganó nada

La vida me dice que ya pasó
Que no puedo aferrarme a la misma imagen
Todos cometemos errores
Todos nos salimos del margen

Vamos a mostrarle la cara a la mañana
Para vivir un día normal
Hasta que llegue el atardecer
Y pueda volver a empezar.
Alev May 2014
Te amo
Te amo de una manera inexplicable.
De una forma inconfesable.
De un modo contradictorio.

Te amo
Con mis estados de ánimo que son muchos
y cambian de humor continuamente.
Por lo que ya sabes... el tiempo... la vida... la muerte.

Te amo
Con el mundo que no entiendo.
Con la gente que no comprende.
Con la ambivalencia de mi alma.
Con la incoherencia de mis actos.
Con la fatalidad del destino.
Con la conspiración del deseo.
Con la ambigüedad de los hechos.

Aún cuando te digo que no te amo, te amo.
Hasta cuando te engaño, no te engaño.
En el fondo, llevo a cabo un plan, para amarte mejor.

Te amo
Sin reflexionar, inconscientemente,
irresponsablemente, espontáneamente,
involuntariamente, por instinto,
por impulso, irracionalmente.

En efecto, no tengo argumentos lógicos,
ni siquiera improvisados
para fundamentar este amor que siento por ti,
que surgió misteriosamente de la nada,
que no ha resuelto mágicamente nada,
y que milagrosamente, de a poco,
con poco y nada ha mejorado lo peor de mi.

Te amo.
Te amo con un cuerpo que no piensa,
con un corazón que no razona,
con una cabeza que no coordina.

Te amo
incomprensiblemente.
Sin preguntarme por qué te amo.
Sin importarme por qué te amo.
Sin cuestionarme por qué te amo.

Te amo
sencillamente porque te amo.
Yo mismo no se por qué te amo.*

― Pablo Neruda
pablo neruda teamo amor alev
Leydis Jun 2017
Dice,
que el cigarrillo me están dañando,
me está afeando,
desluciendo,
desflorando,
que mi bonita piel se está frunciendo.
Que mis labios se van plegando.
Que las perlas que tengo entre los labios se están amarillando.
Que mis ojos se están enlutando.

Dice,
que el vino me está rebajando,
que mi altura de mujer se va empequeñeciendo con cada trago.
que no es apto que una mujer tome,
que lo había leído en un libro, creo que menciono la biblia.
Me recito un versículo,
me dijo lo tosco que es una mujer con libertinajes.

Dice que si dejase mis vicios….
¡me amaría!
me conquistaría,
me tomaría como suya,
le diría al mundo que yo soy su pimpollito lindo,
la lucerna que lo ilumina por fuera y por dentro.

Encendí un cigarrillo,
lo mire detenidamente,
así como miro Jesús a Pedro, sabiendo que estaba a punto de negarlo,
le pregunte ¿que si quería matarme?
¿que si en verdad le incumbe si fumo o tomo?

Le dije, el cigarrillo y el vino los dejo hoy mismo.
Le dije, para el cigarrillo puedo ponerme un parcho de nicotina,
masticar un chicle, ¿más como mastico el sinsabor de tu desamor?
Puedo dejar de tomar hoy mismo, mas,
¿cómo embriago el corazón que se entrega a ti en cada pensamiento?
¡dime!

si de todos mis vicios……..
tu eres el único vicio cuyo desamor me está matando.

LeydisProse
6/7/2017
https://m.facebook.com/LeydisProse/
It was the Winter wilde,
While the Heav’n-born-childe,
  All meanly wrapt in the rude manger lies;
Nature in aw to him
Had doff’t her gawdy trim,
  With her great Master so to sympathize:
It was no season then for her
To wanton with the Sun her ***** Paramour.

Only with speeches fair
She woo’s the gentle Air
  To hide her guilty front with innocent Snow,
And on her naked shame,
Pollute with sinfull blame,
  The Saintly Vail of Maiden white to throw,
Confounded, that her Makers eyes
Should look so neer upon her foul deformities.

But he her fears to cease,
Sent down the meek-eyd Peace,
  She crown’d with Olive green, came softly sliding
Down through the turning sphear
His ready Harbinger,
  With Turtle wing the amorous clouds dividing,
And waving wide her mirtle wand,
She strikes a universall Peace through Sea and Land.

No War, or Battails sound
Was heard the World around,
  The idle spear and shield were high up hung;
The hookèd Chariot stood
Unstain’d with hostile blood,
  The Trumpet spake not to the armèd throng,
And Kings sate still with awfull eye,
As if they surely knew their sovran Lord was by.

But peacefull was the night
Wherin the Prince of light
  His raign of peace upon the earth began:
The Windes with wonder whist,
Smoothly the waters kist,
  Whispering new joyes to the milde Ocean,
Who now hath quite forgot to rave,
While Birds of Calm sit brooding on the charmeèd wave.

The Stars with deep amaze
Stand fixt in stedfast gaze,
  Bending one way their pretious influence,
And will not take their flight,
For all the morning light,
  Or Lucifer that often warn’d them thence;
But in their glimmering Orbs did glow,
Untill their Lord himself bespake, and bid them go.

And though the shady gloom
Had given day her room,
  The Sun himself with-held his wonted speed,
And hid his head for shame,
As his inferiour flame,
  The new enlightn’d world no more should need;
He saw a greater Sun appear
Then his bright Throne, or burning Axletree could bear.

The Shepherds on the Lawn,
Or ere the point of dawn,
  Sate simply chatting in a rustick row;
Full little thought they than,
That the mighty Pan
  Was kindly com to live with them below;
Perhaps their loves, or els their sheep,
Was all that did their silly thoughts so busie keep.

When such musick sweet
Their hearts and ears did greet,
  As never was by mortall finger strook,
Divinely-warbled voice
Answering the stringèd noise,
  As all their souls in blisfull rapture took
The Air such pleasure loth to lose,
With thousand echo’s still prolongs each heav’nly close.

Nature that heard such sound
Beneath the hollow round
  Of Cynthia’s seat, the Airy region thrilling,
Now was almost won
To think her part was don,
  And that her raign had here its last fulfilling;
She knew such harmony alone
Could hold all Heav’n and Earth in happier union.

At last surrounds their sight
A Globe of circular light,
  That with long beams the shame-fac’t night array’d,
The helmèd Cherubim
And sworded Seraphim,
  Are seen in glittering ranks with wings displaid,
Harping in loud and solemn quire,
With unexpressive notes to Heav’ns new-born Heir.

Such musick (as ’tis said)
Before was never made,
  But when of old the sons of morning sung,
While the Creator Great
His constellations set,
  And the well-ballanc’t world on hinges hung,
And cast the dark foundations deep,
And bid the weltring waves their oozy channel keep.

Ring out ye Crystall sphears,
Once bless our human ears,
  (If ye have power to touch our senses so)
And let your silver chime
Move in melodious time;
  And let the Base of Heav’ns deep ***** blow
And with your ninefold harmony
Make up full consort to th’Angelike symphony.

For if such holy Song
Enwrap our fancy long,
  Time will run back, and fetch the age of gold,
And speckl’d vanity
Will sicken soon and die,
  And leprous sin will melt from earthly mould,
And Hell it self will pass away,
And leave her dolorous mansions to the peering day.

Yea Truth, and Justice then
Will down return to men,
  Th’enameld Arras of the Rain-bow wearing,
And Mercy set between,
Thron’d in Celestiall sheen,
  With radiant feet the tissued clouds down stearing,
And Heav’n as at som festivall,
Will open wide the Gates of her high Palace Hall.

But wisest Fate sayes no,
This must not yet be so,
  The Babe lies yet in smiling Infancy,
That on the bitter cross
Must redeem our loss;
  So both himself and us to glorifie:
Yet first to those ychain’d in sleep,
The wakefull trump of doom must thunder through the deep,

With such a horrid clang
As on mount Sinai rang
  While the red fire, and smouldring clouds out brake:
The agèd Earth agast
With terrour of that blast,
  Shall from the surface to the center shake;
When at the worlds last session,
The dreadfull Judge in middle Air shall spread his throne.

And then at last our bliss
Full and perfect is,
  But now begins; for from this happy day
Th’old Dragon under ground
In straiter limits bound,
  Not half so far casts his usurpèd sway,
And wrath to see his Kingdom fail,
Swindges the scaly Horrour of his foulded tail.

The Oracles are dumm,
No voice or hideous humm
  Runs through the archèd roof in words deceiving.
Apollo from his shrine
Can no more divine,
  With hollow shreik the steep of Delphos leaving.
No nightly trance, or breathèd spell,
Inspire’s the pale-ey’d Priest from the prophetic cell.

The lonely mountains o’re,
And the resounding shore,
  A voice of weeping heard, and loud lament;
From haunted spring, and dale
Edg’d with poplar pale,
  The parting Genius is with sighing sent,
With flowre-inwov’n tresses torn
The Nimphs in twilight shade of tangled thickets mourn.

In consecrated Earth,
And on the holy Hearth,
  The Lars, and Lemures moan with midnight plaint,
In Urns, and Altars round,
A drear, and dying sound
  Affrights the Flamins at their service quaint;
And the chill Marble seems to sweat,
While each peculiar power forgoes his wonted seat

Peor, and Baalim,
Forsake their Temples dim,
  With that twise-batter’d god of Palestine,
And moonèd Ashtaroth,
Heav’ns Queen and Mother both,
  Now sits not girt with Tapers holy shine,
The Libyc Hammon shrinks his horn,
In vain the Tyrian Maids their wounded Thamuz mourn.

And sullen Moloch fled,
Hath left in shadows dred,
  His burning Idol all of blackest hue,
In vain with Cymbals ring,
They call the grisly king,
  In dismall dance about the furnace blue;
The brutish gods of Nile as fast,
Isis and Orus, and the Dog Anubis hast.

Nor is Osiris seen
In Memphian Grove, or Green,
  Trampling the unshowr’d Grasse with lowings loud:
Nor can he be at rest
Within his sacred chest,
  Naught but profoundest Hell can be his shroud,
In vain with Timbrel’d Anthems dark
The sable-stolèd Sorcerers bear his worshipt Ark.

He feels from Juda’s Land
The dredded Infants hand,
  The rayes of Bethlehem blind his dusky eyn;
Nor all the gods beside,
Longer dare abide,
  Not Typhon huge ending in snaky twine:
Our Babe to shew his Godhead true,
Can in his swadling bands controul the damnèd crew.

So when the Sun in bed,
Curtain’d with cloudy red,
  Pillows his chin upon an Orient wave,
The flocking shadows pale,
Troop to th’infernall jail,
  Each fetter’d Ghost slips to his severall grave,
And the yellow-skirted Fayes,
Fly after the Night-steeds, leaving their Moon-lov’d maze.

But see the ****** blest,
Hath laid her Babe to rest.
  Time is our tedious Song should here have ending,
Heav’ns youngest teemèd Star,
Hath fixt her polisht Car,
  Her sleeping Lord with Handmaid Lamp attending:
And all about the Courtly Stable,
Bright-harnest Angels sit in order serviceable.
I

It was the Winter wilde,
While the Heav’n-born-childe,
All meanly wrapt in the rude manger lies;
Nature in aw to him
Had doff’t her gawdy trim,
With her great Master so to sympathize:
It was no season then for her
To wanton with the Sun her ***** Paramour.

II

Only with speeches fair
She woo’d the gentle Air
To hide her guilty front with innocent Snow,
And on her naked shame,
Pollute with sinfull blame,
The Saintly Vail of Maiden white to throw,
Confounded, that her Makers eyes
Should look so near upon her foul deformities.

III

But he her fears to cease,
Sent down the meek-eyd Peace,
She crown’d with Olive green, came softly sliding
Down through the turning sphear
His ready Harbinger,
With Turtle wing the amorous clouds dividing,
And waving wide her mirtle wand,
She strikes a universall Peace through Sea and Land.

IV

No War, or Battails sound
Was heard the World around,
The idle spear and shield were high up hung;
The hooked Chariot stood
Unstain’d with hostile blood,
The Trumpet spake not to the armed throng,
And Kings sate still with awfull eye,
As if they surely knew their sovran Lord was by.

V

But peacefull was the night
Wherin the Prince of light
His raign of peace upon the earth began:
The Windes with wonder whist,
Smoothly the waters kist,
Whispering new joyes to the milde Ocean,
Who now hath quite forgot to rave,
While Birds of Calm sit brooding on the charmed wave.

VI

The Stars with deep amaze
Stand fit in steadfast gaze,
Bending one way their pretious influence,
And will not take their flight,
For all the morning light,
Or Lucifer that often warned them thence;
But in their glimmering Orbs did glow,
Until their Lord himself bespake, and bid them go.

VII

And though the shady gloom
Had given day her room,
The Sun himself with-held his wonted speed,
And hid his head for shame,
As his inferior flame,
The new enlightened world no more should need;
He saw a greater Sun appear
Then his bright Throne, or burning Axletree could bear.

VIII

The Shepherds on the Lawn,
Or ere the point of dawn,
Sate simply chatting in a rustic row;
Full little thought they than,
That the mighty Pan
Was kindly com to live with them below;
Perhaps their loves, or els their sheep,
Was all that did their silly thoughts so busie keep.

IX

When such Musick sweet
Their hearts and ears did greet,
As never was by mortal finger strook,
Divinely-warbled voice
Answering the stringed noise,
As all their souls in blisfull rapture took:
The Air such pleasure loth to lose,
With  thousand echo’s still prolongs each heav’nly close.

X

Nature that heard such  sound
Beneath  the hollow round
of Cynthia’s seat the Airy region thrilling,
Now was almost won
To think her part was don
And that her raign had here its last fulfilling;
She knew such harmony alone
Could hold all Heav’n and Earth in happier union.

XI

At last surrounds their sight
A globe of circular light,
That with long beams the shame faced night arrayed
The helmed Cherubim
And sworded Seraphim,
Are seen in glittering ranks with wings displaid,
Harping in loud and solemn quire,
With unexpressive notes to Heav’ns new-born Heir.

XII

Such Musick (as ’tis said)
Before was never made,
But when of old the sons of morning sung,
While the Creator Great
His constellations set,
And the well-ballanc’t world on hinges hung,
And cast the dark foundations deep,
And bid the weltring waves their oozy channel keep.

XIII

Ring out ye Crystall sphears,
Once bless our human ears,
(If ye have power to touch our senses so)
And let your silver chime
Move in melodious time;
And let the Base of Heav’ns deep ***** blow,
And with your ninefold harmony
Make up full consort to th’Angelike symphony.

XIV

For if such holy Song
Enwrap our fancy long,
Time will run back, and fetch the age of gold,
And speckl’d vanity
Will sicken soon and die,
And leprous sin will melt from earthly mould,
And Hell it self will pass away
And leave her dolorous mansions to the peering day.

XV

Yea Truth, and Justice then
Will down return to men,
Th’enameld Arras of the Rain-bow wearing,
And Mercy set between
Thron’d in Celestiall sheen,
With radiant feet the tissued clouds down stearing,
And Heav’n as at som festivall,
Will open wide the gates of her high Palace Hall.

XVI

But wisest Fate sayes  no,
This must not yet be so,
The Babe lies yet in smiling Infancy,
That on the bitter cross
Must redeem our loss;
So both himself and us to glorifie:
Yet first to those ychain’d in sleep,
The Wakeful trump of doom must thunder through the deep,

XVII

With such a horrid clang
As on Mount Sinai rang
While the red fire, and smouldring clouds out brake:
The aged Earth agast
With terrour of that blast,
Shall from the surface to the center shake;
When at the worlds last session,
The dreadfull Judge in middle Air shall spread his throne.

XVIII

And then at last  our bliss
Full and perfect is,
But now begins; for from this happy day
Th’old Dragon under ground
In straiter limits bound,
Not half so far casts his usurped sway,
And wrath to see his Kingdom fail,
Swindges the scaly Horrour of his foulded tail.

XIX

The Oracles are dumm,
No voice or hideous humm
Runs through the arched roof in words deceiving.
Apollo from his shrine
Can no more divine,
With hollow shreik the steep of Delphos leaving.
No nightly trance, or breathed spell,
Inspire’s the pale-ey’d Priest from the prophetic cell.

**

The lonely mountains o’re,
And the resounding shore,
A voice of weeping heard, and loud lament;
From haunted spring, and dale
Edg’d with poplar pale
The parting Genius is with sighing sent,
With flowre-inwov’n tresses torn
The Nimphs in twilight shade of tangled thickets mourn.

XXI

In consecrated Earth,
And on the holy Hearth,
The Lars, and Lemures moan with midnight plaint,
In Urns, and Altars round,
A drear, and dying sound
Affrights the Flamins at their service quaint;
And the chill Marble seems to sweat,
While each peculiar power forgoes his wonted seat.

XXII

Peor, and Baalim,
Forsake their Temples dim,
With that twise-batter’d god of Palestine,
And mooned Ashtaroth,
Heav’ns Queen and Mother both,
Now sits not girt with Tapers holy shine,
The Libyc Hammon shrinks his horn,
In vain the Tyrian Maids their wounded Thamuz mourn.

XXIII

And sullen Moloch fled,
Hath left in shadows dred,
His burning Idol all of blackest hue,
In vain with Cymbals ring,
They call the grisly king,
In dismall dance about the furnace Blue;
And Brutish gods of Nile as fast,
lsis and Orus, and the Dog Anubis hast.
Siendo mozo Alvargonzález,
dueño de mediana hacienda,
que en otras tierras se dice
bienestar y aquí, opulencia,
en la feria de Berlanga
prendóse de una doncella,
y la tomó por mujer
al año de conocerla.Muy ricas las bodas fueron
y quien las vio las recuerda;
sonadas las tornabodas
que hizo Alvar en su aldea;
hubo gaitas, tamboriles,
flauta, bandurria y vihuela,
fuegos a la valenciana
y danza a la aragonesa.   Feliz vivió Alvargonzález
en el amor de su tierra.
Naciéronle tres varones,
que en el campo son riqueza,
y, ya crecidos, los puso,
uno a cultivar la huerta,
otro a cuidar los merinos,
y dio el menor a la Iglesia.   Mucha sangre de Caín
tiene la gente labriega,
y en el hogar campesino
armó la envidia pelea.   Casáronse los mayores;
tuvo Alvargonzález nueras,
que le trajeron cizaña,
antes que nietos le dieran.   La codicia de los campos
ve tras la muerte la herencia;
no goza de lo que tiene
por ansia de lo que espera.   El menor, que a los latines
prefería las doncellas
hermosas y no gustaba
de vestir por la cabeza,
colgó la sotana un día
y partió a lejanas tierras.La madre lloró, y el padre
diole bendición y herencia.   Alvargonzález ya tiene
la adusta frente arrugada,
por la barba le platea
la sombra azul de la cara.   Una mañana de otoño
salió solo de su casa;
no llevaba sus lebreles,
agudos canes de caza;

  iba triste y pensativo
por la alameda dorada;
anduvo largo camino
y llegó a una fuente clara.   Echóse en la tierra; puso
sobre una piedra la manta,
y a la vera de la fuente
durmió al arrullo del agua.   Y Alvargonzález veía,
como Jacob, una escala
que iba de la tierra al cielo,
y oyó una voz que le hablaba.Mas las hadas hilanderas,
entre las vedijas blancas
y vellones de oro, han puesto
un mechón de negra lana.Tres niños están jugando
a la puerta de su casa;
entre los mayores brinca
un cuervo de negras alas.La mujer vigila, cose
y, a ratos, sonríe y canta.-Hijos, ¿qué hacéis? -les pregunta.Ellos se miran y callan.-Subid al monte, hijos míos,
y antes que la noche caiga,
con un brazado de estepas
hacedme una buena llama.   Sobre el lar de Alvargonzález
está la leña apilada;
el mayor quiere encenderla,
pero no brota la llama.-Padre, la hoguera no prende,
está la estepa mojada.   Su hermano viene a ayudarle
y arroja astillas y ramas
sobre los troncos de roble;
pero el rescoldo se apaga.Acude el menor, y enciende,
bajo la negra campana
de la cocina, una hoguera
que alumbra toda la casa.   Alvargonzález levanta
en brazos al más pequeño
y en sus rodillas lo sienta;-Tus manos hacen el fuego;
aunque el último naciste
tú eres en mi amor primero.   Los dos mayores se alejan
por los rincones del sueño.
Entre los dos fugitivos
reluce un hacha de hierro.   Sobre los campos desnudos,
la luna llena manchada
de un arrebol purpurino,
enorme globo, asomaba.Los hijos de Alvargonzález
silenciosos caminaban,
y han visto al padre dormido
junto de la fuente clara.   Tiene el padre entre las cejas
un ceño que le aborrasca
el rostro, un tachón sombrío
como la huella de un hacha.Soñando está con sus hijos,
que sus hijos lo apuñalan;
y cuando despierta mira
que es cierto lo que soñaba.   A la vera de la fuente
quedó Alvargonzález muerto.Tiene cuatro puñaladas
entre el costado y el pecho,
por donde la sangre brota,
más un hachazo en el cuello.Cuenta la hazaña del campo
el agua clara corriendo,
mientras los dos asesinos
huyen hacia los hayedos.Hasta la Laguna Negra,
bajo las fuentes del Duero,
llevan el muerto, dejando
detrás un rastro sangriento,
y en la laguna sin fondo,
que guarda bien los secretos,
con una piedra amarrada
a los pies, tumba le dieron.   Se encontró junto a la fuente
la manta de Alvargonzález,
y, camino del hayedo,
se vio un reguero de sangre.Nadie de la aldea ha osado
a la laguna acercarse,
y el sondarla inútil fuera,
que es la laguna insondable.Un buhonero, que cruzaba
aquellas tierras errante,
fue en Dauria acusado, preso
y muerto en garrote infame.   Pasados algunos meses,
la madre murió de pena.Los que muerta la encontraron
dicen que las manos yertas
sobre su rostro tenía,
oculto el rostro con ellas.   Los hijos de Alvargonzález
ya tienen majada y huerta,
campos de trigo y centeno
y prados de fina hierba;
en el olmo viejo, hendido
por el rayo, la colmena,
dos yuntas para el arado,
un mastín y mil ovejas.
    Ya están las zarzas floridas
y los ciruelos blanquean;
ya las abejas doradas
liban para sus colmenas,
y en los nidos, que coronan
las torres de las iglesias,
asoman los garabatos
ganchudos de las cigüeñas.Ya los olmos del camino
y chopos de las riberas
de los arroyos, que buscan
al padre Duero, verdean.El cielo está azul, los montes
sin nieve son de violeta.La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza;
muerto está quien la ha labrado,
mas no le cubre la tierra.   La hermosa tierra de España
adusta, fina y guerrera
Castilla, de largos ríos,
tiene un puñado de sierras
entre Soria y Burgos como
reductos de fortaleza,
como yelmos crestonados,
y Urbión es una cimera.   Los hijos de Alvargonzález,
por una empinada senda,
para tomar el camino
de Salduero a Covaleda,
cabalgan en pardas mulas,
bajo el pinar de Vinuesa.Van en busca de ganado
con que volver a su aldea,
y por tierra de pinares
larga jornada comienzan.Van Duero arriba, dejando
atrás los arcos de piedra
del puente y el caserío
de la ociosa y opulenta
villa de indianos. El río
al fondo del valle, suena,
y de las cabalgaduras
los cascos baten las piedras.A la otra orilla del Duero
canta una voz lastimera:«La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza,
y el que la tierra ha labrado
no duerme bajo la tierra.»   Llegados son a un paraje
en donde el pinar se espesa,
y el mayor, que abre la marcha,
su parda mula espolea,
diciendo: -Démonos prisa;
porque son más de dos leguas
de pinar y hay que apurarlas
antes que la noche venga.Dos hijos del campo, hechos
a quebradas y asperezas,
porque recuerdan un día
la tarde en el monte tiemblan.Allá en lo espeso del bosque
otra vez la copla suena:«La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza,
y el que la tierra ha labrado
no duerme bajo la tierra».   Desde Salduero el camino
va al hilo de la ribera;
a ambas márgenes del río
el pinar crece y se eleva,
y las rocas se aborrascan,
al par que el valle se estrecha.Los fuertes pinos del bosque
con sus copas gigantescas
y sus desnudas raíces
amarradas a las piedras;
los de troncos plateados
cuyas frondas azulean,
pinos jóvenes; los viejos,
cubiertos de blanca lepra,
musgos y líquenes canos
que el grueso tronco rodean,
colman el valle y se pierden
rebasando ambas laderasJuan, el mayor, dice: -Hermano,
si Blas Antonio apacienta
cerca de Urbión su vacada,
largo camino nos queda.-Cuando hacia Urbión alarguemos
se puede acortar de vuelta,
tomando por el atajo,
hacia la Laguna Negra
y bajando por el puerto
de Santa Inés a Vinuesa.-Mala tierra y peor camino.
Te juro que no quisiera
verlos otra vez. Cerremos
los tratos en Covaleda;
hagamos noche y, al alba,
volvámonos a la aldea
por este valle, que, a veces,
quien piensa atajar rodea.Cerca del río cabalgan
los hermanos, y contemplan
cómo el bosque centenario,
al par que avanzan, aumenta,
y la roqueda del monte
el horizonte les cierra.El agua, que va saltando,
parece que canta o cuenta:«La tierra de Alvargonzález
se colmará de riqueza,
y el que la tierra ha labrado
no duerme bajo la tierra».
    Aunque la codicia tiene
redil que encierre la oveja,
trojes que guarden el trigo,
bolsas para la moneda,
y garras, no tiene manos
que sepan labrar la tierra.Así, a un año de abundancia
siguió un año de pobreza.   En los sembrados crecieron
las amapolas sangrientas;
pudrió el tizón las espigas
de trigales y de avenas;
hielos tardíos mataron
en flor la fruta en la huerta,
y una mala hechicería
hizo enfermar las ovejas.A los dos Alvargonzález
maldijo Dios en sus tierras,
y al año pobre siguieron
largos años de miseria.   Es una noche de invierno.
Cae la nieve en remolinos.
Los Alvargonzález velan
un fuego casi extinguido.El pensamiento amarrado
tienen a un recuerdo mismo,
y en las ascuas mortecinas
del hogar los ojos fijos.No tienen leña ni sueño.Larga es la noche y el frío
arrecia. Un candil humea
en el muro ennegrecido.El aire agita la llama,
que pone un  fulgor rojizo
sobre las dos pensativas 
testas de los asesinos.El mayor de Alvargonzález,
lanzando un ronco suspiro,
rompe el silencio, exclamando:-Hermano, ¡qué mal hicimos!El viento la puerta bate
hace temblar el postigo,
y suena en la chimenea
con hueco y largo bramido.Después, el silencio vuelve,
y a intervalos el pabilo
del candil chisporrotea
en el aire aterecido.El segundo dijo: -Hermano,
¡demos lo viejo al olvido!

  Es una noche de invierno.
Azota el viento las ramas
de los álamos. La nieve
ha puesto la tierra blanca.Bajo la nevada, un hombre
por el camino cabalga;
va cubierto hasta los ojos,
embozado en negra capa.Entrado en la aldea, busca
de Alvargonzález la casa,
y ante su puerta llegado,
sin echar pie a tierra, llama.   Los dos hermanos oyeron
una aldabada a la puerta,
y de una cabalgadura
los cascos sobre las piedras.Ambos los ojos alzaron
llenos de espanto y sorpresa.-¿Quién es?  Responda -gritaron.-Miguel -respondieron fuera.Era la voz del viajero
que partió a lejanas tierras.   Abierto el portón, entróse
a caballo el caballero
y echó pie a tierra. Venía
todo de nieve cubierto.En brazos de sus hermanos
lloró algún rato en silencio.Después dio el caballo al uno,
al otro, capa y sombrero,
y en la estancia campesina
buscó el arrimo del fuego.   El menor de los hermanos,
que niño y aventurero
fue más allá de los mares
y hoy torna indiano opulento,
vestía con ***** traje
de peludo terciopelo,
ajustado a la cintura
por ancho cinto de cuero.Gruesa cadena formaba
un bucle de oro en su pecho.Era un hombre alto y robusto,
con ojos grandes y negros
llenos de melancolía;
la tez de color moreno,
y sobre la frente comba
enmarañados cabellos;
el hijo que saca porte
señor de padre labriego,
a quien fortuna le debe
amor, poder y dinero.
De los tres Alvargonzález
era Miguel el más bello;
porque al mayor afeaba
el muy poblado entrecejo
bajo la frente mezquina,
y al segundo, los inquietos
ojos que mirar no saben
de frente, torvos y fieros.   Los tres hermanos contemplan
el triste hogar en silencio;
y con la noche cerrada
arrecia el frío y el viento.-Hermanos, ¿no tenéis leña?-dice Miguel.             -No tenemos
-responde el mayor.               Un hombre,
milagrosamente, ha abierto
la gruesa puerta cerrada
con doble barra de hierro.

El hombre que ha entrado tiene
el rostro del padre muerto.Un halo de luz dorada
orla sus blancos cabellos.
Lleva un haz de leña al hombro
y empuña un hacha de hierro.   De aquellos campos malditos,
Miguel a sus dos hermanos
compró una parte, que mucho
caudal de América trajo,
y aun en tierra mala, el oro
luce mejor que enterrado,
y más en mano de pobres
que oculto en orza de barro.   Diose a trabajar la tierra
con fe y tesón el indiano,
y a laborar los mayores
sus pegujales tornaron.   Ya con macizas espigas,
preñadas de rubios granos,
a los campos de Miguel
tornó el fecundo verano;
y ya de aldea en aldea
se cuenta como un milagro,
que los asesinos tienen
la maldición en sus campos.   Ya el pueblo canta una copla
que narra el crimen pasado:«A la orilla de la fuente
lo asesinaron.¡qué mala muerte le dieron
los hijos malos!En la laguna sin fondo
al padre muerto arrojaron.No duerme bajo la tierra
el que la tierra ha labrado».   Miguel, con sus dos lebreles
y armado de su escopeta,
hacia el azul de los montes,
en una tarde serena,
caminaba entre los verdes
chopos de la carretera,
y oyó una voz que cantaba:«No tiene tumba en la tierra.
Entre los pinos del valle
del Revinuesa,
al padre muerto llevaron
hasta la Laguna Negra».
    La casa de Alvargonzález
era una casona vieja,
con cuatro estrechas ventanas,
separada de la aldea
cien pasos y entre dos olmos
que, gigantes centinelas,
sombra le dan en verano,
y en el otoño hojas secas.   Es casa de labradores,
gente aunque rica plebeya,
donde el hogar humeante
con sus escaños de piedra
se ve sin entrar, si tiene
abierta al campo la puerta.   Al arrimo del rescoldo
del hogar borbollonean
dos pucherillos de barro,
que a dos familias sustentan.   A diestra mano, la cuadra
y el corral; a la siniestra,
huerto y abejar, y, al fondo,
una gastada escalera,
que va a las habitaciones
partidas en dos viviendas.   Los Alvargonzález moran
con sus mujeres en ellas.
A ambas parejas que hubieron,
sin que lograrse pudieran,
dos hijos, sobrado espacio
les da la casa paterna.   En una estancia que tiene
luz al huerto, hay una mesa
con gruesa tabla de roble,
dos sillones de vaqueta,
colgado en el muro, un *****
ábaco de enormes cuentas,
y unas espuelas mohosas
sobre un arcón de madera.   Era una estancia olvidada
donde hoy Miguel se aposenta.
Y era allí donde los padres
veían en primavera
el huerto en flor, y en el cielo
de mayo, azul, la cigüeña
-cuando las rosas se abren
y los zarzales blanquean-
que enseñaba a sus hijuelos
a usar de las alas lentas.   Y en las noches del verano,
cuando la calor desvela,
desde la ventana al dulce
ruiseñor cantar oyeran.   Fue allí donde Alvargonzález,
del orgullo de su huerta
y del amor a los suyos,
sacó sueños de grandeza.   Cuando en brazos de la madre
vio la figura risueña
del primer hijo, bruñida
de rubio sol la cabeza,
del niño que levantaba
las codiciosas, pequeñas
manos a las rojas guindas
y a las moradas ciruelas,
o aquella tarde de otoño,
dorada, plácida y buena,
él pensó que ser podría
feliz el hombre en la tierra.   Hoy canta el pueblo una copla
que va de aldea en aldea:«¡Oh casa de Alvargonzález,
qué malos días te esperan;
casa de los asesinos,
que nadie llame a tu puerta!»   Es una tarde de otoño.
En la alameda dorada
no quedan ya ruiseñores;
enmudeció la cigarra.   Las últimas golondrinas,
que no emprendieron la marcha,
morirán, y las cigüeñas
de sus nidos de retamas,
en torres y campanarios,
huyeron.           Sobre la casa
de Alvargonzález, los olmos
sus hojas que el viento arranca
van dejando. Todavía
las tres redondas acacias,
en el atrio de la iglesia,
conservan verdes sus ramas,
y las castañas de Indias
a intervalos se desgajan
cubiertas de sus erizos;
tiene el rosal rosas grana
otra vez, y en las praderas
brilla la alegre otoñada.   En laderas y en alcores,
en ribazos y en cañadas,
el verde nuevo y la hierba,
aún del estío quemada,
alternan; los serrijones
pelados, las lomas calvas,
se coronan de plomizas
nubes apelotonadas;
y bajo el pinar gigante,
entre las marchitas zarzas
y amarillentos helechos,
corren las crecidas aguas
a engrosar el padre río
por canchales y barrancas.   Abunda en la tierra un gris
de plomo y azul de plata,
con manchas de roja herrumbre,
todo envuelto en luz violada.   ¡Oh tierras de Alvargonzález,
en el corazón de España,
tierras pobres, tierras tristes,
tan tristes que tienen alma!   Páramo que cruza el lobo
aullando a la luna clara
de bosque a bosque, baldíos
llenos de peñas rodadas,
donde roída de buitres
brilla una osamenta blanca;
pobres campos solitarios
sin caminos ni posadas,¡oh pobres campos malditos,
pobres campos de mi patria!
    Una mañana de otoño,
cuando la tierra se labra,
Juan y el indiano aparejan
las dos yuntas de la casa.
Martín se quedó en el huerto
arrancando hierbas malas.   Una mañana de otoño,
cuando los campos se aran,
sobre un otero, que tiene
el cielo de la mañana
por fondo, la parda yunta
de Juan lentamente avanza.   Cardos, lampazos y abrojos,
avena loca y cizaña,
llenan la tierra maldita,
tenaz a pico y a escarda.   Del corvo arado de roble
la hundida reja trabaja
con vano esfuerzo; parece,
que al par que hiende la entraña
del campo y hace camino
se cierra otra vez la zanja.   «Cuando el asesino labre
será su labor pesada;
antes que un surco en la tierra,
tendrá una arruga en su cara».   Martín, que estaba en la huerta
cavando, sobre su azada
quedó apoyado un momento;
frío sudor le bañaba
el rostro.           Por el Oriente,
la luna llena, manchada
de un arrebol purpurino,
lucía tras de la tapia
del huerto.           Martín tenía
la sangre de horror helada.
La azada que hundió en la tierra
teñida de sangre estaba.   En la tierra en que ha nacido
supo afincar el indiano;
por mujer a una doncella
rica y hermosa ha tomado.   La hacienda de Alvargonzález
ya es suya, que sus hermanos
todo le vendieron: casa,
huerto, colmenar y campo.   Juan y Martín, los mayores
de Alvargonzález, un
Santiago Jun 2015
"Ni En Defensa Propia"

Por primera vez no meti ni las manos
ni en defensa propia evite la caida
yo que anduve huyendo de un mundo de engaños
vine a dar de lleno a lo peor de la vida
la primera vez que te tuve en mis brazos
me decias llorando que no habias pecado
pero ya tenias no se cuantos fracasos
y querias borrar con mi amor tu pecado

ya tenias el rostro cubierto de besos
y en tu ser las huellas que dejan las penas
si despues de amarte te hicieron desprecio
yo no he de pagar por las deudas ajenas

te podria jurar que te ame con locura
y jamas pense que llegara a perderte
pero en vez de amores me diste amarguras
y asi como eres prefiero perderte

ya tenias el rostro cubierto de besos
y en tu ser la huella que dejan las penas
si despues de amarte te hicieron desprecio
yo no he de pagar por las deudas ajenas
Nat G Asúnsolo Jul 2013
La vida ya no tiene mucho sentido
Podría estar atrapada en el limbo
Podría estar muerta; pero sólo traería un poco de tristeza y sería una mancha que borrar.

Estoy en una rutina en la que no hay por donde escapar
El tiempo es mi aliado y mi peor enemigo
Tengo tiempo de sobra, pero ansío momentos por llegar
La espera es eterna, y la eternidad se siente lenta, espesa y con mal sabor de boca que te llena de ansiedad.

Estoy clavada en el piso
Con pesadas cadenas que no me dejan volar
Y una jaula que evita mi escape final si es que me llego a liberar.

Soy una infante que se subió a un carrusel
Aquellos que se quedaron fuera para admirarla vagar, se distrajeron con algo más.
Soy una infante en un carrusel averiado
Que da vueltas y no hay un control para un final.

Todo es igual; la misma rutina, la misma jaula, y las mismas vueltas del carrusel. Yo soy igual; la misma criatura que esta encerrada y que ansía por salir.

Necesito algo que me libere de la rutina, algo que me quite las cadenas y abra la jaula; algo que tome el control y detenga el carrusel. Tiempo, ven ya. Te necesito.
Tú que aun sigues  profundo implantado en mi piel
y prendido  en mi pálida memoria
bajo la misma corriente mortal,
no sebes cuánto  desearía que nadie, nadie,
nos sujeten  las palabras.
¿A quién le escribiré yo ahora,
quién me hablará de filosofía
y me contará raras historias ?

Anoche…me haz vendido una ilusión desnuda,
amarga , sin polen,  muy atroz y visceral
que arde  como braza mi garganta
y muerde... muerden demasiadas sombras
de mis esquinas cóncavas,
espacio sin negrura, donde yo me permitía existir callada
mezclándome en los espejismos que  envolvían suave
cada una de mis  fracturas.
y aunque hayas conspirado en contra de mi razón,
de mis puntos cardinales
y los eslabones de mis crepúsculos que estaban calmo...te perdono

A menudo corazón, el vacío fue el único escape
que me salvó de intoxicarme de singulares
maniobras  oscuras o lo que es peor ,
seguir la corriente como todos hacen
y adaptarme a los discursos narcisistas,
a lo cómodo a la farsa.

Soy escurridiza, lo sé, pero muy exacta
muy carne, muy pecado en mis palabras,
indefensa  muchas veces,
detenida a la orilla de algún terrible  miedo
aun no curado.

No sabes cuánto lamento que ya mi corazón
no te pueda abrazar más,
ya no siento tus susurros
En vano intentaran una y mil veces mis oídos escucharlos
pero sé muy bien, que nunca más volverán,
no podrán, porque ahora estoy
encontrando mi nueva tumba.


De:Diario de una Maldita poeta condenada

AZUL STRAUSS MARKUART
TITULO :Ilusión Desnuda
[Poema: Texto completo.]
Autora :Azul Strauss M.
10/02/2015
BUENOS AIRES.ARGENTINA
©Copyright –Derecho de Autor Reservado
Este domingo triste pienso en ti dulcemente
y mi vieja mentira de olvido, ya no miente.

La soledad, a veces, es peor castigo...
Pero, ¡qué alegre todo, si estuvieras conmigo!

Entonces no querría mirar las nubes grises,
formando extraños mapas de imposibles países;
y el monótono ruido del agua no sería
el motivo secreto de mi melancolía.

Este domingo triste nace de algo que es mío,
que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío,
mientras corren las aguas por la calle en declive
y el corazón se muere de un ensueño que vive.

La tarde pide un poco de sol, como un mendigo,
y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo;
y tendría la tarde, fragantemente muda,
el ingenuo impudor de una niña desnuda.

Si estuvieras conmigo, amor que no volviste,
¡qué alegre me sería este domingo triste!
Jorge Rangel Mar 2023
Desde cuando?
¡Quiero preguntar!
Pero me da miedo saber.
Llevo tantos años ignorando.
Hoy el silencio como el sueño se rompió.
en una nueva realidad desperté.
Termino mi mágico encanto.
Un gran secreto
a este sueño dio final.
Mi peor pesadilla;
“prefiero morir”,
Soy la razón.
me dijo llorando.
Natalia Rivera Nov 2014
Exijo que alguien me diga en donde está escrito que una mujer solo puede tener **** con una persona y si pasa de ese número automáticamente es puta. Si, este pensamiento es algo machista pero lo peor de todo es que es utilizado más en las mujeres que en los mismos hombres, me explico.

Las mujeres ven una mujer la cual se viste mostrando lo que le da la gana y rápido piensan en la palabra puta, cuando ven a otra mujer besándose con uno hoy y otro mañana piensan en que es una puta sin valores, cuando otra mujer tiene **** con más de 5 personas en dos meses lo que piensan es una puta que no se respeta. ¿Acaso creen que esta no es una actitud machista?
Mujeres que exigen igualdad entre hombres y mujeres pero critican a mujeres que se atreven a ser quienes son mientras que ellas están sentadas soplándose el culo y criticando. ¿Este pensamiento es tan poco prudente y es tan común hoy día, cual es el problema con que una persona, sea mujer u hombre, se sienta bien consigo mismo y decida tener una vida ****** plena? Son libres de hacer lo que quieran. Ellos escogen: con quien, con cuantos y en que lapso de tiempo lo hacen.

Pero como esta acusación estúpida radica más en las mujeres quiero concluir con esto. Mujer que me lees:
Si deseas vestirte con un traje corto y un escote en las tetas hazlo.
Si te gustan tres personas y tienes la oportunidad de besarlos a los tres hazlo.
Si quieres tener **** hoy con uno y mañana con tres hazlo.
Hazlo, olvídate del que dirán las personas porque seas casta, virgen y pura o puta, atrevida y coqueta hablaran de ti.

Natalia Rivera.
Victor D López Dec 2019
Tu esposo murió a los 40 años, dejándote sola con siete hijos a mantener,
Pero no antes de que tu hijo mayor más, Juan, muriera ahogado en el mar,
Aun en su adolescencia, trabajando como pescador para ayudarte a ti y a tu esposo
A poner comida en la mesa.

Habías también perdido a una hija,
Toñita, también en su tierna adolescencia, a la enfermedad.
Sus gentiles almas puras encontraron
Su camino de regreso a casa demasiado pronto.

Más tarde en la vida que perderías dos hijos más a la tragedia, Paco (Francisco),
Un, hombre sumamente trabajador, honesto, y bueno cuya inclinación a usar lenguaje ******
Nunca pudieron desmentir una naturaleza apacible y un corazón generoso. Se electrocutó con una
Luz portátil defectuosa mientras trabaja en torno a su piscina.

Y el niño de tus ojos, Sito ( José ), el último en nacer y tu preferido, quien
Había heredado la hermosura física de su padre y también su conciencia social, su política de izquierdas, Su imponente presencia, su ***** de oro, y su mala, mala suerte, terminando su vida tal vez por
Accidente debajo del carril de un tren en movimiento.

Ni la desesperación ni la pobreza pudieron doblar tu espíritu. Tú te levantaste todos los
Días antes de la madrugada para vender el pescado en un puesto en la plaza.
Y cada tarde colocaste una enorme cesta de mimbre en la cabeza y
Caminaste muchos, muchos kilómetros para vender más pescado en otros pueblos.

El dinero era escaso, por lo cual a menudo recibías otros bienes a cambio de tu pescado.
También le dabas tu pescado a quien solo te lo podía pagar con su bendición. Caminabas
De vuelta a casa, a altas horas de la noche, a través de la oscuridad o por
Caminos iluminados por la luna, cargada de lo que te dieran a cambio de tu pescado.

Verduras, huevos, y tal vez un conejo o un pollo llenaban tu cesta de mimbre sobre tu
Fuerte cabeza. Caminabas recta sobre tus piernas repletas de venas varicosas, impulsada
Siempre hacia delante por un propósito noble: alimentar a tus hijos y poder darles
Esperanza de que vendrían tiempos mejores.


Durante la peor época de hambre mediante y después de la Guerra Civil, la chimenea de tu
Casa alquilada con vistas al Puerto de Fontan, expulsó humo ***** todos los días.
El fuego de tu lareira alimentó no sólo a tus hijos, sino también a muchos vecinos aun
Menos afortunados que tú, alimentando su cuerpo y manteniendo en vida la esperanza.

Fuiste criticada por algunos vecinos cuando lo peor había pasado, después de la guerra.
"¿Por qué trabajas tan duro, Remedios, y permites que tus niños pequeños trabajen
Tan jóvenes? Los sacrificas a ellos y a ti misma sin necesidad por un orgullo imbécil
Cuando Franco y la ayuda extranjera otorgan comidas gratis para los necesitados”.

“Mis hijos nunca vivirán de la caridad pública mientras mi espalda lo permita,” era tu
Contestación. Resentiste a tu esposo por poner la política por encima de su familia, y por
Arrastrarte a ti y a tus dos hijas mayores de tu cómoda y sana vida en tu casa, en el
Numero 10 Perry Street cerca del Grenwich Village a una Galicia sin esperanzas.

El optó por inclinar su lanza a molinos de viento por a la eterna gloria de otros hombres
Necios. Y te dejó a ti sola para enfrentar la ingloriosa lucha por la sobrevivencia diaria.
No obstante su corazón enfermo, el trabajó  con gran diligencia para promover un futuro
Justo en su querida España, ignorando la realidad practica de tu doloroso presente.

Te llenó de hijos y construyó con gran cuidado la cruz en la cual lo crucificaron, una
Palabra a la vez, dejándote a ti la dolorosa tarea de recoger los rasgos de su idealismo
Destrozado.  Pero tú sobreviviste y prosperaste sin sacrificar tus propios principios
Sólidos y sin permitir que tus hijos sufrieran más privaciones que las del trabajo duro.

Nunca perdiste tu sentido del humor. Nunca tomaste a nada ni a nadie con gran seriedad.
Enfrentada con la absurdidad de la vida, siempre optaste por reírte con ganas.
Te vi llorar muchas lágrimas de risa, Pero nunca te vi llorar lágrimas de tristeza o de dolor.
Nunca te verías a ti misma como una víctima ni permitiría que otros lo hicieran.

Te encantaba la gente. Tu sentido del humor fue siempre irreverente y repleto de suave Ironía.
Y de gran sabiduría. Te encantaba reírte de ti misma, de otros, y especialmente de
Tontos pomposos que invariablemente no se daban cuanta que eran los objetos de tu gran
Diversión, inconscientes de tu despito, proveído con gentiles palabras y ojos luminosos.

Tus cataratas y miopía hicieron difícil que leyeras, No obstante leías
Vorazmente y te encantaba escribir largas cartas a tus seres queridos
Y amigos. Eras una anciana sabia, la persona más sabia y más fuerte que jamás conoceré.
Eras sabia, si, pero con el corazón de una niña y el alma de un ángel.

Fuiste el ser más sano, más racional, más bien ajustado y humano que jamás he conocido. Eras
Traviesa, pero incapaz de malicia. Fuiste aventurera; nunca tuviste miedo de probar o de aprender algo Nuevo. Fuiste amante de la diversión, interesante, amable, traviesa, divertida e infernalmente inteligente.


Habrías sido una de las primeras adoptadoras de toda la
Tecnología moderna, si hubieras tenido una vida más larga,
Y te hubiera encantado jugar-y trabajar con
Todos mis juguetes electrónicos.

Habrías sido un terror con un procesador de textos, con el correo electrónico
Y con las redes sociales y una gran campeona con mis juegos de video.
Me habrías ganando en todos ellos. Éramos grandes amigos tú y yo,
Y compañeros de juego a lo largo de la mayor parte de mi infancia.

Nos seguiste a nosotros aquí en breve después de que emigramos en 1967, dejando atrás a 20 nietos. Nunca entendí a plenitud la profundidad de ese sacrificio,
O el amor que lo hizo soportable para ti. Lo comprendo ahora. Demasiado tarde.
Es uno de los grandes pesares de mi vida.

Jugamos juegos de mesa, a vaqueros e indios, carreras de coches eléctricos,
Volteamos tarjetas de béisbol y compartimos miles de manos de cartas juntos. Nunca
Se me ocurrió que tú eras el más mínimo inusual de ninguna manera. Te amé profundamente, pero Nunca me moleste mucho por demostrártelo. Eso también me pesa, y es también demasiado tarde.

Después de mudarse a Buenos Aires, cuando mamá se había ganado suficiente dinero
Para llevarte a ti y a los dos hermanos más jóvenes, el sistema de cuotas entonces
No permitía que emigraran también tus dos hijos menores, quienes quedaron
Al buen cuidado de tu hija casada mayor en España, María, y su esposo, Fausto.

Los querías contigo. Te dirigiste directamente a Evita Perón para pedirle ayuda.
Como era de esperar, no pudiste conseguir esquivar a sus porteros. Pero no eras nada si no persistente. Sabías que Evita salía temprano cada mañana para su oficina. Y te
Estacionaste a las 6:00 de la mañana, mediante muchos, días por su camino de salida.

Con el tiempo, Evita le hizo parar a su chofer y te señalo que te acercaras.
"Abuela, ¿por qué me hace señas a mí cada mañana cuando salgo para mi trabajo? "
Ella preguntó. Tu le explicaste acerca de tus hijos en España. Evita se apiadó y
Te escribió un pase en su tarjeta para verte en su oficina al día siguiente.

La fuiste a ver al día siguiente y ella te aseguró que la visa se expediría inminentemente;
Cuando se enteró de que hacías la vida de lavandera y de limpieza,
Ella te ofreció una máquina de coser y entrenamiento para
Convertirte en una costurera con la intención de promoverte una vida mejor.

Tú se lo agradeciste, pero declinaste la oferta. "Dele la máquina de coser a otra madre Necesitada. Mi espalda es fuerte y mis manos me sirven bastante bien, igual que siempre Me sirvieron. “Evita debió haber quedado impresionada, puesto a que te pidió que la Visitaras una vez más cuando los niños hubiesen ya  llegado a Buenos Aires.


Te dio otro pase y tú cumpliste tu palabra, como siempre, de volver a verla con tus niños.
Evita te volvió a ver en su despacho brevemente y compartieron chocolate en taza y Galletas tu, Evita y tus dos hijos menores—Emilio y José (Sito). No eras partidaria de la Política ni del
Peronismo, pero siempre defendiste a Evita mediante tu larga vida.

Te fuiste demasiado pronto. No te había dicho “te quiero” en muchos años, estando
Demasiado ocupado con mis estudios y con otras ocupaciones igualmente inútiles.
Falleciste sin poder volverte a ver. Mamá tuvo que ir a tu lado sola. La última vez que
Te había escrito te envié una foto de mi graduación de abogado.

Según mamá la llevabas en el bolsillo antes de que te diera el ictus cerebral del cual
No hubo recuperación. Como siempre, me quisiste con todas mis faltas que me hacen
Indigno de tu cariño. Yo presentí el momento de tu muerte. Desperté de un profundo
Sueño desperté y vi un pájaro blanco parado encima de mi escritorio al pie de mi cama.

Ese pájaro de tamaño humano extendió unas enormes alas y voló hacia mí,
Traspasándome y dejándome en un fuerte escalofrió. Supe en ese momento que
Habías muerto. Lloré y recé por ti. Mamá llamo el próximo día por la mañana
Para confirmar la triste noticia.

Mamá también me comunicó muchos años después que habías estado en una
Coma por un tiempo pero que habías despertado y que, sin conocerla, le
Habías dicho que viajabas a Nueva York par ver a tu nieto. Luego te dormiste
Por última vez, según mamá.  Te echo de menos todos los días.

Translated by the author from Of Pain and Ecstasy: Collected Poems (C) 2011 Victor D. Lopez (Amazon Kindle and CreateSpace)]
todas las palomas de la tarde perseguían a vernon vries y era maravilloso
verlo huir de tanta crueldad o blancor
peor él creía hacer esfuerzos para volar con ellas
y en realidad hacía esfuerzos para volar con ellas pobrecitas

"¡oh vernon! verdadero de arriba verdadero de abajo poco hay en el mundo"
decía al escapar o volar y sus ojos manchados por la dura contemplación
no vivían en paz perpetuamente hechos y deshechos
vivían mal o tristes o encontrando pobreza

se supo que los ojos de vernon vries vivían así:
adorando pájaros ríos cataratas el océano extenso
las lluvias los calores las amadas que giran por el aire
esos ojos se encerraban a veces en el baño para llorar

"ah" decían "si árboles fuéramos"

peor eso se supo después
las palomas reventaron los ojos de vernon vries una tarde
y vieron las raíces que bajaban a tierra
y también las comieron gozosas por todo lo que vuela

hay palomas que brillan al sol
cuando piensan en vernon vries como hojitas les salen del pico
peor a él se lo llevaron los tábanos
y estaba como rojo de miel

fue de ver los aplausos que hubieron
cuando los ojos de vernon vries se alejaron
como fuegos sin ruido apagándose
en fantástico vuelo orbital
T.L. Dalid Feb 2010
Te había encontrado; mi otra mitad.
Era nuestro sueño pasar juntos nuestra eternidad.
Quizás el destino no quiso que fuera así,
y hora aquí estoy en nuestra habitación sin ti.
Nada es peor que tener que vivir sin tu rostro,
y viviendo sin ti se ha convertido en un monstruo.
Tu decidiste tomar una salida de este lugar,
y me dejaste con un dolor que no puedo tolerar.
Sin ti acá a mi lado prefiero morir,
y por eso es que he decidido partir.
Pronto estaremos juntos mi amor,
y nunca mas viviremos con dolor.

copyright © 2008 by T.L. Dalid
Nat G Asúnsolo Sep 2013
Conocer una persona y con lo poco que llegas a saber de ellos, te creas una idea.
Una idea de cómo son ante diferentes situaciones, una idea de lo que les gusta hacer aparte de lo obvio y lo que ya conoces.
Una idea del ritmo de vida que llevan, lo que les disgusta, sus sueños y hasta idea de cómo sería esa persona si estuviesen juntos; finalmente, una idea de ellos.

Quizá la forma en que se muestran ante la sociedad sea la culpable de hacernos imaginar esa idea, quizá sea la culpa de nuestras mentes que crean la idea a nuestro favor o nuestra contra.

Que te guste una persona por idea puede hacer que quieras dejar la idea atrás, conocer esa persona y crear la verdadera imagen de como son; así finalmente te puedes enamorar de esa persona o simplemente que te agrade y terminar conociendo un excelente amigo.

Que te guste una persona por idea, puede hacer que te llegues a tropezar con alguien que no te hubiera gustado enamorarte, y aún así hacerlo por la idea que tienes de esa persona; puede ser que te haga volverte loco por esa persona, pero siempre va a ser una ilusión de como tú lo quieres ve si es que no llega a ser quien creías que era.

*Que te guste una persona por la idea que tienes de ellos, puede ser lo mejor que te ha pasado, y a la vez, el peor de los errores.
Marco Romero Jun 2013
Siempre eliges tan bien tus palabras
sin espacios para la fantasía
para un escenario que mantenga mi cabeza fría
dame un poco de espacio, dame un poco de tiempo..
déjame entrar.
déjame quererte como quiero
relaja un poco el pensamiento
conmigo no hay resentimiento
aquí no hay intrigas
y no hace falta que me digas
que te han tratado mal
y que aun no sanan tus heridas
nena ya deja de ver atrás
sabes bien que no hay espacio para dudar
y aunque no estoy seguro de lo que pudiera pasar
nunca tengas miedo de intentar
por que lo peor que podría sucederte
es que sin saberlo empieces a quererme.
M Suárez Mar 2012
Pensando fríamente

Palpitando la razón

Cuestionando los recuerdos

Calculando la ilusión

Me pregunto qué haces aquí

Si te has ido desde antes

- y es peor-

¿Por qué sigo aquí yo

Si no quiero vivir sin mi?

Se esfumaron las caricias

Y la interacción de nuestros labios

Estamos a millas de econtrarnos

Y vivimos en el mismo cuarto

                                    menuguante de la luna

Sinceramente no eres el alba

Sinceramente no eres la mañana

Sinceramente no eres quien esperaba

Sinceramente no eres a quien yo amaba
Tomas M Ruiz Or Oct 2011
Volver y volver a perder mis dedos en tu cabellera, volver  a contraer y volver a perder la calma cuando la calma es lo que se necesita para volver al momento cero en que te conocí. Volver y volver a los días cuando la respuestas a mis insistencias fueron no, queriendo decir sigue intentándolo que volveré amar, volveré a donde el amor no es utópico.

Querer ser lo que no era una opción en su momento, momento en que querer ya no era opción, Querer estar en el punto medio del inicio cuando nos presentaron el uno al otro y se marcó el final de dos soledades.
Así como se dice: Quién no espera nada no se decepciona”. Yo digo: Que uno sabe reconocer lo mejor cuando lo peor era lo único que se conocía.

Con una mirada, me di un viaje al interior de eso que estaba resguardado, lo nunca visto: la profundidad de lo que estaba a la superficie; La hermosura latente.
Y en un atardecer: Tus ojos mirando hacia el mar, los míos a la luna, tú aroma en mi camisa, mi mano en tu pelo, tú pelo sobre mi hombro, mi hombro sosteniendo cabeza  y mi corazón como bailando a la par con el tuyo.

Todo parece utópico, pero no lo es…
nadie se lo imagina
pero debajo de mi delicada capa
guardo una ira ardiente
como el océano de fuego.
Cuando los ojos están vacíos,
y el alma del torturado escapa de su prisión de carne
vuelve la furia en persona
atormenta atormentadores
la piedad ha abandonado su semblante
la bondad quedo enterrada en mis restos
la cortesía fue asfixiada
la amabilidad fue empalada
El respeto fue envenenado
Y la desventaja se vuelve
tu sable indomable
tu aliento mortífero.
Pero vuelves del hades por tan solo una
efímera razón
Observar con paciencia
como la esperanza abandona los ojos
de tu aniquilador,
al ver que has vuelto para ajustar las cuentas.
como tu ardiente puño
arranca los intestinos del vientre suyo
El encorvado filo entre la muerte y...
saciar mi famélica venganza.
colgare tu cabeza de mi cuello
como un recordatorio
para todos aquellos catadores
de placeres martirizantes.
piensen bien
el sufrimiento que implantaron en los demás.
en el día mas *****
en la noche mas roja
repercute un sufrimiento peor
que el que yo pueda llegar a describir.
He degollado a dios
He violado la inocencia de la virgen
He atravesado por el pecho con mi
fatídica espada al hijo de dios.
He forjado mi cuchilla con los huesos de
Satanás.
La venganza es tan segura
como la muerte misma
y
tus órganos
perforados.
not that explicit i guess...
Nicole Jul 2014
hoy
Alli estás y no tienes ni idea de todo lo que está aquí. A no mas de 1 metro de distancia, se desata una guerra en mi cabeza de la que no te voy a contar. Me duele el pecho, las manos y la cabeza, me siento estúpida pero también me siento rara. Por algún motivo no puedo hablar, es como si me hubieran cortado la lengua y todo lo que sale no sirve para comunicar. Esto es lo mejor que pude hacer.
Hace ya algún tiempo me enamore, de el chico menos indicado en el peor momento de mi vida. No, él no eres tú. Me hizo mas daño del que yo me hize a mi y eso esta bien, supongo que me lo merecí, siempre he sido una muy mala persona. Tiempo después te conocí y lo que siento por tí no es amor, ni es cariño, es desprecio. Te desprecio por hacerme amar a todos y cada uno de mis defectos solo por que tu dices que lo amas, sea verdad o no. Te desprecio por que en tu forma loca de hacerme reflexionar te tomas el tiempo de pensar que es lo mejor para mi, sin importar lo que tu quieras. O almenos eso me haz hecho creer. Te desprecio por la forma en la que duermes, respiras, vives. No lo tomes a mal, del odio al amor hay solo un paso.
Perdona si alguna vez sone un poco fuera de tono, con un vocabulario que yo se tu preferirias no escuchar. Pero ultimamente pienso que mis defectos se vuelven más yo de lo que deben ser. Perdona, mi vida, si te digo que te necesito conmigo. Perdon, pero tu me hiciste quererte.
Hace ya algunos meses me enamoré, del hombre más perfectamente hecho para mi en la tierra. Y si, este si eres tú. Tu no me haces daño
Una palabra perversa,
de difícil comprensión,
que me trae tanta amargura
y tanta desilusión,
que con solo mencionarla
se me parte el corazón.
La guerra,
palabra necia y pueril,
que desemboca en el llanto
en la pena y el morir,
¿quién no tiembla al escucharla?,
¿quién se puede resistir
al llanto de tanta gente?,
gente que puede morir,
y esto no es todo lo malo,
lo peor está por venir,
las matanzas de inocentes,
a tus hijos ver morir,
a tus mayores lisiados
intentando resistir,
La guerra,
una palabra incoherente
que no puedo definir,
y al no poder comprenderla
solo me queda decir,
que aquellos que las provocan
y quien la apoye también,
reciban como castigo
el de no poder dormir,
que sueñen todas las noches
viendo a las gentes morir,
a los niños mutilados
y a los ancianos sufrir,
y que el día de su muerte
les vengan a recibir
las almas de aquellas gentes
a los que ayudó a morir,
que solo el que da la vida,
es quien la puede pedir.
Cazador alto y tan bello
Como en la tierra no hay dos,
Se fue de caza una tarde
Por los montes del Señor.

Seguro llevaba el paso,
Listo el plomo, el corazón
Repicando, la cabeza
Erguida y dulce la voz.

Bajo el oro de la tarde
Tanto el cazador cazó,
Que finas lágrimas rojas
Se puso a llorar el sol...

Cuando volvía cantando
Suavemente a media voz
Desde un árbol, enroscada,
Una serpiente lo vio.

Iba a vengar a las aves,
Mas, tremendo, el cazador
Con hoja de firme acero
La cabeza le cortó.

Pero aguardándolo estaba
A muy pocos pasos yo...
Lo até con mi cabellera
Y dominé su furor.

Ya maniatado le dije:
-Pájaros matasteis vos,
Y voy a tomar venganza
Ahora que mío sois...

Mas no lo maté con armas,
Busqué una muerte peor:
¡Lo besé tan dulcemente
Que le partí el corazón!

        Envío

Cazador: si vas de caza
Por los montes del Señor,
Teme que pájaros venguen
Hondas heridas de amor.
deadboycreek Mar 2018
ya te guardé en un lugar seguro 
en los bolsillos junto a monedas 
en los pies, no es metáfora 
se cuando estás cerca
lo saben mis pupilas 
me delatan, se dilatan 
al encontrarse con la imágen tuya
con las manos nos entendemos
nos saludamos de lejos

-Hey 
-Hey
-¿Estás bien? 
-Aha 
(No estaba bien) 
-¿A dónde van? 
-A comprar dulces
-¿Quieres un tambor? 
-Okay 
- Tengo que irme, tengo clase. 
  Mi maestro se parece a Milhouse

Al despedirnos, 
me abrazas como si supieras 
que algo se está deshaciendo 
como una bola de estambre en mi interior
se hace pedazos al ritmo del reloj 
hay agua en algún lugar cálido de tus ojos
me quedo quieta para no arruinarlo 
y dejar que se arruine solo 
es una causa perdida 
esto de sentir 
he decidido regalarte 
otro pedazo de papel
ésta vez con tinta negra y palabras mías
la vez pasada te dibuje con el sol en los ojos
una ofrenda a la nébula de tus mejillas
que tanto me gusta
que veas cuanto me gustas
y que es una causa perdida
esto de escribir
no iré a la escuela mañana 
es miercoles, 
el peor día de la semana 
ombligo odioso 
me da miedo entregarte esto 

Los dias, los meses 
copias fotoestáticas 
deja te describo un jueves
que es como todos los jueves
mes tras mes
días malos 
independientes a ti 
implícitos en ti
y tu mirada
cuando hablamos y me siento contenta
cuando te veo y me siento peor
porque es una causa perdida 
esto de existir
el otro día había música
y supe por alguna razón 
que iba a voltear y estarías ahi 
y sí estabas ahí
de hecho estabas ahí
como si me esperaras 
aunque se que no me esperabas 

al despedirnos 
me das un beso de esos que son al aire
que se dan a nadie 
se cae al suelo sin recibirse 
al rozar mi mejilla con tu barba
Almendra Isabel Jun 2014
,
Corro lejos de ti, me ahogo entre las comas intencionales.
Entre los párrafos llenos de excusas sin razón pero buscando con desesperación.
La perdición.
Lección con sanción.
Error tras error.
        Y sobra la noción.

Dentro de la nada        y rodeada de nada.
       Nada. Pero asfixia.

Corro lejos de ti, hacia el miedo.
Hasta luego (en el mejor de los casos, en el peor de mis casos)

Toma tus memorias, nuestras memorias, y guárdalas en una caja.
Que nadie la abra. Que nunca la olvides pero que no la recuerdes.
Y si puedes: toma mis ojos, póntelos, y       veme.
Entiéndeme,
pero no me perdones.
El momento que te largaste,
la luna se colgo como espejo,
un recuerdo doloroso de tu existencia.

Güera;
brillando porcelana y distante
pero presente
en la noche de mi vida seguiendo tu partida.

Ahora que es invierno se ha puesto peor.
Caídas de nieve hirientamente blanca
forman tus costillas en mi patio,
manchas de tierra visible tus lunares,

y cuando miro por la ventana

lo tengo por seguro que mientras viva tu memoria’s melliza en mi cielo,

yo me morire con cada atardecer.





The moment you left,

the moon hung itself like a mirror,
a painful reminder of your existence.

Pale;
shining porcelain and distant,
but present
in the night of my life following your departure.

Now that it’s winter it has become worse;
downfalls of agonizingly white snow
form your ribs in my backyard,
visible dirt stains your beauty marks,

and when I look out the window

I’m assured that as long as your memory’s twin lives in my sky,
I will die with each and every sunset.
Evelin G hoffman Nov 2013
Te vi en un video
me retuerse, no lo niego
te vez tan real, tan viva
es que me tienes cautiva.

Sin dudarlo siento algo
aun no se como explicarlo
que es esto que casi me causa llanto
extranarte asi es de espanto.

Si te digo que te pienso
pensaras que e enloquecido
es mas fuerte que un lienzo
eh tratado y no te olvido.

Que puedo hacer para no temblar
me ahogas , me torturas
es que no me tienes ni que hablar
es peor que mi miedo alas alturas.

Te vi de cerca, per verdad estas lejos
mis pensamientos estan totalmente disparejos
Te veo mas no puedo tocarte
y yo me conformaria con poder tan solo acariciarte.

                                                   ­      9/13     EveGaby
Nat G Asúnsolo Jul 2013
El peor sentimiento de no tenerte, es la soledad.
Soledad porque tu ausencia marca la necesidad de tener alguien a un lado mío.
Tener a alguien sin importar quien sea, siempre buscando alguien que su presencia se sienta como la tuya; igual o muy parecida.
Buscando a alguien sin importar que quizá hay personas buscándome; no por las mismas razones, pero que aún sabiendo que su compañía no te hace bien, te sientes bien de saber que alguien busca de ti.
Tú solías hacerlo; por eso me siento bien.
Esmena Valdés Mar 2019
Soy un alma deambulando
de un lado a otro
me gustan los brotes de abril.

               Ya casi es abril.

Pensé en él.
Dijo: 'cuando el agua cae en la tierra deja sus huellas en ella,
calma la cólera del fuego.
Tú eres agua,
yo ardo.'
Así sucedió el mediodía y sus palabras se regaron dentro de mí como fértil magma de mis jardines.

Somos procreadores del mundo
queremos escapar del bullicio de las calles, abrir la ventana y saludar al sol.
Queremos penetrar el océano un millar de veces y dirigirnos a la montaña fría
por sentirnos tibia la piel.

También dijo:
'Que encuentres los mejores caminos
hacia los mejores lugares.'
Palabras bien cimentadas,
afectuosas
me llevaron hacia él mismo.

Sigo aquí.

Entré a través de sus ojos oscuros. Estoy satisfecha porque respira, porque me mira, porque es.

Quiero que se quede
hasta que el principio y el fin
se hayan disuelto.

Han sido los impulsos
los que me han mostrado el mundo
parte de mi plenitud,
me han llevado allá donde el sol y la tierra son eléctricos
y me separan de lo peor,
de los monstruos que se ocultan bajo mis tristezas.

Al final de la jornada sólo deseo acurrucarme entre sus brazos de cuna
hacernos inmortales
en un suave beso fugaz
y fusionarnos en el mismo sueño.

Él es mi morada,
él es mi movimiento,
él llena mis días.

Entre las ciudades y los caminos
mientras las estrellas nos miran
existe un lugar rodeado de campo
de nubes multicolores
y de cálido misterio.

Quiero perpetuar ahí
con los míos y los tuyos,
hacerlo todo parte de nosotros,
el filo del horizonte, los tejados y el cieno del bosque, la compañía, el sol, el silencio, las camas, el olor de la madera, la sonoridad de los árboles, la sensualidad, los poemas que leemos en voz alta, la humedad, el agua de la regadera, las comidas improvisadas, las risas de los desconocidos, mis gestos, tus manos, el arte que al que vamos atados.

Está bien envejecer,
está mejor envejecer contigo
en esta casa.
Es magnífico llamarte hogar.
Dicen: «Este señor
habla tan sólo de sí mismo.
Pasa -dicen- cegado,
sin ver lo que sucede alrededor.
Va por el mundo como un barco viejo…,
ese señor…Bueno para cortar
con un hacha, y quemarlo, y calentarnos
si es capaz de calor…
ese señor que hablaba de su vida
y nada más…Ese señor…», han dicho.
Probablemente era ya viejo
cuando nací, cerca de un río.
Aunque yo no me acuerdo de ese río.
sino del mar bajo el sol de septiembre.
Sería complicado explicar las razones
por las que yo me hallaba allí
entre las olas y los estudiantes,
estrujando el momento
como quien quiere anclarse
a un trozo hermoso de la realidad.
Un sueño de oro entre las dos sirenas
que interrumpían el trabajo.
Era algo así como nostalgia
lo que me hacía estar allí
hasta mi encuentro con la máquina.
Ese señor que pasa por la vida
metido dentro de sí mismo,
entonces
era cilindrador. ¿Sabéis qué es eso,
vosotros que le habláis a este señor
de realidades? Es posible que haya
entre los libros de la biblioteca
de vuestros padres, uno que os aclare
ciertas palabras; apuntad: palero
moldeador, listero en unas obras,
transportista de leña a domicilio,
comisionista para la venta a plazos
de libros, ***** de escritor…Acaso
alguno de los libros que tenéis
en vuestra casa me haya a mí dejado
un porcentaje (un diez por ciento, creo).
No son éstas las únicas palabras.
Hay otras. Por ejemplo: Condenados
por auxilio a la rebelión.
(Creo que ese era el término jurídico).
Auxilio o adhesión: no estoy seguro.
O uno le fue aplicado
a mi padre, y el otro a mí.
No estoy seguro. Ya ha pasado el tiempo
y él ha muerto. Y han muerto muchas gentes
que estuvieron en una situación
semejante o peor. Y los demás
envejecimos. No hemos muerto,
afortunadamente.
Este señor
oyó una vez llorar a un niño
en el momento de la elevación
en una misa. (Necesitaría
demasiadas palabras
para que comprendierais por qué un hecho
tan aparentemente natural
me parecía irreal entonces, y ahora.
¿Cómo hacerlo sentir?…En cuatro años
no había oído voz de niño.
La de mujer, al otro lado,
desgarrada, voz casi masculina
por el esfuerzo para destacarse
del griterío. No podría
explicarlo. No es cosa de palabras
como estas mías. Solo un gran poeta
podría contagiarnos la emoción:
mis palabras no bastan). Lloró el niño.
Por las triples vidrieras entró el sol.
El corazón estaba
a punto de romperse hermosamente.
Después, fue un hombre muerto,
y otro hombre, muchos más…
He perdido la cuenta.
En los balcones los dejaban
por la noche, delante de la fuente
de aquel patio interior. Muertos calzados
con alpargatas nuevas, su sudario.
Amanecía y se les despedía
cantando el Dies irae
(ya no recuerdo si el de Verdi,
o es muy probable que el de Mozart).
Este señor apetecía ser
el Desdichado de la tierra,
el más miserable que nadie,
el más solitario que todos.
No se tenía lástima a sí mismo
y solo así sería libre,
sin nadie a quien compadecer…
Y un día volvió al mar. Fueron las olas
a lamerle las manos. «Aquí estás
-le dijeron-de nuevo-» Desplegaron
sus colores, olores y sonidos.
Pusieron en sus manos pan de amor.
Las gaviotas bajaron a picarlo.
pero las alas eran alpargatas
en los pies de los muertos. Y la música
del mar era el Dies irae…Sólo un día,
un momento, tendido-la cabeza
junto a un tronco rugoso de sabina-,
olvidó. Fue un momento. Eternidad
que le duró un momento. Se creía
tierra de paz. Y el árbol le nacía
de la frente, y las nubes…
(¿Quién no ha visto,
quién no ha vivido nubes, árbol, mar?…
Será mejor cambiar de tema,
dejar de hablar, aunque necesitaba
deciros esto. La palabra
es de piedra, impermeable a la emoción
lo vuelvo a recordar).
Lo del mar duró muy poco.
Todo duraba cada vez más poco.
Era lo mismo que un pantano.
Yo me hundía en el fango.
Y cada vez era mi cuerpo
menos libre. Gritaba, respiraba,
enloquecía, enloquecía, enloquecía.
Convocaba mi muerte
a aquellas gentes que yo vi morir.
Y yo escondía la cabeza
para no verlos, y que me dejaran
vivir, morir a gusto.
Y yo escondía la cabeza
bajo un acordeón. Yo le arrancaba
sonidos-lo recuerdo-, y las mujeres
bailaban , y Madama Leontine,
gorda y espiritual, recomendaba
silencio, por si acaso la multaba
la policía…
Ya ha pasado el tiempo
sobre todos nosotros.
Muchos se han liberado ya del tiempo.
Nuestros pequeños heroísmos
adquirieron su dimensión
verdadera. Aquel verdor de luna
de febrero, con nieve, entre vagones,
no es más que una viñeta. Aquella luna
de agosto, sobre el mar y las montañas,
se ha apagado. Es ******. Y tantas cosas
que fueron mías, nunca vuestras,
y hoy ni siquiera son ya mías.
Recorrí mi camino repicando
las sonoras campanas, encendiendo
las estrellas -creía en las campanas
y en las estrellas-… Todo fue rompiéndome
el corazón. Y me encontré de pronto
Nel mezzo del camin di nostra vita
(hago la cita para que digáis
que en esta historia existe, por lo menos,
un verso bueno: justo el que no es mío).
Ya no me importan nada
Mis versos ni mi vida.
Lo mismo exactamente que a vosotros.
Versos míos y vida mía, muertos
para vosotros y para mí.
Pero en vosotros, por lo menos, queda
vuestra vida, y en mí sólo momentos
inasibles, recuerdos o proyectos,
Alguna imagen descuajada
de mis años pasados o futuros.
Como ésta que me asalta en el instante
En que estoy escribiendo: un hombre esbelto,
con su cadena de oro en el chaleco.
Habla con alguien. Detrás de él, un fondo
de grúas en el puerto. Y hay un niño
que soy yo. Él es mi padre.
«El niño tiene cuatro años»,
acaba de decir.
Aquí, en este momento, termina todo,
se detiene la vida. Han florecido luces amarillas
a nuestros pies, no sé si estrellas. Silenciosa
cae la lluvia sobre el amor, sobre el remordimiento.
Nos besamos en carne viva. Bendita lluvia
en la noche, jadeando en la hierba,
Trayendo en hilos aroma de las nubes,
poniendo en nuestra carne su dentadura fresca.
Y el mar sonaba. Tal vez fuera su espectro.
Porque eran miles de kilómetros
los que nos separaban de las olas.
Y lo peor: miles de días pasados y futuros nos separaban.
Descendían en la sombra las escaleras.
Dios sabe a dónde conducían. Qué más daba. «Ya es hoy
-dije yo-, ya es hora de volver a tu casa».
Ya es hora. En el portal, «Espera», me dijo. Regresó
vestida de otro modo, con flores en el pelo.
Nos esperaban en la iglesia. «Mujer te doy». Bajamos
las gradas del altar. El armonio sonaba.
Y un violín que rizaba su melodía empalagosa.
Y el mar estaba allí. Olvidado y apetecido
tanto tiempo. Allí estaba. Azul y prodigioso.
Y ella y yo solos, con harapos de sol y de humedad.
«¿Dónde, dónde la noche aquella, la de ayer...?», preguntábamos
al subir a la casa, abrir la puerta, oír al niño que salía
con su poco de sombra con estrellas,
su agua de luces navegantes,
sus cerezas de fuego. Y yo puse mis labios
una vez más en la mejilla de ella. Besé hondamente.
Los gusanos labraron tercamente su piel. Al retirarme
lo vi. Qué importa, corazón. La música encendida,
y nosotros girando. No: inmóviles. El cáliz de una flor
gris que giraba en torno vertiginosa.
Dónde la noche, dónde el mar azul, las hojas de la lluvia.
Los niños -quiénes son, que hace un instante
no estaban-, los niños aplaudieron, muertos de risa:
«Qué ridículos, papá, mamá». «A la cama», les dije
con ira y pena. Silencio. Yo besé
la frente de ella, los ojos con arrugas
cada vez más profundas. Dónde la noche aquella,
en qué lugar del universo se halla. «Has sido duro
con los niños». Abrí la habitación de los pequeños,
volaron pétalos de lluvia. Ellos estaban afeitándose.
Ellas salían con sus trajes de novia. Se marcharon
los niños -¿por qué digo los niños?- con su amor,
con sus noches de estrellas, con sus mares azules,
con sus remordimientos, con sus cuchillos de buscar pureza
bajo la carne. Dónde, dónde la noche aquella,
dónde el mar... Qué ridículo todo: este momento detenido,
este disco que gira y gira en el silencio,
consumida su música...

— The End —