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I

Temblaban las manos, sudorosas a la temperatura,
se quebraban las piernas del suspense
mientras te veía caminar hacia mí.

Me detengo con el tiempo sin asegurar mi aliento
y me ahogo en el desasosiego de la espera,
los pasos cada vez más lentos,
siento las gotas de mis manos caer,
mis músculos titilar impacientes a tu llegada.

El verde hacia énfasis ese día,
lubricando mi pupila agitada.
El jardín de concreto nos presentó
de forma súbita,
y ahí, en ese lugar, te vi;
destruyendo cada partícula de temor
y volviéndome el alma y el color.

II

Las curvas que tomamos fueron insignificantes
comparadas a tu silueta esplendorosa.
Era inconsciente de todo lo que me rodeaba
pero tu presencia - aunque no tangible-
ya la reconocía y me sentía en curiosa paz.

Éramos niñas exaltadas en el momento,
turbadas por las miradas, los roces inocentes,
las risas nerviosas y los besos en el cuello.
Esperando, como nos es costumbre,
el instante previo.

Ese con el que tanto jugamos y evadimos
buscando ser perfecto,
pero la perfección no existe si no es de tus labios
que buscaron los míos sin importar el lance
y se adentraron en la ternura
haciendo paréntesis entre lugar,
dejándonos libres de los sentidos,
esos que nos distraen de nuestra causa.

III

Tu mirada entra en mí
como torrente de río bravo,
golpeándome con tus emociones
y haciendo las mía paralelas a las tuyas.

No hubo descanso alguno de mis ojos
desde ese instante, diligentes ante ti,
esperando cada movimiento, cada facción
de tu cara dulce.

Son anestesia tus manos sobre las mías,
tan suaves y delicadas,
fuertes y femeninas
que me tomaban como suya.

Cada palabra saliente de tu boca
eran milagros hechos de diosa,
retronando en mi cabeza
expandiéndola y haciéndome entender
la vida entre oraciones.

IV

Nunca presté atención a nada,
no recuerdo ningún rostro,
ni las palabras dichas esa noche.

Pasaba los minutos luchando,
esforzándome por mirar otra cosa
que no fuera tuya,
estar atenta, estar dócil,
calmando mi deseo mientras se acercaba el momento.
Estaba hipnotizada bajo tu aura,
tu presencia sobresaliente ante todo.

Tu mano siempre tomando la mía,
mi mano que se escapaba a tu pierna,
las personas hablando,
y yo escuchando nada.
"Vamos, vamos", pensaba repetidas veces,
intentando mantener mi compostura.
"Vamos, vamos", me dijiste o lo creí.

V

Desaparece la espera que me agota,
el cansancio que cerraba mis ojos por inercia,
para abrirse en su totalidad
admirando la belleza que expones.

Mientras bajan tus prendas,
subo a la búsqueda nerviosa de tus senos
que se encuentran primero con mi boca
y tus manos descubriendo mi espalda.

Ya había estado ahí,
presagio divino de la prórroga
que me hizo conocer tu olor,
tu sabor, tu esencia antes del acercamiento.

¡Qué desasosiego glorioso!
encontrarme entre tus piernas,
suicidio impetuoso de mi cuerpo
acabando en los mares de tus ganas.

VI

Se hacen las caricias infinitas en la noche
y se dejan entrar las luces
logrando iluminar la figura de tu cuerpo
sobre mío titilando.

Siento de nuevo las gotas de mis manos caer,
mis dedos se inundan en la complejidad de tu mares                                                           y puedo  sentir tu fuerza desintegrarse
perder tu mirada al vació,
oír tus sonatas acoplarse
mientras suenan venideros tus te amo
con los míos, se unen
dejándome incapaz de respirar
anegándome en suspiros.

Qué delicado tu pecho latiendo,                                                                                 el olor de tu cabello denso,                        
tus labios rojos cargados de los míos.                
El camino asomó tu esplendor                                  
y el azul cielo, me compensa…

VII

… Sin embargo pienso que tu rostro
-con todas sus expresiones- es más solemne
que las montañas que te rodean.
Que son más cálidas las paredes de tu interior
a la lava ardiente.

Invencible te miro un segundo
y al siguiente, débil,
tus ojos cerrados hacen juego con tu desnudez
y tus labios enaltecen los míos.

El largo de tus piernas son la ruptura del tiempo
dejando cicatrices desobedientes
y marcando un canon en mis quimeras.
Sigo la teoría de los mares;
arropan nuestras tierras
y me dispongo a imitarlos
arropando tus males.

VIII

Soy partidaria de la soledad,
de los espacios y del silencio
pero soy entusiasta de tu compañía,
de tus sonrisas suaves,
las conversaciones ajenas a lo serio
y las que se tornan formales.

Todas con el mismo fin;
marcar tus mejillas de sonrisas concluyentes.
Así se reducen los minutos
y volvemos a esperar,
esta vez a que termine
para seguir tenaces en la misma acción,
aguardar al momento del encuentro.

Reincidir en la ventura, que con él,
siempre nos alivia.

IX

Es fácil admirar tus gustos de erudita
y tan difícil dejarte ir.
Fácil la atracción de nuestras peculiaridades
y tan difícil soltarte.

Tan fácil aprender de ti y callarme
y tan difícil la espera.
Son verdaderos los momentos
y mentira el tiempo.

Reconstruyo los lugares
y te pierdes en sus caudales.
Tanto me lleve de ti
y tanto de mí se quedó contigo.

Recupero alientos mientras me alejo
y ya las montañas tan pequeñas se ven,
como hormigas claras y cómplices.

X

Hubo una vez un muro separando a los amantes,
desgarrándoles la cercanía pero nunca el deseo.
Estuvo y era tan frío que hería los pulmones,
esos con los que respiraban el aire del querido
y que ahogaban de desesperanza a aquél que esperaba.

Hubo una vez media república, separando nuestros cuerpos
pero no nuestras ideas.
Castigos de caminos largos por el llano o las favelas
que nacieron equívocos, erróneos
pero que no desune nuestra esencia.

Miles de infortunios puede haber
a lo largo de la existencia,
severos climas que acrecienten el temor
pero ninguno calcinará nuestro credo.

El concreto cae para convertirse en trenes
que nos adentran a la longevidad.
No importa el medio,
el encuentro es certero y perenne,
y los amantes eternos.
¿Te llama la atención mi reloj? ¿Verdad que es
lindo? A mí siempre me gustaron los relojes con números
romanos. ¿Crees que está atrasado porque marca las once y
cuarto? No, no está atrasado. Simplemente, hace diez años
que está detenido en esa hora. ¿Por qué? No es tan
simple de contar. Nunca hablo de eso, nada más que por miedo a
que no me crean. ¿Serías capaz de creerme? Entonces te lo
cuento. Más que un recuerdo, es un homenaje. Diez años.
Recuerdo la fecha, porque todo ocurrió al día siguiente
de mi cumpleaños. Tenía quince y estaba bastante
orgulloso de mi nueva edad. Pasaba ese verano en casa de mis
tíos, en un pueblecito mallorquín, en medio de un
increíble paisaje montañoso. Después de las
muchedumbres y el tránsito enloquecido de Barcelona, aquello era
un paraíso. Por las mañanas me gustaba ir a la cala que
quedaba allá abajo; en hora tan temprana estaba siempre
desierta. En esa época nadaba muy mal, así que nunca me
alejaba mucho de la orilla porque en ciertos momentos del día
las olas, altísimas y todopoderosas, eran siempre un peligro. Me
bañaba desnudo y eso constituía todo un disfrute en aquel
agosto particularmente caluroso. Esa mañana descendí casi
corriendo por el sendero irregular y pedregoso que llevaba a la cala, y
una vez allí, sin mirar siquiera a mi alrededor, me quité
el short. Iba a meterme en el agua, cuando sentí que alguien me
gritaba, algo como buenos días. Miré entonces y vi a una
mujer joven, morena, hermosa. Llevaba una mínima tanga, pero su
busto estaba al descubierto. Sentí un poco de vergüenza y
me tapé con las manos, pero ella empezó a caminar y
enseguida estuvo junto a mí. No tengas vergüenza, dijo (en
un correcto español pero con acento extranjero, como si fuese
inglesa o alemana). Mira, yo también me quito esta menudencia,
agregó, y así estamos iguales. Preguntó
cómo me llamaba y le dije que Tomás. Tom, repitió
ella. Eres lindo, Tom. Creo que me puse rojo. Ven, dijo, y
tendió su mano hacia mí. Yo le di la mía. Ven,
repitió y me miró calmosamente. Sonreía, pero era
una sonrisa triste. ¿Nunca has estado con una mujer? Dije que
no, pero sólo con la cabeza. ¿Y qué edad tienes?
Ayer cumplí quince, contesté con mi orgullo algo
recuperado. Entonces empezó a acariciarme, primero los hombros,
luego el pecho (yo reí porque me hizo cosquillas), la cintura,
siempre sonriendo con infinita tristeza. Cuando llegó a mi ****,
éste ya la estaba esperando. Entonces sonrió más
francamente y con un poco menos de tristeza, pero no se detuvo
allí, continuó acariciándome y así
llegó a mis tobillos y a mis pies llenos de arena. En ese
momento comprendí que me estaba enseñando algo y
resolví ser un buen alumno. También yo empecé a
acariciarla, pero en sentido inverso, de abajo hacia arriba, pero
cuando llegué a aquellos pechos tan celestiales, me sentí
desfallecer. De amor, de angustia, de esperanza, de nueva vida,
qué sé yo. Nunca más he sentido una
sensación así. Entonces, sin decirnos nada, nos tendimos
un poco más allá, donde el agua apenas lamía la
arena, y ella prosiguió minuciosamente su clase de
anatomía. La verdad es que a esa altura yo ya no precisaba
más lecciones y la cubrí sin ninguna timidez, casi te
diría que con descaro. Y mientras disfrutaba como un loco,
recuerdo que pensaba, o más bien deliraba: esta mujer es
mía, esta mujer es mía. Cuando todo acabó,
continuó besándome durante un rato. Luego se quitó
el reloj (precisamente este reloj) de su muñeca y me lo dio.
Mira, se ha detenido, eso quiere decir algo, guárdalo contigo. Y
yo, que siempre había querido tener un reloj con números
romanos, lo puse en mi muñeca, a ella le dije gracias y la
besé otra vez. Entonces dijo: Eres lo mejor que me podía
haber pasado, justamente hoy. Ahora me voy contenta, porque nos
descubrimos y fue algo maravilloso, ¿no te parece? Sí,
maravilloso, pero a dónde vas. Al mar, Tom, me voy al mar.
Tú te quedas aquí, con el reloj que se ha detenido, y no
digas nada a nadie. A nadie. Me besó por última vez y su
lengua estaba salada, como si fuera un anticipo del mar que la
esperaba. Empezó a caminar lentamente, se metió en el
agua y de inmediato fue rodeada por el coro de las olas, que cada vez
se fueron encrespando más. Ella siguió avanzando, sin
nadar, dejándose llevar, empujar, acosar violentamente por aquel
mar que (lo pensé entonces) era un viejo celoso, desbordante de
ira y de lujuria. Un viejo que no la iba a perdonar y a mí me
salpicaba como escupiéndome. Y así hasta que la
perdí de vista, porque las olas, una vez que golpeaban en las
rocas, regresaban con ímpetu y la llevaban cada vez más
lejos, más lejos, hasta que por fin tomé conciencia de mi
abandono y empecé a llorar, no como un muchacho de quince
años sino como un niño de catorce, sobre los despojos de
mi brevísima, casi instantánea felicidad. Jamás
apareció su cuerpo en las costas de Mallorca, nunca supe
quién era. Durante unos meses quise convencerme de que tal vez
fuese una sirena, pero luego descartaba esa posibilidad, ya que las
sirenas no usan relojes con números romanos. Bueno, creo que no
usan relojes en general. Aun hoy, cuando voy de vacaciones a Mallorca,
bajo siempre hasta la cala y me quedo allí, desnudo y a la
espera, dispuesto a darle cuerda nuevamente al reloj no bien ella surja
desde el mar, huyéndole a las olas iracundas de aquel viejo
rijoso. Pero ya ves, en mi reloj de números romanos las agujas
siguen marcando las once y cuarto, igual que hace diez años.
EME Feb 2015
El reloj va sonando, marcando un tempo de viejo afligido, como si estuviera desesperado por dictar una hora, o un día.
El perro se para a observar el "Tic tac" y su cola baila los danzones que el viejo reloj marca.
La comida hierve con delicadeza y el humo de la olla silba las baladas que el tocadiscos canta, el reloj marca y la cola del perro baila.
En la mesa se destapa el elixir que llena copas y embriaga almas cubriendo cuerpos como los ríos cubren al mar, y el mar inspira al escriba que roba suspiros que mueven manecillas de relojes para marcar tiempos y bailar colas de perros, hervir ollas que silban canciones y hacer luz que hacen cantar tocadiscos.
Entonces el reloj se detiene porque ya es Jueves y son las cinco de la tarde
By: Carlos Lorenzana
Luna Aug 2018
A la nada contemplo con el celular entre las manos.
a la nada contemplo con los ojos aguados.
a la nada contemplo con un te amo muerto incluso antes de pensarlo.
a la nada contemplo porque ya te has marchado.
a la nada contemplo mientras el reloj sigue marcando.
a la nada contemplo y hoy es mi cumpleaños.
a la contemplo y la nada le escribo porque es lo único seguro que tendré mientras respiro el aire intoxicado.
Todavía la vieja tentación
de los cuerpos felices y de la juventud
tiene atractivo para mí,
no me deja dormir
y esta noche me excita.Porque alguien contó historias
de pescadores en la playa,
cuando vuelven: la raya del amanecer
marcando, lívida, el límite del mar,
y asan sardinas frescas
en espetones, sobre la arena.
Lo imagino enseguida.
Y me coge un deseo de vivir
y ver amanecer, acostándote tarde,
que no está en proporción con la edad que ya tengo.Aunque quizás alivie despertarse
a otro ritmo, mañana.
                                Liberado
de las exaltaciones de esta noche,
de sus fantasmas en blue jeans.Como libros leídos han pasado los años
que van quedando lejos, ya sin razón de ser
-obras de otro momento.
                                    Y el ansia de llorar
y el roce de la sábana, que me tenía inquieto
en las odiosas noches de verano,
el lujo de impaciencia y el don de la elegía
y el don de disciplina aplicada al ensueño,
mi fe en la gran historia...
Soldado de la guerra perdida de la vida,
mataron mi caballo, casi no lo recuerdo.
Hasta que me estremece
un ramalazo de sensualidad.Envejecer tiene su gracias.
Es igual que de joven
aprender a bailar, plegarse a un ritmo
más insistente que nuestra experiencia.
Y procura también cierto instintivo
placer curioso,
una segunda naturaleza.
He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.

Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.

Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.

Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco.
Triste ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna.
Cuando resido en este país que no sueña
cuando vivo en esta ciudad sin párpados
donde sin embargo mi mujer me entiende
y ha quedado mi infancia y envejecen mis padres
y llamo a mis amigos de vereda a vereda
y puedo ver los árboles desde mi ventana
olvidados y torpes a las tres de la tarde
siento que algo me cerca y me oprime
como si una sombra espesa y decisiva
descendiera sobre mí y sobre nosotros
para encubrir a ese alguien que siempre afloja
el viejo detonador de la esperanza.

Cuando vivo en esta ciudad sin lágrimas
que se ha vuelto egoísta de puro generosa
que ha perdido su ánimo sin haberlo gastado
pienso que al fin ha llegado el momento
de decir adiós a algunas presunciones
de alejarse tal vez y hablar otros idiomas
donde la indiferencia sea una palabra obsena.

Confieso que otras veces me he escapado.
Diré ante todo que me asomé al Arno
que hallé en las librerías de Charing Cross
cierto Byron firmado por el vicario Bull
en una navidad de hace setenta años.
Desfilé entre los borrachos de Bowery
y entre los Brueghel de la Pinacoteca
comprobé cómo puede trastornarse
el equipo sonoro del Chateau de Langeais
explicando medallas e incensarios
cuando en verdad había sólo armaduras.

Sudé en Dakar por solidaridad
vi turbas galopando hasta la Monna Lisa
y huyendo sin mirar a Botticelli
vi curas madrileños abordando a rameras
y en casa de Rembrandt turistas de Dallas
que preguntaban por el comedor
suecos amontonados en dos metros de sol
y en Copenhague la embajada rusa
y la embajada norteamericana
separadas por un lindo cementerio.

Vi el cadáver de Lídice cubierto por la nieve
y el carnaval de Río cubierto por la samba
y en Tuskegee el rabioso optimismo de los negros
probé en Santiago el caldillo de congrio
y recibí el Año Nuevo en Times Square
sacándome cornetas del oído.

Vi a Ingrid Bergman correr por la Rue Blanche
y salvando las obvias diferencias
vi a Adenauer entre débiles aplausos vieneses
vi a Kruschev saliendo de Pennsylvania Station
y salvando otra vez las diferencias
vi un toro de pacífico abolengo
que no quería matar a su torero.
Vi a Henry Miller lejos de sus trópicos
con una insolación mediterránea
y me saqué una foto en casa de Jan Neruda
dormí escuchando a Wagner en Florencia
y oyendo a un suizo entre Ginebra y Tarascón
vi a gordas y humildes artesanas de Pomaire
y a tres monjitas jóvenes en el Carnegie Hall
marcando el jazz con negros zapatones
vi a las mujeres más lindas del planeta
caminando sin mí por la Vía Nazionale.

Miré
admiré
traté de comprender
creo que en buena parte he comprendido
y es estupendo
todo es estupendo
sólo allá lejos puede uno saberlo
y es una linda vacación
es un rapto de imágenes
es un alegre diccionario
es una fácil recorrida
es un alivio.

Pero ahora no me quedan más excusas
porque se vuelve aquí
siempre se vuelve.
La nostalgia se escurre de los libros
se introduce debajo de la piel
y esta ciudad sin párpados
este país que nunca sueña
de pronto se convierte en el único sitio
donde el aire es mi aire
y la culpa es mi culpa
y en mi cama hay un pozo que es mi pozo
y cuando extiendo el brazo estoy seguro
de la pared que toco o del vacío
y cuando miro el cielo
veo acá mis nubes y allí mi Cruz del Sur
mi alrededor son los ojos de todos
y no me siento al margen
ahora ya sé que no me siento al margen.

Quizá mi única noción de patria
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto.
Sobre el camino se ve la venta.
        Risueño el valle,
claveles rojos, olor de menta,
de madreselvas y frondosa calle.

En el corral amplio, vacas y perros
        altos magueyes,
el sol dorado de altos cerros,
carros tirados por lentos bueyes.

Frente a la casa, los barrizales
        bajo madroños;
sobre la vega, rubios maizales,
y junto al plátano, verdes retoños.

Marcando prados en las campiñas
        se ven las zanjas;
junto al vallado se alzan las piñas,
y al gusto encintan ya las naranjas.

Cuelgan los troncos fuertes y erectos
        las níveas barbas,
sobre las hojas vuelan insectos,
bajo las hojas duermen las larvas.

Entre los fondos, ***** al antiguo
        trapiche humea,
y por la cuesta, sendero exiguo
que zigzagueando llevan a la aldea.

Verán tus ojos en la verdura
        y a donde vayas,
los mararayes en la espesura,
sobre las piedras, las pitahayas.

Con sus pinceles la tarde pinta
        vívido cromo;
de plata el río semeja cinta,
y el pozo, lejos manchas de plomo.

Amarillento sobre la falda
        se abre un barranco,
y de los campos en la esmeralda
Se alza, de techos, el humo blanco.

Una flor roja, vivas oscila,
        tiembla su estambre,
y bajo cedros, en doble fila,
sobre el camino, cerca de alambre.

La azada al hombro, tardo el labriego
        vuelve del campo.
y en ella fulge, roca de fuego,
del sol poniente vívido lampo.

Gris una nube, pasando finge
        velera barca;
otra, un castillo, y otra, una esfinge,
y un dragón otra, que el cuello enarca.

El horizonte cortan los techos
        las cumbres calvas,
y en el remanso, por entre helechos,
los pastos tienden sus plumas albas.

Abre sus flores los alhelíes
        cerca del río,
y el café luce, como rubíes,
sus rojos granos bajo el plantío.

En las paredes de la posada
        se ven letreros;
son un recuerdo para la amada,
o vanidades de pasajeros.

Por los bardales se ven las rosas
        sobre el camino;
Pasan volando las mariposas,
y a un canto, lejos responde un trino.

¡para el reposo, feliz quien halle
        tu puerta franca!
¡qué paz más honda la de tu valle!
¡qué paz, la tuya, casita blanca!
Leydis Jun 2017
Almas rayadas
la vida trazada
rayadas en tristeza,
de alguna vez,
algún talvez,
algún ves cómo es?
como pudo ser?

Almas rayadas
el alma desgarrada!
La vida marcada en tu cuerpo.
Cada error marcando su territorio,
reclamando espacios no transitorios;
en el cuerpo,
en la mente,
en el espíritu,
y
los va silenciando,
los va alejando,
los va aislando,
los va embriagando en el vino del engaño,
el vino de la desilusión,
por el que no vino
y
por el que regreso.

Cuerpos rayados
por relámpagos del presente ausente,
delineados en temor,
vergonzosamente viviendo el futuro en un pasado latente,
que se presenta con mil sorpresas
y uno sin poder subir la cabeza.

La ropa no encubre,
el miedo a la vida,
la vida sin aire,
el aire sin brisa,
la brisa sin risas,
las risas a media.

Las rayas se ven por encima de la ropa,
te evidencia el caminar,
los rayas se ven a leguas,
no las puedes abortar.

Las rayas del mundo,
tu cuerpo azotan
lo cansan,
lo cortan,
Y ya,
en tu cuerpo rayado
no cabe una línea más!

Pero el mundo que te vistio de esas rayas
te dice
“vive con tus rayas ...de algo te servirán”

LeydisProse
6/16/2017
https://www.facebook.com/LeydisProse/about/
Mariah Tulli May 2018
Hoje eu joguei o dado e ele me mandou voltar duas casas, passos pra trás. Eu estava tão bem, mas do nada, como um flash, você me veio à cabeça e a saudade gritou seu nome. Revi nossas fotos, lembrei de tantos momentos lindos, que jamais esquecerei e em seguida me veio uma imagem do seu sorriso, que continua bem aberto, marcando essas covinhas. Vi uma imagem de você feliz, feliz no momento de agora, sem mim e tudo bem com isso. Acho isso de fato muito bom, pois essa é a vida, jamais te desejarei infelicidade, como já dizia a música: "quero te ver, dando voltas no mundo, indo atrás de você". Ver você sorrindo me deixa genuinamente feliz, pois sei o quanto a vida nos fode, mas sei que pelo menos naquele momento em que seu sorriso foi registrado, você estava ali em paz. Eu também continuo sorrindo e sei bem o quanto você gosta de ver isso em mim e também de saber que estou bem, com todos os seus "cuida dela". Hoje eu tive que voltar atrás, meu coração posou num sentimento antigo, trazendo à tona a saudade das nossas vivências juntas e eu não sei definir se isso é bom ou ruim, acho que tem um pouco dos dois. Ruim por talvez me apegar a esse sentimento, mas penso que está mais voltado para o bom, pois foi tão lindo e sabe, não temos que excluir tudo o que aconteceu de nossas vidas. Vivemos, está marcado em nossa pele, não dá pra jogar fora. Agora escrevendo isso te peço e me peço também, para que não ignoremos o que tivemos, vamos apenas entender que a vida é assim mesmo e agradecer por termos experienciado sentimentos tão intensos e bonitos. Ainda sinto um amor enorme por você, mas este amor mudou, ele ainda é intenso e bonito, mas mudou. Quero que siga sua vida feliz, pois jamais suportaria saber que você está mal de alguma forma. Então me retiro aqui com meu agradecimento por me fazer sentir isso tudo:

Senti em mim
Energia solar
Esquentou tanto
Que fez até iluminar

Obrigada mais uma vez
Por me proporcionar
Este lindo ato
Que foi o de amar

Me despeço aqui
Com um vá voar
Em outras vidas
Que você há de alegrar
Este pichón del Turia que te mando,
de dulces ojos y de blanca pluma,
sobre laurel de Grecia vierte y suma
llama lenta de amor do estoy pasando.
Su cándida virtud, su cuello blando,
en limo doble de caliente espuma,
con un temblor de escarcha, perla y bruma
la ausencia de tu boca está marcando.
Pasa la mano sobre tu blancura
y verás qué nevada melodía
esparce en copos sobre tu hermosura.
Así mi corazón de noche y día,
preso en la cárcel del amor oscura,
llora, sin verte, su melancolía.
Como la mano pura que graba en las paredes
mensajes obsesivos de amor,
sueños cifrados,
                          así
la trayectoria cruel de este cuchillo
me está marcando el alma.

Mas su caligrafía no es oscura
ni inocente:
                  bien claro deletrea
la obscenidad del tiempo, sus siniestros
designios.
                ¡Qué desgracia!
                                          Ahora,
cuando salga a la calle,
cualquiera
podrá ver en mi rostro
-lo mismo que en las piedras profanadas
de un viejo templo en ruinas-
los nombres, los deseos, las fechas que componen
-abandonado todo a la intemperie-
el confuso perfil de un sueño roto,
el símbolo roído de una yerta esperanza.
Dani Just Dani Dec 2023
Inclinado en una tarde sombría,
Entre tinieblas y la falta de calor,
Te solté como un pájaro nocturno
Y te vi volar entre las primeras
Estrellas que centellan tú llegada
Como mi alma cuando la tocastes
Por primate vez Amor mío.

Y aunque fui yo quien te solté,
Eh ido marcando con antorchas
Tu llegada inesperada.

Tengo historias que contarte,
Comida para enseñarte,
Besos que regalarte,
Callados, delirantes
Se pierden en este pueblo
En donde te amaba.

Oh mi vida,
Entre el silencio que me arropa
Y la voz algo se va muriendo,
Algo de angustia y olvido,
Algo entre las nubes y las estrellas,
Algo como la caída de un árbol.

Sin embargo, mis cuerdas vocales
Se bañan entren estas palabras fugaces,
Algo canta entre señales de humo,
Gritar, cantar, huir entre hojas
Marchitas del invierno.

Tú estás aquí, tú no huyes,
Tú me responderás hasta el último grito,
Sin embargo, alguna vez vi como corría
La tristeza debajo de las olas de tus ojos,
Y mi todo, apenas quedan gotas temblando.

Y triste y fuerte amor mío,
Que haces de repente que no llegas?
Eyen F Dec 2019
Gira la flor
-¡Tenue, exquisita flor!-
al son del pasar, de lo próximo y lo incierto,
al tacto del rincón eterno del ojo de Cronos
tu vestido nochebuena;
sus sangrientos espirales,
bombeando la vaporosa y gris arquitectura de tu ****,
marcando el límite -territorio-
señalando y ordenándome
sentir sino punzante y pedregosa impotencia;
ahogados en fuego llanto
gritamos yo y mi alma en silencio:
-Detente tu girar y date vuelta;
haz dos de tus girares, corazón;
dime, dime una vez más, con tu danzar;
recuérdame cual viejo frío y senil
el cómo te empecé yo a amar.

Y, delimitada mi clemencia, mi suspirar y mi poder
repetiste, con ignorancia, mi razón de lujo amar;
diste el bucle enamorado
recordando el ser de tus frías venas
recostándose en su verde esplendor;
tus contemplaciones, líneas de leer
del parentesco tuyo al griego guerrero
cuya espada y formidable escudo dorado
respondían con insolente vehemencia
a las plegarias del desdichado Héctor;
es tu intrigante idioglosia
tu secreto idioma tambaleante y curvilíneo;
la respuesta onírica, anhelada
bajo tu impetuoso y salvaje vestir nochebuena.

Códigos causantes
bañando el camisón de barroco secreto
de tu sucio y ominoso deseo;
poderíos inexistentes redactados con iris
en el más humano idioma;
la táctil y clara erección de tu registro
lubricado en el sadista idioma tuyo;
el tortuoso y cíclico tremor
de tu vestido nochebuena.
Eyen F Dec 2019
Besar a la tierra
me da un asco tremendo;
no me dejen dormir,
no paren de menear mi elegante recinto
con tal de hacerme abrir los ojos;
no insistan en aliviarme
ni alegrarme
ni vestirme
ni alabarme
entre la pureza de sus flores
y la hipocresía,
descaro y audacia
de sus plegarias de resurrección,
sus estorbosos berrinches insípidos;
dejadme entre los dedos de mi madre morena;
permitid el abrazo
de sus diminutas uñas blancas y cosquillosas
que masticarán mi elemento,
fructuoso, caníbal ritual;
dejadla manosearme
y atraparme entre sus uñas purablancas,
inmóvil;
siendo pura mugre,
suciedad,
tierra;
quitadme mi alta, arránquenmela;
soltadla,
dejadla caer, dejadla reventarse
en el rudo seno del pavimento
donde lo inútil, lo desechable y lo desvalido
reposa junto al amor de su vida,
durmiendo
juntando sus sucias, frías mejillas,
sonrojándose y quemando el gris labiopar
al arcoíris derrotado y pestilente,
marcando al animal
con su beso
soñando despiertos,
mirando hacia otros mundos
que nos esperan en globos de harto visto.

...derramen, derramen
háganme olvidar
háganme olvidar
que se fue,
se fue
se fue
se fueron...

— The End —