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Big Virge Sep 2014
So …..
  
Who Are The ...  
... " Good Guys " ... ?  
In These Modern Times ... ?  

Osama … Obama ... ? ?  
Or Those … Civil Type Guardia ... ?  
  
What ...  
Makes Them Good ... ?  
  
The Guns They Use ...
As If They ... Should ….  
To RESTRAIN and ... Defuse ...  
VIOLENT … Neighbourhoods … !?!
  
But REALLY …  
Is This ... What They Do … ?!?  
  
I've Heard Stories ...  
That … Relay TRUTH ...  
About The ABUSE ...  
Some Guardia … Choose … !!!  
  
Like …  
STRIPPING Men …  
In … Spanish Streets ...  
To ... Prove To Them ….  
The ... Kinda PROBLEMS ...  
They're ... BOUND To See ...  
If They ... DON'T Respect ...  
The ... " Gendarmerie " … !!!!!  
  
Good Guys ….. !!!?!!!  
  
REALLY … ?!?  
  
Or Employed … BULLIES ...  !?!  
  
The Type Who ... FEED ...  
of … "ABUSE FILLED Deeds" … !!!  
  
The Type That Make ...  
Young People … BLEED … !!!
  
When ...  
Guns They … PARADE …  
Aren't Used … " Properly " …  
  
Kind of Like …. " NEWTOWN " ….  
Where It's CLEAR … Gun Sounds ...  
Will Now … RESOUND ...  
In The ... Hearts and Mouths ...  
of ... Parents Now …  
  
Resound With … " LOSS " … !!!!!  
Cos' A ... LOVED One's Gone … !!!!!
  
WITHOUT A …. Song ….  
Or Farewell ... "Prolonged" ...
  
So …. ???  
  
What Was The Mantra ... ?  
of … Adam Lanza ... ?  
  
To Shoot REPEATEDLY ...  
In A ... KILLING SPREE …  
That Took … SO MANY … !!!!!  
  
Was His Mind So HEAVY ... ?!?  
That His Thoughts … CLEARLY …  
Had Become …  "UNstEAdy" … !!!  
  
So …  
Where Were Connecticut's ...  
GOOD GUYS … Then … ?  
  
With The ... " NRA " ... !?!  
At A ... Shooting Range … ???  
  
Shooting Guns For …  "FUN" … !!!  
  
While The Blood of A MUM ...  
And Youngsters ..... RUN .....................................
  
Down SCHOOL Hallways ...  
In The … Middle of The Day ... !?!
  
Now The NRA Says …  
  
"Bad Guys with guns,  
need to face, good ones !"
  
Okay Okay ...  
But Let's ... Get This Straight … !!!  
  
It's ... OKAY For A Man ...  
Whose Been Paid and Trained ...  
To ... SHOOT TO **** ...
  
Pretty Much AT WILL ...  
Cos' It's Been … " Okayed " …  
By The ….  " NRA " …. !?!  
  
Who Said ...  
They Were Good … !!!???!!!  
  
I Learnt My Lesson ...  
Watching … Charlton Heston ... !!!  
  
It Would ...  
Seem To Me ...  
That ... NRA Peeps …  
  
Care ...  
MORE For ... MONEY ...  
Than When … Children BLEED … !!?!!  
  
It's ... ALL About GREED … !!!  
  
Cos' ...  
Good GUYS ... DON'T NEED ...  
To Have … " ARMOURIES " ... !!!  
To ENSURE The Streets ...  
Are Filled With … "PEACE" ...
  
and I … For One ...  
DON'T Believe That Guns ...
Have … ANY Function …  
In …. Education …. !!!!!!  
  
Educate Our Youth ….. !!!  
About The ...  
  
HARM They Cause ... !!!!!!!  
  
They NEED To Be Schooled ...  
In ….... AVOIDING Wars ............ !!!!!!
  
And In ... Avoiding Depression …  
That Leads To HARSH Lessons ... !!!!!  
  
It Time To STRENGTHEN ... !!!  
Our Fight Against ... Guns ...  
  
And Time To … " LESSEN " …  !!!  
" NRA " ... Type Funds ... !!!!!  
  
That SUPPORT …   " The Lie "  
of …..  " Preservation of life " …  
    
Through The Use of …  
………. GUNS …………  
  
Seeing Blood ... Run …  
DOESN'T ... Signify FUN … !!!!!  
  
NEITHER Does ...  
... The Sight ...  
  
of Police In Schools ...  
With A Gun By Their Side … !!!
  
They Weren't In View …  
When I Was ... Being Schooled … !!!
  
So FOLKS …  
DON'T BE ... Fooled ... !!!  
By ...  Lobbyist Groups … !!!!!  
  
When It Comes To ...  
  
... "Who is Who" …  
  
Who Are THEY To Decide … !???!  
When It Comes To ... Peoples' Lives ...  
  
Who The People Should Believe .....  
    
To Be …………………………  
  
... "The Good Guys !!!" ...
From The On The Virge Album :

https://soundcloud.com/user-16569179/the-good-guys-acapella-mixed-at-shoestring-studios-barbados
¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.
    ¡Hurra! ¡a caballo, hijos de la niebla!
Suelta la rienda, a combatir volad:
¿veis esas tierras fértiles?, las puebla
gente opulenta, afeminada ya.     Casas, palacios, campos y jardines,
todo es hermoso y refulgente allí:
son sus hembras celestes serafines,
su sol alumbra un cielo de zafir.
    ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.     Nuestros sean su oro y sus placeres,
gocemos de ese campo y ese sol;
son sus soldados menos que mujeres,
sus reyes viles mercaderes son.
    Vedlos huir para esconder su oro,
vedlos cobardes lágrimas verter...
¡Hurra! volad: sus cuerpos, su tesoro
huellen nuestros caballos con sus pies.
    ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.     Dictará allí nuestro capricho leyes,
nuestras casas alcázares serán,
los cetros y coronas de los reyes
cual juguetes de niños rodarán.
    ¡Hurra! ¡volad! a hartar nuestros deseos:
las más hermosas nos darán su amor,
y no hallarán nuestros semblantes feos,
que siempre brilla hermoso el vencedor.
    ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.     Desgarraremos la vencida Europa
cual tigres que devoran su ración;
en sangre empaparemos nuestra ropa
cual rojo manto de imperial señor.
    Nuestros nobles caballos relinchando
regias habitaciones morarán;
cien esclavos, sus frentes inclinando,
al mover nuestros ojos temblarán.
    ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.     Venid, volad, guerreros del desierto,
como nubes en negra confusión,
todos suelto el bridón, el ojo incierto,
todos atropellándose en montón.
    Id en la espesa niebla confundidos,
cual tromba que arrebata el huracán,
cual témpanos de hielo endurecidos
por entre rocas despeñados van.
    ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.     Nuestros padres un tiempo caminaron
hasta llegar a una imperial ciudad;
un sol más puro es fama que encontraron,
y palacios de oro y de cristal.
    Vadearon el Tibre sus bridones,
yerta a sus pies la tierra enmudeció;
su sueño con fantásticas canciones
la fada de los triunfos arrulló.
    ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.     ¡Qué! ¿No sentís la lanza estremecerse,
hambrienta en vuestras manos de matar?
¿No veis entre la niebla aparecerse
visiones mil que el parabién nos dan?
    Escudo de esas míseras naciones
era ese muro que abatido fue;
la gloria de Polonia y sus blasones
en humo y sangre convertidos ved.
    ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.     ¿Quién en dolor trocó sus alegrías?
¿Quién sus hijos triunfante encadenó?
¿Quién puso fin a sus gloriosos días?
¿Quién en su propia sangre los ahogó?
    ¡Hurra, cosacos! ¡gloria al más valiente!
Esos hombres de Europa nos verán:
¡Hurra! nuestros caballos en su frente
hondas sus herraduras marcarán.
    ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.     A cada bote de la lanza ruda,
a cada escape en la abrasada lid,
la sangrienta ración de carne cruda
bajo la silla sentiréis hervir.
    Y allá después en templos suntüosos,
sirviéndonos de mesa algún altar,
nuestra sed calmarán vinos sabrosos,
hartará nuestra hambre blanco pan.
    ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.     Y nuestras madres nos verán triunfantes,
y a esa caduca Europa a nuestros pies,
y acudirán de gozo palpitantes
en cada hijo a contemplar un rey.
    Nuestros hijos sabrán nuestras acciones,
las coronas de Europa heredarán,
y a conquistar también otras regiones
el caballo y la lanza aprestarán.
    ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.
Helo, helo por do viene   el moro por la calzada,
caballero a la jineta   encima una yegua baya,
borceguíes marroquíes   y espuela de oro calzada,
una adarga ante los pechos   y en su mano una azagaya.
Mirando estaba Valencia,   como está tan bien cercada:
-¡Oh, Valencia, oh Valencia,   de mal fuego seas quemada!
Primero fuiste de moros   que de cristianos ganada.
Si la lanza no me miente,   a moros serás tornada;
aquel perro de aquel Cid   prenderélo por la barba,
su mujer, doña Jimena,   será de mí cautivada,
su hija, Urraca Hernando,   será mi enamorada,
después de yo harto de ella   la entregaré a mi compaña.
El buen Cid no está tan lejos,   que todo bien lo escuchaba.
-Venid vos acá, mi hija,   mi hija doña Urraca;
dejad las ropas continas   y vestid ropas de pascua.
Aquel moro hi·de·perro   detenédmelo en palabras,
mientras yo ensillo a Babieca   y me ciño la mi espada.
La doncella, muy hermosa,   se paró a una ventana;
el moro, desque la vido,   de esta suerte le hablara:
-Alá te guarde, señora,   mi señora doña Urraca.
-Así haga a vos, señor,   buena sea vuestra llegada.
Siete años ha, rey, siete,   que soy vuestra enamorada.
-Otros tantos ha, señora,   que os tengo dentro en mi alma.
Ellos estando en aquesto   el buen Cid que se asomaba.
-Adiós, adiós, mi señora,   la mi linda enamorada,
que del caballo Babieca   yo bien oigo la patada.
Do la yegua pone el pie,   Babieca pone la pata.
Allí hablará el caballo   bien oiréis lo que hablaba:
-¡Reventar debía la madre   que a su hijo no esperaba!
Siete vueltas la rodea   alrededor de una jara;
la yegua, que era ligera,   muy adelante pasaba
hasta llegar cabe un río   adonde una barca estaba.
El moro, desque la vido,   con ella bien se holgaba,
grandes gritos da al barquero   que le allegase la barca;
el barquero es diligente,   túvosela aparejada,
embarcó muy presto en ella,   que no se detuvo nada.
Estando el moro embarcado,   el buen Cid que llegó al agua,
y por ver al moro en salvo,   de tristeza reventaba;
mas con la furia que tiene,   una lanza le arrojaba,
y dijo: -Recoged, mi yerno,   arrecogedme esa lanza,
que quizás tiempo vendrá   que os será bien demandada.
¿Por qué volvéis a la memoria mía,
Tristes recuerdos del placer perdido,
A aumentar la ansiedad y la agonía
De este desierto corazón herido?
¡Ay! que de aquellas horas de alegría
Le quedó al corazón sólo un gemido,
Y el llanto que al dolor los ojos niegan
Lágrimas son de hiel que el alma anegan.

¿Dónde volaron ¡ay! aquellas horas
De juventud, de amor y de ventura,
Regaladas de músicas sonoras,
Adornadas de luz y de hermosura?
Imágenes de oro bullidoras.
Sus alas de carmín y nieve pura,
Al sol de mi esperanza desplegando,
Pasaban ¡ay! a mi alredor cantando.

Gorjeaban los dulces ruiseñores,
El sol iluminaba mi alegría,
El aura susurraba entre las flores,
El bosque mansamente respondía,
Las fuentes murmuraban sus amores...
ilusiones que llora el alma mía!
¡Oh, cuán suave resonó en mi oído
El bullicio del mundo y su ruido!

Mi vida entonces, cual guerrera nave
Que el puerto deja por la vez primera,
Y al soplo de los céfiros suave
Orgullosa desplega su bandera,
Y al mar dejando que sus pies alabe
Su triunfo en roncos cantos, va velera,
Una ola tras otra bramadora
Hollando y dividiendo vencedora.

¡Ay! en el mar del mundo, en ansia ardiente
De amor velaba; el sol de la mañana
Llevaba yo sobre mi tersa frente,
Y el alma pura de su dicha ufana:
Dentro de ella el amor, cual rica fuente
Que entre frescuras y arboledas mana,
Brotaba entonces abundante río
De ilusiones y dulce desvarío.

Yo amaba todo: un noble sentimiento
Exaltaba mi ánimo, Y sentía
En mi pecho un secreto movimiento,
De grandes hechos generoso guía:
La libertad, con su inmortal aliento,
Santa diosa, mi espíritu encendía,
Contino imaginando en mi fe pura
Sueños de gloria al mundo y de ventura.

El puñal de Catón, la adusta frente
Del noble Bruto, la constancia fiera
Y el arrojo de Scévola valiente,
La doctrina de Sócrates severa,
La voz atronadora y elocuente
Del orador de Atenas, la bandera
Contra el tirano Macedonio alzando,
Y al espantado pueblo arrebatando:

El valor y la fe del caballero,
Del trovador el arpa y los cantares,
Del gótico castillo el altanero
Antiguo torreón, do sus pesares
Cantó tal vez con eco lastimero,
¡Ay!, arrancada de sus patrios lares,
Joven cautiva, al rayo de la luna,
Lamentando su ausencia y su fortuna:

El dulce anhelo del amor que guarda,
Tal vez inquieto y con mortal recelo;
La forma bella que cruzó gallarda,
Allá en la noche, entre medroso velo;
La ansiada cita que en llegar se tarda
Al impaciente y amoroso anhelo,
La mujer y la voz de su dulzura,
Que inspira al alma celestial ternura:

A un tiempo mismo en rápida tormenta
Mi alma alborotaban de contino,
Cual las olas que azota con violenta
Cólera impetuoso torbellino:
Soñaba al héroe ya, la plebe atenta
En mi voz escuchaba su destino:
Ya al caballero, al trovador soñaba,
Y de gloria y de amores suspiraba.

Hay una voz secreta, un dulce canto,
Que el alma sólo recogida entiende,
Un sentimiento misterioso y santo,
Que del barro al espíritu desprende;
Agreste, vago y solitario encanto
Que en inefable amor el alma enciende,
Volando tras la imagen peregrina
El corazón de su ilusión divina.

Yo, desterrado en extranjera playa,
Con los ojos extático seguía
La nave audaz que en argentado raya
Volaba al puerto de la patria mía:
Yo, cuando en Occidente el sol desmaya,
Solo y perdido en la arboleda umbría,
Oír pensaba el armonioso acento
De una mujer, al suspirar del viento.

¡Una mujer!  En el templado rayo
De la mágica luna se colora,
Del sol poniente al lánguido desmayo
Lejos entre las nubes se evapora;
Sobre las cumbres que florece Mayo
Brilla fugaz al despuntar la aurora,
Cruza tal vez por entre el bosque umbrío,
Juega en las aguas del sereno río.

¡Una mujer!  Deslizase en el cielo
Allá en la noche desprendida estrella,
Si aroma el aire recogió en el suelo,
Es el aroma que le presta ella.
Blanca es la nube que en callado vuelo
Cruza la esfera, y que su planta huella,
Y en la tarde la mar olas le ofrece
De plata y de zafir, donde se mece.

Mujer que amor en su ilusión figura,
Mujer que nada dice a los sentidos,
Ensueño de suavísima ternura,
Eco que regaló nuestros oídos;
De amor la llama generosa y pura,
Los goces dulces del amor cumplidos,
Que engalana la rica fantasía,
Goces que avaro el corazón ansía:

¡Ay! aquella mujer, tan sólo aquélla,
Tanto delirio a realizar alcanza,
Y esa mujer tan cándida y tan bella
Es mentida ilusión de la esperanza:
Es el alma que vívida destella
Su luz al mundo cuando en él se lanza,
Y el mundo, con su magia y galanura
Es espejo no más de su hermosura:

Es el amor que al mismo amor adora,
El que creó las Sílfides y Ondinas,
La sacra ninfa que bordando mora
Debajo de las aguas cristalinas:
Es el amor que recordando llora
Las arboledas del Edén divinas:
Amor de allí arrancado, allí nacido,
Que busca en vano aquí su bien perdido.

¡Oh llama santa! ¡celestial anhelo!
¡Sentimiento purísimo! ¡memoria
Acaso triste de un perdido cielo,
Quizá esperanza de futura gloria!
¡Huyes y dejas llanto y desconsuelo!
¡Oh qué mujer! ¡qué imagen ilusoria
Tan pura, tan feliz, tan placentera,
Brindó el amor a mi ilusión primera!...

¡Oh Teresa! ¡Oh dolor! Lágrimas mías,
¡Ah! ¿dónde estáis que no corréis a mares?
¿Por qué, por qué como en mejores días,
No consoláis vosotras mis pesares?
¡Oh! los que no sabéis las agonías
De un corazón que penas a millares
¡Ay! desgarraron y que ya no llora,
¡Piedad tened de mi tormento ahora!

¡Oh dichosos mil veces, sí, dichosos
Los que podéis llorar! y ¡ay! sin ventura
De mí, que entre suspiros angustiosos
Ahogar me siento en infernal tortura.
¡Retuércese entre nudos dolorosos
Mi corazón, gimiendo de amargura!
También tu corazón, hecho pavesa,
¡Ay! llegó a no llorar, ¡pobre Teresa!

¿Quién pensara jamás, Teresa mía,
Que fuera eterno manantial de llanto,
Tanto inocente amor, tanta alegría,
Tantas delicias y delirio tanto?
¿Quién pensara jamás llegase un día
En que perdido el celestial encanto
Y caída la venda de los ojos,
Cuanto diera placer causara enojos?

Aun parece, Teresa, que te veo
Aérea como dorada mariposa,
Ensueño delicioso del deseo,
Sobre tallo gentil temprana rosa,
Del amor venturoso devaneo,
Angélica, purísima y dichosa,
Y oigo tu voz dulcísima y respiro
Tu aliento perfumado en tu suspiro.

Y aún miro aquellos ojos que robaron
A los cielos su azul, y las rosadas
Tintas sobre la nieve, que envidiaron
Las de Mayo serenas alboradas:
Y aquellas horas dulces que pasaron
Tan breves, ¡ay! como después lloradas,
Horas de confianza y de delicias,
De abandono y de amor y de caricias.

Que así las horas rápidas pasaban,
Y pasaba a la par nuestra ventura;
Y nunca nuestras ansias la contaban,
Tú embriagada en mi amor, yo en tu hermosura.
Las horas ¡ay! huyendo nos miraban
Llanto tal vez vertiendo de ternura;
Que nuestro amor y juventud veían,
Y temblaban las horas que vendrían.

Y llegaron en fin: ¡oh! ¿quién impío
¡Ay! agostó la flor de tu pureza?
Tú fuiste un tiempo cristalino río,
Manantial de purísima limpieza;
Después torrente de color sombrío
Rompiendo entre peñascos y maleza,
Y estanque, en fin, de aguas corrompidas,
Entre fétido fango detenidas.

¿Cómo caiste despeñado al suelo,
Astro de la mañana luminoso?
Ángel de luz, ¿quién te arrojó del cielo
A este valle de lágrimas odioso?
Aún cercaba tu frente el blanco velo
Del serafín, y en ondas fulguroso
Rayos al mando tu esplendor vertía,
Y otro cielo el amor te prometía.

Mas ¡ay! que es la mujer ángel caído,
O mujer nada más y lodo inmundo,
Hermoso ser para llorar nacido,
O vivir como autómata en el mundo.
Sí, que el demonio en el Edén perdido,
Abrasara con fuego del profundo
La primera mujer, y ¡ay! aquel fuego
La herencia ha sido de sus hijos luego.

Brota en el cielo del amor la fuente,
Que a fecundar el universo mana,
Y en la tierra su límpida corriente
Sus márgenes con flores engalana.
Mas ¡ay! huid: el corazón ardiente
Que el agua clara por beber se afana,
Lágrimas verterá de duelo eterno,
Que su raudal lo envenenó el infierno.

Huid, si no queréis que llegue un día
En que enredado en retorcidos lazos
El corazón con bárbara porfía
Luchéis por arrancároslo a pedazos:
En que al cielo en histérica agonía
Frenéticos alcéis entrambos brazos,
Para en vuestra impotencia maldecirle,
Y escupiros, tal vez, al escupirle.

Los años ¡ay! de la ilusión pasaron,
Las dulces esperanzas que trajeron
Con sus blancos ensueños se llevaron,
Y el porvenir de oscuridad vistieron:
Las rosas del amor se marchitaron,
Las flores en abrojos convirtieron,
Y de afán tanto y tan soñada gloria
Sólo quedó una tumba, una memoria.

¡Pobre Teresa! ¡Al recordarte siento
Un pesar tan intenso!  Embarga impío
Mi quebrantada voz mi sentimiento,
Y suspira tu nombre el labio mío.
Para allí su carrera el pensamiento,
Hiela mi corazón punzante frío,
Ante mis ojos la funesta losa,
Donde vil polvo tu bondad reposa.

Y tú, feliz, que hallastes en la muerte
Sombra a que descansar en tu camino,
Cuando llegabas, mísera, a perderte
Y era llorar tu único destino:
¡Cuando en tu frente la implacable suerte
Grababa de los réprobos el sino!
Feliz, la muerte te arrancó del suelo,
Y otra vez ángel, te volviste al cielo.

Roída de recuerdos de amargura,
Árido el corazón, sin ilusiones,
La delicada flor de tu hermosura
Ajaron del dolor los aquilones:
Sola, y envilecida, y sin ventura,
Tu corazón secaron las pasiones:
Tus hijos ¡ay! de ti se avergonzaran
Y hasta el nombre de madre te negaran.

Los ojos escaldados de tu llanto,
Tu rostro cadavérico y hundido;
único desahogo en tu quebranto,
El histérico ¡ay! de tu gemido:
¿Quién, quién pudiera en infortunio tanto
Envolver tu desdicha en el olvido,
Disipar tu dolor y recogerte
En su seno de paz? ¡Sólo la muerte!

¡Y tan joven, y ya tan desgraciada!
Espíritu indomable, alma violenta,
En ti, mezquina sociedad, lanzada
A romper tus barreras turbulenta.
Nave contra las rocas quebrantada,
Allá vaga, a merced de la tormenta,
En las olas tal vez náufraga tabla,
Que sólo ya de sus grandezas habla.

Un recuerdo de amor que nunca muere
Y está en mi corazón: un lastimero
Tierno quejido que en el alma hiere,
Eco suave de su amor primero:
¡Ay de tu luz, en tanto yo viviere,
Quedará un rayo en mí, blanco lucero,
Que iluminaste con tu luz querida
La dorada mañana de mi vida!

Que yo, como una flor que en la mañana
Abre su cáliz al naciente día,
¡Ay, al amor abrí tu alma temprana,
Y exalté tu inocente fantasía,
Yo inocente también ¡oh!, cuán ufana
Al porvenir mi mente sonreía,
Y en alas de mi amor, ¡con cuánto anhelo
Pensé contigo remontarme al cielo!

Y alegre, audaz, ansioso, enamorado,
En tus brazos en lánguido abandono,
De glorias y deleites rodeado
Levantar para ti soñé yo un trono:
Y allí, tú venturosa y yo a tu lado.
Vencer del mundo el implacable encono,
Y en un tiempo, sin horas ni medida,
Ver como un sueño resbalar la vida.

¡Pobre Teresa!  Cuando ya tus ojos
Áridos ni una lágrima brotaban;
Cuando ya su color tus labios rojos
En cárdenos matices se cambiaban;
Cuando de tu dolor tristes despojos
La vida y su ilusión te abandonaban,
Y consumía lenta calentura,
Tu corazón al par de tu amargura;

Si en tu penosa y última agonía
Volviste a lo pasado el pensamiento;
Si comparaste a tu existencia un día
Tu triste soledad y tu aislamiento;
Si arrojó a tu dolor tu fantasía
Tus hijos ¡ay! en tu postrer momento
A otra mujer tal vez acariciando,
Madre tal vez a otra mujer llamando;

Si el cuadro de tus breves glorias viste
Pasar como fantástica quimera,
Y si la voz de tu conciencia oíste
Dentro de ti gritándole severa;
Si, en fin, entonces tú llorar quisiste
Y no brotó una lágrima siquiera
Tu seco corazón, y a Dios llamaste,
Y no te escuchó Dios, y blasfemaste;

¡Oh! ¡cruel! ¡muy cruel! ¡martirio horrendo!
¡Espantosa expiación de tu pecado,
Sobre un lecho de espinas, maldiciendo,
Morir, el corazón desesperado!
Tus mismas manos de dolor mordiendo,
Presente a tu conciencia lo pasado,
Buscando en vano, con los ojos fijos,
Y extendiendo tus brazos a tus hijos.

¡Oh! ¡cruel! ¡muy cruel!... ¡Ay! yo entretanto
Dentro del pecho mi dolor oculto,
Enjugo de mis párpados el llanto
Y doy al mundo el exigido culto;
Yo escondo con vergüenza mi quebranto,
Mi propia pena con mi risa insulto,
Y me divierto en arrancar del pecho
Mi mismo corazón pedazos hecho.

Gocemos, sí; la cristalina esfera
Gira bañada en luz: ¡bella es la vida!
¿Quién a parar alcanza la carrera
Del mundo hermoso que al placer convida?
Brilla radiante el sol, la primavera
Los campos pinta en la estación florida;
Truéquese en risa mi dolor profundo...
Que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?
Frente al mar, y en la puerta de su pobre morada,
La viuda del marino con su hijo está sentada.
Se ve tristeza en ambos. Los rudos temporales
De esos días de otoño causaron tantos males,
Tanto destrozo hicieron, fue tal del mar la saña,
Cual nunca visto había la costa de Bretaña.
Por eso ante el crepúsculo se encuentran abstraídos
Y silenciosos, y ambos de luto están vestidos.

En ese lago quieto, de aguas murmuradoras,
En donde se deslizan las barcas pescadoras,
Cuyas velas se extienden bajo el oro del día,
¡Quién, al ver esa calma, reconocer podría
Aquel mar tempestuoso, que sólo en un momento,
En el pasado otoño, con ímpetu violento
Destrozó veinte barcas, y que a esa pobre madre
Dejó  trocada en viuda y a ese niño sin padre!

El agua azul sonríe; sin nubes brilla el cielo;
Y ella sigue sombría, con hondo desconsuelo
Recordando la tarde trágica de su vida,
Cuando hundió en sus abismos la mar embravecida
A su esposo. «Mas suya fue la culpa», a su hijo,
Que seguía en silencio, sollozando le dijo.
«A desgraciados náufragos que el temporal hundía,
¿Cómo sin un socorro dejárseles podría?

¡Qué tarde horrible! ¡Nadie recordaba en la aldea
Haber visto en su vida semejante marea!
¡Era tentar al cielo y era jugar la suerte
Socorrer a los náufragos... era afrontar la muerte!
Tu padre con nosotros estaba. En la bahía,
Recién entrada al puerto su barca se veía».
-«Sin duda están malditos, decíame comiendo,
Los que en el mar aguantan ese chubasco horrendo».

Como era su costumbre, después de la comida
Saliose de la casa con su pipa encendida,
Y a pesar de la lluvia, varios iban al puerto,
A ver saltar las olas sobre el muelle desierto;
Cuando de pronto observa tu padre en lontananza
Que contra los peñascos un bergantín se lanza.
Aquello fue un instante. Lo empuja el mar, y choca,
Y roto allí en pedazos quedó contra la roca.

-«Un bote», grita al punto. Yo lo miré aterrada.
Y en tanto que los otros le muestran la oleada
Que viene sobre el puerto rugiendo amenazante,
Grita otra vez: - ¡Salvémoslos! !Un bote... ¡En el instante!
Un bote al mar! ¡Un bote!... ¡Cobardes no seamos!»
Y seguían sus gritos: -«A socorrerlos vamos!
¡Mi barca! ¡Arriba! ¡Es tiempo! Mi barca no ha temido
Jamás las tempestades ni el mar embravecido,
Y por eso Adelante la bauticé»...

                                             
Salieron
Todos al mar entonces... y ¡nunca más volvieron!...

De tarde, en este invierno, y al bajar la marea,
Hasta allá, donde ves la espuma que blanquea,
Ir me has visto abatida. Mas todo ha sido en vano...
Nada de entre sus olas devuelve el océano...
¡Y ese mar que a mis plantas expira en la ribera,
De la barca no arroja ni una tabla siquiera!

Hijo: me prometiste no ser, jamás marino:
Cumplirás tu promesa. Será otro tu destino.
El cura, que te quiere, te seguirá enseñando;
Aprenderás las letras, luego a escribir. Y cuando
Grande estés, serás cura. ¡Pasará el tiempo aprisa...
Veré el día dichoso de tu primera misa!...
Yo misma pondré flores en el altar... ¡Oh, cuánta
Será mi dicha, lejos de este mar que me espanta!

Calla el niño pensando sin duda en los chicuelos
Que ve sobre chalupas y ágiles barquichuelos,
En las azules aguas, desde que el día brilla,
Caminar en la borda, bajar a la escotilla,
Mientras que él no se atreve, ni nunca se ha atrevido,
Un cable a atar siquiera. Cumple lo prometido.
Y cuando terminada la lección de lectura,
El viejo silabario cierra de tarde el cura,
Y le dice que es hora de que a jugar se vaya,
Descalzo, arremangado, se aleja por la playa,
Y así engaña sus sueños el hijo del marino;
Pero entre los cabellos el áspero y salino
Viento sentir que sopla; sentir el agua fría
Que a la rodilla sube; ver en la lejanía
Las olas que se rompen bajo azulada bruma
Y que el peñasco cubre de iridiscente espuma;
Ir conchas o mariscos buscando por la costa,
O saltar, sobre piedras, detrás de una langosta,
Eso no le bastaba; quería más; quería
La barca que se aleja bajo el fulgor del día,
Con sus palos erectos y sus velas redondas;
Quería el horizonte, los tumbos de las ondas,
Y la embriaguez del alma sobre la mar rugiente,
Cuyos acres aromas hablaban a su mente
De países lejanos... ¡Tal era su delirio!
¡Y hacía muchos meses que ese era su martirio!

Y va pasando el tiempo. Llega otro otoño horrible;
Y un día los marinos, a la luz apacible
De un cielo gris, entre ellos hablando, hacia el poniente
Sobre el mar tempestuoso, señalan de repente
Un velero que avanza contra las rocas. Brava
Marejada envolvíalo... Más y más se encrespaba...

¡En las revueltas olas aquello parecía
El estertor postrero del barco en la agonía!

-«¡Un bote al mar! ¡Un bote!», dice alguien con voz ruda,
 ¡Al mar! ¡A socorrerlos! ¡A prestarles ayuda!»

Y todos recordaban a los que al mar salieron
A salvar a unos náufragos, y nunca más volvieron;
Mas de pronto a una barca se abalanzan, y en tanto,
Todo lo ve la madre con indecible espanto;
Y a su hijo abrazando le murmura al oído:
-«¿Sabes? Me lo ofreciste... lo tienes prometido,
¡No irás!...» Con las pupilas dilatadas, la frente
Pensativa,   y el labio mordiéndose impaciente,
Nada responde, y mira con absorta mirada
Que ya los hombres tienen la barca aparejada.
De repente, una ola gigantesca y sombría,
 Que avanza rugidora por la turbia bahía.
Se estrella con fracaso, toda la playa moja, fe...
Y a las plantas del niño, tabla podrida arroja.

En la tabla estas letras leíanse: Adelante.

De su abismo esa tabla sacaba el mar de Atlante.
¡Mandato de su padre sobre las olas era!
Listos los remadores sacan de la ribera
La barca. De los brazos maternos se desprende;
Detrás de los marinos veloz carrera emprende;
Salta al bote con ellos, y al punto un remo ensaya...
 ¡Y allá van con la ola que vuelve de la playa!

¡Cómo con la mirada todos los van siguiendo!
¡Virgen Santa! ¡Las olas cuan altas y qué estruendo!
¡Parece que se hunden! ¡Jesús! ¡Naufraga el bote!
¡Mas no!... ¡Las olas pasan y ellos están a flote!
¡Y siguen!... Van llegando... ¡Ya se les ve acercarse!
¡Ya era tiempo !... ¡ Ya el barco comenzaba a inclinarse

¡Ya vuelven! ¡Los pañuelos agitan! ¡Qué arrojados!
¡El bote viene lleno!...
-«¿Cuántos?»
-« ¡Todos salvados!»
-«¡Hurra! ¡Pronto una amarra!»
Y en tanto que gozosos,
Náufragos y marinos, saltando presurosos
De piedra en piedra vienen, hacia la madre el niño
Se lanza. Ella lo abraza; lo besa; y con cariño
Él le dice al oído: «No me regañes, madre...
¡Tan contento estaría mirándome mi padre!»
La tigre de Bengala
con su lustrosa piel manchada a trechos,
está alegre y gentil, está de gala.
Salta de los repechos
de un ribazo, al tupido
carrizal de un bambú; luego a la roca
que se yergue a la entrada de su gruta.
Allí lanza un rugido,
se agita como loca
y eriza de placer su piel hirsuta.
La fiera virgen ama.
Es el mes del ardor. Parece el suelo
rescoldo; y en el cielo
el sol inmensa llama.
Por el ramaje oscuro
salta huyendo el kanguro.
El boa se infla, duerme, se calienta
a la tórrida lumbre;
el pájaro se sienta
a reposar sobre la verde cumbre.
Siéntense vahos de horno:
y la selva indiana
en alas del bochorno,
lanza, bajo el sereno
cielo, un soplo de sí.  La tigre ufana
respira a pulmón lleno,
y al verse hermosa, altiva, soberana,
le late el corazón, se le hincha el seno.
Contempla su gran zarpa, en ella la uña
de marfil; luego toca,
el filo de una roca,
y prueba y lo rasguña.
Mírase luego el flanco
que azota con el rabo puntiagudo
de color ***** y blanco,
y móvil y felpudo;
luego el vientre. En seguida
abre las anchas fauces, altanera
como reina que exige vasallaje;
después husmea, busca, va. La fiera
exhala algo a manera
de un suspiro salvaje.
Un rugido callado
escuchó. Con presteza
volvió la vista de uno a otro lado.
Y chispeó su ojo verde y dilatado
cuando miró de un tigre la cabeza
surgir sobre la cima de un collado.
El tigre se acercaba.
                                     
Era muy bello.
Gigantesca la talla, el pelo fino,
apretado el ijar, robusto el cuello,
era un don Juan felino
en el bosque. Anda a trancos
callados; ve a la tigre inquieta, sola,
y le muestra los blancos
dientes; y luego arbola
con donaire la cola.
Al caminar se vía
su cuerpo ondear, con garbo y bizarría.
Se miraban los músculos hinchados
debajo de la piel.  Y se diría
ser aquella alimaña
un rudo gladiador de la montaña.
Los pelos erizados
del labio relamía. Cuando andaba,
con su peso chafaba
la yerba verde y muelle,
y el ruido de su aliento semejaba
el resollar de un fuelle.
Él es, él es el rey. Cetro de oro
no, sino la ancha garra,
que se hinca recia en el testuz del toro
y las carnes desgarra.
La negra águila enorme, de pupilas
de fuego y corvo pico relumbrante,
tiene a Aquilón: las hondas y tranquilas
aguas, el gran caimán; el elefante,
la cañada y la estepa;
la víbora, los juncos por do trepa;
y su caliente nido,
del árbol suspendido,
el ave dulce y tierna
que ama la primer luz.
                                     
Él la caverna.
No envidia al león la crin, ni al potro rudo
el casco, ni al membrudo
hipopótamo el lomo corpulento,
quien bajo los ramajes de copudo
baobab, ruge al viento.
Así va el orgulloso, llega, halaga;
corresponde la tigre que le espera,
y con caricias las caricias paga,
en su salvaje ardor, la carnicera.
Después, el misterioso
tacto, las impulsivas
fuerzas que arrastran con poder pasmoso;
y, ¡oh gran Pan! el idilio monstruoso
bajo las vastas selvas primitivas.
No el de las musas de las blandas horas
suaves, expresivas,
en las rientes auroras
y las azules noches pensativas;
sino el que todo enciende, anima, exalta,
polen, savia, calor, nervio, corteza,
y en torrentes de vida brota y salta
del seno de la gran Naturaleza.
El príncipe de Gales va de caza
por bosques y por cerros,
con su gran servidumbre y con sus perros
de la más fina raza.
Acallando el  tropel  de  los  vasallos,
deteniendo traíllas  y caballos,
con la mirada inquieta,
contempla a los dos tigres, de la gruta
a la entrada. Requiere la escopeta,
y avanza, y no se inmuta.
Las fieras se acarician.  No han oído
tropel de cazadores.
A esos terribles seres,
embriagados de amores,
con cadenas de flores
se les hubiera uncido
a la nevada concha de Citeres
o al carro de Cupido.
El príncipe atrevido,
adelanta, se acerca, ya se para;
ya apunta y cierra un ojo; ya dispara;
ya del arma el estruendo
por el espeso bosque ha resonado.
El tigre sale huyendo,
y la hembra queda, el vientre desgarrado.
¡Oh, va a morir!... Pero antes, débil, yerta,
chorreando sangre por la herida abierta,
con ojo dolorido
miró a aquel cazador, lanzó un gemido
como un ¡ay! de mujer... y cayó muerta.
Aquel macho que huyó, bravo y zahareño
a los rayos ardientes
del sol, en su cubil después dormía.
Entonces tuvo un sueño:
que enterraba las garras y los dientes
en vientres sonrosados
y pechos de mujer; y que engullía
por postres delicados
de comidas y cenas,
como tigre goloso entre golosos,
unas cuantas docenas
de niño tiernos, rubios y sabrosos.
América, de un grano
de maíz te elevaste
hasta llenar
de tierras espaciosas
el espumoso
océano.
Fue un grano de maíz tu geografía.
El grano
adelantó una lanza verde,
la lanza verde se cubrió de oro
y engalanó la altura
del Perú con su pámpano amarillo.

Pero, poeta, deja
la historia en su mortaja
y alaba con tu lira
al grano en sus graneros:
canta al simple maíz de las cocinas.

Primero suave barba
agitada en el huerto
sobre los tiernos dientes
de la joven mazorca.
Luego se abrió el estuche
y la fecundidad rompió sus velos
de pálido papiro
para que se desgrane
la risa del maíz sobre la tierra.

A la piedra
en tu viaje, regresabas.
No a la piedra terrible,
al sanguinario
triángulo de la muerte mexicana,
sino a la piedra de moler,
sagrada
piedra de nuestras cocinas.
Allí leche y materia,
poderosa y nutricia
pulpa de los pasteles
llegaste a ser movida
por milagrosas manos
de mujeres morenas.

Donde caigas, maíz,
en la olla ilustre
de las perdices o entre los fréjoles
campestres, iluminas
la comida y le acercas
el virginal sabor de tu substancia.

Morderte,
panocha de maíz, junto al océano
de cantara remota y vals profundo.
Hervirte
y que tu aroma
por las sierras azules
se despliegue.

Pero, dónde
no llega
tu tesoro?

En las tierras marinas
y calcáreas,
peladas, en las rocas
del litoral chileno,
a la mesa desnuda
del minero
a veces sólo llega
la claridad de tu mercadería.

Puebla tu luz, tu harina, tu esperanza
la soledad de América,
y el hambre
considera tus lanzas
legiones enemigas.

Entre tus hojas como
suave guiso
crecieron nuestros graves corazones
de niños provincianos
y comenzó la vida
a desgranarnos.
En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.El humo de olorosos cigarrillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al resolverse en nada,
la vida de los sueños.Pero en todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y, repartidas en la mesa, copas
pletóricas de ron, whisky o ajenjo.Era curioso ver aquel conjunto,
aquel grupo bohemio,
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que, melosa y delicada,
la música de un verso.A cada nueva libación, las penas
hallábanse más lejos del grupo,
y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.Olvidaba decir que aquella noche,
aquel grupo bohemio
celebraba entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica,
del "Feliz Año Nuevo"...Una voz varonil dijo de pronto:
-Las doce, compañeros;
Digamos el "requiéscat" por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
¡Brindemos por el año que comienza!
Porque nos traiga ensueños;
porque no sea su equipaje un cúmulo
de amargos desconsuelos...-Brindo, dijo otra voz, por la esperanza
que a la vida nos lanza,
de vencer los rigores del destino,
por la esperanza, nuestra dulce amiga,
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.Brindo porque ya hubiese a mi existencia
puesto fin con violencia
esgrimiendo en mi frente mi venganza;
si en mi cielo de tul limpio y divino
no alumbrara mi sino
una pálida estrella: Mi esperanza.-¡Bravo! Dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste bueno, breve y sustancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa
Y brinde por... Europa,
Ya que su extranjerismo es delicioso...-Bebo y brindo, clamó el interpelado;
brindo por mi pasado,
que fue de luz, de amor y de alegría,
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía...Brindo por el ayer que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de dichas, de deliquios, de desvelos.-Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente
brote un torrente
de inspiración divina y seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora.Brindo porque mis versos cual saetas
Lleguen hasta las grietas
Formadas de metal y de granito
Del corazón de la mujer ingrata
Que a desdenes me mata...
¡pero que tiene un cuerpo muy bonito!Porque a su corazón llegue mi canto,
porque enjuguen mi llanto
sus manos que me causan embelesos;
porque con creces mi pasión me pague...
¡vamos!, porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.Siguió la tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente,
hubo ovación creciente,
y libaciones y reír y todo.Se brindó por la Patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer la cortesana.Sólo faltaba un brindis, el de Arturo.
El del bohemio puro,
De noble corazón y gran cabeza;
Aquél que sin ambages declaraba
Que solo ambicionaba
Robarle inspiración a la tristeza.Por todos estrechado, alzó la copa
Frente a la alegre tropa
Desbordante de risas y de contento;
Los inundó en la luz de una mirada,
Sacudió su melena alborotada
Y dijo así, con inspirado acento:-Brindo por la mujer, mas no por ésa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.Yo no brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos:
por la mujer que me arrulló en la cuna.Por la mujer que me enseño de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dio en pedazos,
uno por uno, el corazón entero.¡Por mi Madre! Bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez, que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dio vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía,
y lloró de alegría,
sintiendo mi cabeza en su corpiño.Por esa brindo yo, dejad que llore,
que en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi Madre, bohemios, que es dulzura
vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella...El bohemio calló; ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba inmensamente
un poema de amor y de amargura.
Inútiles palabras para la rima. Nunca
De contacto supisteis para dar armonía.
Cual vírgenes en duelo, vuestra belleza trunca
Va triste y solitaria, sin el fulgor del día.

Alma tenéis, mas siempre sois como inútil lazo,
Ritmos que no se acuerdan con otros, y por eso
No habéis sabido nunca lo que es calor de abrazo,
Ni habéis sentido espasmos con la fruición del beso.

Inútiles palabras para rimar. De oro
Podréis ser, mas las otras de alianza son emblema;
Y cantáis, pero siempre seréis voz en un coro;
Y podréis ser engaste, pero jamás diadema.

Y os veo con tristeza cuando avanza el galope
Del lírico desfile por el radiante estadio.
Sois asta de la lanza, no de la lanza el tope,
Y sois empuñadura, pero jamás el gladio.

Las otras son las gemas donde la luz tremola
Y armonizan cuadrigas o multiformes galas.
Vosotras vibráis siempre, mas sois una ala sola,
Y el poeta requiere para volar dos alas.
JJ Hutton Jun 2014
I.

Up the stairs Suzann without an E went.
8" X 10" bright white rectangles dotted
the yellowing and dusty walls,
clean reminders of bad family photos.
Her parents, Bob and Theresa,
had picked out wallpaper. Lilacs
and vines and oranges. Why? She
didn't know.

She tossed her backpack on the floor
at the foot of her bed. Her senior book
was still on the night stand. Charity and
Faith, her sometimes friends, had spent
the last two weeks filling out every page
of theirs, printing hazy images on cheap
photo paper at their homes and sliding them
into the plastic holders or taping them to
the pages without.

They coerced boys they
had liked or still liked or would like if to
fill out pages. When the boys simply signed
their names or names and football numbers,
they guilted them into writing more. Give
me something to remember you by.

Suzann liked to look at only one boy,
Casey Stephen Fuchs, pronounced "Fox,"
though you know that's just what the family
said. She didn't want him to write in her
senior book. She enjoyed the space between
them. She knew what her peers didn't:
she was seventeen.
She knew she didn't know
the right words yet. She knew the heart-bursting
flutters she felt were temporary--enjoy them, she thought,
shut up and enjoy them.

Her parents set her curfew at 10:30. So
this Friday, like most Fridays, she stays
home.

She opens ****** in the City of Mystics,
a novel she's burned through. Fifty pages
or so left. She likes detectives. The methodical
stalking, the idiosyncratic theories and philosophies
that allow them to connect dot after dot.

She shuts her eyes and sends herself walking down
the streets of New York, where hot dog vendors
whistle and say, "Nice legs." She flags down a cab.
She sees Casey across the street. What are you doing
here, stranger? She waves the cab on.
The driver, a brown-skinned man from some vague
country, throws his arms up. "C'mon."

She cuts across the traffic, dodging a white stretch limo,
a black Hummer, a hearse.

Casey's straight hair hangs over his left eye. It's both
melodramatic and troubled. There's a small shift
at the corners of his lips, the corners of lips, this
is a detail she writes of often in her journal--why?

She can almost hear Casey ask her, "What brings you here?"

"Business."

"What kind?"

"None of yours."

He takes this as an entry for a kiss. Not yet, handsome. No no.

"Make whatever you want for dinner," her mom shouts up the stairs.
"There's stuff for nachos if you want nachos. Some luncheon meat too.
Only one piece of bread though."

"Okay."

"Alright. Just whenever. Dad and I are going to go ahead."

"Okay."

"Alright."

Get me out of here. Suzann's whole life is small: small town,
small family, small church, all packed with small brained, short-sighted people. She wants New York or Chicago. She wants a badge--no not a badge. She'll be a vigilante. "You're not a cop," they'll tell her.

"Thank God," she'll say. "If I were a cop then there'd be nobody protecting these streets."

II.

She's read mysteries set in the middle of nowhere, small towns like her own Kiev, Missouri. They always feel phony. Not enough churches.
Not enough bored dads hitting on cheerleaders.
No curses. Every small town has a curse. Kiev's?
Every year someone in the senior class dies.

As far back as anyone she knew could remember
anyways. Drunk driving, falling asleep at the wheel,
texting while driving, all that crap is what was usually
blamed.

This smelly boy named Todd Louden moved out of Kiev
in the fall semester of his senior year a couple years ago.
Suzann was a freshman.

A few months after he was gone, people started saying
he'd killed himself with a shotgun. First United Methodist
added his family to the prayer list. They had a little service out
by this free-standing wall by the library where he used
to play wall ball during lunch. People cried. Suzann didn't know
anyone that hung out with him. Maybe that's why
they cried, unreconcilable guilt--that's what her dad
said.

Then in the spring Todd moved back. The cross planted
by the wall with his name confused him.
He'd just been staying with his grandma. Nothing crazy.
The churches never said anything about that. He was
just the smelly kid again. Well until late-April when
he got ran over by a drunk or texting driver.
They hadn't even pulled up the cross by the wall ball site
yet.

III.

You call it the middle of nowhere, a place where the roads didn't have proper names until a couple years back, roads now marked with green signs and white numbers like 3500 and 1250, numbers the state mandated so the ambulances can find your dying ***--well if the signs haven't been rendered unreadable by .22 rounds.

The roads used to be known only to locals. They'd give them names like the Jogline or Wilzetta or Lake Road, reserved knowledge for the sake of identifying outsiders. But that day is fading.

What makes nowhere somewhere? What grants space a name?

The dangerous element. The drifter that hops a fence, carrying a shotgun in a tote bag. Violence gave us O.K. Corral. Violence gave us Waco. Historians get nostalgic for those last breaths of innocence. The quiet. The storm. The dead quiet.

IV.

It's March and not a single senior has died.
So when she hears the front door open
around 2 a.m., Suzann isn't surprised.
She doesn't think it's ego that's made
her believe it'd be her to die--but it is.

She hears the fridge door open.
Cabinets open.
Cabinets close.
She hears ice drop into
the glass. Liquid poured.

She clicks her tongue in
her dry mouth. She puts
a hand to her chest. Her
heart beats slow.
She rests her head on
the pillow. It's heavy
yet empty, yet full--
not of thoughts.

She can't remember the name
of any shooting victims.
She remembers the shooters.
Jared Lee Loughner, Seung-Hui Cho,
James Eagan Holmes, Adam Lanza.
No victims.

She hears the intruder set the glass on the counter.
He doesn't walk into the living room.
He starts up the stairs. His steps are
soft, deliberate. What does he want?
Her death. She knows this. He is only a vehicle.
Nameless until. Has he done this before?
Fast or slow?

He's just outside her room, and she doesn't
remember a single victim's name. She hears
a bag unzip. She hears a click.

If he shoots her, Suzann Dunken, there's
no way the newspaper will get her name
right. Her name may or may not scroll
across CNN's marquee for a day or two.
If it does, it won't be spelled correctly.
This makes her move. Wrapping
her comforter around her body, she
tip-toes to the wall next to her door.

She hears a doorknob turn.
It's not hers.

He's going into her parents' bedroom.
They're both heavy sleepers.
She opens her own door slowly.
She steps into the hall. She sees the man.
The man does not see her.
She see the man and grabs a family
portrait. The man does not see her,
and he creeps closer to her parents.
She sees the man standing then she
sees the man falling after she strikes him
with the corner of the family portrait.
The man sees her as he scrambles to get
his bearing. She strikes him, again with
the corner. This time she connects with his eye.
A light comes on. "Suzann," her mother says.
He tries to aim the gun. Again she strikes.
He screams. He reaches for his eyes with
his left hand. Now with the broad side she
swings. She connects. She connects again.
The man shoves her off, stumbles to his feet.
By this time, her dad reaches her side.
One strong push and the man crashes into
the wall outside the room, putting a hole
in the drywall.

He recovers and retreats down the stairs
and out the door into blackness.

Her mother phones the police.
She pants more than speaks
into the receiver.

"Suzann," her dad says. "Sweetheart."

Suzann looks at the portrait, taken at JC Penny when
she was in the sixth grade. The glass is cracked.
She removes the back. She pulls out the photo.

"Did you get a good look at him?"

This photo. Her mother let her do anything
she wanted to her hair before they took it.
So she, of course, dyed it purple.

"That's right," her mother says.
"It's about half a mile east of the
3500 and 1250 intersection. Uh-huh."

Her dad sits down next to her.

"How long do you think it'll take them
to find us?"

There's a shift at the corners of her mouth,
and she nods, just nods.
jeffrey robin Feb 2014
|||

Another day!
Another day!

Another chance to stay mis-informed

More potential LIFE to waste!

More of LOVE to lay disgraced

••

Yippee !

••

Where my hugie doll?
Where my *****?

••

Hey hey hey!

••

Once ya decide to be a worthless pile a crap

It gets easier to do so

Don't it ?

••

& soon

Ya too stoopid ta change!

••

&

So

NOW

here we are
Después de que la noche al fin duerme
las incoherencias imprudente del día
tú, te acercas susurrando a mis oídos :
te deseo tanto!-
Sé que te mueres de ganas de poseerme
lo noto en tus ojos
en el pulso delicioso de tu cuello
en el roce de tus sudorosas manos maestras
cuando acarician mis caderas insolentes
de continuos estallidos.


Mía es tu carne amor, lo fue antes, lo es ahora
Soy la única que conoce tu cuerpo de memoria
la única que lo navega entera sin zozobrar nunca
la única que sabes que no dejarás que naufrague
en confusos oleajes

Adoro cuando me bebes entera
y entre mi falda juguetea tu aliento.
Tú me sacias con tu experiencia
eres mi delicioso bohemio atrevido
amante de mis pezones
que despiertan cuando suave los muerdes.

Ven amor, ya sabes que tu piel es mi locura
Ven que mi sangre hierve
al ver tu pene hinchado y apurado
ven cariño y clava tu lanza ardiente entre mis piernas
que ya están abiertos y humedos los capullos de mi flor.

No sabes como venero tu cuerpo navegante
gimiendo y gozando cuando te cabalgo.
Amor, es en tus ojos donde puedo ver
como te pierdes del mundo entero
como te pierdes acabado en mì.
Y te gozo lento
te hechizo
te blasfemo y te conjuro
antes de que mi boca comience el descenso.

Hoy tu marea está de fiesta
danzando apetitoso sobre mi lengua.
Que bello honor es recibir tus gotas
de diamante perla sobre mì.

AZUL STRAUSS MARKUART
TITULO :Gotas de Diamante Perla
Poema: Texto completo.]
Autora :Azul Strauss M
18 de Mayo del 2015
BUENOS AIRES.ARGENTINA
©Copyright –Derecho de Autor Reservado
_ Expediente nº EGXU-ZLQN-2W3E-96U2/1102180341429
Dirección Nacional de Derecho de Autor, República Argentina
Protegido por OMPI y el Tratado internacional de Suiza sobre derechos de autores
Ryan P Kinney Nov 2017
I am scared!
Scared of this world

Robert Godwin Sr
Alyssa Elsman

How many more have to die?
By my kind,
By their kind,
Because they blame some other kind
What ever happened to just being
kind?

Daniel Parmertor, Russell King, Jr., Demetrius Hewlin

Where were you when the World Trade Center went down?
It’s something everyone alive then will always remember
Never Forget! was our brand motto for American Pride

Krystle Marie Campbell, Lü Lingzi, Martin William Richard, Sean A. Collier, Dennis Simmonds

And now, the death of another is so commonplace
That we forget what and where.
It’s no longer personal enough to register where in our lives that it struck us
Only note that another life has been struck down
Add another tally to the equation
And still it does not add up

Trayvon Martin
Tamir Rice
Samuel DuBose
Delrawn Small
Philando Castile
Terence Crutcher
Heather Heyer

We are completely desensitized
And decentralized
We keep ourselves disconnected
(because we just can’t absorb,
Take,
Process it all)
It’s not us
It’s not me
It’s somebody else
Somewhere else.
Until it is
Then we care
How much can we take, before we break

Cynthia Marie Graham Hurd, Susie Jackson, Ethel Lee Lance, Depayne Middleton Doctor, Clementa C. Pinckney, Tywanza Sanders, Daniel Simmons, Sharonda Coleman Singleton, Myra Thompson

The tragedy is the comedy
We laugh so we don’t cry
Sakia Gunn
Richie Phillips
Nireah Johnson, Brandie Coleman
Glenn Kopitske
Scotty Joe Weaver
Jason Gage
Michael Sandy
Sean William Kennedy
Duanna Johnson
Lawrence "Larry" King
Angie Zapata
Lateisha Green
****** August Provost, III
Mark Carson

I can’t say I’ve never thought of committing violence.
Hell, when my ex-wife cheated, it occurred to me
And I can’t say that I have never hit another
I’ve been a kid
My whole life is designed just to grow up
But, I’ve thought of killing myself far more often than the thought to harm anyone else have ever occurred to me
Because my problems are mine;
My fault,
And I am not seeking some scapegoat

Keenya Cook, Jerry Taylor, Million A. Woldemariam, Claudine Parker, Hong Im Ballenge, James Martin, James L. Buchanan, Premkumar Walekar, Sarah Ramos, Lori Ann Lewis-Rivera, Pascal Charlot, Dean Harold Meyers, Kenneth Bridges, Linda Franklin née Moore, Jeffrey Hopper, Conrad Johnson, 1 unnamed victim

I am not going to deny that being a white male hasn’t allowed me to sidestep a whole level of *******
One day, angry white males will be the minority
And we’ll have no one left to blame, but ourselves.
If we don’t **** everyone first
If we don’t **** ourselves first

Michael Arnold, Martin Bodrog, Arthur Daniels, Sylvia Frasier, Kathy Gaarde, John Roger Johnson, Mary Francis Knight, Frank Kohler, Vishnu Pandit, Kenneth Bernard Proctor, Gerald Read, Richard Michael Ridgell

Jonathan Blunk, Alexander J. Boik , Jesse Childress, Gordon Cowden,
Jessica Ghawi, John Larimer, Matt McQuinn, Micayla Medek, Veronica Moser Sullivan, Alex Sullivan, Alexander C. Teves, Rebecca Wingo

The earth has already decided that we are a plague upon it
Maybe climate change is the natural response to the abuse of our gifts

Nancy Lanza, Rachel D'Avino, Dawn Hochsprung, Anne Marie Murphy,
Lauren Rousseau, Mary Sherlach, Victoria Leigh Soto, Charlotte Bacon, Daniel Barden, Olivia Engel, Josephine Gay, Dylan Hockley, Madeleine Hsu, Catherine Hubbard, Chase Kowalski, Jesse Lewis, Ana Márquez Greene, James Mattioli, Grace McDonnell, Emilie Parker, Jack Pinto, Noah Pozner, Caroline Previdi, Jessica Rekos, Avielle Richman, Benjamin Wheeler, Allison Wyatt

What is this world going to teach my son?
That he’s better because of how he looks?
Or what I’ve taught him:
You make yourself better.

Jamie Bishop, Jocelyne Couture Nowak, Kevin Granata, Liviu Librescu,  P
G. V. Loganathan, Ross Alameddine, Brian Bluhm, Ryan Clark, Austin Cloyd, Daniel Perez Cueva, Matthew Gwaltney, Caitlin Hammaren, Jeremy Herbstritt, Rachael Hill, Emily Hilscher, Matthew La Porte, Jarrett Lane, Henry Lee, Partahi Lumbantoruan, Lauren McCain, Daniel O'Neil, Juan Ortiz, Minal Panchal, Erin Peterson, Michael Pohle Jr., Julia Pryde, Mary Karen Read, Reema Samaha, Waleed Shaalan, Leslie Sherman, Maxine Turner, Nicole White

I work as a data analyst
So, I ran the numbers
But, these are more than numbers
These are people: sons, daughters, sisters, brothers, mothers, fathers, husbands, wives, friends, lovers.

Stanley Almodovar III, Amanda Alvear, Oscar A. Aracena Montero, Rodolfo Ayala Ayala, Alejandro Barrios Martinez, Martin Benitez Torres, Antonio D. Brown, Darryl R. Burt II, Jonathan A. Camuy Vega, Angel L. Candelario Padro, Simon A. Carrillo Fernandez, Juan Chevez Martinez, Luis D. Conde, Cory J. Connell, Tevin E. Crosby, Franky J. DeJesus Velazquez, Deonka D. Drayton, Mercedez M. Flores, Juan R. Guerrero, Peter O. Gonzalez Cruz, Paul T. Henry, Frank Hernandez, Miguel A. Honorato, Javier Jorge Reyes, Jason B. Josaphat, Eddie J. Justice, Anthony L. Laureano Disla, Christopher A. Leinonen, Brenda L. Marquez McCool, Jean C. Mendez Perez, Akyra Monet Murray, Kimberly Morris, Jean C. Nives Rodriguez, Luis O. Ocasio Capo, Geraldo A. Ortiz Jimenez, Eric I. Ortiz Rivera, Joel Rayon Paniagua, Enrique L. Rios Jr., Juan P. Rivera Velazquez, Yilmary Rodriguez Solivan, Christopher J. Sanfeliz, Xavier E. Serrano Rosado, Gilberto R. Silva Menendez, Edward Sotomayor Jr., Shane E. Tomlinson, Leroy Valentin Fernandez, Luis S. Vielma, Luis D. Wilson Leon, Jerald A. Wright

I did research to try to find all the victims since I became abruptly aware 16 years ago
There are too many
I could not discover a single database that contained a comprehensive record
No one can keep track of it anymore
I know I’ve missed people
I know there are 1000’s of people now missing people
Even 1 was too much

Hannah Ahlers, Heather Alvarado, Dorene Anderson, Carrie Barnette, Jack Beaton, Steve Berger, Candice Bowers, Denise Salmon Burditus, Sandra Casey, Andrea Castilla, Denise Cohen, Austin Davis, Virginia Day Jr, Christiana Duarte, Stacee Etcheber, Brian Fraser, Keri Galvan,  Dana Gardner, Angela Gomez, Rocio Guillen Rocha, Charleston Hartfield,  Chris Hazencomb, Jennifer Irvine, Nicol Kimura, Jessica Klymchuk, Carly Kreibaum, Rhonda LeRocque, Victor Link, Jordan McIldoon, Kelsey Meadows, Calla Medig, James ‘Sonny’ Melton, Pati Mestas, Austin Meyer, Adrian Murfitt, Rachael Parker, Jennifer Parks, Carrie Parsons, Lisa Patterson,  John Phippen, Melissa Ramirez, Jordyn Rivera, Quinton Robbins, Cameron Robinson, Lisa Romero Muniz, Christopher Roybal, Brett Schwanbeck, Bailey Schweitzer, Laura Shipp, Erick Silva, Susan Smith, Tara Roe Smith, Brennan Stewart, Derrick ‘Bo’ Taylor, Neysa Tonks, Michelle Vo, Kurt Von Tillow, Bill Wolfe Jr.

and NOW I’ve run out of lines and time to read off all 2,977 people who died in 9-11
Isn’t that a tragedy?
Viendo a Garrik -actor de la Inglaterra-
el pueblo al aplaudirlo le decía:
«Eres el más gracioso de la tierra
y el más feliz...»
                                 Y el cómico reía.
Víctimas del spleen, los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
«Sufro -le dijo-, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.»Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única ilusión,
la de la muerte».-Viajad y os distraeréis.
                                              - ¡Tanto he viajado!
-Las lecturas buscad.
                                          -¡Tanto he leído!
-Que os ame una mujer.
                                                -¡Si soy amado!
-¡Un título adquirid!
                                      -¡Noble he nacido!
-¿Pobre seréis quizá?
                                          -Tengo riquezas
-¿De lisonjas gustáis?
                                          -¡Tantas escucho!
-¿Que tenéis de familia?
                                              -Mis tristezas
-¿Vais a los cementerios?
                                                -Mucho... mucho...
-¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?
-Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.-Me deja -agrega el médico- perplejo
vuestro mal y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrik, podréis curaros.
-¿A Garrik?
                        -Sí, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquél que lo ve, muere de risa:
tiene una gracia artística asombrosa.-¿Y a mí, me hará reír?
                                              -¡Ah!, sí, os lo juro,
él sí y nadie más que él; mas... ¿qué os inquieta?
-Así -dijo el enfermo- no me curo;
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma,
un relámpago triste: la sonrisa.El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.
victor tripp Sep 2013
Little RICHARD the proclaimed self architect of rock and roll sang out high pitched about GOOD GOLLY MISS MOLLY you sure like to ball when your rocking and rolling can't hear your mama call OTIS REDDING sang about SITTING ON THE DOCK OF THE BAY while RICHIE VALENS played his guitar singing LA BAMBA and FATS DOMINO found his thrill on BLUEBERRY HILL than MARVIN GAYE crooned through the mike that  I HEARD IT THROUGH THE GRAPEVINE and IF I COULD BUILD MY WHOLE WORD AROUND YOU PAT BOONE related to pioneer DANIEL BOONEspent  his day WRITING LOVE LETTERS IN THE SAND THE  COASTERS sang about that lazy CHARLIE BROWN  JOHNNY RAY sang about THE LITTLE WHITE CLOUD THAT CRIED  as GLADYS KNIGHT AND THE PIPS about taking THAT MIDNIGHT TRAIN  TO GEORGIA and IF I WERE YOUR WOMAN meanwhile THE FIFTH DIMENSION  sang about ONE LESS BELL TO ANSWER  one less egg to fry one less man to pick up after I should be happy but all I do is cry CLAUDE MCPHATTER in true rock and roll style  sang WHITE CHRISTMAS and RICKY NELSON sang POOR LITTLE FOOL AND TRAVELING MAN when I heard about THE BEATLES I  thought they were coming over the water to eat up our crops but they had  A YELLOW SUBMARINE sweet and wholesome CONNIE FRANCIS asked WHERE THE BOYS ARE some CHAINGANG and CUPID draw back your bow and let your arrow go straight to my lovers heart for me ALLAN FREED an unknown disc jockey tagged the new wild music ROCK AND ROLL DEAN MARTIN sang AIN'T THAT A KICK IN THE HEAD and somewhere  along my musicial journey  I heard the great piano mover and confess  I watched all of his films  MARIO LANZA formed and shaped my love for opera with BE MY LOVE for no one else can fill this yearning ,I went out and brought an album of the wonderful singer actor activist HARRY BELAFONTE and freely admit that during that time I was a teenager with limited funds but saved up the money just so that I could hear  BELAFONTE sing SCARLETT RIBBONS  and the infectious DAY O sunlight come and me want to go home come mr  tally man tally me bananas and than QUINCY JONES known as Q  wrote the theme for SANFORD AND SON and produced THE FRESH PRINCE OF BELAIR starring WILL SMITH ,WE ARE  THE WORLD AND OFF THE BLOCK ISAAC HAYES black tall barechested  draped in gold chains won an OSCAR for singing and composing SHAFT which was before he acted in TRUCK TURNER  IKE also sang I STAND  ACCUSED of loving you to much and I hope that you don't mind PAUL ROBSON in deep bass  sang OLD MAN RIVER in his career he was a lawyer actor scholar outstanding athlete singer  finally THE BIG BOPPER sang CHANTILLY LACE and a pretty face and a pony tale hanging down he died to soon in a plane crash along with RICHIE VALENS and BUDDY HOLLY who sang THAT WILL BE THE DAY
Más gallarda que el nenúfar
Que sobre las verdes ondas,
Al soplo del manso viento
Se mece al rayar la aurora,
Es una linda doncella
Que tiene por nombre Rosa,
Y a fe que no hay en los campos
Igual a sus gracias otra.
Vive en Pátzcuaro, en la Villa
De hermoso lago señora,
Lago que retrata un cielo
Limpio y azul, donde flotan
Blancas nubes que semejan
Grupos de errantes gaviotas.

Está en la flor de la vida,
No empaña ninguna sombra
Las primeras ilusiones
Con que el amor ia corona
Ama Rosa y es amada
Con un amor que no estorban
Sus padres, porque comprenden
Que ei joven que para esposa
La pretende, nobies prendas
Y honrado nombre atesora.
Cuentan ios que io conocen
Que tal mérito le abona,
Que no hay otro que le iguale
Cien leguas a la redonda.

Y aunque alabanza de amigo
Pueda tacnarse de impropia,
Nadie niega que remando
Tiene ei alma generosa;
Que sus riquezas divide
Con ios que sufren y lloran,
Que es tan bravo, que el peligro
Desdeña y jamas provoca,
Pero io humilla y io vence
Cuando en su camino asoma.

No hay jinete más garboso
Ni más diestro, porque asombra
Cuando de potro rebelde
Los fieros ímpetus doma,
Y es tan amable en su trato,
Tan cumplido en su persona,
Tan generoso en sus hechos
Y tan resuelto en sus obras,
Que la envidia no se atreve
Con su lengua ponzoñosa
A manchar su justa fama
Cuando cualquiera lo nombra.

Ya se prepara la fiesta,
Cercanas están las bodas.
Los padres cuentan los días,
Los prometidos las horas;
Los amigos se disponen
Para obsequiar a la novia
Dando brillo con sus galas
A la nupcial ceremonia.
Y aunque es tiesta de familia
Por suya el pueblo la toma.
Y en llevarla bien al cabo
Se empeña la Villa toda.
¡Con qué profunda tristeza
Vive Rosa en su retiro!
Está pálida su frente
Y están sus ojos sin brillo;
De la noche a la mañana
Corre de su llanto el hilo,
Sus padres sufren con ella
Y están tristes y abatidos.

No le da el sueño descanso
Ni el sol le procura alivio,
Que son la luz y las sombras
Para el que sufre lo mismo.
Está muy lejos Fernando,
Muy lejos y en gran peligro
Por que al llegar de la boda
El instante apetecido,
Invadió como un torrente
La ciudad el enemigo.

El pabellón del imperio
Halla en Patzcuaro un asilo,
Los franceses se apoderan
Del sosegado recinto,
Su ley imponen a todos,
Subyugan al pueblo altivo,
Y Fernando en su caballo,
De pocos hombres seguido,
Sale a buscar la bandera
Que veneró desde niño,
Y que agita en las montañas
El viento del patriotismo.

Ni el amor ni la esperanza
Le cerraron el camino,
Que ciego a todo embeleso
Y sordo a todo atractivo,
La Patria, sólo la Patria
En tales horas ha visto,
Y por ella deja todo
A salvarla decidido.

Rosa se queda llorando
Y como agostado lirio,
No hay fuerza que la levante
Ni sol que le infunda brío;
De su amoroso Fernando
Sólo sabe lo que han dicho;
Fue a la guerra y lo conoce,
Firme, noble y decidido;
Lo sueña entre los primeros
Que acometen los peligros;
Sabe que en todos los casos,
Entre muerte y servilismo
Ha de preferir la muerte
Que es vida para los dignos
Y con profunda tristeza
Vive Rosa en su retiro
Sin consuelo ni descanso,
Sin esperanza ni alivio,
Que son la luz y las sombras
Para el que sufre lo mismo.
A la habitación de Rosa,
Al rayar de la mañana
Llega un indígena humilde
Que viene de la montaña,
Y sin despertar sospechas
Cruzó por las avanzadas
Trayendo un papel oculto
En su sombrero de palma.
En hablar con Rosa insiste
Cuando de oponerse tratan
Sus padres que en todo miran
Espionajes y asechanzas.
Oye la joven las voces
Y con interés indaga,
Porque el corazón le dice
Que la nueva será grata,
Y lo confirma mirando
Que al borde de su ventana
Un «salta-pared» ligero
Tres veces alegre canta,
Nuncio de buena fortuna
Del pueblo entre las muchachas.

Llama al indio presurosa,
Este con faz animada
La saluda, y del sombrero
Descose la tosca falda,
Y de allí con mano firme
Saca y le entrega una carta
Que vino tan escondida,
Que a ser otro no la hallara.

Rosa trémula no acierta
En su gozo a desplegarla
Y ya febril e impaciente
Tanta torpeza le enfada;
Abre al fin y reconoce
Que Fernando se la manda
Y en cortas frases le dice,
Esto que en su pecho guarda:

«Mi único amor, vida mía,
Mi pasión, alma del alma,
No puedo vivir sin verte,
Que sin ti todo me falta;
Y aunque tu amor me da aliento
Y tu recuerdo me salva,
Tengo sed de tu presencia,
Tengo sed de tus palabras.

»Hoy por fortuna muy cerca
Me encuentro de tu morada,
Y he de verte aunque se oponga
Todo el poder de la Francia.

»Esta noche, a media noche
Antes de rayar el alba,
Para verme y para hablarme
Asómate a la ventana.

»Adiós vida de mi vida
No tengas miedo, y aguarda
Al que adora tu recuerdo
Luchando entre las montañas».
Es pasada media noche,
Reina profundo silencio
Que sólo interrumpe a veces
El ladrido de los perros,
O el grito del centinela
Que lleva perdido el viento.

En su ventana está Rosa,
Entre las sombras queriendo
Penetrar con la mirada
De sus grandes ojos negros,
Las tinieblas que sepultan
Los callejones estrechos.

Para no inspirar sospechas
Oscuro está su aposento,
Y ni a suspirar se atreve
Por no vender su secreto.

De súbito, escucha pasos
Cautelosos a lo lejos,
Y al oírlos no le cabe
El corazón en el pecho.

Entre las sombras divisa
Algo que tomando cuerpo
A la ventana se llega
Y casi con el aliento,
Le dice: -Prenda del alma.
Aquí estoy-.
                    ¡Bendito el cielo!-
Contesta Rosa y las manos
En la oscuridad tendiendo
Halla el rostro de su amante
Que las cubre con sus besos.
-¿Dudabas de que viniera?
-¿Como dudar, si yo creo
Cuanto me dices lo mismo
Que si fuera el Evangelio?
-¡Tantas semanas sin verte!
-¡Tanto tiempo!
                        -¡Tanto tiempo!

-Pero temo por tu vida...
-No temas, Dios es muy bueno.
Ahora dime que me amas,
A que me lo digas vengo
Y a decirte que te adoro...
-¿Más que yo a ti, cuando siento
Hasta de la misma patria
El aguijón de los celos?
No te culpo, mi Fernando,
No te culpo, bien has hecho
Pero dudo y me atormenta
Pensar que esconde tu seno
Amor más grande que el mío
Y otro vínculo más tierno.

Escúchame: si algún día
Merced a tu noble esfuerzo,
Victoriosa tu bandera,
Por héroe te aclama el pueblo,
Yo disputaré a tu frente
Ese laurel, porque tengo
Ante la patria que gime,
Para adquirirlo derecho;
Tú, sacrificas tu vida,
Yo, débil mujer, le ofrezco,
Alentando tu constancia,
Todo el amor que te tengo.
¡Ay Fernando! ¿tú no mides
Este sacrificio inmenso?
Y al decir así, la mano
Atrajo del guerrillero
Y con su llanto al bañarla
La oprimió contra su pecho.
Limpia despunta la aurora
Y en la ventana Fernando
No se atreve a despedirse
Sin hacer del tiempo caso.

Mas de pronto, por la esquina,
Sobre fogoso caballo,
De la brida conduciendo
Un potro alazán tostado,
Un guerrillero aparece
Con el mosquete en la mano.

Acércase a la pareja,
Aquel coloquio turbando,
Y dirigiéndose al joven
Le dice: «Mi Jefe, vamos,
Monte, que nos han sentido
Y somos dos contra tantos».

-iVete, por Dios!-grita Rosa.
Salta a su corcel Fernando,
Toma su pistola, besa
A la doncella en los labios,
Y a tiempo que se despide,
Por un callejón cercano
Desembocan en desorden
Argelinos y zuavos.
-iAlto!-gritan los que vienen.
-¡Primero muerto que dado!-
Contesta el otro y se lanza
Para abrir en ellos paso...
Suenan discordantes gritos,
Y se escuchan los disparos
Y álzanse nubes de polvo
De los pies de los soldados;
Y al punto que Rosa enjuga
Sus ojos que anubla el llanto,
Ya mira como se alejan
A galope por el campo,
Libres de sus enemigos,
Ei asistente y Fernando.
Algunos años más tarde,
Y cuando pagó a su patria
La deuda de sus servicios
Y la vió libre y sin mancha,
Volvió Fernando a sus lares;
Colgó en el hogar su espada,
Y no quiso ser soldado
Después de triunfar su causa;
Que fue guerrero del pueblo,
Luchador en la montaña,
De los que sólo combaten
Si está en peligro la Patria.

Entonces cumplióle a Rosa
Sus ofertas más sagradas,
Y fue la boda una fiesta
Popular, risueña y franca.

Al verlos salir del templo,
Según refiere la fama,
Recordando aquellas frases
De la inolvidable carta,
Formando vistoso grupo
A las puertas de su casa,
Las más bonitas del pueblo,
Las más festivas muchachas,
Con melancólicas notas
(Que a nuestros tiempos alcanzan
En canción que «Los Capiros»
En Michoacán se la llama),
Al compás de las vihuelas,
De esta manera cantaban:

«Esta noche a media noche,
Y antes que llegue mañana
Si oyes que al pasar te silbo
Asómate a tu ventana».
Don Juan Rodríguez Fresle... sabréis quién fue Don Juan,
No aquel de la leyenda, sevillano galán
Que escalaba conventos, sino el burlón vejete,
Buen cristiano, que oía siempre misa de siete,
La ancha capa luciendo, ya un poco deslustrada,
Que le dejó en herencia Jiménez de Quesada;
Que fue amigo de Oidores, vivaz, dicharachero,
Que escribió muchas resmas de papel, y «El Carnero»;
Que de un tiempo lejano, casi desconocido,
Supo enredos y chismes, que narró y se han perdido;
Tiempo dichoso, cuando (lo que es y lo que fue)
tan sólo tres mil almas tenía Santa Fe,
Y ahora, según dicen, casi 300.000,
Con «dancings», automóviles, cines, ferrocarril
Al río, clubs, y todo lo que la mente fragua
En «confort» y progreso, verdad... ¡pero sin agua!
Tiempo de las Jerónimas, Tomasas, Teodolindas,
De nombres archifeos, pero de cara, lindas,
Y que además tenían, de Oidores atractivo,
Lo que en todas las épocas llaman «lo positivo»;
Cuando no acontecía nada de extraordinario,
Y a las seis, en las casas, se rezaba el rosario;
Días siempre tranquilos y de hábitos metódicos,
Sin petróleos, reclamos de ingleses ni periódicos,
Y cuando con pañuelos, damas de alcurnias rancias
Tapaban, en el cuello, ciertas protuberancias,
Que alguien llamó «colgantes, molestos arrequives»,
Causados por las aguas llovidas o de aljibes;
Cuando como en familia se arreglaban las litis
Y nadie sospechaba que hubiera apendicitis;
Cuando en vez de champaña se obsequiaba masato
De Vélez, y era todo barato, muy barato,
Y tanto, que un ternero (y eso era «toma y daca»)
Lo daban por un peso y encimaban la vaca;
Cuando las calles eran iguales en un todo
A éstas, polvo en verano, y en el invierno, lodo,
Por donde hoy es difícil que los «autos» circulen,
Y esto, cual muchos dicen, por culpa de la Ulen,
Mas afirman (en crónicas muchas cosas yo hallo)
Que entonces las visitas se hacían a caballo,
Y hoy ni así, pues es tanta la tierra que bazucan
Que en tan grandes zanjones los perros se desnucan.

Pero basta de «Introito», porque caigo en la cuenta
De que esto ya está largo...
                                                    Fue en 1630
O 31. A veces se me va la memoria
Y siempre quitan tiempo las consultas de Historia,
Y en años -no habrá nadie que a mal mi dicho tome-
Una cuarta de menos o de más no es desplome.
(Y antes de que los críticos se me vengan encima
Digo que «treinta» y «cuenta» no son perfecta rima,
Pero tengo en mi abono que ingenios del Parnaso,
Por descuido, o capricho, o por salir del paso,
Que es lo que yo confieso me ocurre en este instante,
Hicieron «mente» y «frente», de «veinte» consonante).

Diré, pues: «Hace siglos». Mi narración, exacta
Será, cual de elecciones ha sido siempre una acta,
Y escribiendo: «Hace siglos», nadie dirá que invento
O adultero las crónicas.
                                            Y sigo con mi cuento.
Don Juan Rodríguez Fresle (así yo di principio
A esta historia, que alguno dirá que es puro ripio);
Don Juan, en aquel día (la fecha no recuerdo
Pues en fechas y números el hilo siempre pierdo,
Aunque ya es necesario que la atención concentre
Y de lleno, en materia, sin más preámbulos entre).

Don Juan, el de «El Carnero», yendo para la Audiencia,
Donde copiaba Cédulas, le hizo gran reverencia
Al Arzobispo Almansa, que en actitud tranquila
A los trabajadores en el atrio vigila.
(Se decía «altozano», pero «atrio»
escribo, porque
No quiero que un «magíster» por tan poco me ahorque).

Debéis saber que entonces, frente a la Catedral
El agua de las lluvias formaba un barrizal,
Y para que los fieles cuando entraban a misa
Evitaran el barro de las charcas, aprisa
Puentecitos hacían frailes y monaguillos
Con tablas y cajones y piedras y ladrillos.

(Pobres santafereñas: tendrían malos ratos
Cuando allí se embarraban enaguas y zapatos,
Y también los tendrían los pobres «chapetones»
Porque sabréis que entonces no había zapatones.
Que yo divago mucho, me diréis impacientes;
Es verdad, pero tengo buenos antecedentes,
Como Byron, y Batres y Casti, el italiano,
A quienes en tal vicio se les iba la mano;
Mas sé que al que divaga poca atención se presta,
Y os prometo que mi última divagación es ésta).

Y sigo: El Arzobispo con el breviario en mano,
El atrio dirigía -que él llamaba «altozano».
Aquéllo a todas horas parecía colmena:
Unos, la piedra labran, traen otros arena
Del San Francisco, río donde pescando en corro
Se veía a los frailes, y que hoy es simple chorro.
Apresurados, otros, traen cal y guijarros.
Grandes yuntas de bueyes, tirando enormes carros
Llegan.
              El Arzobispo, puesta en Dios la esperanza,
Ve que es buena su obra. Y el altozano avanza.

Don Juan Rodríguez Fresle, la tarde de aquel día,
«Estas misas parece que acaban mal», decía.
Luego se santiguaba, pues no sé de qué modo,
De la vida de entonces era el sabelotodo.

El Marqués de Sofraga, Don Sancho; a quien repugna
Santa Fe; con Oidores y vasallos en pugna
Y con el Arzobispo, sale al balcón, y airado,
Airado como siempre, viendo que el empedrado
A su palacio llega cerrándole la entrada
A su carroza, grita con voz entrecortada
Por la cólera: «¡Basta! Se ha visto tal descaro?
Al que no me obedezca le costará muy caro.
Quiero franca mi puerta!»
                                                  Todos obedecieron,
Y dejando herramientas, aquí y allá corrieron.

Viendo esto los Canónigos que salían del coro,
Tiraron los manteos, y sin juzgar desdoro
El trabajo, que sólo a débiles arredra,
La herramienta empuñaron para labrar la piedra.
Luego vinieron frailes, vinieron monaguillos;
Y sonaban palustres, escoplos y martillos.

Don Juan Rodríguez Fresle, la tarde de aquel día,
De paseo a San Diego, burlón se sonreía,
Pensando en los Canónigos que en trabajos serviles
Estaban ocupados cual simples albañiles.

Ya de noche, a su casa fue y encendió su lámpara.
Cenó, rezó el rosario, después apartó el pan para
Su desayuno. (Advierto como cosa importante
Que «pan» y «para», juntos, son un buen consonante
De «lámpara». Es sabido que nuestra lengua, sobre
Ser difícil, en rimas esdrújulas es pobre,
Mas cargando el acento sobre «pan», y si «para»
Sigue, las dos palabras sirven de rima rara).

(Y el pan guardaba, porque con el vientre vacío
No gustaba ir a misa, y entonces por el frío
O miedo a pulmonías, en esta andina zona
Eran los panaderos gente muy dormilona;
Y Don Juan que fue en todo previsor cual ninguno,
No salía a la calle jamás sin desayuno).
Prometí los paréntesis suprimir, y estoy viendo
Que en esto de promesas ya me voy pareciendo
A todos los políticos tras la curul soñada:
Que prometen... prometen, pero no cumplen nada.

«¿Y qué fin tuvo el atrio?» diréis quizás a dúo.
Es verdad. Lo olvidaba. La historia continúo,
Sin que nada suprima ni cambie, pues me jacto
De ser de viejas crónicas siempre copista exacto,
Y porque a mano tengo de apuntes buen acopio
Que en polvosos archivos con buen cuidado copio.
Y como aquí pululan gentes asaz incrédulas,
Me apoyo siempre en libros, o Crónicas o Cédulas;
Y para que no afirmen que es relumbrón de talco
Cuanto escribo, mis dichos en la verdad yo calco,
Pues perdón no merece quien por la rima rica
A pasajero aplauso la Historia sacrifica,
La Historia, que es la base del patrimonio patrio...

Y os oigo ya impacientes decirme:
                                                              -«¿Pero el atrio?»
El atrio... Lo olvidaba, y hasta a Rodríguez Fresle;
Mas sabed que en Colombia, y en todas partes, esle
Necesario al poeta que busque algún remanso
En las divagaciones, y es divagar, descanso;
Porque es tarea dura, que aterra y que contrista,
Pasar a rima, y verso la prosa ele un cronista,
Que tan sólo a la prosa de diaristas iguala,
La que en todos los tiempos ha sido prosa mala;
Y aunque en rimas y verso yo sé que poco valgo,
Veré si de este apuro con buena suerte salgo...
Y en olla fío, porque... repararéis, supongo,
Que nunca entre hemistiquios, palabra aguda pongo,
Ni hiato, y de dos llenas no formo yo diptongo
Como hizo Núñez ele Arce (Núñez de Arce ¡admiraos!
Que en dos o tres estrofas nos dijo «cáus» por «caos»,
Y hay poetas, y buenos, de fuste y nombradía,
Que hasta en la misma España ¡qué horror! dicen
«puesía»,
Cual si del Arte fuera, para ellos, la Prosodia
De nuestra hermosa lengua, ridícula parodia);
Que duras sinalefas nunca en un verso junto
Y que jamás el ritmo, cual otros, descoyunto,
Porque eso siempre indica pereza o ningún tino,
Y al verso quita encanto, más al alejandrino,
Que es sin duela el más bello, que más gracia acrisola,
Entre todos los versos en Métrica española.
Que lo digan Valencia, Lugones y Chocano,
todos ellos artífices del verso castellano,
Y que al alejandrino, que es rítmico aleteo,
Dan el garbo y la música que adivinó Berceo.

Y sigo con el atrio.
                                Después de madrugada
Volvieron los canónigos a la obra empezada.

Al Marqués de Sofraga la ira lo sofoca.
Alcaldes, Regidores al Palacio convoca;
Y Alcaldes, Regidores, ante él vienen temblando,
Y díceles colérico: «¡A obedecer! Os mando
Que a todos los Canónigos llevéis a la prisión.
Mis órdenes, oídlo, mandatos del Rey son».

Don Juan Rodríguez Fresle rezó cual buen cristiano;
No escribió, y sin reírse se acostó muy temprano,
Porque muy bien sabía que el Marqués no se anda
Por las ramas, con bromas, y cuando manda, manda.
Mas desvelado estuvo pensando y repensando
En la noche espantosa que estarían pasando
Sin dormir, los Canónigos, en cuartucho sombrío
De la cárcel, sin camas, y temblando de frío.

La siguiente mañana no hubo sol.
                                                              Turbio velo
De llovizna y de brumas encapotaba el cielo.

Fray Bernardino Almansa llega a la Catedral.
Está sobrecogida la ciudad colonial.
Salmos penitenciales se elevan desde el coro,
Y en casullas y capas brilla a la luz el oro.
El Prelado aparece como en unción divina
En el altar, y toda la multitud se inclina;
Entre luces ele cirios destella el tabernáculo;
Hay indecible angustia y hay dolor. Alza el báculo,
Y mientras que en la torre se oye el gran esquilón,
Erguido el Arzobispo lanza la excomunión.
Alcaldes, Regidores, todos excomulgados
Porque al Cielo ofendieron.
                                                  Los fieles congregados
En la Iglesia, de hinojos, y en cruz oraban.

                                                                            Fue
Aquel día de llanto y duelo en Santa Fe.
Cerradas se veían las puertas y ventanas,
Y en todas las iglesias doblaban las campanas.

Don Juan Rodríguez Fresle se dijo: «¡Ya está hecho!»
Se dio, cual buen cristiano, tres golpes en el pecho;
Pero volvió de pronto su espíritu zumbón,
Y pensando en la hora suprema del perdón,
Vio a los excomulgados con sus blancos ropones,
Al cuello sendas sogas, y en las manos blandones,
Y murmuró: «Del cielo la voluntad se haga,
Donde las dan, las toman. Quien la debo la paga».

Y escribiendo, escribiendo, la noche de aquel día,
De los excomulgados, socarrón se reía,
Porque le fue imposible su sueño conciliar
Sin que viera en las sombras por su mente pasar
Regidores y Alcaldes, cada uno en su ropón,
Cual niños que reciben primera comunión.

Don Juan Rodríguez Fresle, siempre que los veía,
Del ropón se acordaba y a solas se reía.
Michael R Burch May 2020
Sandy Hook Call to Love
by Michael R. Burch

Our hearts are broken today
for our children's small bodies lie broken;
let us gather them up, as we may,
that the truth of our Love may be spoken;
then, when we have put them away
to nevermore dream, or be woken,
let us think of the living, and pray
for true Love, not some miserable token,
to command us, for strength to obey.

The first line in the poem above came from President Obama’s speech in which he wiped away tears as he discussed the Sandy Hook killings.

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For a Sandy Hook Child, with Butterflies
by Michael R. Burch

Where does the butterfly go
when lightning rails, when thunder howls,
when hailstones scream while winter scowls
and nights compound dark frosts with snow?
Where does the butterfly go?

Where does the rose hide its bloom
when night descends oblique and chill
beyond the capacity of moonlight to fill?
When the only relief's a banked fire's glow,
where does the butterfly go?

And where shall the spirit flee
when life is harsh, too harsh to face,
and hope is lost without a trace?
Oh, when the light of life runs low,
where does the butterfly go?

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Sandy Hook Call to Action
by Michael R. Burch

We see their tiny coffins
and our hearts break,
so we ask the NRA―
"Did you make a mistake?"
And we vow to save the next child
for sweet love's sake,
but also to protect ourselves
from enduring such heartache.

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I dedicate my poems to the victims ― may they rest in peace ― and I urge all Americans to act now, before the next massacre. If we don't, our loved ones will remain continually at risk:

Epitaph for a Sandy Hook Child
by Michael R. Burch

I lived as best I could, and then I died.
Be careful where you step: the grave is wide.

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This poem is for mothers who lost children at Sandy Hook, and in other similar tragedies ...

Childless
by Michael R. Burch

How can she bear her grief?
Mightier than Atlas, she shoulders the weight
Of one fallen star.

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Shooting Gallery
by Michael R. Burch

If we live by the rule of the gun
what can a small child do,
but run?

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Sixteen of the students who died at Sandy Hook were six years old; the other four students were seven. I wrote the poem below for another child gunned down by a madman. While we cannot legislate sanity, we can be sane enough to legislate away the "right" of serial killers to purchase assault weapons so easily. We can defend many small victims from such carnage, if "we the people" have the wisdom and the will to defend them.

Child of 9-11
by Michael R. Burch

a poem for Christina-Taylor Green, who was born
on September 11, 2001 and died at the age of nine,
shot to death ...

Child of 9-11, beloved,
I bring this lily, lay it down
here at your feet, and eiderdown,
and all soft things, for your gentle spirit.
I bring this psalm ― I hope you hear it.

Much love I bring ― I lay it down
here by your form, which is not you,
but what you left this shell-shocked world
to help us learn what we must do
to save another child like you.

Child of 9-11, I know
you are not here, but watch, afar
from distant stars, where angels rue
the brutal things some mortals do.
I also watch; I also rue.

And so I make this pledge and vow:
though I may weep, I will not rest
nor will my pen fail heaven's test
till guns and wars and hate are banned
from every shore, from every land.

Child of 9-11, I grieve
your tender life, cut short ... bereaved,
what can I do, but pledge my life
to saving lives like yours? Belief
in your sweet worth has led me here ...

I give my all: my pen, this tear,
this lily and this eiderdown,
and all soft things my heart can bear;
I bear them to your final bier,
and leave them with my promise, here.

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US or Them?
by Michael R. Burch

The NRA wants money in the till,
thus Adam Lanza had a license to ****.
Our government’s the serial killer’s shill
and will be, unless WE express OUR will
and vote to save our children from Boot Hill.

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This haiku below makes me think of the students and teachers of Sandy Hook, who were trapped in a war zone:

War
stood at the end of the hall
in the long shadows
―original haiku by Watanabe Hakusen, translation by Michael R. Burch

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Piercing the Shell
by Michael R. Burch

If we strip away all the accouterments of war,
perhaps we'll discover what the heart is for.

It seems to me that the NRA has declared a war ― an open season ― on our children, by insisting that assault weapons must be available to every Tom, **** and ***** Harry. But what will we, the people, say and do?

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Something
by Michael R. Burch

Something inescapable is lost―
lost like a pale vapor curling up into shafts of moonlight,
vanishing in a gust of wind toward an expanse of stars
immeasurable and void.

Something uncapturable is gone―
gone with the spent leaves and illuminations of autumn,
scattered into a haze with the faint rustle of parched grass
and remembrance.

Something unforgettable is past―
blown from a glimmer into nothingness, or less,
and finality has swept into a corner where it lies
in dust and cobwebs and silence.

###

Frail Envelope of Flesh
by Michael R. Burch

Frail envelope of flesh,
lying cold on the surgeon’s table
with anguished eyes
like your mother’s eyes
and a heartbeat weak, unstable ...

Frail crucible of dust,
brief flower come to this―
your tiny hand
in your mother’s hand
for a last bewildered kiss ...

Brief mayfly of a child,
to live six artless years!
Now your mother’s lips
seal up your lips
from the Deluge of her tears ...

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Here are tribute poems for exceptional children who should be alive today:

Emilie Parker,
the horror grows starker
as we see your sweet image
and cringe at the carnage;
but dear, how you mesmerize
with those vivid blue eyes
and death cannot sever
our hearts from you, ever.

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Dylan Hockley,
a blue-eyed "gorgeous boy,"
was super beyond
death's power to destroy.

###

Jack Pinto,
who idolized the New York Jets' Victor Cruz,
is now Cruz's hero
and neither can lose.

###

Grace Audrey McDonnell,
our "beautiful, sweet little girl,"
wherever you are now,
there's a far brighter world.

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Avielle Richman
had a "spirit that drew people in"
(and an infinitely knowing
and cheeky grin!).

###

Noah Pozner,
"extremely bright"―
your mind and your smile
both exuded light.

###

Jessica Rekos,
a "creative, beautiful little girl"
who loved horses,
are you now riding Pegasus
down heaven's courses?

###

Benjamin Wheeler,
"an irrepressibly bright and spirited boy"
had brown, soulful eyes
and a spirit no killer can destroy.

###

Ana Marquez-Greene,
as sweet a child as we've seen,
you "beat us all to paradise."
Was it because you were so very nice?

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Charlotte Bacon,
our love for you is unshaken;
as you "lit up all rooms" down here
you now illuminate heaven, dear.

###

Daniel Barden, his family's light,
once brightened this earth, and now brightens heaven―
not a bad trick for a boy who's just seven!

###

Olivia Engel,
angel,
your only possible crime (I've been told)
was "being a wiggly, smiley six-year-old!"

###

Allison Wyatt,
so shy, so sweet, so caring,
loved to garden with her mother.
Six pink candles, then an eternity of sharing.

###

Catherine Violet Hubbard
when you were here
the cupboard
of life
was never bare,
but full of light
and your electric hair!

###

Josephine Gay
had just turned seven;
now she will always be
"a lovely part of heaven."

###

Caroline Previdi,
"sweet, precious little angel,"
we fondly remember
your infectious smile.

###

Chase Kowalski, age seven
seems awfully early for heaven;
but since there was never a better child ...
perhaps the angels called, beguiled?

###

Jesse Lewis, so full of life,
you could fill a room with bright laughter;
I'm sure you're entertaining angels now
and brightening the Hereafter!

###

James Mattioli,
exceptional swimmer,
without your bright presence
the world seems much dimmer.

###

Madeleine Hsu,
what we know of you
is so limited, but we love you too.
May your loved ones keep your memory secure
and your memory give them the strength to endure.

###

Here is a memorial poem for the school's lovely, valiant principal who, according to accounts, ran to defend her young charges the minute she heard shots being fired, lunging at the shooter in an attempt to disarm him:

Dawn Hochsprung,
each child's courageous friend―
you defended them all till the unthinkable end;
so let your kindness and valor be sung.

###

Rachel Davino protected her charges
from the killer's barrages;
like her loyal friend,
she was loyal to the end.

###

Anne Marie Murphy,
fun-loving, hard worker;
you defended your charges―
no coward, no shirker.

###

Lauren Gabrielle Rousseau,
who loved to teach, and who loved children so,
we're glad you achieved your dream
that final year, and how lovely you seem!

###

When Mary heard shots being fired, she could have run away to save her own life, but she joined principal Dawn Hochsprung by leaping to her feet and running to protect the students she loved so much.

Mary Sherlach, who courageously ran
without thought for her life to the aid of the children,
taught not just them, but also us,
love's surplus.

###

Everyone loved Miss Victoria Soto;
she was every student's friend.
And when a killer threatened her charges,
she defended them to the end.

Keywords/Tags: Sandy Hook, school, shooting, massacre, students, children, teachers, gun control
Robert C Howard Mar 2015
Jerry Singing at his Lathe

Slim and mustached
Jerry sang his heart out
in overalls at his lathe –
the Mario Lanza of Kent-Moore Tools.

Curled metal gathered at his feet
as he cut hard steel into usable parts.
He glanced at the prints,
reset the turret to take a second pass
and belted out another chorus.

Jerry retro-dreamed of New York,
of lessons, certificates, Juilliard
and arias finished with outstretched arms –
visions derailed but unforgotten.

Global madness sent him to France.
With a pack and an M1 in place of scores.
Jerry helped set Paris free
yet never left a song on its stages.

Kent-Moore paid him well
and masked by din of colliding metal
Jerry sang and sang and sang all day
for rivet guns and turret lathes.
His voice would melt your heart.

*July, 2006
Included in Unity Tree - Collected poems
pub. CreateSpace - Amazon.com
Era un aire suave, de pausados giros;
el hada Harmonía rimaba sus vuelos,
e iban frases vagas y tenues suspiros
entre los sollozos de los violoncelos.Sobre la terraza, junto a los ramajes,
diríase un  trémolo de liras eolias
cuando acariciaban los sedosos trajes,
sobre el tallo erguidas, las blancas magnolias.La marquesa Eulalia risas y desvíos
daba a un tiempo mismo para dos rivales:
el vizconde rubio de los desafíos
y el abate joven de los madrigales.Cerca, coronado con hojas de viña,
reía en su máscara Término barbudo,
y, como un efebo que fuese una niña,
mostraba una Diana su mármol desnudo.Y bajo un boscaje del amor palestra,
sobre el rico zócalo al modo de Jonia,
con un candelabro prendido en la diestra
volaba el mercurio de Juan de Bolonia.La orquesta parlaba sus mágicas notas;
un coro de sones alados se oía;
galantes pavanas, fugaces gavotas
cantaban los dulces violines de Hungría.Al oír las quejas de sus caballeros,
ríe, ríe, ríe la divina Eulalia,
pues son un tesoro las flechas de Eros,
el cinto de Cipria, la rueca de Onfalia. ¡Ay de quien sus mieles y frases recoja!
¡Ay de quien del canto de su amor se fíe!
Con sus ojos lindos y su boca roja,
la divina Eulalia ríe, ríe, ríe.Tiene azules ojos, es maligna y bella;
cuando mira, vierte viva luz extraña;
se asoma a las húmedas pupilas de estrella
el alma del rubio cristal de Champaña.Es noche de fiesta, y el baile de trajes
ostenta su gloria de triunfos mundanos.
La divina Eulalia, vestida de encajes,
una flor destroza con sus tersas manos.El teclado armónimo de su risa fina
a la alegre música de un pájaro iguala.
Con los staccati  de una bailarina
y las locas fugas de una colegiala.¡Amoroso pájaro que trinos exhala
bajo el ala a veces ocultando el pico;
que desdenes rudos lanza bajo el ala,
bajo el ala aleve del leve abanico!Cuando a media noche sus notas arranque
y en arpegios áureos gima Filomela,
y el ebúrneo cisne, sobre el quieto estanque,
como blanca góndola imprima su estela,la marquesa alegre llegará al boscaje,
boscaje que cubre la amable glorieta
donde han de estrecharla los brazos de un paje,
que siendo su paje será su poeta.Al compás de un canto de artista de Italia
que en la brisa errante la orquesta deslíe,
junto a los rivales, la divina Eulalia
la divina Eulalia ríe, ríe, ríe.¿Fue acaso en el tiempo del rey Luis de Francia,
sol con corte de astros, en campos de azur,
cuando los alcázares llenó de fragancia
la regia y pomposa rosa Pompadour?¿Fue cuando la bella su falda cogía
con dedos de ninfas, bailando el minué,
y de los compases el ritmo seguía
sobre el tacón rojo, lindo y leve pie?¿O cuando pastoras de floridos valles
ornaban con cintas sus albos corderos,
y oían, divinas Tirsis de Versalles,
las declaraciones de sus caballeros?¿Fue en ese buen tiempo de duques pastores,
de amantes princesas y tiernos galanes,
cuando entre sonrisas y perlas y flores
iban las casacas de los chambelanes?¿Fue acaso en el Norte o en el Mediodía?
Yo el tiempo y el día y el país ignoro;
pero sé que Eulalia ríe todavía,
¡y es cruel y eterna su risa de oro!
Ardiente juventud, tú que la herencia
Recoges ya del siglo diez y nueve,
Y que el maduro fruto de la ciencia
Llevas al porvenir con planta breve;
Tú que en la edad viril, la limpia aurora
Verás del nuevo siglo, en que, alentado
Por el rico saber que hoy atesora,
Tu espíritu esforzado,
Al saludar gozosa el sol naciente,
Honrarás las conquistas del presente
Con las sabias lecciones del pasado:

Atiende aquí a mi voz; vibre mi acento
Como un canto triunfal en tus oídos;
Y en noble sentimiento,
Como al sonar de bélico instrumento,
Los generosos pechos encendidos,
Al escucharse de la lira mía
Las toscas pulsaciones,
La acompañen en rítmica armonía
Latiendo vuestros nobles corazones.

Madre es la Patria, que confiada espera,
Al contemplaros, de su amor ufana,
En la marcial carrera,
Su porvenir, su nombre y su bandera
En vuestras manos entregar mañana;
Y, escudos de la ley y del derecho,
La mente con la ciencia engalanada,
Las patricias virtudes en el pecho,
Podréis decir que irradia vuestra espada
Aquella luz que en África una noche
Vieron brillar de César los guerreros
Como lenguas de fuego en sus aceros.

Que no siempre el aliento de la guerra
Fue engendro del rencor y la venganza;
Ni el odio y la matanza
Sobre la faz de la extendida tierra
Han llevado las huestes victoriosas
Que, cual fieros torrentes desbordados,
Destruyeron naciones poderosas
En los heroicos tiempos ya pasados.

El saber, las costumbres, las ideas;
El rico idioma que a mezclarse llega
Con ignotos idiomas escondidos;
La extraña actividad que se desplega,
Al formar vencedores y vencidos
Nuevos pueblos, y razas, y naciones,
Con más altas tendencias,
Con más nobles creencias,
Y más rico caudal de aspiraciones:

Esta la guerra fue. ¡Cuán grande miro,
Sobre la deslumbrante Babilonia,
Su poderoso imperio alzando Ciro!
¡Y al hundirse la asiría monarquía,
De sus escombros de oro y alabastro
Surgir una era nueva, como un astro
Derramando la luz del nuevo día!

El espíritu helénico ¿a quién debe
Su más alto esplendor? Se alza primero
Como lejana luz brillando leve;
Lo trasforma en un sol la voz de Homero;
Y su inmortal fulgor, grande y fecundo,
Viene a alumbrar la historia,
Cuando Alejandro, en alas de la gloria,
Lo extiende en sus conquistas por el mundo.

Predilecto del genio y la victoria,
Por donde quiera que la firme planta
Asienta el hijo de Filipo, un templo
Para honrar el progreso se levanta.
¡Oh caudillo esforzado y sin ejemplo!
Su triunfal estandarte
Pueblos, reyes y obstáculos desprecia,
Porque lleva con él la fe de Grecia,
La voz del genio y el poder del arte.
Y al calor de la lucha y de las armas,
Y a la sombra del águila altanera
Que hacia el Oriente sus legiones guía,
Cifra imperecedera
De inmensa gloria, nace Alejandría.

¡Augusto emporio del saber humano,
Irguióse altiva entre la mar y el Nilo,
Siguiendo el trazo que con diestra mano
Supo copiar Dinócrates tranquilo
Del manto militar del soberano!

Ved: las romanas picas aparecen
Anunciando a la tierra
Que otros gérmenes crecen;
Que en la ciudad de Rómulo se encierra
El porvenir de cien generaciones,
Que llevarán, en alas de la guerra,
Fuertes y victoriosas sus legiones.
Y bajo el sol ardiente de Cartago,
Y en la margen del Támesis sombrío,
Y del Danubio entre el murmullo vago,
Y al pintoresco pie del Alpe frío,
Con César y Pompeyo soberanas,
Llevando al mundo entre sus garras preso,
De la victoria al encendido beso,
Se han de cernir las águilas romanas.

Y al cruzar esas huestes, anchas vías
Se abren para el viajero;
Despiertan en los pueblos simpatías,
Del mercader audaz rico venero;
Surcan tendidos mares los bajeles,
Y, nuevo Deucalión, Roma dejando
Su camino regado de laureles,
Fantásticas ciudades van brotando;
Y, el polvo que levantan los corceles,
Al disipar los vientos,
Dejan ver, como huellas de su paso,
Soberbios monumentos
Desde do nace el sol hasta el ocaso.

Después de tantos siglos de victoria
Roma también inclina su bandera;
Y los últimos fastos de su historia
El triunfo son de muchedumbre fiera
Atravesando con feroz encono
Los lejanos y estériles desiertos,
Y en numerosas hordas conducidos
Por caminos inciertos.
Cual de mares que están embravecidos,
Su espuma salpicando en las arenas
Las gigantescas olas,
Llegan a sepultar playas serenas:
Así vienen, ardientes y terribles,
Hunos, godos, alanos y lombardos,
Vándalos, francos, suevos, burguiñones,
Galos y anglo-sajones;
Y de ese hervor de muchedumbre extraña
Surgen nuevas naciones:
Inglaterra, Alemania, Francia, España.

Del escondido seno de la Arabia
Brota un incendio nuevo que devora
Al mundo ya cristiano;
Brilla la media luna aterradora;
Lanza un grito de guerra el africano;
Y Europa, en otro tiempo vencedora,
Trémula mira la atrevida mano
Del hijo del profeta,
Que, incontrastable, vino
A clavar su pendón sobre los muros
De la imperial ciudad de Constantino.
Su irresistible empuje
Hace rodar el trono de los godos;
Al paso del islam la tierra cruje,
Y al cielo de la ciencia tres estrellas
En tan sangrienta y trágica demanda
Asoman luego espléndidas y bellas:
Son Córdoba, Bagdad y Samarcanda.

Y en esa larga noche tenebrosa
Del espíritu humano, en la Edad Media,
Esos astros de luz esplendorosa
Guardan el sacro fuego
Que el mundo entonces desconoce ciego,
Y que otra culta edad mira asombrada,
Cuando su noble admiración excita
De Córdoba la arábiga Mezquita,
Y la soberbia Alhambra de Granada.

Siempre tras de la guerra,
Más vigorosa llega la cultura:
Así sobre la tierra
La negra tempestad ruge en la altura;
Tremenda se desata
De su seno la hirviente catarata;
El formidable rayo serpentea;
El relámpago incendia el horizonte;
El huracán los ámbitos pasea,
Infundiendo el terror del prado al monte
Y aquella confusión que, estremecida
Y acobardada ve Naturaleza,
Es nueva fuente de vigor y vida,
Y manantial de amor y de belleza.

Recordadlo vosotros, cuyo pecho
Desde temprana edad honra la insignia
Del soldado del pueblo y del derecho;
Y no olvidéis jamás, si acaso un día,
Siguiendo con valor vuestra bandera.
Lleváis o resistís la guerra impía
De nación extranjera,
Sin consentir jamás infame yugo,
Que la espada esgrimís del ciudadano,
No el hacha del verdugo:
Que el pendón que enarbola vuestra mano,
Es la antorcha de luz, y no la tea
Del incendiario vil: que los desvelos
De esta patria, tan tiernos y prolijos,
Es hallar en vosotros dignos hijos
De Hidalgo, de Guerrero y de Morelos.

No olvidéis que mecióse vuestra cuna
En el mismo recinto
Sobre el cual resistieron los aztecas
A las huestes del César Carlos Quinto;
Y que el indio jamás huyó cobarde,
Ni al ver flotando espléndidos palacios
En el revuelto mar, de audacia alarde;
Ni al ver cruzar, silbando en el espacio,
El duro proyectil; ni ante el ruido
Atronador del arcabuz ibero;
Ni al conocer el ágil y ligero
Corcel, que, resoplando entre la espuma
De sus hinchadas fauces, parecía
Hundir el virgen suelo que regía
Con su dorado cetro Moctezuma.
Recordad que a los golpes de la espada,
Y de las lanzas a los botes rudos,
Nunca temió la raza denodada,
Cuyos pechos desnudos
Puso ante los cañones por escudos.
Recordad que este pueblo, cuando siente
Herir su dignidad, fulmina el rayo,
Lo mismo en las montañas insurgente,
Que en los baluartes bajo el sol de mayo:
Que, en páginas de luz dejando escritas,
Glorias que nunca empañará la niebla,
Hidalgo fue un titán de Granaditas,
Y fue un gigante Zaragoza en Puebla:
Que merece en la historia eterna vida
La guerra al invasor osado y fiero,
Cual merece la guerra fratricida
La maldición del Universo entero:
Que una docta experiencia
Dicen que dan el triunfo ambicionado,
Más que las toscas armas del soldado,
Las invencibles armas de la ciencia;
Y, sabios y prudentes,
Al recoger la enseña sacrosanta
De esta patria, que hoy ciñe vuestras frentes
Con el lauro debido a vuestro celo,
Veladla siempre con amor profundo;
Y así cual brilla el sol sobre la esfera,
Mire brillar en vuestra mano el mundo,
Libre y llena de honor, nuestra bandera.
Dad de firmeza y de heroísmo ejemplo;
Nunca luchéis hermano contra hermano;
Amad la patria: y hallaréis por templo
El corazón del pueblo mejicano.
Sputnik Andrade Feb 2013
Siento el peso de este mundo en mi cabeza. Y no sé si en algún momento de mi vida fui.

Si viviera yo en una edad oscura, si obedeciera yo a un ínclito rey, a una palabra suprema, al poder de dios, entonces yo caminaría en el relieve bajo el mar. Y sería perfecta porque existiría para pelear guerras santas y salvar vírgenes raptadas.

Sería perfecta y no tendría miedo.

Estaría yo forjada desde el principio con una lanza en la mano y el yelmo en la cabeza. Sería un caballero de ilustres tierras, de ilustres logros.

Los tiempos modernos, sin embargo, me han despojado de un destino glorioso.

No tengo nada más que incertidumbre. No tengo un nombre que sea mío. No poseo títulos ni tesoros ganados.

No soy nada más que una armadura vacía. Y el paso del tiempo me oxida las articulaciones.

¿A dónde pueden huir las almas guerreras? ¿A qué rey acudo para prometerle fidelidad?

No hay aspiraciones nobles en este mundo. Me tengo que armar de pedazos rotos, de rituales inútiles. Mi escudo es un libro de hojas muy blandas. Mi vestido es de hilos muy ligeros. Jamás he visto vestíbulos de grandes castillo, jamás he añorado el amor de una hermosa señora, jamás he clavado flechas en el corazón de un dragón.

¿Qué soy entonces?

Si no soy lo que quiero, ¿qué es esto que respira y que duele y que se lastima los nudillos de las manos de tanto golpear las puertas?

Las puertas no abren. No sé si algún día abrirán. Mis sueños están formados con la intención de atravesarlas. Mis manos están hechas para esgrimar famosas espadas.

Y no tengo nada. Y no tengo nada que no sea invisible.

La armadura que soy yo no es nada más que la promesa de la armadura. Y mi voz metálica es la promesa de la voz.

Y no sé yo si soy.
the earth shook
last night
sending a tremor
through six feet of
dirt, wreath and wood
to my rotting corpse
beneath

and I rolled over

for 16 months
I  tried to
rest in peace
as my spirit wandered
restlessly
but last night
even the stoic palms
shuddered in disbelief

and I rolled over

I was just
going home....ma,
talking
on the phone...ma,
when a '*******'
with a gun
shot be down...ma
now maggots and fleas
are crunching
my bones ...ma

and the '*******' is free???

maybe if
I were white
like lanza and holmes
I'd be left alone,
not profiled;
given a pass,
to commit
mass homicides,
not take a bullet
through the heart

for being black!!!

I was born in '95
the year 168 died
in OKC
and 1 million men marched
in DC
but last night
justice exploded
in sanford

and
I
rolled
over...

~ P
Rey de los hidalgos, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...¡Caballero errante de los caballeros,
varón de varones, príncipe de fieros,
par entre los pares, maestro, salud!
¡Salud, porque juzgo que hoy muy poca tienes,
entre los aplausos o entre los desdenes,
y entre las coronas y los parabienes
y las tonterías de la multitud!¡Tú, para quien pocas fueron las victorias
antiguas y para quien clásicas glorias
serían apenas de ley y razón,
soportas elogios, memorias, discursos,
resistes certámenes, tarjetas, concursos,
y, teniendo a Orfeo, tienes a orfeón!Escucha, divino Rolando del sueño,
a un enamorado de tu Clavileño,
y cuyo Pegaso relincha hacia ti;
escucha los versos de estas letanías,
hechas con las cosas de todos los días
y con otras que en lo misterioso vi.¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida,
con el alma a tientas, con la fe perdida,
llenos de congojas y faltos de sol,
por advenedizas almas de manga ancha,
que ridiculizan el ser de la Mancha,
el ser generoso y el ser español!¡Ruega por nosotros, que necesitamos
las mágicas rosas, los sublimes ramos
de laurel Pro nobis ora, gran señor.
¡Tiembla la floresta de laurel del mundo,
y antes que tu hermano vago, Segismundo,
el pálido Hamlet te ofrece una flor!Ruega generoso, piadoso, orgulloso;
ruega casto, puro, celeste, animoso;
por nos intercede, suplica por nos,
pues casi ya estamos sin savia, sin brote,
sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,
sin piel y sin alas, sin Sancho y sin Dios.De tantas tristezas, de dolores tantos
de los superhombres de Nietzsche, de cantos
áfonos, recetas que firma un doctor,
de las epidemias, de horribles blasfemias
de las Academias,
¡líbranos, Señor!De rudos malsines,
falsos paladines,
y espíritus finos y blandos y ruines,
del hampa que sacia
su canallocracia
con burlar la gloria, la vida, el honor,
del puñal con gracia,
¡líbranos, Señor!Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos,
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...¡Ora por nosotros, señor de los tristes
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión!
¡que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón!
Una voz ancestral,
un tambor africano
y un verso elemental
peruano.
El ***** en el Perú
actualmente no sufre,
ya no hay esclavitud
ni azufre.
Le dieron tibio baño
en tina de jabón
porque en su ama dio el germen
que no tuvo el patrón.
Del seno de mi abuela
a mi madre brindó,
el hijo del amito
mamó, mamó, mamó.
Y mi abuelo con su amo
en la Casa ´e Jarana
cantujaron de alirio,
cantujaron replana.
Y en la casa ´e jarana
-con el Amito Viejo-
bailaron mis hermanas
zamacueca y festejo.
El padre de mi amito
de mi abuela gustó
y mi abuelo a su amita burló.
Yo le dijera "primo"
a ese blanco travieso
de cabello enrizao
y de labio muy grueso...
El ***** en el Perú
actualmente no sufre,
ya no hay esclavitud
ni azufre.
Más ha sufrido el *****
nuestro hermano de Cuba
descendiente directo
nagó, yoruba.
Más ha sufrido el *****
muerto en Santo Domingo
por los diarios abusos del ******.
Más ha sufrido el *****
cantor de Panamá
que el ***** jaranista
de acá.
Más ha sufrido el *****
labrador de Haití
que el zambo guaragüero
de aquí.
Más ha sufrido el *****
del morro y la favela
que mi padre y mi madre
y mi abuela.
En fin, más sufre el *****
de Harlem a Lousiana
que nuestra gente negra
peruana...
 
Y al "problema del *****"
-segregación racial-
el mundo permanece
neutral.
Quiero aguda mi rima
como ***** de lanza.
Que otra mano la esgrima
si alcanza.
Yo jamás con voz hurgo
perentoria.
Yo ja... ¡Johanesburgo!
¡Pretoria!
Cuando en Johannesburgo
llegue el "Día de Sangre"
yo quiero estar allí,
compadre.
Cuando en Johannesburgo
llegue el "Día de Sangre"
debemos estar todos
¡Hijos de negra madre!
Con la voz ancestral
el machete en la mano
y el verso elemental
hermano.
Las ventanas se han estremecido, elaborando una metafísica del universo. Vidrios han caído. Un enfermo lanza su queja: la mitad por su boca lenguada y sobrante, y toda entera, por el ano de su espalda.
Es el huracán. Un castaño del jardín de las Tullerías habráse abatido, al soplo del viento, que mide ochenta metros por segundo. Capiteles de los barrios antiguos, habrán caído, hendiendo, matando.
¿De qué punto interrogo, oyendo a ambas riberas de los océanos, de qué punto viene este huracán, tan digno de crédito, tan honrado de deuda derecho a las ventanas del hospital? Ay las direcciones inmutables, que oscilan entre el huracán y esta pena directa de toser o defecar! Ay! las direcciones inmutables, que así prenden muerte en las entrañas del hospital y despiertan células clandestinas a deshora, en los cadáveres.
¿Qué pensaría de si el enfermo de enfrente, ése que está durmiendo, si hubiera percibido el huracán? El pobre duerme, boca arriba, a la cabeza de su morfina, a los pies de toda su cordura. Un adarme más o menos en la dosis y le llevarán a enterrar, el vientre roto, la boca arriba, sordo el huracán, sordo a su vientre roto, ante el cual suelen los médicos dialogar y cavilar largamente, para, al fin, pronunciar sus llanas palabras de hombres.
La familia rodea al enfermo agrupándose ante sus sienes regresivas, indefensas, sudorosas. Ya no existe hogar sino en torno al velador del pariente enfermo, donde montan guardia impaciente, sus zapatos vacantes, sus cruces de repuesto, sus píldoras de opio. La familia rodea la mesita por espacio de un alto dividendo. Una mujer acomoda en el borde de la mesa, la taza, que casi se ha caído.
Ignoro lo que será del enfermo esta mujer, que le besa y no puede sanarle con el beso, le mira y no puede sanarle con los ojos, le habla y no puede sanarle con el verbo. ¿Es su madre? ¿Y cómo, pues, no puede sanarle? ¿Es su amada? ¿Y cómo, pues, no puede sanarle? ¿Es su hermana? Y ¿cómo, pues, no puede sanarle? ¿Es, simplemente, una mujer? ¿Y cómo pues, no puede sanarle? Porque esta mujer le ha besado, le ha mirado, le ha hablado y hasta le ha cubierto mejor el cuello al enfermo y ¡cosa verdaderamente asombrosa! no le ha sanado.
El paciente contempla su calzado vacante. Traen queso. Llevan sierra. La muerte se acuesta al pie del lecho, a dormir en sus tranquilas aguas y se duerme. Entonces, los libres pies del hombre enfermo, sin menudencias ni pormenores innecesarios, se estiran en acento circunflejo, y se alejan, en una extensión de dos cuerpos de novios, del corazón.
El cirujano ausculta a los enfermos horas enteras. Hasta donde sus manos cesan de trabajar y empiezan a jugar, las lleva a tientas, rozando la piel de los pacientes, en tanto sus párpados científicos vibran, tocados por la indocta, por la humana flaqueza del amor. Y he visto a esos enfermos morir precisamente del amor desdoblado del cirujano, de los largos diagnósticos, de las dosis exactas, del riguroso análisis de orinas y excrementos. Se rodeaba de improviso un lecho con un biombo. Médicos y enfermeros cruzaban delante del ausente, pizarra triste y próxima, que un niño llenara de números, en un gran monismo de pálidos miles. Cruzaban así, mirando a los otros, como si más irreparable fuese morir de apendicitis o neumonía, y no morir al sesgo del paso de los hombres.
Sirviendo a la causa de la religión, vuela con éxito esta mosca, a lo largo de la sala. A la hora de la visita de los cirujanos, sus zumbidos nos perdonan el pecho, ciertamente, pero desarrollándose luego, se adueñan del aire, para saludar con genio de mudanza, a los que van a morir. Unos enfermos oyen a esa mosca hasta durante el dolor y de ellos depende, por eso, el linaje del disparo, en las noches tremebundas.
¿Cuánto tiempo ha durado la anestesia, que llaman los hombres? ¡Ciencia de Dios, Teodicea! si se me echa a vivir en tales condiciones, anestesiado totalmente, volteada mi sensibilidad para adentro! ¡Ah doctores de las sales, hombres de las esencias, prójimos de las bases! Pido se me deje con mi tumor de conciencia, con mi irritada lepra sensitiva, ocurra lo que ocurra aunque me muera! Dejadme dolerme, si lo queréis, mas dejadme
despierto de sueño, con todo el universo metido, aunque fuese a las malas, en mi temperatura polvorosa.
En el mundo de la salud perfecta, se reirá por esta perspectiva en que padezco; pero, en el mismo plano y cortando la baraja del juego, percute aquí otra risa de contrapunto.
En la casa del dolor, la queja asalta síncopes de gran compositor, golletes de carácter, que nos hacen cosquillas de verdad, atroces, arduas, y, cumpliendo lo prometido, nos hielan de espantosa incertidumbre.
En la casa del dolor, la queja arranca frontera excesiva. No se reconoce en esta queja de dolor, a la propia queja de la dicha en éxtasis, cuando el amor y la carne se eximen de azor y cuando, al regresar, hay discordia bastante para el diálogo.
¿Dónde está, pues, el otro flanco de esta queja de dolor, si, a estimarla en conjunto, parte ahora del lecho de un hombre? De la casa del dolor parten quejas tan sordas e inefables y tan colmadas de tanta plenitud que llorar por ellas sería poco, y sería ya mucho sonreír.
Se atumulta la sangre en el termómetro.
¡No es grato morir, señor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida! ¡No es grato morir, señor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida! ¡No es grato morir, señor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que pudo dejarse en la vida!
Y el Alma se asustó
a las cinco de aquella tarde azul desteñida.
El labio entre los linos la imploró
con pucheros de novio para su prometida.

El Pensamiento, el gran General se ciñó
de una lanza deicida.
El Corazón danzaba; más, luego sollozó:
la bayadera esclava estaba herida?

Nadal Fueron los tigres que la dan por correr
a apostarse en aquel rincón, y tristes ver
'los ocasos, que llegan desde Atenas.

No habrá remedio para este hospital de nervios,
para el gran campamento irritado de este atardecer)
Y el General escruta volar siniestras penas
allá ................................

en el desfiladero de mis nervios!
Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
más es eterno mi amor.En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias,
y son mentiras sus glorias,
y mentira su ilusión.Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape suave beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto
y tus dolientes gemidos,
apagando los latidos
de tu herido corazón.
Escrita en viejo dialecto eolio
hallé esta página dentro un infolío
y entre los libros de un monasterio
del venerable San Agustín.
Un fraile acaso puso el escolio
que allí se encuentra; dómine serio
de flacas manos y buen latín.
Hay sus lagunas.... Cuando los toros
de las campañas bajo los oros
que vierte el hijo de Hiperión,
pasan mugiendo, y en las eternas
rocas salvajes de las cavernas
esperezándose ruge el león;
cuando en las vírgenes y verdes parras
sus secas notas dan las cigarras,
y en los panales de Himeto deja
su rubia carga la leve abeja
que en bocas rojas chupa la miel,
junto a los mirtos, bajo los lauros,
en grupo lírico van los centauros
con la armonía de su tropel.Uno las patas rítmicas mueve,
otro alza el cuello con gallardía
como en hermoso bajorrelieve
que a golpes mágicos Scopas haría;
otro alza al aire las manos blancas
mientras le dora las finas ancas
con baño cálido la luz del sol;
y otro, saltando piedras y troncos,
va dando alegres sus gritos roncos
como el ruido de un caracol.Silencio. Señas hace ligero
el que en la tropa va delantero;
porque a un recodo de la campaña
llegan en donde Diana se baña.
Se oye el ruido de claras linfas
y la algazara que hacen las ninfas.
Risa de plata que el aire riega
hasta sus ávidos oídos llega;
golpes en la onda, palabras locas,
gritos joviales de frescas bocas,
y los ladridos de la traílla
que Diana tiene junto a la orilla
del fresco río, donde está ella
blanca y desnuda como una estrella.Tanta blancura, que al cisne injuria,
abre los ojos de la lujuria:
sobre las márgenes y rocas áridas
vuela el enjambre de las cantáridas
con su bruñido verde metálico,
siempre propicias al culto fálico.
Amplias caderas, pie fino y breve;
las dos colinas de rosa y nieve...
¡Cuadro soberbio de tentación!
¡Ay del cuitado que a ver se atreve
lo que fue espanto para Acteón!
Cabellos rubios, mejillas tiernas,
marmóreos cuellos, rosadas piernas,
gracias ocultas del lindo coro,
en el herido cristal sonoro;
seno en que hiciérase sagrada copa;
tal ve en silencio la ardiente tropa.
¿Quién adelanta su firme busto?
¿Quirón experto? ¿Folo robusto?
Es el más joven y es el más bello;
su piel es blanca, crespo el cabello,
los cascos finos, y en la mirada
brilla del sátiro la llamarada.
En un instante, veloz y listo,
a una tan bella como Kalisto,
ninfa que al alta diosa acompaña,
saca de la onda donde se baña:
la grupa vuelve, raudo galopa;
tal iba el toro raptor de Europa
con el orgullo de su conquista.¿A do va Diana? Viva la vista,
la planta alada, la cabellera
mojada y suelta; terrible, fiera,
corre del monte por la extensión;
ladran sus perros enfurecidos;
entre sus dedos humedecidos;
lleva una flecha para el ladrón.Ya a los centauros a ver alcanza
la cazadora; ya el dardo lanza,
y un grito se oye de hondo dolor:
la casta diva de la venganza
mató al raptor...La tropa rápida se esparce huyendo,
forman los cascos sonoro estruendo.
Llegan las ninfas. Lloran. ¿Qué ven?
En la carrera la cazadora
con su saeta castigadora
a la robada mató también.
John F McCullagh Apr 2013
The target of bullies
in his tender years.
They made his existence
one of misery and fear.
His mother embarrassed him
when she visited class
to discourage his classmates
from kicking his a*s.
He suffered in silence
He never fought back.
His mind became twisted,
He laid plans to attack.
He harbored resentments
for most of ten years.
He was silent and moody
and aloof from his peers.
He spent much of his life
alone in his room
playing first person shooter
and plotting their doom.
His teacher and Principal
had failed to protect him.
And he gave no forewarning
that they should expect him.
His victims were small
and defenseless its said.
They were not who he saw
as he made the room red.
He saw bullies and villains
Who had caused him despair
He saw the girls who had laughed
Or, worse, didn’t care.
There was likely one victim
In a class of that size
Who was, like Adam;
withdrawn, undersized.
The target of bullies
In his tender years
who found his existence
one of misery and fear.
Cut down by a bullet
by one of like mind.
He’ll be no second Adam-
Lanza ended his line.
Newspapers report that the Newtown shooter, Adam Lanza, was a target of bullying during his grade school years at Sandy Hook Elementary. His miserable experience there apparently influenced his choice of venue and victims for his crime.
En santa Águeda de Burgos,   do juran los hijosdalgo,
le toman jura a Alfonso   por la muerte de su hermano;
tomábasela el buen Cid,   ese buen Cid castellano,
sobre un cerrojo de hierro   y una ballesta de palo
y con unos evangelios   y un crucifijo en la mano.
Las palabras son tan fuertes   que al buen rey ponen espanto;
-Villanos te maten, Alonso,   villanos, que no hidalgos,
de las Asturias de Oviedo,   que no sean castellanos;
mátente con aguijadas,   no con lanzas ni con dardos;
con cuchillos cachicuernos,   no con puñales dorados;
abarcas traigan calzadas,   que no zapatos con lazo;
capas traigan aguaderas,   no de contray ni frisado;
con camisones de estopa,   no de holanda ni labrados;
caballeros vengan en burras,   que no en mulas ni en caballos;
frenos traigan de cordel,   que no cueros fogueados.
Mátente por las aradas,   que no en villas ni en poblado,
sáquente el corazón   por el siniestro costado;
si no dijeres la verdad   de lo que te fuere preguntando,
si fuiste, o consentiste   en la muerte de tu hermano.
Las juras eran tan fuertes   que el rey no las ha otorgado.
Allí habló un caballero   que del rey es más privado:
-Haced la jura, buen rey,   no tengáis de eso cuidado,
que nunca fue rey traidor,   ni papa descomulgado.
Jurado había el rey   que en tal nunca se ha hallado;
pero allí hablara el rey   malamente y enojado:
-Muy mal me conjuras, Cid,   Cid, muy mal me has conjurado,
mas hoy me tomas la jura,   mañana me besarás la mano.
-Por besar mano de rey   no me tengo por honrado,
porque la besó mi padre   me tengo por afrentado.
-Vete de mis tierras, Cid,   mal caballero probado,
y no vengas más a ellas   dende este día en un año.
-Pláceme, dijo el buen Cid,   pláceme, dijo, de grado,
por ser la primera cosa   que mandas en tu reinado.
Tú me destierras por uno,   yo me destierro por cuatro.
Ya se parte el buen Cid,   sin al rey besar la mano,
con trescientos caballeros,   todos eran hijosdalgo;
todos son hombres mancebos,   ninguno no había cano;
todos llevan lanza en puño   y el hierro acicalado,
y llevan sendas adargas   con borlas de colorado.
Mas no le faltó al buen Cid   adonde asentar su campo.
No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?Hoy, sin miedo que, libre, escandalice,
puede hablar el ingenio, asegurado
de que mayor poder le atemorice.En otros siglos pudo ser pecado
severo estudio y la verdad desnuda,
y romper el silencio el bien hablado.Pues sepa quien lo niega, y quien lo duda,
que es lengua la verdad de Dios severo,
y la lengua de Dios nunca fue muda.Son la verdad y Dios, Dios verdadero,
ni eternidad divina los separa,
ni de los dos alguno fue primero.Si Dios a la verdad se adelantara,
siendo verdad, implicación hubiera
en ser, y en que verdad de ser dejara.La justicia de Dios es verdadera,
y la misericordia, y todo cuanto
es Dios, todo ha de ser verdad entera.Señor Excelentísimo, mi llanto
ya no consiente márgenes ni orillas:
inundación será la de mi canto.Ya sumergirse miro mis mejillas,
la vista por dos urnas derramada
sobre las aras de las dos Castillas.Yace aquella virtud desaliñada,
que fue, si rica menos, más temida,
en vanidad y en sueño sepultada.Y aquella libertad esclarecida,
que en donde supo hallar honrada muerte,
nunca quiso tener más larga vida.Y pródiga de l'alma, nación fuerte,
contaba, por afrentas de los años,
envejecer en brazos de la suerte.Del tiempo el ocio torpe, y los engaños
del paso de las horas y del día,
reputaban los nuestros por extraños.Nadie contaba cuánta edad vivía,
sino de qué manera: ni aun un'hora
lograba sin afán su valentía.La robusta virtud era señora,
y sola dominaba al pueblo rudo;
edad, si mal hablada, vencedora.El temor de la mano daba escudo
al corazón, que, en ella confiado,
todas las armas despreció desnudo.Multiplicó en escuadras un soldado
su honor precioso, su ánimo valiente,
de sola honesta obligación armado.Y debajo del cielo, aquella gente,
si no a más descansado, a más honroso
sueño entregó los ojos, no la mente.Hilaba la mujer para su esposo
la mortaja, primero que el vestido;
menos le vio galán que peligroso.Acompañaba el lado del marido
más veces en la hueste que en la cama;
sano le aventuró, vengóle herido.Todas matronas, y ninguna dama:
que nombres del halago cortesano
no admitió lo severo de su fama.Derramado y sonoro el Oceano
era divorcio de las rubias minas
que usurparon la paz del pecho humano.Ni los trujo costumbres peregrinas
el áspero dinero, ni el Oriente
compró la honestidad con piedras finas.Joya fue la virtud pura y ardiente;
gala el merecimiento y alabanza;
sólo se cudiciaba lo decente.No de la pluma dependió la lanza,
ni el cántabro con cajas y tinteros
hizo el campo heredad, sino matanza.Y España, con legítimos dineros,
no mendigando el crédito a Liguria,
más quiso los turbantes que los ceros.Menos fuera la pérdida y la injuria,
si se volvieran Muzas los asientos;
que esta usura es peor que aquella furia.Caducaban las aves en los vientos,
y expiraba decrépito el venado:
grande vejez duró en los elementos.Que el vientre entonces bien diciplinado
buscó satisfación, y no hartura,
y estaba la garganta sin pecado.Del mayor infanzón de aquella pura
república de grandes hombres, era
una vaca sustento y armadura.No había venido al gusto lisonjera
la pimienta arrugada, ni del clavo
la adulación fragrante forastera.Carnero y vaca fue principio y cabo,
Y con rojos pimientos, y ajos duros,
tan bien como el señor, comió el esclavo.Bebió la sed los arroyuelos puros;
de pués mostraron del carchesio a Baco
el camino los brindis mal seguros.El rostro macilento, el cuerpo flaco
eran recuerdo del trabajo honroso,
y honra y provecho andaban en un saco.Pudo sin miedo un español velloso
llamar a los tudescos bacchanales,
y al holandés, hereje y alevoso.Pudo acusar los celos desiguales
a la Italia; pero hoy, de muchos modos,
somos copias, si son originales.Las descendencias gastan muchos godos,
todos blasonan, nadie los imita:
y no son sucesores, sino apodos.Vino el betún precioso que vomita
la ballena, o la espuma de las olas,
que el vicio, no el olor, nos acredita.Y quedaron las huestes españolas
bien perfumadas, pero mal regidas,
y alhajas las que fueron pieles solas.Estaban las hazañas mal vestidas,
y aún no se hartaba de buriel y lana
la vanidad de fembras presumidas.A la seda pomposa siciliana,
que manchó ardiente múrice, el romano
y el oro hicieron áspera y tirana.Nunca al duro español supo el gusano
persuadir que vistiese su mortaja,
intercediendo el Can por el verano.Hoy desprecia el honor al que trabaja,
y entonces fue el trabajo ejecutoria,
y el vicio gradüó la gente baja.Pretende el alentado joven gloria
por dejar la vacada sin marido,
y de Ceres ofende la memoria.Un animal a la labor nacido,
y símbolo celoso a los mortales,
que a Jove fue disfraz, y fue vestido;que un tiempo endureció manos reales,
y detrás de él los cónsules gimieron,
y rumia luz en campos celestiales,¿por cuál enemistad se persuadieron
a que su apocamiento fuese hazaña,
y a las mieses tan grande ofensa hicieron?¡Qué cosa es ver un infanzón de España
abreviado en la silla a la jineta,
y gastar un caballo en una caña!Que la niñez al gallo le acometa
con semejante munición apruebo;
mas no la edad madura y la perfeta.Ejercite sus fuerzas el mancebo
en frentes de escuadrones; no en la frente
del útil bruto l'asta del acebo.El trompeta le llame diligente,
dando fuerza de ley el viento vano,
y al son esté el ejército obediente.¡Con cuánta majestad llena la mano
la pica, y el mosquete carga el hombro,
del que se atreve a ser buen castellano!Con asco, entre las otras gentes, nombro
al que de su persona, sin decoro,
más quiere nota dar, que dar asombro.Jineta y cañas son contagio moro;
restitúyanse justas y torneos,
y hagan paces las capas con el toro.Pasadnos vos de juegos a trofeos,
que sólo grande rey y buen privado
pueden ejecutar estos deseos.Vos, que hacéis repetir siglo pasado,
con desembarazarnos las personas
y sacar a los miembros de cuidado;vos distes libertad con las valonas,
para que sean corteses las cabezas,
desnudando el enfado a las coronas.Y pues vos enmendastes las cortezas,
dad a la mejor parte medicina:
vuélvanse los tablados fortalezas.Que la cortés estrella, que os inclina
a privar sin intento y sin venganza,
milagro que a la invidia desatina,tiene por sola bienaventuranza
el reconocimiento temeroso,
no presumida y ciega confianza.Y si os dio el ascendiente generoso
escudos, de armas y blasones llenos,
y por timbre el martirio glorïoso,mejores sean por vos los que eran buenos
Guzmanes, y la cumbre desdeñosa
os muestre, a su pesar, campos serenos.Lograd, señor, edad tan venturosa;
y cuando nuestras fuerzas examina
persecución unida y belicosa,la militar valiente disciplina
tenga más platicantes que la plaza:
descansen tela falsa y tela fina.Suceda a la marlota la coraza,
y si el Corpus con danzas no los pide,
velillos y oropel no hagan baza.El que en treinta lacayos los divide,
hace suerte en el toro, y con un dedo
la hace en él la vara que los mide.Mandadlo así, que aseguraros puedo
que habéis de restaurar más que Pelayo;
pues valdrá por ejércitos el miedo,
y os verá el cielo administrar su rayo.
Lector: escúchame atento
Esta tosca narración
Y júzgala la tradición,
Fábula, conseja o cuento.
En un libro polvoriento
La encontré leyendo un día,
Y hoy entra a la poesía
Desfigurada y maltrecha;
El verso es de mal cosecha
Y la conseja no es mía.

Hubo en un pueblo de España,
Cuyo nombre no es del caso
Porque el tiempo con su paso
Todo lo borra o lo empaña,
Un noble que cada hazaña,
De las que le daban brillo,
Celebraba en su castillo
Dando dinero a su gente
Construyendo un nuevo puente
O alzando un nuevo rastrillo.

Era el noble de gran fama,
De carácter franco y rudo,
Con campo azul en su escudo
Y en su torre una oriflama.
Era señor de una dama
Piadosa como ninguna;
Dueño de inmensa fortuna
Por trabajo y por herencia
Y tan limpio de conciencia
Como elevado de cuna.

Una vez, para decoro
De sus ricas heredades
Cruzó yermo y ciudades
Para combatir al moro.
Llevóse como tesoro
Y como escudo a la par,
Un talismán singular
Atado a viejo rosario
Un modesto escapulario
Con la Virgen del Pilar.

Era el precioso legado
De sus ínclitos mayores;
Desde sus años mejores
Lo tuvo siempre a su lado.
Y como voto sagrado
De cristiano y caballero
Juzgó su deber primero
En el combate reñido
Llevarlo siempre escondido
Tras de su cota de acero.

En ocasión oportuna
El noble llegó a creer
Que ante el moro iba a perder
Honra, blasón y fortuna.
Soñó que la media luna
Nuncio de sangre y de penas,
En horas de espanto llenas
Iba en sus feudos a entrar
Y hasta la vio coronar
Sus respetadas almenas.

Y no sueño, realidad
Pudo ser en un momento,
Pues fue tal presentimiento
Engendro de la verdad.
Acércanse a su heredad
Muslef y sus caballeros;
Mira brillar los aceros
Al fugor de alta linterna
Y sale por la poterna
En busca de sus pecheros.

Anda con paso inseguro
De un hachón a los reflejos;
«Alarma», grita a lo lejos
El arquero sobre el muro.
Como a la voz de un conjuro
Del noble los servidores
Surgen entre los negrores
De aquella noche maldita
Y lo siguen cuando grita:
«¡Sus! ¡A degollar traidores!

Corren y, en breves instantes,
Terror y espanto difunden
Y en una masa se funden
Asaltados y asaltantes.
Los cascos y los turbantes,
Revueltos y confundidos,
Entre quejas y alaridos
Vense en las sombras surgir,
Sin lograrse distinguir
Vencedores y vencidos.

El noble señor avanza
En pos del blanco alquicel
De un moro que en su corcel
Huye blandiendo su lanza.
Resuelto a asirlo le alcanza
Por ciega rabia impelido,
Y cruel y enardecido
Le mata con gran fiereza
Y le corta la cabeza,
Pues Muslef era el vencido.

Al tornar lleno de gloria
A su castillo feudal
Dijo: «Es un ser celestial
El que me dio la victoria.
El que ampara la memoria
Y el lustre de mis abuelos;
El que me otorga consuelos
Cuando vacila mi planta;
Es... ¡la imagen sacrosanta
De la Reina de los cielos!

»Siempre la llevé conmigo
Y hoy de mi fe como ejemplo
He de levantarle un templo
Donde tenga eterno abrigo.
El mundo será testigo
De que ferviente la adoro,
Y cual reclamo sonoro
De su gloria soberana
Daré al templo una campana
Hecha con armas del moro».

El tiempo corrió ligero
Y el templo se construyó
Como que el noble empeñó
Palabra de caballero.
Sobre su recinto austero,
Todo el feudo acudió a orar
Venerando en el altar
En lujoso relicario,
Un modesto escapulario
Con la Virgen del Pilar.

Los siglos, que todo arrastran
Lo más sólido destruyen,
Los hombres llegan y huyen
Y los monumentos pasan.
Templos que en la fe se abrasan
Ceden del tiempo al estrago;
Todo es efímero y vago
Y en las sombras del no ser
Lo que vistió el oro ayer
Hoy lo encubre el jaramago.

Quedóse el templo en ruinas,
Sus glorias estaban muertas
Y ya en sus naves desiertas
Volaban las golondrinas.
Sobre sus muros, espinas;
Verde yedra en la portada
La Virgen, abandonada
Por ley aciaga e injusta,
Y la campana vetusta
Eternamente calada.

En cierta noche el horror
De algo extraño se apodera
De aquel pueblo cuando oyera
De la campana el rumor.
Desde el más alto señor
Al pobre y al pequeñuelo,
Acuden con vivo anhelo
A mirar quién la profana
Y se encuentran la campana
Sola, repicando a vuelo.

Asaltan con gran trabajo
La torre donde repica
Y su espanto multiplica
Ver que toca sin badajo.
El noble, el peón del tajo,
El alcalde, el alguacil,
Con agitación febril
Y con ánima turbada
Exclaman: «¡Está hechizada
Por los siervos de Boabdil!»

Entre temores y enojos,
Propios de aquellos instantes,
Los sencillos habitantes
Ya no pegaron los ojos.
Con sobresalto y sonrojos
El temor al pueblo excita
Lleva el cura agua bendita
Y como todos, temblando,
Comienza a rezar, regando
A la campana maldita.

A medida que mojaba
El agua bendita el hierro,
Cual diabólico cencerro
Más la campana sonaba.
La gente se santiguaba
Triste, amedrentada y loca,
El cura a Jesús invoca
Y por fin llega a exclamar:
«No la podemos callar
Porque el diablo es quien la toca».

Tras esa noche infernal
Se dio cuenta al nuevo día
De aquella aventura impía
Al consejo y al fiscal.
Este, en tono magistral,
Bien estudiado el conjunto,
Resolvió tan grave punto
Y por solución perfecta
Dijo: «Que tuvo directa parte
El diablo en el asunto».

Y como sentencia sana,
Poniendo al espanto un dique,
Declaró nulo el repique
De la maldita campana;
Que cualquier mano profana
Con un golpe la ofendiera
Que el pueblo la maldijera,
Siendo el alcalde testigo
Y desterrada, en castigo,
Para las Indias saliera.

Cumplida aquella sentencia,
Maldecida y sin badajo,
A Méjico se la trajo
Antes de la Independencia.
De algún Virrey la indolencia
La dio castigo mayor
Quedando en un corredor
Del Palacio abandonada,
Por ser campana embrujada
Que a todos causaba horror.

Alguien la alzó en el espacio,
Le dio voz y útil empleo,
Y fue un timbre y un trofeo
En el reloj de palacio.
El tiempo a todo reacio
Y que méritos no advierte,
Puso un término a su suerte
Cambiando su condición
Y encontró en la fundición
Metamorfosis y muerte.

En el libro polvoriento
Que a tal caso registré,
La descripción encontré
De tan raro monumento.
Tuvo como un ornamento
De sus nobles condiciones,
De su abolengo pregones
En la parte principal,
Una corona imperial
Asida por dos leones.

En el cuerpo tosco y rudo,
Consagrando sonidos,
Se miraban esculpidos
Un calvario y un escudo,
Y como eterno saludo
De la tierra en que nació
En sus bordes se grabó
Una fecha y un letrero:
«Maese Rodrigo» (el obrero
Que la campana fundió).

Produjo tal sensación
Entre la gente más llana
Ver un reloj con campana
En la virreinal mansión,
Que son eterna expresión
De aquel popular contento
Las calles que el pueblo atento
«Del Reloj» sigue llamando
Constante conmemorando
Tan fausto acontecimiento.

Dos centenares de auroras
La campana de palacio
Lanzó al anchuroso espacio
Sus voces siempre sonorazas.
Después de marcar las horas
Con solemne majestad,
Dejóle nuestra ciudad
Recuerdo imperecedero,
Que es su toque postrimero
Vibrando en la eternidad.
Pártese el moro Alicante   víspera de San Cebrián;
ocho cabezas llevaba,   todas de hombres de alta sangre.
Sábelo el rey Almanzor,   a recebírselo sale;
aunque perdió muchos moros   piensa en esto bien ganar.
Mandara hacer un tablado   para mejor los mirar;
mandó traer un cristiano   que estaba en captividad,
como ante sí lo trujeron   empezóle de hablar:
díjole: -Gonzalo Gustos,   mira quien conocerás;
que lidiaron mis poderes   en el campo de Almenar,
sacaron ocho cabezas,   todas son de gran linaje.
Respondió Gonzalo Gustos:   -Presto os diré la verdad.
Y limpiándoles la sangre   asaz se fuera a turbar;
dijo llorando agramente:   -¡Conózcolas por mi mal!
La una es de mi carillo;   las otras me duelen más,
de los Infantes de Lara   son, mis hijos naturales.
Así razona con ellas   como si vivos hablasen:
-¡Sálveos Dios, Nuño Salido,   el mi compadre leal!,
¿adónde son los mis hijos   que yo os quise encomendar?
Mas perdonadme, compadre,   no he por qué os demandar,
muerto sois como buen ayo,   como hombre muy de fiar.
Tomara otra cabeza   del hijo mayor de edad:
-¡Oh hijo Diego González,   hombre de muy gran bondad,
del conde Garci Fernández   alférez el principal,
a vos amaba yo mucho,   que me habíades de heredar.
Alimpiándola con lágrimas   volviérala a su lugar.
Y toma la del segundo,   don Martín que se llamaba:
-¡Dios os perdone, el mi hijo,   hijo que mucho preciaba;
jugador de tablas erais   el mejor de toda España;
mesurado caballero,   muy bien hablabais en plaza!
Y dejándola llorando   la del tercero tomaba:
-¡Hijo don Suero González,   todo el mundo os estimaba;
el rey os tuviera en mucho,   sólo para la su caza!
¡Ruy Velázquez, vuestro tío,   malas bodas os depara;
a vos os llevó a la muerte,   a mí en cautivo dejaba!
Y tomando la del cuarto   lasamente la miraba:
-¡Oh, hijo Fernán González,   (nombre del mejor de España,
del buen conde de Castilla,   aquel que vos baptizara),
matador de oso y de puerco,   amigo de gran compaña;
nunca con gente de poco   os vieran en alianza!
Tomó la de Ruy González,   al corazón la abrazaba:
-¡Hijo mío, hijo mío,   quién como vos se hallara;
gran caballero esforzado,   muy buen bracero a ventaja;
vuestro tío Ruy Velázquez   tristes bodas ordenara!
Y tomando otra cabeza,   los cabellos se mesaba:
-¡Oh, hijo Gustios González,   habíades buenas mañas,
no dijérades mentira,   ni por oro ni por plata,
animoso, buen guerrero,   muy gran heridor de espada,
que a quien dábades de lleno   tullido o muerto quedaba!
Tomando la del menor   el dolor se le doblaba:
-¡Hijo Gonzalo González,   los ojos de doña Sancha!
¡Qué nuevas irán a ella   que a vos más que a todos ama!
¡Tan apuesto de persona,   decidor bueno entre damas,
repartidor en su haber,   aventajado en la lanza!
¡Mejor fuera la mi muerte   que ver tan triste jornada!
Al duelo que el viejo hace,   toda Córdoba lloraba.
El rey Almanzor, cuidoso,   consigo se lo llevaba
y mandaba a una morica   lo sirviese muy de gana.
Esta le torna en prisiones   y con amor le curaba;
hermana era del rey,   doncella moza y lozana;
con ésta Gonzalo Gustios   vino a perder la su saña,
que de ella le nació un hijo   que a los hermanos vengara.
Xiv
¡Ya viene el cortejo!
¡Ya viene el cortejo!  Ya se oyen los claros clarines,
la espada se anuncia con vivo reflejo;
ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines.Ya pasa debajo los arcos ornados de blancas Minervas y Martes,
los arcos triunfales en donde las Famas erigen sus largas trompetas
la gloria solemne de los estandartes,
llevados por manos robustas de heroicos atletas.
Se escucha el ruido que forman las armas de los caballeros,
los frenos que mascan los fuertes caballos de guerra,
los cascos que hieren la tierra
y los timbaleros,
que el paso acompasan con ritmos marciales.
¡Tal pasan los fieros guerreros
debajo los arcos triunfales!Los claros clarines de pronto levantan sus sones,
su canto sonoro,
su cálido coro,
que envuelve en su trueno de oro
la augusta soberbia de los pabellones.
Él dice la lucha, la herida venganza,
las ásperas crines,
los rudos penachos, la pica, la lanza,
la sangre que riega de heroicos carmines
la tierra;
de negros mastines
que azuza la muerte, que rige la guerra.Los áureos sonidos
anuncian el advenimiento
triunfal de la Gloria;
dejando el picacho que guarda sus nidos,
tendiendo sus alas enormes al viento,
los cóndores llegan. ¡Llegó la victoria!Ya pasa el cortejo.
Señala el abuelo los héroes al niño.
Ved cómo la barba del viejo
los bucles de oro circunda de armiño.
Las bellas mujeres aprestan coronas de flores,
y bajo los pórticos vense sus rostros de rosa;
y la más hermosa
sonríe al más fiero de los vencedores.
¡Honor al que trae cautiva la extraña bandera
honor al herido y honor a los fieles
soldados que muerte encontraron por mano extranjera!     ¡Clarines! ¡Laureles!Los nobles espadas de tiempos gloriosos,
desde sus panoplias saludan las nuevas coronas y lauros
-las viejas espadas de los granaderos, más fuertes que osos,
hermanos de aquellos lanceros que fueron centauros-.
Las trompas guerreras resuenan:
de voces los aires se llenan...-A aquellas antiguas espadas,
a aquellos ilustres aceros,
que encaman las glorias pasadas...
Y al sol que hoy alumbra las nuevas victorias ganadas,
y al héroe que guía su grupo de jóvenes fieros,
al que ama la insignia del suelo materno,
al que ha desafiado, ceñido el acero y el arma en la mano,
los soles del rojo verano,
las nieves y vientos del gélido invierno,
la noche, la escarcha
y el odio y la muerte, por ser por la patria inmortal,
¡saludan con voces de bronce las trompas de guerra que tocan la marcha triunfal!...
Helo, helo por do viene   el infante vengador,
caballero a la jineta   en un caballo corredor,
su manto revuelto al brazo,   demudada la color,
y en la su mano derecha   un venablo cortador;
con la ***** del venablo   sacarían un arador,
siete veces fue templado   en la sangre de un dragón
y otras tantas afilado   porque cortase mejor,
el hierro fue hecho en Francia,   y el asta en Aragón.
Perfilándoselo iba   en las alas de su halcón.
Iba buscar a don Cuadros,   a don Quadros, el traidor.
Allá le fuera a hallar   junto al emperador,
la vara tiene en la mano,   que era justicia mayor.
Siete veces lo pensaba   si lo tiraría o no
y al cabo de las ocho   el venablo le arrojó;
por dar al dicho don Cuadros,   dado ha al emperador,
pasado le ha manto y sayo,   que era de un tornasol,
por el suelo ladrillado   más de un palmo lo metió.
Allí le habló el rey,   bien oiréis lo que habló:
-¿Por qué me tiraste, infante?   ¿Por qué me tiras, traidor?
-Perdóneme tu alteza,   que no tiraba a ti, no,
tiraba al traidor de Cuadros,   ese falso engañador,
que siete hermanos tenía   no ha dejado si a mí, no.
Por eso delante de ti,   buen rey, lo desafío yo.
Todos fían a don Cuadros   y al infante no fían, no,
sino fuera una doncella,   hija es del emperador,
que los tomó por la mano   y en el campo los metió.
A los primeros encuentros   Cuadros en tierra cayó.
Apeárase el infante,   la cabeza le cortó
y tomárala en su lanza   y al buen rey la presentó.
De que aquesto vido el rey   con su hija le casó.
Metro mágico y rico que al alma expresas
llameantes alegrías, penas arcanas,
desde en los suaves labios de las princesas
hasta en las bocas rojas de las gitanas.
Las almas armoniosas buscan tu encanto,
sonora rosa métrica que ardes y brillas,
y España ve en tu ritmo, siente en tu canto
sus hembras, sus claveles, sus manzanillas.
Vibras al aire alegre como una cinta,
el músico te adula, te ama el poeta;
Rueda en ti sus fogosos paisajes pinta
con la audaz policromía de su paleta.
En ti el hábil orfebre cincela el marco
en que la idea-perla su oriente acusa,
o en tu cordaje armónico formas el arco
con que lanza sus flechas la airada musa.
A tu voz en el baile crujen las faldas,
los piececitos hacen brotar las rosas
e hilan hebras de amores las Esmeraldas
en ruecas invisibles y misteriosas.
La andaluza hechicera, paloma arisca,
por ti irradia, se agita, vibra y se quiebra,
con el lánguido gesto de la odalisca
o las fascinaciones de la culebra.
Pequeña ánfora lírica de vino llena
compuesto por la dulce musa Alegría
con uvas andaluzas, sal macarena,
flor y canela frescas de Andalucía.
Subes, creces, y vistes de pompas fieras;
retumbas en el ruido de las metrallas,
ondulas con el ala de las banderas,
suenas con los clarines de las batallas.
Tienes toda la lira: tienes las manos
que acompasan las danzas y las canciones;
tus órganos, tus prosas, tus cantos llanos
y tus llantos que parten los corazones.
Ramillete de dulces trinos verbales,
jabalina de Diana la Cazadora,
ritmo que tiene el filo de cien puñales,
que muerde y acaricia, mata y enflora.
Las Tirsis campesinas de ti están llenas,
y aman, radiosa abeja, tus bordoneos;
así riegas tus chispas las nochebuenas
como adornas la lira de los Orfeos.
Que bajo el sol dorado de Manzanilla
que esta azulada concha del cielo baña,
polítona y triunfante, la seguidilla
es la flor del sonoro Pindo de España.
Blanca sois, señora mía,
más que no el rayo del sol
¿si la dormiré esta noche
desarmado y sin pavor?
que siete años había, siete,
que no me desarmo, no.
Más negras tengo mis carnes
que un tiznado carbón.
-Dormilda, señor, dormilda,
desarmado sin temor,
que el conde es ido a la caza
a los montes de León.
-Rabia le mate los perros,
y águilas el su halcón,
y del monte hasta casa
a él arrastre el morón.-
Ellos en aquesto estando
su marido que llegó:
-¿Qué hacéis, la Blanca-niña,
hija de padre traidor?
-Señor, peino mis cabellos,
peinolos con gran dolor,
que me dejéis a mi sola
y a los montes os vais vos.
-Esa palabra, la niña,
no era sino traición:
¿cuyo es aquel caballo
que allá bajo relinchó?
-Señor, era de mi padre,
y envióoslo para vos.
-¿Cuyas son aquellas armas
que están en el corredor?
-Señor, eran de mi hermano,
y hoy os las envió.
-¿ Cuya es aquella lanza,
desde aquí la veo yo?
-Tomalda, conde, tomalda,
matadme con ella vos,
que aquesta muerte, buen conde
bien os la merezco yo.
La Mancha y sus mujeres... Argamasilla, Infantes
Esquivias, Valdepeñas, La novia de Cervantes,
y del manchego heroico, el ama y la sobrina
(el patio, la alacena, la cueva y la cocina,
la rueca y la costura, la cuna y la pitanza),
la esposa de don Diego y la mujer de Panza,
la hija del ventero, y tantas como están
bajo la tierra, y tantas que son y que serán
encanto de manchegos y madres de españoles
por tierras de lagares, molinos y arreboles.   Es la mujer manchega garrida y bien plantada,
muy sobre sí doncella, perfecta de casada.   El sol de la caliente llanura vinariega
quemó su piel, mas guarda frescura de bodega
su corazón. Devota, sabe rezar con fe
para que Dios nos libre de cuanto no se ve.
Su obra es la casa -menos celada que en Sevilla,
más gineceo y menos castillo que en Castilla-.
Y es del hogar manchego la musa ordenadora;
alinea los vasares, los lienzos alcanfora;
las cuentas de la plaza anota en su diario,
cuenta garbanzos, cuenta las cuentas del rosario.   ¿Hay más?  Por estos campos hubo un amor de fuego,
dos ojos abrasaron un corazón manchego.   ¿No tuvo en esta Mancha su cuna Dulcinea?
¿No es el Toboso patria de la mujer idea
del corazón, engendro e imán de corazones,
a quien varón no impregna y aun parirá varones?   Por esta Mancha -prados, viñedos y molinos-
que so el igual del cielo iguala sus caminos,
de cepas arrugadas en el tostado suelo
y mustios pastos como raído terciopelo:
por este seco llano de sol y lejanía,
en donde el ojo alcanza su pleno mediodía
(un diminuto bando de pájaros puntea
el índigo del cielo sobre la blanca aldea,
y allá se yergue un soto de verdes alamillos,
tras leguas y más leguas de campos amarillos),
por esta tierra, lejos del mar y la montaña,
el ancho reverbero del claro sol de España,
anduvo un pobre hidalgo ciego de amor un día
-amor nublóle el juicio: su corazón veía-.   Y tú, la cerca y lejos, por el inmenso llano
eterna compañera y estrella de Quijano,
lozana labradora fincada en tus terrones
-oh madre de manchegos y numen de visiones-,
viviste, buena Aldonza, tu vida verdadera
cuando ta amante erguía su lanza justiciera,
y en tu casona blanca ahechando el rubio trigo.Aquel amor de fuego era por ti y contigo.     Mujeres de la Mancha con el sagrado mote
de Dulcinea, os salve la gloria de Quijote.
jeffrey robin Mar 2013
Terrified!>>>>>>terror?

YES! YES!!
I'm terrified, so
There must be a thing as terror!

Terror!>>>>>>terrorist?

If there is terror
A terrorist must be causing it!!
---

No wonder I'm terrified!!
It's them terrorists!!
-

So lets blow the **** out of everything!
To be sure we get them before they get us!
Right!!
---

Anti-terrorist! >>>>> terror?

Let's blow the **** out of them before thru get us!
Right?
----
Just don't be afraid of me
I'm okay
_
-------
-------
(Signed--------
A.  Lanza
--newtown , conn--)
No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.
No, amor no llegas tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.
Amor, el niño loco de la loca sonrisa,
viene con pasos lentos igual que viene aprisa;
pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.
Así ocurre que un niño travieso se divierte,
y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.
Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,
porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde,
y ni siquiera entonces el amor llega tarde.
No, yo no diré nunca qué noche de verano
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.
No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
la delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
que era como la llave de una puerta cerrada.
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.

— The End —