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Antonio Machado, Fernando Pessoa, Juan Gelman crearon de un plumazo sus heterónimos, unos señores que tuvieron la virtud de complementarlos, ampliarlos, hacer que de algún modo fueran más ellos mismos. También yo (vanitas vanitatum) quise tener el mío, pero la única vez que lo intenté resultó que mi joven heterónimo empezó a escribir desembozadamente sobre mis cataratas, mis espasmos asmáticos, mi ****** zoster, mi lumbago, mi hernia diafragmática y otras fallas de fábrica. Por si todo eso fuera poco se metía en mis insomnios para mortificar a mi pobre, valetudinaria conciencia. Fue precisamente ésta la que me pidió: por favor, colega, quítame de encima a este estorbo, ya bastante tenemos con la crítica.

Sin embargo, como los trámites para librarse de un heterónimo son más bien engorrosos, opté por una solución intermedia, que fue nombrarlo mi representante plenipotenciario en la isla de Pascua. Por cierto que desde allí acaba de enviarme un largo poema sobre la hipotética vida ****** de los moairs. Reconozco que no está nada mal. Se nota mi influencia.
Natalia Rivera Oct 2014
Les quería anuncar a todos los que me leen aquí que estaré trabajando en una novela. Los que estén interesados en leer sobre ella pueden enviarme un mensaje
- Oct 2019
Esperándola,
siempre esperando.
Cuyo corazón esta abierto.
Cuyo corazón esta listo.
Esperándola,
Estoy esperando.
Ella es la mujer de mis sueños,
Ella es la sangre de mis venas.
Esperándola,
Esperando a Dios,
para enviarme este dama,
este dama de mis sueños.

— The End —