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Ya va a venir el día; da
cuerda a tu brazo, búscate debajo
del colchón, vuelve a pararte
en tu cabeza, para andar derecho.
Ya va a venir el día, ponte el saco.

Ya va a venir el día; ten
fuerte en la mano a tu intestino grande, reflexiona,
antes de meditar, pues es horrible
cuando le cae a uno la desgracia
y se le cae a uno a fondo el diente.

Necesitas comer, pero, me digo,
no tengas pena, que no es de pobres
la pena, el sollozar junto a su tumba;
remiéndale, recuerda,
confía en tu hilo blanco, fuma, pasa lista
a tu cadena y guárdala detrás de tu retrato.
Ya va a venir el día, ponte el alma.
Ya va a venir el día; pasan,
han abierto en el hotel un ojo,
azotándolo, dándole con un espejo tuyo...
¿Tiemblas? Es el estado remoto de la frente
y la nación reciente del estómago.
Roncan aún... ¡Qué universo se lleva este ronquido!
¡Cómo quedan tus poros, enjuiciándolo!
¡Con cuántos doses ¡ay! estás tan solo!
Ya va a venir el día, ponte el sueño.

Ya va a venir el día, repito
por el órgano oral de tu silencio
y urge tomar la izquierda con el hambre
y tomar la derecha con la sed; de todos modos,
abstente de ser pobre con los ricos,
atiza
tu frío, porque en él se integra mi calor, amada víctima.
Ya va a venir el día, ponte el cuerpo.

Ya va a venir el día;
la mañana, la mar, el meteoro, van
en pos de tu cansancio, con banderas,
y, por tu orgullo clásico, las hienas
cuentan sus pasos al compás del asno,
la panadera piensa en ti,
el carnicero piensa en ti, palpando
el hacha en que están presos
el acero y el hierro y el metal; jamás olvides
que durante la misa no hay amigos.
Ya va a venir el día, ponte el sol.

Ya viene el día; dobla
el aliento, triplica
tu bondad rencorosa
y da codos al miedo, nexo y énfasis,
pues tú, como se observa en tu entrepierna y siendo
el malo ¡ay! inmortal,
has soñado esta noche que vivías
de nada y morías de todo...
Intuitivamente he dejado de buscarte
para quedarme en ti.
Ya no camino perdida esperando un rayo de luz traslucida
ni deseo con fervor que el cielo se torne gris.

No he dejado de ser yo, sino lo contrario.
He dejado de ser vil y pesimista,
dejado donde estaba lo que no se me perdió,
tentando a los dioses que mal pagan
remidiéndose contigo;
regalo eterno y puro.

Ahora no sueño tanto con la bohemia,
sueño más con convertirme en marinera,
entregarme a la mar de tu entrepierna,
salir a zarpar en tu espalda.

Me convierto en sirena y me ahogo
con lo densa de tu agua; ardiente.
Ahora no respiro si no es de tu boca,
ni me muevo si no es con tu cuerpo.

No hace eco en mi cabeza las palabras del subsuelo,
mas bien me acarician palabras de tu encanto.
No pienso en lo eterno como algo etéreo,
pienso en tu mirada como algo divino.

Si no hay a quien adorar en este duelo
de la vida contra el fanatismo,
me confieso creyente de tu manto y senos.
Eyen F Dec 2019
Las espinas se disparan,
agujera, degolla
al mío
y al tuyo;
me oculto,
te ocultas,
se ocultan;
simple instinto: Supervivencia.

Incisiones, degollos
(prodigios médicos)
y partires.

Hongos
de ceniza,
de sombras,
de cadáveres,
de carcasas,
de humos,
de peste,
de ceguera,
de gusto,
de nuloporvenires,
de vida.

Tiernas guerras,
dulces bombas.
Pequeños Hiroshima,
pequeños Nagasaki;
¡Así es! Así se llaman;
        así se llaman
los pueblitos
pueblitos de azúcar,
de la entrepierna del cempasúchil,
de hueso bucal,
del pelo de la tierra
        hundidos
de nombre uno no,
todos menos Atlántida,
todo menos carnoso...

        ...agresivo.
Sierras y clavos
nos ensartan al globo
que no se poncha,
pues no es, pero es.

¡Nos crucifican!
¡Oh Dios! Nos habéis dividido,
pecado.
cómo no siento...

...cómo lo siento...

ay......

...termina esta trifulca,
destruye estas trincheras del humedecer,
desmonta las ametralladoras del ahogo,
bala espejo, lenta perecer,
muerte cruel;

estos rifles,
         sus disparos.
   Hongos.
           Tripas (se derrite el cuerpo).

caliente...

          duele...

                quema...

                        ay......
Detengan todo.
Ella está aquí.

Paren el mundo que me quiero bajar.
Bajar para besarla, para recorrerla entera, bajar hasta su entrepierna degustando cada parte de su cuerpo.

La habitación se llena de silencio, silencio roto solo por el hedonismo, por nuestros gemidos.
Su cuerpo, un afrodisíaco absoluto.

Mis manos la buscan, ansiosas; mi boca la descubre, impaciente por sentirla llegar.
Su espalda, suave y delicada, un lienzo sobre el que mi dedo dibuja su columna vertebral.
Puedo sentir como el relieve de su piel cambia, como la temperatura de su cuerpo sube.

Sigo bajando, en un éxtasis que solo Dionisio podría inspirar.
Mis labios trazan un camino que se pierde en su piel; exploro cada rincón, cada curva que forman su figura.
Sus gemidos guían mis movimientos, y yo, absorta, me dejo llevar por el calor de su cuerpo.

Paren el mundo, paren los relojes, paren todo.

Hay momentos que deberían ser interminables.
Quiero guardarlo para siempre: el momento en que alguien me hizo correr más de 5 veces.

Como un tributo a Eros mismo;
ella y su sonrisa.

Nix Evadne

— The End —