Submit your work, meet writers and drop the ads. Become a member
Adalberto Nunez Feb 2010
DESIGNIOS

Andante brisa
caminos y encuentros
respiro aire

ADALBERTO.L.NÚÑEZ
Ccs 10012010
Yo alabo al cielo porque me brindó en sus amores,
para mi fondo gemas, para mi margen flores;
porque cuando la roca me muerde y me maltrata
hay en mi sangre (espuma) filigrana de palta;
porque cuando al abismo ruedo en un cataclismo,
adorno de arco-iris triunfales el abismo,
y el rocío que salta de mis espumas blancas
riega las florecitas que esmaltan las barrancas;
porque a través del cauce llevando mi caudal,
soy un camino que anda, como dijo Pascal;
porque en mi gran llanura donde la brisa vuela;
deslízanse los élitros nevados de la vela;
porque en mi azul espalda que la quilla acuchilla
mezo, aduermo y soporto la audacia de la quilla,
mientras que no conturba mis ondas el Dios fuerte,
a fin de que originen catástrofes de muerte,
y la onda que arrulla sea la onda que hiere...
¡Quién sabe los designios de Dios que así lo quiere!

Yo alabo al cielo porque en mi vida errabunda
Soy Niágara que truena, soy Nilo que fecunda,
maelstrom de remolino fatal, o golfo amigo;
porque, mar di la vida, y, diluvio, el castigo.

Docilidad inmensa tengo para mi dueño:
El me dice: "Anda", y ando; "Despéñate", y despeño
mis aguas en la sima de roca que da espanto;
y canto cuando corro, y al despeñarme canto,
y cantando, mi linfa tormentas o iris fragua,
fiel al Señor...
                             
-¡Loemos a Dios, hermana Agua!
Y a última hora no quedaba nada:
ni siquiera las hojas de los árboles
-acacias-, ni el viento de la tarde,
ni la alegría, ni la desesperanza.
La caricia que pudo haber rozado
aquella piel, no se produjo porque
aquella piel no era la tuya,
ni los ojos
que me miraban eran
tus ojos, ni el deseo
-que en otro tiempo hubiera sido
suficientetenía
sentido, desviado
del cauce de ti misma.

A última hora había pasado un día,
y al sentirlo hecho sombra, y polvo, y nada,
comprendí que la luz que había llenado
sus horas,
y todas las palabras
que ocuparon mi boca, y los gestos
de mis manos,
y la fatalidad de mis designios,
y las calles que anduve paso a paso,
y el vino que bebí, y la alegría
de saber que existías en el mismo
instante,
no eran sólo el fracaso repetido
del Día del Señor, sino que eran
un día más sin ti:
comprendí con dolor que jamás, nunca
para mí habría domingos ni esperanza
fuera de tu mirada y tu sonrisa,
lejos de tu presencia tibia y clara.
Como la mano pura que graba en las paredes
mensajes obsesivos de amor,
sueños cifrados,
                          así
la trayectoria cruel de este cuchillo
me está marcando el alma.

Mas su caligrafía no es oscura
ni inocente:
                  bien claro deletrea
la obscenidad del tiempo, sus siniestros
designios.
                ¡Qué desgracia!
                                          Ahora,
cuando salga a la calle,
cualquiera
podrá ver en mi rostro
-lo mismo que en las piedras profanadas
de un viejo templo en ruinas-
los nombres, los deseos, las fechas que componen
-abandonado todo a la intemperie-
el confuso perfil de un sueño roto,
el símbolo roído de una yerta esperanza.

— The End —