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Josias Barrios Jul 2014
Noventa dias desde que te conocí, y realizé que no había escuchado el tono de tu voz, que no había visto tu bello rostro de cerca, tu piel resplandeciente como un amanecer sobre el mar, tus ojos negros brillaban cada vez mas que tus labios rojos mostraban esa sonrisa que ha cambiado mi universo desde tan lejos. No podia parar de admirar lo hermosa que eres, comprendí la razón por la que llamaste mi atención la noche que nuestros caminos se cruzaron. Tu voz me hechizo y quiero seguir escuchando dulces palabras, conversaciones de cosas que podemos compartir, nuestras vidas.
Mientras Juárez indomable
Va a los desiertos del Paso
A defender su bandera,
Firme como un espartano;
En Méjico, sostenido
Por el invasor extraño
Se erige un trono y le ocupa,
Más que ambicioso, engañado,
Un ilustre descendiente
Del más grande de los Carlos.

Joven, soñador y apuesto
Asciende a lugar tan alto,
Sin ver que a lo lejos flota
El pendón republicano,
Y sin recordar que el pueblo
Por quien, se sueña llamado,
En otro tiempo a un monarca
Lanzó del trono al cadalso

Recibiéronle animosos
Los que el cetro le entregaron,
Y al entrar por nuestras calles
Fue tan grande el entusiasmo
Que del nuevo rey los ojos
No pudieron, deslumbrados,
Mirar que las bayonetas
Que lo estaban custodiando
Eran de extranjeras tropas
Capaces de abandonarlo
Joven príncipe, ¿a qué vienes
¿Por qué dejas tu palacio
En medio de las azules
Ondas del Mediterráneo
Como un nido de gaviotas
Sobre un peñón solitario?

Este cielo azul no es tuyo,
No son tuyos estos lagos,
Ni estos sabinos del bosque
Que de viejos están canos.

Nada es tuyo, nada entiende
Tu acento, nada ha guardado
Cenizas de tus mayores
Que en otras tierras brillaron.

Tu sangre azul no es la sangre
De Cuauhtemoc ni de Hidalgo;
Cuanto te cerca es ajeno,
Cuanto te vela es extraño.

Príncipe noble ¿a qué vienes?
¿Por qué dejas tu palacio
Y aquellas ondas azules
De tu hermoso mar Adriático?

En medio de las tormentas
Que se alzarán a tu paso,
Cuando pronto te abandonen
Los que te están custodiando,
Hallarás como consuelo.
Como abrigo, como amparo,
La firmeza y el arrojo
Del soldado mejicano
Que cumple con su bandera
Satisfecho y resignado.

¡Torna príncipe al castillo
Donde viviste soñando,
Que por las gradas de un trono
Subir se puede a un cadalso!
Con inusitada pompa
En el ya imperial palacio
Se celebran los natales
Del reciente soberano.

Ya las guardias palatinas
De uniformes encarnados
Apuestos forman la valla
Luciendo adargas y cascos.

Ministros y chambelanes,
Consejeros y vasallos,
Ostentan con arrogancia
Sus pechos condecorados.

El salón de embajadores
Por su lujo aristocrático,
Recuerda a los que lo miran
De antiguos tiempos el fausto.

De pronto, por todas partes
Se extiende un rumor extraño
Y es que las gradas del trono
El Archiduque ha pisado.

Diversas clases sociales
Deben de felicitarlo
Y ya están los oradores
Por cada clase nombrados.

Un jurisconsulto experto,
Elocuente, pulcro y sabio
Es de la magistratura
El representante nato.

Le toca el lugar primero,
Habla con acento claro,
Con respeto se le escucha,
Se le mira con agrado,
Y estudio y saber revela
Cada frase de sus labios.

Su discurso no fue breve,
Su estilo elegante y franco
Y al acabar dijo alguno:
¡Bien por Lares! anhelando
Aplaudirlo, sin hacerlo
Por respeto al soberano.

Con elegancia vestido
Al clero representando
Se acercó un obispo al trono
Y dijo un discurso largo,
Lleno de notas y citas
Latinas, propias del caso.

Era el orador de fama
Por su elocuencia y su rango,
Célebre en aquellos tiempos
Entre oradores sagrados.

«No estuvo corto Ormachea»
Dijo después de escucharlo
Alguno a quien ya cansaba
La severidad del acto.

Nuevo rumor se produjo
Después en aquellos ámbitos
Al ver que al trono llegaba
A paso lento un soldado
De cabellos y ojos negros,
Tez cobriza, aspecto huraño,
Descendiente de las razas
Que en Anáhuac habitaron
Antes de que la conquista
Empobreciera a sus vástagos.

¡Formaba contraste brusco
La oscura tez del soldado
Con la tez brillante y blanca
Del Archiduque germano!

Quedó el indígena absorto,
Meditabundo y cortado,
Sin articular palabra,
La frente y los ojos bajos.

¿Quién es? preguntó un curioso
Y le respondió un anciano:
Se llama Tomás Mejía,
Y es general reaccionario:
Viene a hablar por el ejército.
-¿Y él hizo el discurso?
                                  -Varios
Le escribieron y ninguno,
Según dicen, le ha gustado;
El que dirá lo habrá escrito
O Muñoz Ledo o Arango

-Escuchemos:
                      -Trascurrían
Unos minutos muy largos;
Mejía estaba en silencio
Todo tembloroso y pálido,
En silencio los presentes
Y en silencio el soberano.

De pronto ven con asombro
Que el indígena soldado,
Abriendo los negros ojos
Que brillaban animados,
Perora sin dar lectura
Al papel que está en sus manos

-«Majestad -calló un momento;
Majestad -siguió turbado
Majestad -yo no he aprendido
Lo que otros por mí pensaron,
Pero si usted lo que busca
Es un corazón honrado,
Que lo quiera, lo respete,
Lo defienda sin descanso
Y la sirva sin dobleces,
Sin interés, sin engaño,
Aquí está mi corazón,
Aquí están, señor, mis brazos
Y en las horas de peligro,
Si al peligro juntos vamos,
Lo juro por mi bandera,
Sabré morir a su lado».

Con lágrimas en los ojos,
Trémulo Maximiliano,
Las fórmulas de la corte
Por un instante olvidando,
Bajó del trono y al punto
Dio al General un abrazo,
Que aplaudieron los presentes
Con lágrimas de entusiasmo.
Cayó el Príncipe más tarde
Y con él cayó el soldado
Que le dijo esas palabras
Llenos los ojos de llanto.

A don Tomás le ofrecieron
Del patíbulo salvarlo
Y él respondió: «Solamente
Que salven al soberano».

Un general victorioso,
De gran poder y alto rango,
Que le estaba agradecido
Por algún hecho magnánimo,
Fue y le dijo: «Yo podría
Lograr veros indultado;
Os estimo y necesito
A toda costa salvaros.
¿Queréis que os salve? decidlo,
Que no me daré descanso
Hasta que al fin me concedan
Lo que para vos reclamo».

-«Sólo admitiré el indulto,
Respondió el indio soldado,
Si me viene juntamente,
Con el de Maximiliano».

-Me pedís un imposible.
-Pues me moriré a su lado.
-Pensad que tenéis familia.
-Tan sólo a Dios se la encargo.

-Soy capaz de protegeros
Si os resolvéis a fugaros.
-¿Yal Emperador? -No; nunca.
-Pues su misma suerte aguardo.

Y como lo sabe el mundo,
Juntos fueron al cadalso
Y así selló con su sangre
Lo que dijeron sus labios.
Que ingenuidad tenian mis ojos
Que brillaban con el propósito
Que fue tangible, abundoso
Como la fuga de un apósito

Hoy soy más de mí que ayer
Y incluso más que anteayer

He perdido partes de mí
Y con ellas he reedificado
Me he desarrolado aparte de tí
Y una base fluida he encontrado

Habia una vez en que yo era la mano que aplastaba
Y también era yo la larva que estuvo llevado
Pero ya no soy esa mariposa que se mataba
Ahora soy el florecido y el liberado

Me he soltado
Me he encontrado
tal vez publicaré la versión inglesa de esta poema
tal vez no
"en qué consiste el juego de la muerte" preguntó
sammy mccoy parado en sus dos niños
el que fue el que sería
"en qué consiste el juego de la muerte" preguntó sin embargo

antes había bebido toda la leche de la mañana
jugos del cielo o de la vaca madre según
untándola con los sueños que
se le cían de la noche anterior

sammy mccoy era odiado frecuentemente por una mujer
que no le daba hijos sino palos
en la cabeza en el costado
en la mitad del desayuno esa fiebre

de cada palo que le dieron
brotó una flor de leche o fiebre que le comía el corazón
peor todo se come el corazón
y sammy nunca se rendía sammy mccoy no se rendía defendiéndose con nada:

con la memoria del calor
con la cucharita que perdió una vez revolviendo la infancia
con todo lo que iba rezando o padeciendo
con su pelela mesmamente

así
del pecho le fue saliendo
una dragona con pañuelo y la luz
como muchacha envuelta en aire

como dos niños sobre los que niño
sammy mccoy se paraba y
"en qué consiste el juego de la muerte" preguntaba
ya cara a cara con la gran dolora

cuando murió sammy mccoy
los dos niños se le despegaron
el que fue se le pudrió y el que iba a ser también
y de todos modos fueron juntos

lo que la lluvia o sol o gran planeta o la sistema de vivir separan
la muerte lo junta otra vez
pero sammy mccoy habló todavía
"en qué consiste el juego de la muerte" preguntó

y ya más nada preguntó
de sus falanges ángeles con mudos
salían con la boca tapada
a cucharita a memoria a calor


"güeya güeya" gritaban sus dos niños
ninguna mujer salvo la sombra los juntó
qué vergüenzas animales
y las caritas les brillaban calientes

así ha de ser caritas de oro
señoras presidentas o almas cuyas acabaran
a los pieses de sammy el que camina
sammy mccoy pisó el sol y partió
Cuando volví a encontrarla después de tantos días,
Trémula, abandonando la mano entre las mías,
«¡Mírame!», dijo triste, presa de honda emoción.

¡Oh, cómo estaba pálida y mortalmente bella!
¡Cuál brillaban sus ojos!... Y al acercarme a ella
Sentí de amor y susto temblar su corazón.

Y miraba sus labios, otro tiempo rosados,
Y sus ojos azules, por la fiebre agrandados,
Sus ojos donde ardía celeste claridad.
Una sonrisa vaga sus labios entreabría,
Y con profundo acento de honda melancolía
Me dijo: «Cuán cambiada me encuentras. ¿No es verdad?»

Y al mirar su sonrisa, su faz enflaquecida,
Olvidé las torturas con que amargó mi vida,
Y todos sus crueles desvíos olvidé,
Y las ardientes lágrimas que derramé en la ausencia,
Cuando en sombrías noches, de horror y de demencia,
Al verme triste y solo cual réprobo grité.

¡Todo estaba olvidado, porque la vi tan triste,
Tan pálida y enferma!... ¿Qué corazón resiste
A la piedad? ¿Quién queda tranquilo ante el dolor?
Y la tomé en los brazos con loco desvarío,
Y la cubrí de besos y la llamé ¡bien mío!
Como en los bellos días de nuestro antiguo amor.

Y de esa hora triste en la quietud serena,
Cuando la luz celeste de aurora ultraterrena
En sus azules ojos veíase irradiar,
Comprendiendo, angustiada, que malgastó su vida,
Y de mi amor por ella ya tarde convencida,
«¡Si lo hubiera sabido!», dijo, y rompió a llorar.

«¡Si lo hubiera sabido!»... la palabra postrera

De toda vida... Y esa palabra tan sincera,
Que salió de tu alma -de tu amor expiación-,
Viene desde el pasado, viene siempre a mi vida,
A evocar tu recuerdo y a hacer sangrar la herida
De que no ha de curarse jamás mi corazón.
Ya caen las hojas. Se alejan volando,
                                                Temblores de oro.
En las calles desiertas del parque
Hojas, más hojas, y lodo.  Gris el estanque.  El crepúsculo
                                                Amarillo y brumoso.
Damas con trajes oscuros que pasan
Casi oculto entre pieles el rostro....
                                                Organillo que suenas
                                                Debajo del olmo,
                                                Toca, toca la triste
                                                Canción del Otoño!
Verlaine!   Tus violones
                    Ya oigo,
                    Y en los áureos
                    Y rojos
                    Boscajes
Los largos sollozos
Que arrullaron tu ensueño
Con lánguido canto monótono...
¡Que me arrulle también en la tarde
La triste canción del Otoño!
Remolinos y danza de hojas....
¿En dónde las novias y novios?
Retretas en tardes de estío,
Desierto está el quiosco.
Estudiantes ¿a dónde partisteis?
Midinetas de labios muy rojos

                        Y grandes ojeras,
¿Recordáis que en el hombro
De vuestros galanes
En plácidos sueños absortos,
Amorosas, la frente inclinabais
Y brillaban de amor vuestros ojos?
Las manos unidas entonces
Y unidos los labios al pie de los troncos...

Bancos, tristes senderos del parque,
¿Qué fue del antiguo alborozo?....
La tarde se apaga.  Detrás de los vidrios
Se encienden las luces.  El cielo, de plomo.
Sombras pasan, y pasan ligeras.
                                    Todo
                                    Se borra, se borra
                                    Brumoso...
                                    Violones
De son melancólico,
                                    Violones
                                    Monótonos,
                                    Violones
                                    De otoño...
¡El parque, en la sombra,
                                    Ya solo!
Leydis Jul 2017
Que lastima que no te haya funcionado.
Imagino lo que estas pasando.
No lo imagino, se exactamente que se siente;
que alguien se burle de tus sentimientos,
que tu leña la conviertan en copas de nieves,
que tu hoguera se inunde de agua salada,
que tu mundo se derrumbe como avalancha de fango,
que tus sueños se conviertan en desvelo,
que la estrellas que acobijaste cada noche, dejen de brillar.

¿Como lo se?
¡Lo vivi!
el desamor,
la traicion,
la pesadumbre del olvido,
que te escupan en la cara..
como tú lo hicistes conmigo.  

Si, lo siento….
pero, a mí, no puedes regresar.
Aquí no hay espacios para los tres..
¡Tu, yo, y tu condecorado ego!
Tienes que quedarte con tu trofeo.
Fue por eso que me dejaste ¿no?

Porque mi cuerpo estaba en decadencia,
y el de ella..bueno, en pura primavera.
Porque mis pupilas para ti ya no brillaban,
y los de ella..bueno, la ilusión te acomodaban,
Porque mi cansancio te repugnaba,
mas la energia de esa doncella te aniba.
Porque mis flores marchita estaban,
mas los botones de sus rosales apenas brotaban.
Porque mis rios se secaron,
y de su juventud--emanaban maremotos, manantiales,
que a tu pasion excitaban.  
Que la vida me habia vuelta fria y deteriorada,
mas de ella, su dulzura al hablarte, tu hombria endulzaba.

No sabes amor, cuanto lo siento,
que tu trofeo de juventud, te haya dejado,
por los mismos galardones, por lo cuales cobardemente,
me abandonastes un dia.

LeydisProse
7/20/2017
https://www.facebook.com/LeydisProse/
Sergio Lira Mar 2019
Llamé a la puerta del corazón, porque a quien el corazón deseaba
Vino, "¿quién llama?" Dije, "¡esclavo del corazón!"
Los brillantes rayos del amor brillaban a través de la grieta de la puerta
Sobre los transeúntes y encendían ese ***** profundo
Ola tras ola de encantadores rayos, mi corazón estaba sobrecargado
En comparación con esta luz brillante, la luna y el sol quedaron pálidos
Si la mente toma el mando, la esclavitud del corazón dará la orden
Pondrá una correa en la mente y en todo, y la sostendrá en su mano.
Esta emoción en el mundo, sirve solo para agitar
Y liberar cada cadena, con este gozoso estado de plenitud.
Su cuerpo emite luz, entronizado sobre el asiento del poderío
Del alma en su puerta se sienta encantada y lee mucho en esa vista
Él no es un mendicante, el  que habla poco pero dice mucho
Reflexiona sobre las reflexiones, ve todo lo que es mientras que mira "nada".
Todos los que han probado este vino se ven obligados a caminar en esta línea
Cada una de las nueve estrellas, con el diseño del corazón alineado.
De Tabriz, uno como Shams, llega para los buscadores del divino
Sustento en la viña del amor, el jardinero de la vid de tu alma.

                                      Rumi-Divan-e Shams

Tomado de la magnífica traducción al inglés de Shahriar Shahriari
Vancouver, Canada July 20, 1998
mi mano sobre tus pechos la cocina
en reposo a esa hora el café
que hirvió el hablar en voz baja
para no molestar a la dulzura de nuestros
cuerpos
que temblaban o brillaban
con una especie de luz como el cuchillo que
usaste
mientras estaba en tu mano

— The End —