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Lesly Jan 2015
Recuerdo exactamente como si fuese ayer. Recuerdo cuando en los veranos mi padre se iba a jugar al campo de futbol y nos llevaba a mi hermana y yo. Andaba un overol estilo chor morado con flores amarillas al lado y teñís negros. Suena como estilo feo y raro pero yo desde peque me vestía diferente. Pero se veía bien. Vale. Miraba a mi papa jugar el futbol como si fuese campeón jajá. Cuando el era joven de 18 anos le había dicho que si quería jugar futbol profesional. Pero mi padre decidió que no. No se porque no tomo esa oportunidad? Estuvo buena.. pero años después se caso con mi mama y nacimos nosotros. Mi hermana gemela, yo y mis dos hermanos.

Las Malta Goya's fueron esas bebidas que me encantaba tomar en esos días súper calientes. Al principio no me gustaba mucho. Wakala dije yo! pero no se como explicar este sentimiento pero mi cuerpo deseaba mas. Ahora que tengo 18 anos los sigo bebiendo. Wow. El que lea esto debería de probar Malta Goya. Cuando lo buscas en Google dice que es cerveza sin alcohol. jeje ;)
Ahora que me acuerdo, fue así:

Hecho de fiebre, atravesé ciudades hermafroditas
donde las mujeres y los hombres recibían los cuerpos de los vagabundos
y los lavaban en las fuentes,
con el manto de fuego que no cesa.
Una noche saturada de invierno, bebiendo la sopa de la eternidad,
gané mi virginidad y fui otro yo en mí mismo,
porque olvidé cómo responder sobre el misterio de las cosas.

De silencio me armé y salí hacia campo abierto
 a traficar imágenes junto a las constelaciones.

Fue entonces cuando indagué la pulpa del mestizaje,
cuando probé la sangre metafísica derramada en Tebas
-es que esa mañana liquidé a la esfinge
Cerca de una Wasserfall contaminada.-

Pies desarmados, peregriné mi jornada intuitiva,
saludé a las moléculas del fruto y a las sombras de la adivinación,
en un árbol vi la doble cifra de mi vida,
y grité, siendo montaña, la genealogía de mi conciencia.

Cuando la purificación se había ya extinguido
troqué el umbral de hueso por el marfil brillante
y así fue que entré en Coroico, urbe flotante,
cual símbolo, por material de sueño ungido.

Ahora miro con estos ojos destruidos
donde la sal del delirio antes tuvo morada,
(intuyo en esa forma liminar, la espada,
el camino que me arrastró al divino Omphalos).

Escucho, a veces, con saturnal resignación,
la crónica de mi negligencia.
Con efecto mundial de vela que se enciende,
el prepucio directo, hombres a golpes,
funcionan los labriegos a tiro de neblina,
con alabadas barbas,
pie práctico y reginas sinceras de los valles.

Hablan como les vienen las palabras,
cambian ideas bebiendo
orden sacerdotal de una botella;
cambian también ideas tras de un árbol, parlando
de escrituras privadas, de la luna menguante
y de los ríos públicos! (Inmenso! Inmenso! Inmenso!)

Función de fuerza
sorda y de zarza ardiendo,
paso de palo,
gesto de palo,
acápitcs de palo,
la palabra colgando de otro palo.

De sus hombros arranca, carne a carne, la herramienta florecida,
de sus rodillas bajan ellos mismos por etapas hasta el cielo,
y, agitando
y
agitando sus faltas en forma de antiguas calaveras,
levantan sus defectos capitales con cintas,
su mansedumbre y sus
vasos sanguíneos, tristes, de jueces colorados.

Tienen su cabeza, su tronco, sus extremidades,
tienen su pantalón, sus dedos metacarpos y un palito;
para comer vistiéronse de altura
y se lavan la cara acariciándose con sólidas palomas.

Por cierto, aquestos hombres
cumplen años en los peligros,
echan toda la frente en sus salutaciones;
carecen de reloj, no se jactan jamás de respirar
y, en fin, suelen decirse: Allá, las putas, Luis Taboada, los ingleses;
allá ellos, allá ellos, allá ellos!
Señora; según dicen, ya tiene usted otro amante.
Lástima que la prisa nunca sea elegante...
Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa
se resigne a ser viuda, sin haber sido esposa.

Y me parece injusto discutirle el derecho
de compartir sus penas, sus gozos y su lecho;
pero el amor, señora, cuando llega el olvido
también tiene el derecho de un final distinguido.

Perdón, si es que la hiere mi reproche, perdón,
aunque sé que la herida no es en el corazón...
Y, para perdonarme, piense si hay más despecho
en lo que yo le digo que en lo que usted ha hecho;

pues sepa que una dama con la espalda desnuda,
sin luto, en una fiesta, puede ser una viuda,
pero no, como tantas, de un difunto señor,
sino, para ella sola; viuda de un gran amor.

Y nuestro amor, recuerdo, fue un amor diferente,
(al menos al principio, ya no, naturalmente).

Usted era el crepúsculo a la orilla del mar,
que, según quien la mire, será hermoso o ******.
Usted era la flor que, según quien la corta,
es algo que no muere o algo que no importa.

O acaso ¿cierta noche de amor y de locura,
yo vivía un ensueño... y usted una aventura?
Si, usted juró, cien veces, ser para siempre mía:
yo besaba sus labios, pero no lo creía...

Usted sabe, y perdóneme, que en ese juramento
influye demasiado la dirección del viento.
Por eso no me extraña que ya tenga otro amante,
a quien quizás le jure lo mismo en este instante.

Y como usted, señora, ya aprendió a ser infiel,
a mí, así de repente... me da pena por él.

Sí, es cierto. Alguna noche su puerta estuvo abierta,
y yo, en otra ventana me olvidé de su puerta;
o una tarde de lluvia se iluminó mi vida
mirándome en los ojos de una desconocida;

y también es posible que mi amor indolente
desdeñara su vaso bebiendo en la corriente.
Sin embargo, señora, yo, con sed o sin sed,
nunca pensaba en otra si la besaba a usted.

Perdóneme de nuevo, si le digo estas cosas,
pero ni los rosales dan solamente rosas;
y no digo esto por usted, ni por mí,
sino por los amores que terminan así.

Pero vea, señora, que diferencia había
entre usted que lloraba y yo; que sonreía,
pues nuestro amor concluye con finales diversos:
Usted besando a otro; yo, escribiendo estos versos...
De sombra, sol y muerte, volandera
grana zumbando, el ruedo gira herido
por un clarín de sangre azul torera.

Abanicos de aplausos, en bandadas,
descienden, giradores, del tendido,
la ronda a coronar de los espadas.

Se hace añicos el aire, y violento,
un mar por media luna gris mandado
prende fuego a un farol que apaga el viento.

¡Buen caballito de los toros, vuela,
sin más jinete de oro y plata, al prado
de tu gloria de azúcar y canela!

Cinco picas al monte, y cinco olas
sus lomos empinados convirtiendo
en verbena de sangre y banderolas.

Carrusel de claveles y mantillas
de luna macarena y sol, bebiendo,
de naranja y limón, las banderillas.

Blonda negra, partida por dos bandas,
de amor injerto en oro la cintura,
presidenta del cielo y las barandas,

rosa en el palco de la muerte aún viva,
libre y por fuera sanguinaria y dura,
pero de corza el corazón, cautiva.

Brindis, cristiana mora, a ti, volando,
cuervo mudo y sin ojos, la montera
del áureo espada que en el sol lidiando

y en la sombra, vendido, de puntillas,
da su junco a la media luna fiera,
y a la muerte su gracia, de rodillas.

Veloz, rayo de plata en campo de oro
nacido de la arena y suspendido,
por un estambre, de la gloria, al toro,

mar sangriento de picas coronado,
en Dolorosa grana convertido,
centrar el ruedo manda, traspasado.

Feria de cascabel y percalina,
muerta la media luna gladiadora,
de limón y naranja, remolina

de la muerte, girando, y los toreros,
bajo una alegoría voladora
de palmas, abanicos y sombreros.
Boguemos, boguemos;
la barca empujad,
que rompa las nubes,
que rompa las nieblas,
los aires, las llamas,
las densas tinieblas,
las olas del mar.

Boguemos, crucemos;
del mundo el confín;
que hoy su triste cárcel quiebran
libres los diablos en fin,
y con música y estruendo
los condenados celebran,
juntos cantando y bebiendo
un diabólico festín.
¡Desgraciado Almirante! Tu pobre América,
tu india virgen y hermosa de sangre cálida,
la perla de tus sueños, es una histérica
de convulsivos nervios y frente pálida.

Un desastroso espirítu posee tu tierra:
donde la tribu unida blandió sus mazas,
hoy se enciende entre hermanos perpetua guerra,
se hieren y destrozan las mismas razas.

Al ídolo de piedra reemplaza ahora
el ídolo de carne que se entroniza,
y cada día alumbra la blanca aurora
en los campos fraternos sangre y ceniza.

Desdeñando a los reyes nos dimos leyes
al son de los cañones y los clarines,
y hoy al favor siniestro de negros reyes
fraternizan los Judas con los Caínes.

Bebiendo la esparcida savia francesa
con nuestra boca indígena semiespañola,
día a día cantamos la Marsellesa
para acabar danzando la Carmañola.

Las ambiciones pérfidas no tienen diques,
soñadas libertades yacen deshechas.
¡Eso no hicieron nunca nuestros caciques,
a quienes las montañas daban las flechas!

Ellos eran soberbios, leales y francos,
ceñidas las cabezas de raras plumas;
¡ojalá hubieran sido los hombres blancos
como los Atahualpas y Moctezumas!

Cuando en vientres de América cayó semilla
de la raza de hierro que fue de España,
mezcló su fuerza heroica la gran Castilla
con la fuerza del indio de la montaña.

¡Pluguiera a Dios las aguas antes intactas
no reflejaran nunca las blancas velas;
ni vieran las estrellas estupefactas
arribar a la orilla tus carabelas!

Libre como las águilas, vieran los montes
pasar los aborígenes por los boscajes,
persiguiendo los pumas y los bisontes
con el dardo certero de sus carcajes.

Que más valiera el jefe rudo y bizarro
que el soldado que en fango sus glorias finca,
que ha hecho gemir al zipa bajo su carro
o temblar las heladas momias del Inca.

La cruz que nos llevaste padece mengua;
y tras encanalladas revoluciones,
la canalla escritora mancha la lengua
que escribieron Cervantes y Calderones.

Cristo va por las calles flaco y enclenque,
Barrabás tiene esclavos y charreteras,
y en las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque
han visto engalonadas a las panteras.

Duelos, espantos, guerras, fiebre constante
en nuestra senda ha puesto la suerte triste:
¡Cristóforo Colombo, pobre Almirante,
ruega a Dios por el mundo que descubriste!
Josias Barrios Jan 2016
Deseo despertar com tu cuerpo desnudo junto al mío después de una noche saciando nuestra sed bebiendo besos llenos de lujuria y pasión. Deseo despertar, ver el reflejo del amanecer en tus ojos y perderme en tu mirada, tratar de encontrar tus secretos mas profundos al mismo instante que encuentre el punto donde tus gritos y gemidos de satisfacción exclamen mi nombre.
11016
Hermano:
hay cuatro o cinco nombres obscuros
que sangran la poesía.
El exterminio asiste a los amantes.
Hay quien sin darse cuenta camina en el suicidio
como si visitara la muerte de un extraño.
El hombre dice polvo y soledad y angustia.
La esperanza, asustada, se refugia en los niños
y en los tontos
y en nosotros, los que todavía, por la gracia del verbo, somos desgraciados.
La tierra ignora, el hombre trata
de conocer, levanta la cabeza en que los ojos brillan.
Hermano: estoy enfermo, estamos
bebiendo diariamente vida y muerte mezcladas,
en nuestro pan hay piedras,
tenemos sucio el llanto,
acudimos a nuestro corazón como a una casa limpia,
pero tenemos que dormir sobre montones de basura
y cuando llega el día no podemos tomar leche al pie de la vaca
sino brebajes de perdición en manos de brujas.
Amanecer no es hoy darse cuenta del día.
La sangre a veces se congela en los ojos
que quieren ver el mundo.
Tu mano de amor se hará de piedra
si tratas de secar el llanto a tu vecino.
No hables, no escuches nada, no socorras,
no llames en tu auxilio,
que cada quien se ahogue bajo sus propios gritos,
en sus gestos de espanto para la mímica universal.
Hermano: tu desaliento no tiene sentido,
óyeme hablar de la primavera.
Yo siento a veces que los pulmones se me quiebran,
que la carne toda se me quiebra
igual que un vidrio golpeado por un martillo;
siento que alguien les aprieta el pescuezo a los pájaros dentro de las jaulas,
que alguien mete un perro y un gato en un costal,
que les dan con un mazo en la nuca a los corderos,
que degüellan niñas, juntándoles la cabeza a la espalda,
pero óyeme hablar de la primavera.
La miel se cosecha todavía en las bodegas
y en los libros. La ternura existe.
Vamos a morirnos cada quien en su sitio
calladamente. No hay que darle importancia.
Sal tú, bebiendo campos y ciudades,
en largo ciervo de agua convertido,
hacia el mar de las albas claridades,
del martín-pescador mecido nido;

que yo saldré a esperarte, amortecido,
hecho junco, a las altas soledades,
herido por el aire y requerido
por tu voz, sola entre las tempestades.

Deja que escriba, débil junco frío,
mi nombre en esas aguas corredoras,
que el viento llama, solitario, río.

Disuelto ya en tu nieve el nombre mío,
vuélvete a tus montañas trepadoras,
ciervo de espuma, rey del monterío.
El marfil con tal arte ha sido cincelado
que en él se ven de Colquida la floresta sombría
la hermosa Medea. Y el Toisón, como el día
radiante, en una estela reposa recostado.

El Nilo, cerca; y ebrias, bajo el azul dorado,
Las Bacantes, que riegan perfumes y ambrosía,
adornan con un pámpano, entre luz de alegría,
el yugo de una yunta que lenta huella el prado.

Abajo hay un combate de caballeros rudos;
después, héroes que vuelven muertos en sus escudos,
ancianos sollozan les y madres plañideras;

y en fin, en forma de asa, encorvando sus flancos,
apoyando en los bordes sus firmes senos blancos,
en el ánfora vense bebiendo las Quimeras.
Anda, date a volar, hazte una abeja;
En el jardín florecen amapolas,
Y el néctar fino colma las corolas;
Mañana el alma tuya estará vieja.

Anda, suelta a volar, hazte paloma,
Recorre el bosque y picotea granos,
Come migajas en distintas manos,
La pulpa muerde de fragante poma.

Anda, date a volar, sé golondrina,
Busca la playa de los soles de oro,
Gusta la primavera y su tesoro,
La primavera es única y divina.

Mueres de sed: no he de oprimirte tanto...
Anda, camina por el mundo, sabe;
Dispuesta sobre el mar está tu nave:
Date a bogar hacia el mejor encanto.

Corre, camina más, es poco aquello...
Aún quedan cosas que tu mano anhela,
Corre, camina, gira, sube y vuela:
Gústalo todo porque todo es bello.

Echa a volar... mi amor no te detiene,
¡Cómo te entiendo, Bien, cómo te entiendo!
Llore mi vida... el corazón se apene...
Date a volar, Amor, yo te comprendo.

Callada el alma... el corazón partido,
Suelto tus alas... ve... pero te espero.
¿Cómo traerás el corazón, viajero?
Tendré piedad de un corazón vencido.

Para que tanta sed bebiendo cures
Hay numerosas sendas para ti...
Pero se hace la noche; no te apures...
Todas traen a mí...
John F McCullagh Aug 2019
El pintor de palabras se recostó con su café
En el viejo y maltratado sillón de color burdeos.
Deseó estar bebiendo borgoña
En una silla de color café, pero los mendigos no pueden elegir.

Ser un pintor de palabras no es tan lucrativo como lo era en el pasado.
Sin embargo, en el lado positivo del libro mayor, nadie era probable
Para pedirle que nade el Hellespont
y arriesgar su vida por la independencia griega.

¿Qué, entonces, debería escribir hoy?
Pensó en ella que una vez había usado su anillo.
Pensó en una niña encantadora, bronceada
Con mechones ***** azabache
y ojos latinos vivos.

Extraño, no había pensado en ella en bastante tiempo.
Bueno, pensó, después de todo, hoy es su cumpleaños.
“Feliz cumpleaños a mi querida Barbara Jeanne.

Me enseñaste lecciones de amor y pérdida
y me dejó con solo el toque de un poeta.
Feliz cumpleaños a una mujer maravillosa que era demasiado joven para apreciar realmente.
Leydis Jul 2017
Sé que te traes algo entre manos,
sé que me estas comiéndome con la vista,
desvistiéndome con el pensamiento,
bebiendo de mi ser en cada trago,
tragándote los deseos de tomarme en plena barra,
subirme en el mostrador para;
barrer mi desafiante mirada,
mirarme embelesado mientras suplico……
que sigas, que pares,
que más lento, más rápido,
más violento, más suave,
que quiero más, mas, mas, y más!
Más de ti, de mí, de ese derretimiento de éxtasis.
De ese arrobamiento de locura entre chocantes cuerpos.
De una degenerada y desafiante entrega entre dos extraños,
que solo quieren olvidarse un rato,
entre brazos que se jalan, que se estremecen,
entre piernas que se atan, que se amarran para poder contenerse,
entre labios que se besan desenfrenadamente,
entre dientes que se muerden la vida,
entre mordidas que avivan la carne,
que dejan la piel morada como uva,
sangrando pasión, destilando aventura.
Entre lenguas que lamen prudencia,
diciendo las cosas más bellas, las más obscenas.
Entre narices que inhalan algarabías de incontrolables deseos,
de seguir, de desquitarse con el tiempo,
en una noche que comenzó con una simple e inofensiva mirada,
que nos invitaba a dejar el tedio entre los brazos de dos extraños.
Sé que te traes algo entre manos.
¿Cómo lo sé? ¡Porque yo también lo estoy pensando!
LeydisProse
7/5/2017
https://www.facebook.com/LeydisProse/
Viviendo espadas y bebiendo vientos
abre la rosa mágica y serena
destrozando jazmines y azucena,
eclipsando clavel y pensamientos.

Solo atenta a su aire y a los lentos
minutos de ascensión real, en la plena
maravilla del tiempo a luna llena,
en sus dulces, divinos terciopelos.

Destino inmenso en tan menguada vida.
Todo le ofrece la pasión ardida.
Como centella, en la mitad del día,

se dormirá en belleza sin ocaso.
Y los hombres dirán: era de raso
la reina que esta tarde de moría.
No he buscado poder ni metal,
mas viví en una marcha nupcial...
Me parece que por amar tanto
voy bebiendo una copa de espanto.Claroscuro de noche y de día;
corazón y cabeza y hombría,
los tres nudos que tiene mi ser
a la buena y la mala mujer.En mi pecho feliz no hubo cosa
de cristal, terracota o madera,
que abrazada por mí, no tuvieramovimientos humanos de esposa.
¡Desdichado el que en la hora lunar
en su lecho no huele azahar!Desposémonos con la sencilla
avestruz, con la liebre y la ardilla.
LKenzo Dec 2020
En el campanario retumban las campanas,
las mujeres ya salen de la misa.
Las gaviotas silvan por toda la ciudad,
levantando la vista puedes ver su volar.
Las bombas besaron el pueblo y el fuego;
todo el fuego, abrazó a su gente,
pero a ella, le arropó la tristeza.
Vistió durante siete semanas el *****
siendo vista por las aceras.
Fue el domingo a recoger margaritas al campo
El viento mueve los trigos
las luces de las ventanas
de todas las ventanas
Veo la oscuridad de sus casas.
Las estrellas en la montaña dan fogonazos
de colores violentos
y los animales muerden si te acercas
Dios le ha traicionado y por eso ya no reza
Sangre roja y azul que corre
por una pared blanca
Y en la panadería ya no se habla
solo suena una vieja guitarra
en cada esquina, en cada cuneta
Los olivos quemados de las ramas a la madera,
las naranjas reposando en el suelo
la pasearon por todo el pueblo
para que de su pecado se arrepintiera
Las mantillas y las lagrimas
de aquel día santo
de entre los escombros; su hermano
le llamó y él no respondió,
toda la mañana de aquel día santo
intentó despertarlo.

Ya ha llegado la primavera.

La virgen sostiene un libro
Alyssa y Thalia, dos ángeles preciosos
escuchan la historia con atención,
frutos de Dios, en cambio yo...
La serpiente está dentro de la copa
bebiendo de su vino
embriagándose con sus palabras
pasando cuatro lunas
la vida que crecía,
un baso lleno de lejía
abrasando su esófago,
el engaño
y un cuadro pintado.
Despierta el pueblo.
La noche y el día.
El cielo y el mar.
Las plantas, la poesía.
La luna, el Sol y las estrellas.
Las aves en el cielo y los peces en el océano.
Los animales y al hombre.
El hombre y la poesía.
Y el descenso.
Valeria Chauvel May 2020
Así se pasa la vida,
escribiendo en un papel
queriendo escupir al cielo.

Estoy harta de rogar a pies    
por querer tener palabras
ante venenosas carcajadas
que citan a la inmaculada ley.

Me abraza el delgado manto del Frío  
y dejo que me toquen.
Me entrego a las quimeras
bebiendo el vino de las calles
guardando el pan en mi sostén.

Tengo que fingir orgasmos
con la daga enterrada en mi piel
y mi nombre dejarlo a un lado    
cuidadosamente doblado.

Aprendí a no reconocerme en el espejo
cuando del cuello me agarraban.
Yo era esa dulce agonía
que enriquecía etiquetas de gala.

Desde niña me dijeron que tenía que ser fuerte
y coser mis palabras si quería comer.        
Nunca dejó de caer sangre de mi nariz      
ni de masturbarme con la ternura de insultos.  

No era yo merecedora del jardín de Dios,
era la niña del Diablo, la que comió la manzana.
Tan impura que no fui digna de cuna de oro      
y en el suelo tuve que sepultar la sal.

A mi madre también la violaron.
Relucían claramente sus lágrimas,
esas que la noche no logra desaparecer.  

Yo sabía que era un hombre de inmunidad
heredada, tomada, comprada,    
los pocos recipientes de Dios y su justicia
que figuran el tesoro divino y la tierra santa,
legado restringido para todos los oscurecidos.

Y aunque ella nunca dijo nada,
fueron los muros, los que no guardaron,
el nudo que llevaba en su garganta.

Bajo la sombra de la otredad
el refugio es la luz de la luna;
aunque es fácil sentirse dócil y venal
cuando el sol es tirano y opaca a nuestra urna.
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Valeria Chauvel Mar 2020
Tú que me vistes y desvistes,
y me pintas de ***** a tu antojo,
bestia sórdida, me acorralas,
cuando en tus ojos veo mi cara.

Se alimenta de mi piel sesgada
el clítoris de la sanguijuela,
bebiendo de mi sangre escarlata
como ramera sedienta, aunque gemela.

Veo en el espejo tu cara,
lector bello y dócil… como siempre.

— The End —