Raza de «Comuneros» era su raza. Fuerte
Su corazón de virgen, en tierra esclavizada
Quería que la noche rompiera en alborada,
Y que se alzara libre lo que yacía inerte.
Sin temor al peligro, y al azar de la suerte,
Armó en silencio brazos; y en su ideal, fiada,
Sudario fue su velo de hermosa desposada,
Y su nupcial desfile, desfile hacia la muerte.
Y cuando ya, vendada, iba a caer de hinojos,
Quiso evitar entonces que los profanos ojos
Del pelotón hicieran a su pudor ultraje,
Y se ató con la venda la falda, pues temía
Que el estremecimiento postrero en su agonía
Levantarle pudiera sobre el banquillo el traje.