Submit your work, meet writers and drop the ads. Become a member
Cantan los niños
En la noche quieta:
¡Arroyo claro,
Fuente serena!

¿Qué tiene tu divino
Corazón en fiesta?Un doblar de campanas,
Perdidas en la niebla.

Ya nos dejas cantando
En la plazuela.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!
¿Qué tienes en tus manos
De primavera?

Una rosa de sangre
Y una azucena.

Mójalas en el agua
De la canción añeja.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!
¿Qué sientes en tu boca
Roja y sedienta?

El sabor de los huesos
De mi gran calavera.

Bebe el agua tranquila
De la canción añeja.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!
¿Por qué te vas tan lejos
De la plazuela?

¡Voy en busca de magos
Y de princesas!

¿Quién te enseñó el camino
De los poetas?

La fuente y el arroyo
De la canción añeja.

¿Te vas lejos, muy lejos
Del mar y de la tierra?

Se ha llenado de luces
Mi corazón de seda,
De campanas perdidas,
De lirios y de abejas,
Y yo me iré muy lejos,
Más allá de esas sierras,
Más allá de los mares
Cerca de las estrellas,
Para pedirle a Cristo
Señor que me devuelva
Mi alma antigua de niño,
Madura de leyendas,
Con el gorro de plumas
Y el sable de madera.

Ya nos dejas cantando
En la plazuela.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!
Las pupilas enormes
De las frondas resecas,
Heridas por el viento,
Lloran las hojas muertas.
Shayla Jade Oct 2014
Racing through the canyon,
gaining speed at every turn,
two outlaws and companions,
never again will they return

to a little town called Seco,
tucked away within the hills,
a little place to get low,
tucked away from hidden thrills.

Dead Man’s Creek once filled with cries,
now the river bed runs dry.
Vultures deeply flood the skies,
Whiskey Joe rolled his snake eyes.

Said we made it to Arroyo,
good place to drown your sorrows.
His left pocket held a photo,
forever livin’ in his morrows.

The vortex in the valley,
out in the sun in Cali.
In a land that feels free,
though it’s stolen country.

The devil’s talkin’ in your dreams,
blood line red wine controls.
If you try hard you can leave,
before they seize your soul.
A la luz de la tarde moribunda
Recorro el olvidado cementerio,
Y una dulce piedad mi pecho inunda
Al pensar de la muerte en el misterio.

Del occidente a las postreras luces
Mi errabunda mirada sólo advierte
Los toscos leños de torcidas cruces,
Despojos en la playa de la Muerte.

De madreselvas que el Abril enflora,
Cercado humilde en torno se levanta,
Donde vierte sus lágrimas la aurora,
Y donde el ave, por las tardes, canta.

Corre cerca un arroyo en hondo cauce
Que a trechos lama verdinegra viste,
Y de la orilla se levanta un sauce,
Cual de la Muerte centinela triste.

Y al oír el rumor en la maleza,
Mi mente inquiere, de la sombra esclava,
Si es rumor de la vida que ya empieza,
O rumor de la vida que se acaba.

«¿Muere todo?» me digo. En el instante
Alzarse veo de las verdes lomas,
Para perderse en el azul radiante,
Una blanca bandada de palomas.

Y del bardo sajón el hondo verso,
Verso consolador, mi oído hiere:
No hay muerte porque es vida el universo;
Los muertos no están muertos...  ¡Nada muere!
¡No hay muerte! ¡todo es vida!...
                                                     
El sol que ahora,
Por entre nubes de encendida grana
Va llegando al ocaso, ya es aurora
Para otros mundos, en región lejana.

Peregrina en la sombra, el alma yerra
Cuando un perdido bien llora en su duelo.
Los dones de los cielos a la tierra
No mueren... ¡Tornan de la tierra al cielo!
Si ya llegaron a la eterna vida
Los que a la sima del sepulcro ruedan,
Con júbilo cantemos su partida,
¡Y lloremos más bien por los que quedan!

Sus ojos vieron, en la tierra, cardos,
Y sangraron sus pies en los abrojos...
¡Ya los abrojos son fragantes nardos,
Y todo es fiesta y luz para sus ojos!

Su pan fue duro, y largo su camino,
Su dicha terrenal fue transitoria...
Si ya la muerte a libertarlos vino,
¿Porqué no alzarnos himnos de victoria?
La dulce faz en el hogar querida,
Que fue en las sombras cual polar estrella:
La dulce faz, ausente de la vida,
¡Ya sonríe más fúlgida y más bella!

La mano que posada en nuestra frente,
En horas de dolor fue blanda pluma,
Transfigurada, diáfana, fulgente,
Ya como rosa de Sarón perfuma.

Y los ojos queridos, siempre amados,
Que alegraron los páramos desiertos,
Aunque entre sombras los miréis cerrados,
¡Sabed que están para la luz abiertos!

Y el corazón que nos amó, santuario
De todos nuestros sueños terrenales,
Al surgir de la noche del osario,
Es ya vaso de aromas edenales.

Para la nave errante ya hay remanso;
Para la mente humana, un mundo abierto;
Para los pies heridos... ya hay descanso,
Y para el pobre náufrago... ya hay puerto.
No hay muerte, aunque se apague a nuestros ojos
Lo que dio a nuestra vida luz y encanto;
¡Todo es vida, aunque en míseros despojos
Caiga en raudal copioso nuestro llanto!

No hay muerte, aunque a la tumba a los que amamos
(La frente baja y de dolor cubiertos),
Llevemos a dormir... y aunque creamos
Que los muertos queridos están muertos.

Ni fue su adiós eterna despedida...
Como buscando un sol de primavera
Dejaron las tinieblas de la vida
Por nueva vida, en luminosa esfera.

Padre, madre y hermanos, de fatigas
En el mundo sufridos compañeros,
Grermen fuisteis ayer... ¡hoy sois espigas,
Espigas del Señor en los graneros!

Dejaron su terrena vestidura
Y ya lauro inmortal radia en sus frentes;
Y aunque partieron para excelsa altura,
Con nosotros están... no están ausentes!
Son luz para el humano pensamiento,
Rayo en la estrella y música en la brisa.
¿Canta el aura en las frondas?...  ¡Es su acento!
¿Una estrella miráis?...  ¡Es su sonrisa!

Por eso cuando en horas de amargura
El horizonte ennegrecido vemos,
Oímos como voces de dulzura
Pero de dónde vienen... ¡no sabemos!

¡Son ellos... cerca están!  Y aunque circuya
Luz eterna a sus almas donde moran
En el placer nuestra alegría es suya,
Y en el dolor, con nuestro llanto lloran.

A nuestro lado van.  Son luz y egida
De nuestros pasos débiles e inciertos
No hay muerte...  ¡Todo alienta, todo es vida!
¡Y los muertos queridos no están muertos!

Porque al caer el corazón inerte
Un mundo se abre de infinitas galas,
¡Y como eterno galardón, la Muerte
Cambia el sudario del sepulcro, en alas!
1
Who will honor the city without a name
If so many are dead and others pan gold
Or sell arms in faraway countries?


What shepherd's horn swathed in the bark of birch
Will sound in the Ponary Hills the memory of the absent—
Vagabonds, Pathfinders, brethren of a dissolved lodge?


This spring, in a desert, beyond a campsite flagpole,
—In silence that stretched to the solid rock of yellow and red mountains—
I heard in a gray bush the buzzing of wild bees.


The current carried an echo and the timber of rafts.
A man in a visored cap and a woman in a kerchief
Pushed hard with their four hands at a heavy steering oar.


In the library, below a tower painted with the signs of the zodiac,
Kontrym would take a whiff from his snuffbox and smile
For despite Metternich all was not yet lost.


And on crooked lanes down the middle of a sandy highway
Jewish carts went their way while a black grouse hooted
Standing on a cuirassier's helmet, a relict of La Grande Armée.


2
In Death Valley I thought about styles of hairdo,
About a hand that shifted spotlights at the Student's Ball
In the city from which no voice could reach me.
Minerals did not sound the last trumpet.
There was only the rustle of a loosened grain of lava.


In Death Valley salt gleams from a dried-up lake bed.
Defend, defend yourself, says the tick-tock of the blood.
From the futility of solid rock, no wisdom.


In Death Valley no hawk or eagle against the sky.
The prediction of a Gypsy woman has come true.
In a lane under an arcade, then, I was reading a poem
Of someone who had lived next door, entitled 'An Hour of Thought.'


I looked long at the rearview mirror: there, the one man
Within three miles, an Indian, was walking a bicycle uphill.


3
With flutes, with torches
And a drum, boom, boom,
Look, the one who died in Istanbul, there, in the first row.
He walks arm in arm with his young lady,
And over them swallows fly.


They carry oars or staffs garlanded with leaves
And bunches of flowers from the shores of the Green Lakes,
As they came closer and closer, down Castle Street.
And then suddenly nothing, only a white puff of cloud
Over the Humanities Student Club,
Division of Creative Writing.


4
Books, we have written a whole library of them.
Lands, we have visited a great many of them.
Battles, we have lost a number of them.
Till we are no more, we and our Maryla.


5
Understanding and pity,
We value them highly.
What else?


Beauty and kisses,
Fame and its prizes,
Who cares?


Doctors and lawyers,
Well-turned-out majors,
Six feet of earth.


Rings, furs, and lashes,
Glances at Masses,
Rest in peace.


Sweet twin *******, good night.
Sleep through to the light,
Without spiders.


6
The sun goes down above the Zealous Lithuanian Lodge
And kindles fire on landscapes 'made from nature':
The Wilia winding among pines; black honey of the Żejmiana;
The Mereczanka washes berries near the Żegaryno village.
The valets had already brought in Theban candelabra
And pulled curtains, one after the other, slowly,
While, thinking I entered first, taking off my gloves,
I saw that all the eyes were fixed on me.


7
When I got rid of grieving
And the glory I was seeking,
Which I had no business doing,


I was carried by dragons
Over countries, bays, and mountains,
By fate, or by what happens.


Oh yes, I wanted to be me.
I toasted mirrors weepily
And learned my own stupidity.


From nails, mucous membrane,
Lungs, liver, bowels, and spleen
Whose house is made? Mine.


So what else is new?
I am not my own friend.
Time cuts me in two.


Monuments covered with snow,
Accept my gift. I wandered;
And where, I don't know.


8
Absent, burning, acrid, salty, sharp.
Thus the feast of Insubstantiality.
Under a gathering of clouds anywhere.
In a bay, on a plateau, in a dry arroyo.
No density. No harness of stone.
Even the Summa thins into straw and smoke.
And the angelic choirs fly over in a pomegranate seed
Sounding every few instants, not for us, their trumpets.


9
Light, universal, and yet it keeps changing.
For I love the light too, perhaps the light only.
Yet what is too dazzling and too high is not for me.
So when the clouds turn rosy, I think of light that is level
In the lands of birch and pine coated with crispy lichen,
Late in autumn, under the hoarfrost when the last milk caps
Rot under the firs and the hounds' barking echoes,
And jackdaws wheel over the tower of a Basilian church.


10
Unexpressed, untold.
But how?
The shortness of life,
the years quicker and quicker,
not remembering whether it happened in this or that autumn.
Retinues of homespun velveteen skirts,
giggles above a railing, pigtails askew,
sittings on chamberpots upstairs
when the sledge jingles under the columns of the porch
just before the moustachioed ones in wolf fur enter.
Female humanity,
children's snots, legs spread apart,
snarled hair, the milk boiling over,
stench, **** frozen into clods.
And those centuries,
conceiving in the herring smell of the middle of the night
instead of playing something like a game of chess
or dancing an intellectual ballet.
And palisades,
and pregnant sheep,
and pigs, fast eaters and poor eaters,
and cows cured by incantations.


11
Not the Last Judgment, just a kermess by a river.
Small whistles, clay chickens, candied hearts.
So we trudged through the slush of melting snow
To buy bagels from the district of Smorgonie.


A fortune-teller hawking: 'Your destiny, your planets.'
And a toy devil bobbing in a tube of crimson brine.
Another, a rubber one, expired in the air squeaking,
By the stand where you bought stories of King Otto and Melusine.


12
Why should that city, defenseless and pure as the wedding necklace of
a forgotten tribe, keep offering itself to me?
Like blue and red-brown seeds beaded in Tuzigoot in the copper desert
seven centuries ago.


Where ocher rubbed into stone still waits for the brow and cheekbone
it would adorn, though for all that time there has been no one.


What evil in me, what pity has made me deserve this offering?


It stands before me, ready, not even the smoke from one chimney is
lacking, not one echo, when I step across the rivers that separate us.


Perhaps Anna and Dora Drużyno have called to me, three hundred miles
inside Arizona, because except fo me no one else knows that they ever
lived.


They trot before me on Embankment Street, two hently born parakeets
from Samogitia, and at night they unravel their spinster tresses of gray
hair.


Here there is no earlier and no later; the seasons of the year and of the
day are simultaneous.


At dawn ****-wagons leave town in long rows and municipal employees
at the gate collect the turnpike toll in leather bags.


Rattling their wheels, 'Courier' and 'Speedy' move against the current
to Werki, and an oarsman shot down over England skiffs past, spread-
eagled by his oars.


At St. Peter and Paul's the angels lower their thick eyelids in a smile
over a nun who has indecent thoughts.


Bearded, in a wig, Mrs. Sora Klok sits at the ocunter, instructing her
twelve shopgirls.


And all of German Street tosses into the air unfurled bolts of fabric,
preparing itself for death and the conquest of Jerusalem.


Black and princely, an underground river knocks at cellars of the
cathedral under the tomb of St. Casimir the Young and under the
half-charred oak logs in the hearth.


Carrying her servant's-basket on her shoulder, Barbara, dressed in
mourning, returns from the Lithuanian Mass at St. Nicholas to the
Romers' house in Bakszta Street.


How it glitters! the snow on Three Crosses Hill and Bekiesz Hill, not
to be melted by the breath of these brief lives.


And what do I know now, when I turn into Arsenal Street and open
my eyes once more on a useless end of the world?


I was running, as the silks rustled, through room after room without
stopping, for I believed in the existence of a last door.


But the shape of lips and an apple and a flower pinned to a dress were
all that one was permitted to know and take away.


The Earth, neither compassionate nor evil, neither beautiful nor atro-
cious, persisted, innocent, open to pain and desire.


And the gift was useless, if, later on, in the flarings of distant nights,
there was not less bitterness but more.


If I cannot so exhaust my life and their life that the bygone crying is
transformed, at last, into harmony.


Like a Noble Jan Dęboróg in the Straszun's secondhand-book shop, I am
put to rest forever between tow familiar names.


The castle tower above the leafy tumulus grows small and there is still
a hardly audible—is it Mozart's Requiem?—music.


In the immobile light I move my lips and perhaps I am even glad not
to find the desired word.
J Arturo Nov 2012
they called it a lake home because there were
no knobs only latches
with padlocks for winter.

it was spring when I left.

the water was in the arroyo
when colorado raised her snowy head
above the hills and brush of northern new mexico.

and you wept
with tears strange to me as yellow flowers
in the canyons and flatlands, laughing for water.


the truck broke down just south of Los Lunas
the smoke and steam drawn off by a fierce wind
that drove the tumbleweeds to

new lowlands. eager with seeds.
what were you doing near my house Coyote?
were the poachers chasing you off?
Did the rumbles of trucks scare you inland?
I have an arroyo as my neighbor
  with jack rabbits and snakes
  with crickets the size of urban cockroaches
  barely any humans
  only the ones true to nature walk the rocky trail
  but you...
I am confused Mr Coyote
why were you not coming from the arroyo?
You cannot buy food at the Albertsons
and the gas stations dont let you in
The village inn wont serve you
and the campus is sealed by skunks and their ghastly---wind
Fast food makes no sense to you
all your food is fast
so I'm lost in where youre coming from
old friend
the native spirit of my soul
has come once again
Old coyote
As if you had been lost in the residential homes of El Chuco
  and simply searching for me.
This is the second time I have seen a coyote when I leave early in the morning. The coyote is the ultimate trickster, the reflection of your soul
Karen Newell Aug 2014
Wandering
along the arroyo.
Dry.
Wondering
"Where
are my Words?"
Leaving
no stone unturned.
Waiting
for the flood
of ink
to gush again
from my empty fingers.
Staining
the page.
Quenching
my Soul.
Yo, Beremundo el Lelo, surqué todas las rutas
y probé todos los mesteres.
Singlando a la deriva, no en orden cronológico ni lógico -en sin orden-
narraré mis periplos, diré de los empleos con que
nutrí mis ocios,
distraje mi hacer nada y enriquecí mi hastío...;
-hay de ellos otros que me callo-:
Catedrático fui de teosofía y eutrapelia, gimnopedia y teogonía y pansofística en Plafagonia;
barequero en el Porce y el Tigüí, huaquero en el Quindío,
amansador mansueto -no en desuetud aún- de muletos cerriles y de onagros, no sé dónde;
palaciego proto-Maestre de Ceremonias de Wilfredo el Velloso,
de Cunegunda ídem de ídem e ibídem -en femenino- e ídem de ídem de Epila Calunga
y de Efestión -alejandrino- el Glabro;
desfacedor de entuertos, tuertos y malfetrías, y de ellos y ellas facedor;
domeñador de endriagos, unicornios, minotauros, quimeras y licornas y dragones... y de la Gran Bestia.

Fui, de Sind-bad, marinero; pastor de cabras en Sicilia
si de cabriolas en Silesia, de cerdas en Cerdeña y -claro- de corzas en Córcega;
halconero mayor, primer alcotanero de Enguerrando Segundo -el de la Tour-Miracle-;
castrador de colmenas, y no de Casanovas, en el Véneto, ni de Abelardos por el Sequana;
pajecillo de altivas Damas y ariscas Damas y fogosas, en sus castillos
y de pecheras -¡y cuánto!- en sus posadas y mesones
-yo me era Gerineldos de todellas y trovador trovadorante y adorante; como fui tañedor
de chirimía por fiestas candelarias, carbonero con Gustavo Wasa en Dalecarlia, bucinator del Barca Aníbal
y de Scipión el Africano y Masinisa, piloto de Erik el Rojo hasta Vinlandia, y corneta
de un escuadrón de coraceros de Westmannlandia que cargó al lado del Rey de Hielo
-con él pasé a difunto- y en la primera de Lutzen.

Fui preceptor de Diógenes, llamado malamente el Cínico:
huésped de su tonel, además, y portador de su linterna;
condiscípulo y émulo de Baco Dionisos Enófilo, llamado buenamente el Báquico
-y el Dionisíaco, de juro-.

Fui discípulo de Gautama, no tan aprovechado: resulté mal budista, si asaz contemplativo.
Hice de peluquero esquilador siempre al servicio de la gentil Dalilah,
(veces para Sansón, que iba ya para calvo, y -otras- depilador de sus de ella óptimas partes)
y de maestro de danzar y de besar de Salomé: no era el plato de argento,
mas sí de litargirio sus caderas y muslos y de azogue también su vientre auri-rizado;
de Judith de Betulia fui confidente y ni infidente, y -con derecho a sucesión- teniente y no lugarteniente
de Holofernes no Enófobo (ni enófobos Judith ni yo, si con mesura, cautos).
Fui entrenador (no estrenador) de Aspasia y Mesalina y de Popea y de María de Mágdalo
e Inés Sorel, y marmitón y pinche de cocina de Gargantúa
-Pantagruel era huésped no nada nominal: ya suficientemente pantagruélico-.
Fui fabricante de batutas, quebrador de hemistiquios, requebrador de Eustaquias, y tratante en viragos
y en sáficas -algunas de ellas adónicas- y en pínnicas -una de ellas super-fémina-:
la dejé para mí, si luego ancló en casorio.
A la rayuela jugué con Fulvia; antes, con Palamedes, axedrez, y, en época vecina, con Philidor, a los escaques;
y, a las damas, con Damas de alto y bajo coturno
-manera de decir: que para el juego en litis las Damas suelen ir descalzas
y se eliden las calzas y sustentadores -no funcionales- en las Damas y las calzas en los varones.

Tañí el rabel o la viola de amor -casa de Bach, búrguesa- en la primicia
de La Cantata del Café (pre-estreno, en familia protestante, privado).
Le piqué caña jorobeta al caballo de Atila
-que era un morcillo de prócer alzada: me refiero al corcel-;
cambié ideas, a la par, con Incitato, Cónsul de Calígula, y con Babieca,
-que andaba en Babia-, dándole prima
fui zapatero de viejo de Berta la del gran pie (buen pie, mejor coyuntura),
de la Reina Patoja ortopedista; y hortelano y miniaturista de Pepino el Breve,
y copero mayor faraónico de Pepe Botellas, interino,
y porta-capas del Pepe Bellotas de la esposa de Putifar.

Viajé con Julio Verne y Odiseo, Magallanes y Pigafetta, Salgan, Leo e Ibn-Batuta,
con Melville y Stevenson, Fernando González y Conrad y Sir John de Mandeville y Marco Polo,
y sólo, sin De Maistre, alredor de mi biblioteca, de mi oploteca, mi mecanoteca y mi pinacoteca.
Viajé también en tomo de mí mismo: asno a la vez que noria.

Fui degollado en la de San Bartolomé (post facto): secundaba a La Môle:
Margarita de Valois no era total, íntegramente pelirroja
-y no porque de noche todos los gatos son pardos...: la leoparda,
las tres veces internas, íntimas, peli-endrina,
Margarita, Margotón, Margot, la casqui-fulva...-

No estuve en la nea nao -arcaica- de Noé, por manera
-por ventura, otrosí- que no fui la paloma ni la medusa de esa almadía: mas sí tuve a mi encargo
la selección de los racimos de sus viñedos, al pie del Ararat, al post-Diluvio,
yo, Beremundo el Lelo.

Fui topógrafo ad-hoc entre El Cangrejo y Purcoy Niverengo,
(y ad-ínterim, administré la zona bolombólica:
mucho de anís, mucho de Rosas del Cauca, versos de vez en cuando),
y fui remero -el segundo a babor- de la canoa, de la piragua
La Margarita (criolla), que navegó fluvial entre Comiá, La Herradura, El Morito,
con cargamentos de contrabando: blancas y endrinas de Guaca, Titiribí y Amagá, y destilados
de Concordia y Betulia y de Urrao...
¡Urrao! ¡Urrao! (hasta hace poco lo diríamos con harta mayor razón y con aquese y este júbilos).
Tras de remero de bajel -y piloto- pasé a condueño, co-editor, co-autor
(no Coadjutor... ¡ni de Retz!) en asocio de Matías Aldecoa, vascuence, (y de un tal Gaspar von der Nacht)
de un Libraco o Librículo de pseudo-poemas de otro quídam;
exploré la región de Zuyaxiwevo con Sergio Stepánovich Stepansky,
lobo de donde se infiere, y, en más, ario.

Fui consejero áulico de Bogislao, en la corte margravina de Xa-Netupiromba
y en la de Aglaya crisostómica, óptima circezuela, traidorcilla;
tañedor de laúd, otra vez, y de viola de gamba y de recorder,
de sacabuche, otrosí (de dulzaina - otronó) y en casaciones y serenatas y albadas muy especializado.
No es cierto que yo fuera -es impostura-
revendedor de bulas (y de mulas) y tragador defuego y engullidor de sables y bufón en las ferias
pero sí platiqué (también) con el asno de Buridán y Buridán,
y con la mula de Balaám y Balaám, con Rocinante y Clavileño y con el Rucio
-y el Manco y Sancho y don Quijote-
y trafiqué en ultramarinos: ¡qué calamares -en su tinta-!,
¡qué Anisados de Guarne!, ¡qué Rones de Jamaica!, ¡qué Vodkas de Kazán!, ¡qué Tequilas de México!,
¡qué Néctares de Heliconia! ¡Morcillas de Itagüí! ¡Torreznos de Envigado! ¡Chorizos de los Ballkanes! ¡Qué Butifarras cataláunicas!
Estuve en Narva y en Pultawa y en las Queseras del Medio, en Chorros Blancos
y en El Santuario de Córdova, y casi en la de San Quintín
(como pugnaban en el mismo bando no combatí junto a Egmont por no estar cerca al de Alba;
a Cayetana sí le anduve cerca tiempo después: preguntádselo a Goya);
no llegué a tiempo a Waterloo: me distraje en la ruta
con Ida de Saint-Elme, Elselina Vanayl de Yongh, viuda del Grande Ejército (desde antaño... más tarde)
y por entonces y desde años antes bravo Edecán de Ney-:
Ayudante de Campo... de plumas, gongorino.
No estuve en Capua, pero ya me supongo sus mentadas delicias.

Fabriqué clavicémbalos y espinetas, restauré virginales, reparé Stradivarius
falsos y Guarnerius apócrifos y Amatis quasi Amatis.
Cincelé empuñaduras de dagas y verduguillos, en el obrador de Benvenuto,
y escriños y joyeles y guardapelos ad-usum de Cardenales y de las Cardenalesas.
Vendí Biblias en el Sinú, con De la Rosa, Borelly y el ex-pastor Antolín.
Fui catador de tequila (debuté en Tapachula y ad-látere de Ciro el Ofiuco)
y en México y Amecameca, y de mezcal en Teotihuacán y Cuernavaca,
de Pisco-sauer en Lima de los Reyes,
y de otros piscolabis y filtros muy antes y después y por Aná del Aburrá, y doquiérase
con El Tarasco y una legión de Bacos Dionisos, pares entre Pares.
Vagué y vagué si divagué por las mesillas del café nocharniego, Mil Noches y otra Noche
con el Mago de lápiz buido y de la voz asordinada.
Antes, muy antes, bebí con él, con Emmanuel y don Efe y Carrasca, con Tisaza y Xovica y Mexía y los otros Panidas.
Después..., ahora..., mejor no meneallo y sí escanciallo y persistir en ello...

Dicté un curso de Cabalística y otro de Pan-Hermética
y un tercero de Heráldica,
fuera de los cursillos de verano de las literaturas bereberes -comparadas-.
Fui catalogador protonotario en jefe de la Magna Biblioteca de Ebenezer el Sefardita,
y -en segundo- de la Mínima Discoteca del quídam en referencia de suso:
no tenía aún las Diabelli si era ya dueño de las Goldberg;
no poseía completa la Inconclusa ni inconclusa la Décima (aquestas Sinfonías, Variaciones aquesas:
y casi que todello -en altísimo rango- tan Variaciones Alredor de Nada).

Corregí pruebas (y dislates) de tres docenas de sota-poetas
-o similares- (de los que hinchen gacetilleros a toma y daca).
Fui probador de calzas -¿prietas?: ceñidas, sí, en todo caso- de Diana de Meridor
y de justillos, que así veníanle, de estar atán bien provista
y atán rebién dotada -como sabíalo también y así de bien Bussy d'Amboise-.
Temperé virginales -ya restaurados-, y clavecines, si no como Isabel, y aunque no tan baqueano
como ése de Eisenach, arroyo-Océano.
Soplé el ***** bufón, con tal cual incongruencia, sin ni tal cual donaire.
No aporreé el bombo, empero, ni entrechoqué los címbalos.

Les saqué puntas y les puse ribetes y garambainas a los vocablos,
cuando diérame por la Semasiología, cierta vez, en la Sorbona de Abdera,
sita por Babia, al pie de los de Úbeda, que serán cerros si no valen por Monserrates,
sin cencerros. Perseveré harto poco en la Semántica -por esa vez-,
si, luego retorné a la andadas, pero a la diabla, en broma:
semanto-semasiólogo tarambana pillín pirueteante.
Quien pugnó en Dénnevitz con Ney, el peli-fulvo
no fui yo: lo fue mi bisabuelo el Capitán...;
y fue mi tatarabuelo quien apresó a Gustavo Cuarto:
pero sí estuve yo en la Retirada de los Diez Mil
-era yo el Siete Mil Setecientos y Setenta y Siete,
precisamente-: releed, si dudaislo, el Anábasis.
Fui celador intocable de la Casa de Tócame-Roque, -si ignoré cuyo el Roque sería-,
y de la Casa del Gato-que-pelotea; le busqué tres pies al gato
con botas, que ya tenía siete vidas y logré dar con siete autores en busca de un personaje
-como quien dice Los Siete contra Tebas: ¡pobre Tebas!-, y ya es jugar bastante con el siete.
No pude dar con la cuadratura del círculo, que -por lo demás- para nada hace falta,
mas topé y en el Cuarto de San Alejo, con la palanca de Arquimedes y con la espada de Damocles,
ambas a dos, y a cual más, tomadas del orín y con más moho
que las ideas de yo si sé quién mas no lo digo:
púsome en aprietos tal doble hallazgo; por más que dije: ¡Eureka! ...: la palanca ya no servía ni para levantar un falso testimonio,
y tuve que encargarme de tener siempre en suspenso y sobre mí la espada susodicha.

Se me extravió el anillo de Saturno, mas no el de Giges ni menos el de Hans Carvel;
no sé qué se me ficieron los Infantes de Aragón y las Nieves de Antaño y el León de Androcles y la Balanza
del buen Shylock: deben estar por ahí con la Linterna de Diógenes:
-¿mas cómo hallarlos sin la linterna?

No saqué el pecho fuera, ni he sido nunca el Tajo, ni me di cuenta del lío de Florinda,
ni de por qué el Tajo el pecho fuera le sacaba a la Cava,
pero sí vi al otro don Rodrigo en la Horca.
Pinté muestras de posadas y mesones y ventas y paradores y pulquerías
en Veracruz y Tamalameque y Cancán y Talara, y de riendas de abarrotes en Cartagena de Indias, con Tisaza-,
si no desnarigué al de Heredia ni a López **** tuerto -que era bizco-.
Pastoreé (otra vez) el Rebaño de las Pléyades
y resultaron ser -todellas, una a una- ¡qué capretinas locas!
Fui aceitero de la alcuza favorita del Padre de los Búhos Estáticos:
-era un Búho Sofista, socarrón soslayado, bululador mixtificante-.
Regí el vestier de gala de los Pingüinos Peripatéticos,
(precursores de Brummel y del barón d'Orsay,
por fuera de filósofos, filosofículos, filosofantes dromomaníacos)
y apacenté el Bestiario de Orfeo (delegatario de Apollinaire),
yo, Beremundo el Lelo.

Nada tuve que ver con el asesinato de la hija del corso adónico Sebastiani
ni con ella (digo como pesquisidor, pesquisante o pesquisa)
si bien asesoré a Edgar Allan Poe como entomólogo, cuando El Escarabajo de Oro,
y en su investigación del Doble Asesinato de la Rue Morgue,
ya como experto en huellas dactilares o quier digitalinas.
Alguna vez me dio por beberme los vientos o por pugnar con ellos -como Carolus
Baldelarius- y por tomar a las o las de Villadiego o a las sus calzas:
aquesas me resultaron harto potables -ya sin calzas-; ellos, de mucho volumen
y de asaz poco cuerpo (si asimilados a líquidos, si como justadores).
Gocé de pingües canonjías en el reinado del bonachón de Dagoberto,
de opíparas prebendas, encomiendas, capellanías y granjerías en el del Rey de los Dipsodas,
y de dulce privanza en el de doña Urraca
(que no es la Gazza Ladra de Rossini, si fuéralo
de corazones o de amantes o favoritos o privados o martelos).

Fui muy alto cantor, como bajo cantante, en la Capilla de los Serapiones
(donde no se sopranizaba...); conservador,
conservador -pero poco- de Incunables, en la Alejandrina de Panida,
(con sucursal en El Globo y filiales en el Cuarto del Búho).

Hice de Gaspar Hauser por diez y seis hebdémeros
y por otras tantas semanas y tres días fui la sombra,
la sombra misma que se le extravió a Peter Schlémil.

Fui el mozo -mozo de estribo- de la Reina Cristina de Suecia
y en ciertas ocasiones también el de Ebba Sparre.
Fui el mozo -mozo de estoques- de la Duquesa de Chaumont
(que era de armas tomar y de cálida sélvula): con ella pus mi pica en Flandes
-sobre holandas-.

Fui escriba de Samuel Pepys -¡qué escabroso su Diario!-
y sustituto suyo como edecán adjunto de su celosa cónyuge.
Y fuí copista de Milton (un poco largo su Paraíso Perdido,
magüer perdido en buena parte: le suprimí no pocos Cantos)
y a la su vera reencontré mi Paraíso (si el poeta era
ciego; -¡qué ojazos los de su Déborah!).

Fui traductor de cablegramas del magnífico Jerjes;
telefonista de Artajerjes el Tartajoso; locutor de la Esfinge
y confidente de su secreto; ventrílocuo de Darío Tercero Codomano el Multilocuo,
que hablaba hasta por los codos;
altoparlante retransmisor de Eubolio el Mudo, yerno de Tácito y su discípulo
y su émulo; caracola del mar océano eólico ecolálico y el intérprete
de Luis Segundo el Tartamudo -padre de Carlos el Simple y Rey de Gaula.
Hice de andante caballero a la diestra del Invencible Policisne de Beocia
y a la siniestra del Campeón olímpico Tirante el Blanco, tirante al blanco:
donde ponía el ojo clavaba su virote;
y a la zaga de la fogosa Bradamante, guardándole la espalda
-manera de decir-
y a la vanguardia, mas dándole la cara, de la tierna Marfisa...

Fui amanuense al servicio de Ambrosio Calepino
y del Tostado y deMatías Aldecoa y del que urdió el Mahabarata;
fui -y soylo aún, no zoilo- graduado experto en Lugares Comunes
discípulo de Leon Bloy y de quien escribió sobre los Diurnales.
Crucigramista interimario, logogrifario ad-valorem y ad-placerem
de Cleopatra: cultivador de sus brunos pitones y pastor de sus áspides,
y criptogramatista kinesiólogo suyo y de la venus Calipigia, ¡viento en popa a toda vela!
Fui tenedor malogrado y aburrido de libros de banca,
tenedor del tridente de Neptuno,
tenedor de librejos -en los bolsillos del gabán (sin gabán) collinesco-,
y de cuadernículos -quier azules- bajo el ala.
Sostenedor de tesis y de antítesis y de síntesis sin sustentáculo.
Mantenedor -a base de abstinencias- de los Juegos Florales
y sostén de los Frutales -leche y miel y cerezas- sin ayuno.
Porta-alfanje de Harún-al-Rashid, porta-mandoble de Mandricardo el Mandria,
porta-martillo de Carlos Martel,
porta-fendiente de Roldán, porta-tajante de Oliveros, porta-gumía
de Fierabrás, porta-laaza de Lanzarote (¡ búen Lancelot tan dado a su Ginevra!)
y a la del Rey Artús, de la Ca... de la Mesa Redonda...;
porta-lámpara de Al-Eddin, el Loca Suerte, y guardián y cerbero de su anillo
y del de los Nibelungos: pero nunca guardián de serrallo ni cancerbero ni evirato de harem...
Y fui el Quinto de los Tres Mosqueteros (no hay quinto peor) -veinte años después-.

Y Faraute de Juan Sin Tierra y fiduciario de
SøułSurvivør Mar 2016
-

my
face
is a
mud
flat
cracking
in the
lines
around
my
eyes

my
eyeballs
are
dusty
and
my
forehead
i­s a
boulder
defeated
by the
Sun

whole
craggy
mountain
ranges
inhabit
my
cheeks

and
my
m­ind
is a
patch
of
beavertail
cactus
scrubby
as
tumbleweed
in
a

barbed

­wire

fence
r Jun 2014
Painted ponies of the Paiute
Run against the sky
Cracked lightning lights the orange fire
Desert winds stoke whipping flame
Eagle flies blind to the sun
Scorpion strikes out in vain
Antelope leap crisscrossed arroyo
Coyote calls across the sand
Thatched huts explode in maelstrom storm
First People’s shadows smoke the ground
Clay pots crack and break in time
Fire-cracked stone in communal circles
Markers of forgotten stories
Great Basin parched to cracking lines
Full moon wanes to yellow bone
Awaiting dark clouds quenching rain
And painted ponies once again.

r ~ 6/4/14
\•/\
   |     All in a dream...
  / \
In the long journey out of the self,
There are many detours, washed-out interrupted raw places
Where the shale slides dangerously
And the back wheels hang almost over the edge
At the sudden veering, the moment of turning.
Better to hug close, wary of rubble and falling stones.
The arroyo cracking the road, the wind-bitten buttes, the canyons,
Creeks swollen in midsummer from the flash-flood roaring into the narrow valley.
Reeds beaten flat by wind and rain,
Grey from the long winter, burnt at the base in late summer.
-- Or the path narrowing,
Winding upward toward the stream with its sharp stones,
The upland of alder and birchtrees,
Through the swamp alive with quicksand,
The way blocked at last by a fallen fir-tree,
The thickets darkening,
The ravines ugly.
Caminas adentro de ti mismo y el tenue reflejo serpeante que te conduce
    no es la última mirada de tus ojos al cerrarse ni es el sol tímido golpeando tus párpados:
    es un arroyo secreto, no de agua sino de latidos: llamadas, respuestas, llamadas,
    hilo de claridades entre las altas yerbas y las bestias agazapadas de la conciencia a obscuras.
    Sigues el rumor de tu sangre por el país desconocido que inventan tus ojos
    y subes por una escalera de vidrio y agua hasta una terraza.
    Hecha de la misma materia impalpable de los ecos y los tintineos,
    la terraza, suspendida en el aire, es un cuadrilátero de luz, un ring magnético
    que se enrolla en sí mismo, se levanta, anda y se planta en el circo del ojo,
    géiser lunar, tallo de vapor, follaje de chispas, gran árbol que se enciende y apaga y enciende:
    estás en el interior de los reflejos, estás en la casa de la mirada,
    has cerrado los ojos y entras y sales de ti mismo a ti mismo por un puente de latidos:
                                  EL CORAZÓN ES UN OJO.

    Estás en la casa de la mirada, los espejos han escondido todos sus espectros,
    no hay nadie ni hay nada que ver, las cosas han abandonado sus cuerpos,
    no son cosas, no son ideas: son disparos verdes, rojos, amarillos, azules,
    enjambres que giran y giran, espirales de legiones desencarnadas,
    torbellino de las formas que todavía no alcanzan su forma,
    tu mirada es la hélice que impulsa y revuelve las muchedumbres incorpóreas,
    tu mirada es la idea fija que taladra el tiempo, la estatua inmóvil en la plaza del insomnio,
    tu mirada teje y desteje los hilos de la trama del espacio,
    tu mirada frota una idea contra otra y enciende una lámpara en la iglesia de tu cráneo,
    pasaje de la enunciación a la anunciación, de la concepción a la asunción,
    el ojo es una mano, la mano tiene cinco ojos, la mirada tiene dos manos,
    estamos en la casa de la mirada y no hay nada que ver, hay que poblar otra vez la casa del ojo,
    hay que poblar el mundo con ojos, hay que ser fieles a la vista, hay que
                  CREAR PARA VER.

    La idea fija taladra cada minuto, el pensamiento teje y desteje la trama,
    vas y vienes entre el infinito de afuera y tu propio infinito,
    eres un hilo de la trama y un latido del minuto, el ojo que taladra y el ojo tejedor,
    al entrar en ti mismo no sales del mundo, hay
ríos y volcanes en tu cuerpo, planetas y hormigas,
    en tu sangre navegan imperios, turbinas, bibliotecas, jardines,
    también hay animales, plantas, seres de otros mundos, las galaxias circulan en tus neuronas,
    al entrar en ti mismo entras en este mundo y en los otros mundos,
    entras en lo que vio el astrónomo en su telescopio, el matemático en sus ecuaciones:
    el desorden y la simetría, el accidente y las rimas, las duplicaciones y las mutaciones,
    el mal de San Vito del átomo y sus partículas, las células reincidentes, las inscripciones estelares.

    Afuera es adentro, caminamos por donde nunca hemos estado,
    el lugar del encuentro entre esto y aquello está aquí mismo y ahora,
    somos la intersección, la X, el aspa maravillosa que nos multiplica y nos interroga,
    el aspa que al girar dibuja el cero, ideograma del mundo y de cada uno de nosotros.
    Como el cuerpo astral de Bruno y Cornelio Agripa, como las granes transparentes de André Breton,
    vehículos de materia sutil, cables entre éste y aquel lado,
    los hombres somos la bisagra entre el aquí el allá, el signo doble y uno, V y ^ ,
    pirámides superpuestas unidas en un ángulo para formar la X de la Cruz,
    cielo y tierra, aire y agua, llanura y monte, lago y volcán, hombre y mujer,
    el mapa del cielo se refleja en el espejo de la música,
    donde el ojo se anula nacen mundos:

    LA PINTURA TIENE UN PIE EN LA ARQUITECTURA Y OTRO EN EL SUEÑO.


    La tierra es un hombre, dijiste, pero el hombre no es la tierra,
    el hombre no es este mundo ni los otros mundos que hay en este mundo y en los otros,
    el hombre es la boca que empaña el espejo de las semejanzas y dice sí,
    el equilibrista vendado que baila sobre la cuerda floja de una sonrisa,
    el espejo universal que refleja otro mundo al repetir a éste, el que transfigura lo que copia,
    el hombre no es el que es, célula o dios, sino el que está sienpre más allá.
    Nuestras pasiones no son los ayuntamientos de las substancias ciegas pero los combate y los abrazos de los elementos riman con nuestros deseos y apetitos,
    pintar es buscar la rima secreta, dibujar al eco, pintar el eslabón:
    El Vértigo de Eros es el vahído de la rosa al mecerse sobre el osario,
    la aparición de la aleta del pez al caer la noche en el mar es el centelleo de la idea,
    tú has pintado al amor tras una cortina de agua llameante

    PARA CUBRIR LA TIERRA CON UN NUEVO ROCÍO.


    En el espejo de la música las constelaciones se miran antes de disiparse,
    el espejo se abisma en sí mismo anegado de claridad hasta anularse en un reflejo,
    los espacios fluyen y se despeñan bajo la mirada del tiempo petrificado,
    las presencias son llamas, las llamas son tigres, los tigres se han vuelto olas,
    cascada de transfiguraciones, cascada de repeticiones, trampas del tiempo:
    hay que darle su ración de lumbre a la naturaleza hambrienta,
    hay que agitar la sonaja de las rimas para engañar al tiempo y despertar al alma,
    hay que plantar ojos en la plaza, hay que regar los parques con risa solar y lunar,
    hay que aprender la tonada de Adán, el solo de la flauta del fémur,
    hay que construir sobre este espacio inestable la casa de la mirada,
    la casa de aire y de agua donde la música duerme, el fuego vela y pinta el poeta.
spysgrandson Sep 2014
"back in the day" is something
the masses have begun to say--they didn't hear,
five miles to school in the snow, uphill, both ways
nor did I, but I did hide in an arroyo from wicked desert sands,
crouching small with my notebook protecting my acne pocked face
the chosen (with fewer zits) poured from shiny clean station wagons,
their morning mothers’ smiles on their tails, sans the gray grit
from my lonely wilderness journey

still,
we got our first color TV that year,
and I got to see red blood from the first fallen
in that crazy Asian war...I can't remember what color it was
on the black and white, though it dried black on my jungle fatigues,
only five years later, when Sugar Ray from south side Chi-town died
in my arms, one of his skinny legs blown off by a mine
someone decided to put on that trail,
back in the day

Walter Cronkite told us it was all for naught, and we believed him
Johnny Carson still made laughs while anonymous millions made love
(now I hear tell Jay Leno is "back in the day," so who the hell was he?)
gas lines began to form, and Tricky **** tripped on his tongue,
one too many times, and even more chanted the mantra,
"back in the day"

decades passed,
with Iran holding hostages, Ronny Ray-Gun getting shot
and Clinton getting a *******, and the day finally came,
when we were told we were all the same, with some folks
named "Will and Grace" gracing the screen,
now that Walter and Johnny and Superman
retired to a place called obscurity,
or maybe Nebraska

I didn't know what to tell my straight kids, so I didn't
and that was OK, because their "back in the day" was 9/11
and it mattered not who was het or gay, because nobody had black and white anymore,
those tube filled dinosaurs now in some landfill, buried beneath a billion dead cell phones,
a trillion plastic bottles, the cyber art of Steve Jobs and Bill Gates,
and the dung of dogs who could stand the sterile scent
or who did not care

now we still say back in the day,
the view of that backward horizon different for all
I try hard not to wonder, what spell we are no longer under
when we can’t call someone a ***, or hang someone
who simply tries to vote, and of course I must duly note
when my PC is silenced in a newer pile of trash
it will not matter who was gay, or who says,
back in the day
**disclaimer: this has nothing to do with Truman Capote's ****** orientation nor is it homophobic--it was simply a nostalgic trip I took today, composed, ironically perhaps, on my cell phone
Kyle Andree Ore Sep 2013
early morning scavengers,
the street is their turf.
little shadows of a starving nation,
a beacon of hope on a leftover bread.
wake up, wake up Dear President.
how can you eat on a silver plate?
how can you digest a corrupted food?
put your television on, please.
for putting it off wont change a thing.
look at those ***** angels,
all smudged up and dying.
your ignorance and selfishness
are tucking their wings in.
knock, knock..open your door to them,
let them play and wallow on your floor.
let them have a taste of heaven
for a taste of New York wont make it even.
wake up, wake up you sleeping thieves.
how can you not notice?
how can you sleep?
roam around the playpen you decided to rule,
and see your toy soldiers disappearing.
as you fought for a position,
they fought with their lives.
and when you cover their remains with our flag
feel their courage you trembling ****,
see how their blood tainted our native land,
from a bullet the enemy bought from your hand.

(inspired by Former President Arroyo of the Philippines and her corrupt ways.)
ekaj revae Nov 2014
I’m driving laps around
Urique’s unpaved streets
with Arnulfo, the world’s fastest
ultra-runner up front
Chugging tesguino disregarding
Young son, Mateas in the back
Handing us the 2 liter Coca-
Cola bottles, full of the mashy
corn brew.
The cholos are drinking
Tecate, mumbling under the palms
stalking the river, watching us
break down at ever lap.
Arnuflo heaves the truck
from behind, alone,
screaming and pushing.

I snap it into second gear
Mateas trembling,
and off we go. Arnulfo hopping in
smoking more cigarettes
passing the tesguino around shouting
Rapido! Poco a poco! Andale!

Rancherra bumps full blast, the
Eternal bumping,
beem, boom, up and down
Beem, boom, beem, boom
Tubas and brass echoing through all the adobe walls
meandering all the way
down the arroyo
to God know’s where.

The cholos challenge Arnulfo
to a race in their harsh stares
under flashy hats and shiny mustaches,
Ed Hardy models with sharp pointed
snake-skinned boots
Ayyeee, Arnulfo says, He won’t race
gainst Oscarine who they say
is the fastest young Chabochi
better than the elders
who used to chase down deer,
gently twisting their necks
after  tracking them to
an ending exhaustion.

Arnulfo tells them I can win
as Oscarine snorts more from the bag
they pass around from his pocket

Off we go twenty yards
Around the farthest tree
And I win because of
Arnulfo's ancient
assurance
SøułSurvivør May 2015
---

the desert lies in wait
the anvil of the sun
it's creatures know their fate
'fore the summer has begun
the heat will either ****
as surely as a gun
or folk bend to its will
the weather's cruelty to shun

the parched and dusty soil
waits for the summer rains
these will quench or spoil
flooding down arroyo drains
water weeps - the El Nino
great winds rip the plains
like an eagle's cry they echo
destroy in their refrains

the weather makes or breaks you
whether fire or killing frost
the farmer is the one who
pays the greatest cost
every year the price is dear
so much to be lost
temperatures to soar
the earth is torn or tossed

but the people of Sonora
already have begun
to feel It's powerful aura

the anvil of the sun


soulsurvivor
(c) 5/19/2015
every year hikers pass out
from the heat, and die in the desert

be warned - the sun is as Vulcan
not the character on Star Trek
tho he has pointy ears

HE CAN BE A DEVIL

---
The Fire Burns Jan 2018
Rock slopes capped
in oranges and browns,
leaves waterfall down the edges,
pooling at the base.

The zephyr sets them in motion,
a river of leaves in flash flood,
dancing colors wash through,
the arroyo dry, but still flowing.
Dave Hardin Oct 2016
Father Mckenzie  

Turk’s Head teased my shadow
free last evening along the arroyo

our separation minute yet
edging toward the clement lip

accruing like the thunder eggs
I keep in a jar by the door

God long since departed, drifted
away on the high desert wind

that drew us here long ago
rifled pages of the Book Of Common Prayer.

A sodden breeze from home last night
a tang of salt, a churchyard hush

low plaint of cello’s lurking around
these adobe walls for a way inside

my callow words returned to claim
their hollow sound and mouth

all that was left unsaid
an old man darning socks

in the night when nobody’s there
crossing the room to leave

the door ajar to old sermons
bible black sky pierced with diamonds.
Este campo fue mar
de sal y espuma.
Hoy oleaje de ovejas,
voz de avena.

Más que tierra eres cielo,
campo nuestro.
Puro cielo sereno...
Puro cielo.

¿De tu origen marino no conservas
más caracol que el nido del hornero?

No olvides que el azar hinchó sus velas
y a través de otra mar dio en tus riberas.

Ante el sobrio semblante de tus llanos
se arrancó la golilla el castellano.

Tienes, campo, los huesos que mereces:
grandes vértebras simples e inocentes,
tibias rudimentarias,
informes maxilares que atestiguan
tu vida milenaria;
y sin embargo, campo, no se advierte
ni una arruga en tu frente.

Ya sólo es un silencio emocionado
tu herbosa voz de mar desagotado.

¡Qué cordial es la mano de este campo!

Sobre tu tersa palma distendida
¡quién pudiese rastrear alguna huella
que revelara el rumbo de su vida!

Tus mismos cardos, campo, se estremecen
al presentir la aurora que mereces.

Une al don de tu pan y de tu mano
el de darle candor a nuestro canto.

¿Oyes, campo, ese ritmo?
¡Si fuera el mío!...
sin vocablos ni voz te expresaría
al galope tendido.

Estas pobres palabras
¡qué mal te quedan!
Pero qué quieres, campo,
no soy caballo
y jamás las diría
si tú me oyeras.

Por algo ante el apremio de nombrarte
he preferido siempre galoparte.

Ritmo, calma, silencio, lejanía...
hasta volverte, campo, melodía.

Sólo el viento merece acompañarte.

¿No podrá ni mentarse tu presencia
sin que te duela, campo, la modestia?

Eres tan claro y limpio y sin dobleces
que el vuelo de una nube te ensombrece.

¡Hasta las sombras, campo, no dan nunca
ni el más leve traspiés en tu llanura!

¿Cómo lograste, campo tan benigno,
asistir a los cruentos cataclismos
que describen tus nubes
y ver morir flameantes continentes,
inaugurarse mares,
donde jóvenes islas recalaban
en bahías de fuego,
con el vivo y remoto dramatismo
que recuerdan tus cielos?

Al galoparte, campo, te he sentido
cada vez menos campo y más latido.

Tenso y redondo y manso,
como un grávido vientre
virgen campo yacente.

Sin rubores, ni gestos excesivos,
-acaso un poco triste y resignada-
con el mismo candor que usan tus chinas
y reprimiendo, campo, su ternura,
-más allá del bañado, entre las parvas-
se te entrega la tarde ensimismada.

Pasan las nubes, pasan
-¿Quién las arrea?-
tobianas, malacaras,
overas, bayas;
pero toditas llevan,
campo, tu marca.

Dime, campo tendido cara  al cielo,
¿esas nubes son hijas de tu sueño?...

¡Cómo no han de llorarte las tropillas
de tus nubes tordillas
al otear, desde el cielo, esas praderas
y sentir la nostalgia de sus yerbas!

Lo que prefiero, campo, es tu llaneza.

Ya sé que tierra adentro eres de piedra,
como también de piedra son tus cielos,
y hasta esas pobres sombras que se hospedan
en tus valles de piedra;
pero al pensarte, campo, sólo veo,
en vez de esas quebradas minerales
donde espectros de muías se alimentan
con las más tiernas piedras,
una inmensa llanura de silencio,
que abanican, con calma, tus haciendas.

En lo alto de esas cumbres agobiantes
hallaremos laderas y peñascos,
donde yacen metales, momias de alga,
peces cristalizados;
peto jamás la extensa certidumbre
de que antes de humillarnos para siempre,
has preferido, campo, el ascetismo
de negarte a ti mismo.

Fuiste viva presencia o fiel memoria
desde mi más remota prehistoria.

Mucho antes de intimar con los palotes
mi amistad te abrazaba en cada poste.

Chapaleando en el cielo de tus charcos
me rocé con tus ranas y tus astros.

Junto con tu recuerdo se aproxima
el relente a distancia y pasto herido
con que impregnas las botas... la fatiga.

Galopar. Galopar. ¿Ritmo perdido?
hasta encontrarlo dentro de uno mismo.

Siempre volvemos, campo,
de tus tardes con un lucero humeante...
entre los labios.

Una tarde, en el mar, tú me llamaste,
pero en vez de tu escueta reciedumbre
pasaba ante la borda un campo equívoco
de andares voluptuosos y evasivos.

Me llamaste, otra vez, con voz de madre
y en tu silencio sólo hallé una vaca
junto a un charco de luna arrodillada;
arrodillada, campo, ante tu nada.

Cuando me acerco, pampa, a tu recuerdo,
te me vas, despacito, para adentro...
al trote corto, campo, al trotecito.

Aunque me ignores, campo, soy tu amigo.

Entra y descansa, campo. Desensilla.
Deja de ser eterna lejanía.

Cuanto más te repito y te repito
quisiera repetirte al infinito.

Nunca permitas, campo, que se agote
nuestra sed de horizonte y de galope.

Templa mis nervios, campo ilimitado,
al recio diapasón del alambrado.

Aquí mi soledad. Esta mi mano.
Dondequiera que vayas te acompaño.

Si no hubieras andado siempre solo
¿todavía tendrías voz de toro?

Tu soledad, tu soledad... ¡la mía!
Un sorbo tras el otro, noche y día,
como si fuera, campo, mate amargo.

A veces soledad, otras silencio,
pero ante todo, campo: padre-nuestro.

"No eres más que una vaca -dije un día-
con un millón de ubres maternales"...
sin recordar -¡perdona!- que enarbolas
entre el lírico arranque de tus cuernos
un gran nido de hornero.

"Si no tiene relieve, ni contornos.
Nada que lo limite, que lo encuadre;
allí... a las cansadas, un arroyo,
quizás una lomada..."
seguirán -¡perdonadlos!- murmurando,
aunque tu inmensa nada lo sea todo.

Comprendo, campo adusto, que sonrías
cuando sólo te habitan las espigas.

Aunque no sueñen más que en esquilmarte
e ignoren el sabor de tus raíces,
el rumbo de tus pájaros,
nunca te niegues, pampa, a abrir los brazos.
Has de ser para todos campo santo.

Al verte cada vez más cultivado
olvidan que tenías piel de puma
y fuiste, hasta hace poco, campo bravo.

No te me quejes, campo desollado.
Cubierto de rasguños y de espinas
-después de costalar entre tus cardos-
anduve yo también desamparado,
con un dolor caballo en las costillas.

Recuerda que tus nubes se desangran
sin decir, campo macho, ni palabra.

Son tan grandes tus noches, que avergüenzan.

Si los grillos dejasen de apretarle
una sola clavija a tu silencio,
¿alcanzarías, campo, el delirante
y agudo diapasón de las estrellas?

Hasta la oscura voz de tus pantanos
da fervor a tu sacro canto llano.

¡Qué buenos confesores son tus sapos!

Nada logra expresar, campo nocturno,
tu inmensa soledad desamparada
como el presentimiento que ensombrece
el insomne mugir de tus manadas.

Vierte, campo, sin tregua, en nuestras
venas la destilada luz de tus estrellas.

Tu santa luna, campo solitario,
convierte nuestro pecho en un hostiario.

Déjanos comulgar con tu llanura...
Danos, campo eucarístico, tu luna.

¿A qué sabrán tus pastos
cuando logren, por fin, domesticarte
y en vez de campo potro desbocado
te transformes en campo endomingado?

Cómo ríen tus sapos, tus maizales,
con dientes de potrillo,
del candor con que todas tus ciudades,
no bien salen del horno,
ya ostentan capiteles, frontispicios,
y arquitrabes postizos.

Sólo soportas, campo, los aleros
que aconsejan vivir como el hornero.

Te llevé de la mano
hacia aldeas y rutas patinadas
por leyendas doradas;
pero tú sonreías, campo niño,
y yo junto contigo...
siempre, siempre contigo
campo recién nacido.

Tantos viejos modales resobados
y tanta historia
con tantas mezquindades,
desde la ausencia, campo, musitaban
tus ingenuos yuyales.

-¡Qué tierras sin aliento! -balbuceabas-.
Sólo produce muertos...
grandes muertos insomnes y locuaces
que en vez de reposar y ser olvido
desertan de sus tumbas, vociferan,
en cada encrucijada,
en cada piedra.
Los míos, por lo menos, son modestos.
No incomodan a nadie.

Y el eco de tu voz, entre las ruinas:
"Dadle muerte a esos muertos", repetía.

¿Dónde apoyarnos, campo?
¡Ni una piedra!
Nada que indique el rumbo de tus huellas.
Persiste, campo nada, en acercarnos
la ocasión de perdernos... o encontrarnos.

Gracias, campo, por ser tan despoblado
y limpito de muertos,
que admites arriesgar cualquier postura
sin pedirle permiso a los espectros.

Muchas gracias por crearnos una muerte
de tu mismo tamaño y tan perfecta
que no deja ni el rastro de una huella.

Y mil gracias por darnos la certeza
de poder galopar toda una vida
sin hallar otra muerte que la nuestra.

Con sólo descansar sobre tu suelo
ya nos sentimos, campo, en pleno cielo.

-"¿Y si en vez de ser campo fuera ausencia?"
-"En mí perduraría tu presencia."

Espera, campo, espera.
No me llames.
¿Por qué esa voz tan negra,
campo madre?

-"¿Es tu silencio mar quien me reclama?"
-"Ven a dormir a orillas de mi calma."

Tú que estás en los cielos, campo nuestro.
Ante ti se arrodilla mi silencio.
Hal Loyd Denton Jan 2012
Night Rider
This is just a trip an excursion if that is alright it will weave in and out of the past the present and the
Imaginary its purpose a ripple in time for each of us a breather a drift time pressure to great and
Bothersome take this temporary exit off the beaten path into the rugged raw world of to whom some
Called savage. The story picks up with a brave mounted on a great paint coloring that is most identifiable
With Native American tribes. The place a large encampment tepees stretch for a mile down this high
Mountain meadow the rider’s duty ride the perimeter of this congress of souls that have made this
There sheltering land for the moment because they follow the dictates of nature its rhythms and
harmony they skillfully read they are at the front of this wave the human instrument that nature
displays her docility her range of emotions show in the lines of this people’s faces. The drawings on
Their ever movable homes tell the stories the time when the great storm came but the deliverance
provided by the great Spirit is depicted nature is their natural guide but it too has a master a benevolent
one then the drawing of the great battle the loss was evident on many tepees horseless rider the burial
altar built high offering this sacrifice of suffering and loss earth is bound in a struggle all who journey
here will shed tears and know sorrow but from agony tortured spring a new generation streams forth
Replenishing and building the future and in only such lovely ones can the separated be truly honored
And preserved. The village banks their fires against the night wind the rider rides on they nestled the
village up to the mountain on the north side to hamper the winds as they continue their endless quest
to dominate and wreck any or all disturbance your job take the advantage when you can the mountain
Not only is beautiful and the pine and lone coyote howling at the sorrowing moon is a well rehearsed in
much rendered paintings. What refreshing when the wind caresses the pine and its aromatic scents
Permeate with thick layers and cloak the sometime over powering affects of people in close quarters.
The west end how beautiful the arroyo what idyllic quarters for our fine mounts with out them we
would be impoverished our food would be in short supply if we had only deer and antelope but with
the horse the mighty Bison serves us with his rich bounty. Sadly this life is gone from the great plains the
mountains and the cliffs and the mesa country sometimes it is strangely carried on the wind I hope you
found it as a refreshing breeze that cleared a little bit of the clutter out of modern life. When heaven’s
Portal opened for Churchill he spoke these words I paraphrase as eternal night beacons I can hear the
Bugler blowing those mournful taps they invade and pass over innumerable army forts and fortresses
in life camp must be broken but take heart know this the same bugler who blows taps will sound revalee
at the eastern gate.
spysgrandson Sep 2016
wedded that day, on their way
to El Paso, for two nights in a grand motel
with TV, and AC

they would splurge,
for profligacy was not a sin at such times
and a fat steer was sacrificed for it

the radio filled the cab
of the pickup with Tammy "Why-not"
singing D-I-V-O-R-C-E

they sang along, changing the letters
to M-A-R-R-I-E-D, creating one cheerful
cacophony in their shared space

when the next tune started, he hit:
a greasy buzzard, wingspan wide as a fence post was tall
black as an oil slick

the old windshield was no match
for the vulture, and it was a vengeful one
that crashed through Ronny's side

glass, bone, feather and flesh
tore into his sweet face like a chainsaw
his blood blinding him

Ronny turned so ******* that wheel
the truck rolled, twice, landing them on
the passenger side in an arroyo

where he lay on top of her,
gasping, his blood dripping generously on her
"Ronny, Ronny..."

her legs were numb, and she felt a warm
liquid crawling down her back, one she knew
was from her own head

which smacked the roof
so hard she was surprised her skull
hadn't popped

or maybe it had, for she saw double:
two steering wheels; two setting suns; two mangled birds
and two crimson faced Ronny's  

who then had stopped gasping, and only
slow breaths came from him, like a warm whisper
on her cheeks--but only until the song ended

and she knew, he was gone--and old verse
came to her, from Psalms, from Matthew, and she knew,
she was sure, someone would find them

and make her whole, and resurrect Ronny
for the good Lord would not do this to them, on this
hopeful highway, before they consummated

she harbored such a notion until
her own eyes closed, and other dark birds came
to find them, still, under her God's closed eye

(1968, north of Marfa, Texas)
The title is an allusion to a verse (from Matthew?) about not one bird falling without God knowing. In the early 70s, I had a landlord whose daughter's face was mangled by a buzzard that crashed through her truck windshield.
Handurawon ta ang mga nagliligad
Sg sini nga buluthuan ukon unibersidad
Nga ginpatindog sg isa ka opisyales nga tampad

Nagahingalanan kay Victor Tanco
Sang siya alkalde pa lang sadto
Sa banwa sg Capiz nga tupad sg Iloilo

Bulan sg Agosto Nineteen Eighty-One
Sang ginplano sa Dumarao ang PSPC nga eskwelahan
3 ka tawo (Tanco, Leonor kg Botin) ang sini nag-isturyahan

Gani sg 1982, ang maragtason nga proyekto natuman na
Si Dr. Nenita Beluso ang administrador nga pinakauna
4 ang primerong manugtudlo – Hachuela, Ojacastro, Ariola kg Baranda

Agriculture ang pinakauna nga kurso diri
Ginsundan sg Education, Computer, Vet. Med. kg Criminology
5 ka tribo sg kaharian sg PSPC

Pagraduate ko sa highschool sang tuig Dos Mil Kwatro
Nagkadto sa Dumarao si Presidente Gloria Arroyo
Iya gin-ilisan ang PSPC sg CapSU, Vice Gov. palang kato si Tanco

Oh Gob. Tanco, ikaw pa lang ang alkalde sg banwa nga ini
Nga nakapatindog sg unibersidad diri
Ang CapSU nga sadto anay PSPC!

-10/15/2015
(Dumarao)
*for Gov. Tanco’s 71st Birthday
My Poem No. 385
Mike Essig Apr 2015
7 from Geo-Bestiary

O that girl, only young men
dare to look at her directly
while I manage the most side-long of glances:
olive-skinned with a Modigliani throat,
lustrous obsidian hair, the narrowest
of waists and high french bottom, ample
******* she tries to hide in a loose blouse.
Though Latino her profile is from a Babylonian
frieze and when she walks with her small white dog
with brown spots she fairly floats along,
looking neither left nor right, meeting no one's
glance as if beauty was a curse. In the grocery
store when I drew close her scent was jacaranda,
the tropical flower that makes no excuses.
The geezer's heart swells stupidly to the dampish
promise. I walk too often in the cold shadow
of the mountain wall up in the arroyo behind the house.
Empty pages are dry ice, numbing the hands and heart.
If I weep I do so in the shower so that no one,
not even I can tell. To see her is to feel
time's cold machete against my grizzled neck,
puzzled that again beauty has found her home in threat.
Older man/younger woman (or even vice versa), in our culture we don't know what to make of this, so we laugh and mumble jokes about perverts, etc. But what is love and how can you be sure it will arrive in a matched set?
The Fire Burns Sep 2016
A snow melt stream
won't be here long
cuts a path through life
going fast and strong

Each flake that melts
increases pace from slow
making personality
changing reflection and flow

Sometimes muddy
at times clear
temperatures change
as spring time nears

When at last
it finally dries
or into a river
over a waterfall at last it flies
Demon of Love Aug 2015
There she is
Standing in on the hill
Staring off into the horrible world we live in
I walk up behind her sneakily
And just as I'm about to grab her
She snatches around and pounces  
We roll down the hill
Both laughing and holding each other tight
I manage to use my legs to stop us
She's on top of my as I stare into her eyes
And she stares into mine.
"I love you"
We both  say at the same time
I look at her expectantly
She just looks back at me the same way
"Say it back fatty" I say
" No I said it first so you have to say it back" she says
Stubbornly I rebel and decide to instead tell her " I wuv you Jennesiss Nicole Arroyo You're truly the best thing that has ever happened to me "
She just smiles at me and rolls her eyes.
" I wuv you to Ryan Terrell Arroyo"
I smile and look her in the eyes
I tell her " Your so beautiful Baby girl, You're just so amazing, everything about you.
The way you talk
The way you walk
The way you make me feel
Your contagious laugh
Your extremely beautiful smile
Your long curly hair
The way you look at me
I could go on for eons and be nowhere near telling you just how amazing you are"
I bring her closer
Squeezing her as close to me as I can
She squeezes back and we almost start to roll again but I stopped us
This time we were side by side
We sit up
I look her in her big beautiful brown eyes
"I love you so much Jennesiss.
I could never live without you
If it wasn't for you...
I wouldn't be alive right now.
When I had nothing else,
I always had you
And you were all I ever wanted
All I ever needed
You are are my one and only
And my everything.
You are my soul mate"
She sits there staring into my eyes
Tears streaming down her face
" ....I.....I...Ryan...I lov-"
Before she can finish her sentence
I grab her head and kiss her
And as or lips touch she gasp in surprise
She put her hands around my neck as we kiss
Everything froze
It was like the world around,
Time and space
All of it
It all just stopped and waited patiently for the kiss to end
Our lips still attacking each other, she reaches for something behind her back
Her lips pull away and she looks me in the eyes
" I love you so much"
I smile at her and kiss her again
She pulls away from my lips and whispers something in my ear
" But it's over now"
As her words enter my ears i feel something
A sharp pain
Then I feel something strange
A warm liquid begins to trickle down my stomach
I look down and see her hand
Wrapped tightly around a knife
****** starts to cover her hands
I grab her by her  wrist and the knife out and grab her
She squeals as I pull her closer to me
Bring the knife up to her chest
She screams and struggles to get away
But it's too late
I bring the knife to her chest
And look her in the eyes
She just looks back at me confused
"...Wha.....what are you.....doing?"
Tears run down  my face
"Did yo-........Did-......Did you really think I wou-........ hurt you"
It had become harder and harder to talk with my lungs filling with blood
I had very little time and I knew it
" I lov-......I lo-......"
She steps away looking scared
Yet smirking she says " but I don't love you. Not anymore."
Her words hurting far worst than the stab
Hurting worst than anything
I fall to my knees as she begins to walk away
" .......I.....still love.....I still love you Jennesiss"
My last words before I fall forward seemingly in slow motion
And just as my face hits the ground
I rise back up panting
I look around scared and confused but see nothing  
I feel so light headed
I go to move and suddenly I feel as if i'm falling
I wasn't sure until I felt  the floor meet my face
I manage to slowly get myself to my feet
I reach for my chest
Theres nothing there
I reach to my face and feel something soft
I pull it
" it's just.......my beanie?......What the Hell"
I look up and see myself
My mirror
My bed
My room
"It was just a.......dream"
Sorry its more like a story
Bendito sea Dios, porque inventó el silencio,
y el chirrido de la chicharra,
y el lagarto de fastuoso traje verde,
y la brasa hipnotizadora
(horizontal crepúsculo pudo haberla llamado
don Pedro Calderón de la Barca en el declive del Barroco).
Bendito sea Dios que inventó el agua
el agua sobre todo.

Bendito sea Dios porque inventó el amanecer
y el balido que lo poblaba.
Ahora vuelvo a escuchar aquella melodía.
El arroyo arpegiaba sobre cantos rodados,
hacía el contrapunto.
Suena el concierto en mi memoria.
O puede que se trate
de una música diferente:
la que escuchó, primero, entre los arrayanes de Granada
Federico García Lorca,
y luego aquí, rescatada,
en Columbia University.

Bendito sea Dios que inventó los prodigios
que contaba mi padre
perfumado de espliego y de tomillo.
Eran historias de ciudades mágicas
en las que el agua circulaba
por venas de metal, agua caliente y fría
(nos lo contaba al borde del regato,
helado en el invierno, seco en estío:
«Venga, a lavarse, coño, guarros».
Y obedecíamos).

Bendito sea Dios que inventó la cabra -la cabra
que rifaba por los pueblos-
mucho antes que Pablo Picasso,
con barriga de cesto de mimbre
y tetas como guantes de bronce.
Maldito sea Dios porque inventó el estaño
parpadeante del olivo,
ramas y tronco de Laoconte,
y aquella sombra trágica de catafalco y oro:
un rayo congelado en la mano siniestra
y en la diestra un crepúsculo.
Maldito sea Dios porque inventó a mi padre
colgado de una rama del olivo
poco después de recogerse la aceituna.
No puedo perdonárselo.
Pero eso fue más tarde.
Antes fueron los niños.
Bendito sea Dios que inventó aquellos niños,
vestidos como príncipes o pájaros.
Con voces de cristal, «Papá», decían a su padre.
Bendito sea Dios por inventar una palabra
milagrosa, jamás oída,
y su padre correspondía
con vaharadas de ternura.

Maldito sea Dios, porque yo quise
arrezagarme en la ternura
pronunciando la mágica palabra
entonces descubierta. «¿Papá?» «Mariconadas,
si te la vuelvo a oír te llevas una hostia».

Bendito sea Dios porque inventó los años,
1970, 1980, 1990...,
inventó el fuego, el oro viejo
de los arces de otoño,
y estos ríos profundos como penas,
largos como el olvido o el recuerdo,
hospitalarios, generosos,
por los que la ciudad va navegando
hasta la mar, que es el morir.

Bendito sea Dios que inventó libros sabios.
Se daba nombre en ellos
a lo que antes no lo tenía.
Bendito sea Dios porque inventó licenciaturas
masters, campus con risas y con marihuana,
laboratorios y celebraciones
con cantos en latín, gaudeamus igitur, ,
todo situado en niveles distintos del tiempo.

Bendito sea Dios que inventó la memoria
y que inventó el silencio de este lugar aséptico,
y las venas metálicas ocultas
en las que el agua espera
unas manos liberadoras que les devuelvan su canción.
Ahora sé que mi padre está vengado.
Mi padre, descolgado del olivo
pronuncia con mis labios las palabras totémicas,
y se estremece este recinto sagrado.
«Coño, joder, carajo, a lavarse la cara, hostias».
Y abro los grifos, lavabos, duchas, retretes,
se desbordan las aguas que él soñaba
en la choza de adobe y paja
cantan la gloria de la recuperación,
y mi padre navega por las aguas,
le provoco, gritándole desconsolado.
«¡Papá!». «Mariconadas», me contesta.
ahogado, recuperado,
navegante por los canales de oro,
vivo ya para siempre.
Danny Valdez Jan 2012
We're driving on the road at night
through the desert
between Ajo & Gila Bend
a place my Dad called
Crater Range
he told me lots of people died out there
he saw lots of scary stuff out there
and I would stare out the window
into the desert.
The headlights lighting up
the shrubs and rocks
the full moon in the sky
taking care of the rest
the arroyos
the rusty train tracks
the vast
neverending
stretch of white rocks, shrubs, and sand
illuminated and glowing blue.
And he'd keep talking to me
while my mother and sister slept.
We'd keep talking
forever it seemed
I eagerly awaited these talks
the green light in the radio lighting up his face
his beard moving up and down
telling me about all the family members & friends
that died on this road
he told me about them
as we passed through a large formation of rocks
on both sides of the road
Class of 79'
Martina & Ernesto 4 Ever
Peace signs & pentagrams
were spray painted all over the rock walls.
And from that green, glowing, radio
Morrison's voice
singing
about the killer on the road.
And then it'd get real quiet again
we both would
and I'd just lean my head against that window
staring out
into the darkness
and looking
squinting real hard
looking for something
anything
alive and moving
lit up in the light from the moon
down in the arroyo
or by the tracks.
There was something out there
I knew it.
Espíritu sin nombre,
indefinible esencia,
yo vivo con la vida
sin formas de la idea.Yo nado en el vacío,
del sol tiemblo en la hoguera,
palpito entre las sombras
y floto con las nieblas.Yo soy el fleco de oro
de la lejana estrella,
yo soy de la alta luna
la luz tibia y serena.Yo soy la ardiente nube
que en el ocaso ondea,
yo soy del astro errante
la luminosa estela.Yo soy nieve en las cumbres,
soy fuego en las arenas,
azul onda en los mares
y espuma en las riberas.En el laúd, soy nota,
perfume en la violeta,
fugaz llama en las tumbas
y en las ruïnas yedra.Yo atrueno en el torrente
y silbo en la centella,
y ciego en el relámpago
y rujo en la tormenta.Yo río en los alcores,
susurro en la alta yerba,
suspiro en la onda pura
y lloro en la hoja seca.Yo ondulo con los átomos
del humo que se eleva
y al cielo lento sube
en espiral inmensa.Yo, en los dorados hilos
que los insectos cuelgan
me mezco entre los árboles
en la ardorosa siesta.Yo corro tras las ninfas
que, en la corriente fresca
del cristalino arroyo,
desnudas juguetean.Yo, en bosques de corales
que alfombran blancas perlas,
persigo en el océano
las náyades ligeras.Yo, en las cavernas cóncavas
do el sol nunca penetra,
mezclándome a los gnomos,
contemplo sus riquezas.Yo busco de los siglos
las ya borradas huellas,
y sé de esos imperios
de que ni el nombre queda.Yo sigo en raudo vértigo
los mundos que voltean,
y mi pupila abarca
la creación entera.Yo sé de esas regiones
a do un rumor no llega,
y donde informes astros
de vida un soplo esperan.Yo soy sobre el abismo
el puente que atraviesa,
yo soy la ignota escala
que el cielo une a la tierra,Yo soy el invisible
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.Yo, en fin, soy ese espíritu,
desconocida esencia,
perfume misterioso
de que es vaso el poeta.
Torcido, desigual, blando y sonoro,
Te resbalas secreto entre las flores,
Hurtando la corriente a los calores,
Cano en la espuma y rubio con el oro.
En cristales dispensas tu tesoro,
Líquido plectro a rústicos amores,
Y templando por cuerdas Ruiseñores,
Te ríes de crecer con lo que lloro.
De vidro, en las lisonjas divertido,
Gozoso vas al monte; y despeñado
Espumoso encaneces con gemido.
No de otro modo el corazón cuitado
A la prisión, al llanto se ha venido,
Alegre, inadvertido, y confiado.
Mientras haya
alguna ventana abierta,
ojos que vuelven del sueño,
otra mañana que empieza.
Mar con olas trajineras
-mientras haya-
trajinantes de alegrías,
llevándolas y trayéndolas.
Lino para la hilandera,
árboles que se aventuren,
-mientras haya-
y viento para la vela.
Jazmín, clavel, azucena,
donde están, y donde no
en los nombres que los mientan.
Mientras haya
sombras que la sombra niegan,
pruebas de luz, de que es luz
todo el mundo, menos ellas.
Agua como se la quiera
-mientras haya-
voluble por el arroyo,
fidelísima en la alberca.
Tanta fronda en la sauceda,
tanto pájaro en las ramas
-mientras haya-
tanto canto en la oropéndola.
Un mediodía que acepta
serenamente su sino
que la tarde le revela.
Mientras haya
quien entienda la hoja seca,
falsa elegía, preludio
distante a la primavera.
Colores que a sus ausencias
-mientras haya-
siguiendo a la luz se marchan
y siguiéndola regresan.
Diosas que pasan ligeras
pero se dejan un alma
-mientras haya-
señalada con sus huellas.
Memoria que le convenza
a esta tarde que se muere
de que nunca estará muerta.
Mientras haya
trasluces en la tiniebla,
claridades en secreto,
noches que lo son apenas.
Susurros de estrella a estrella
-mientras haya-
Casiopea que pregunta
y Cisne que la contesta.
Tantas palabras que esperan,
invenciones, clareando
-mientras haya-
amanecer de poema.
Mientras haya
lo que hubo ayer, lo que hay hoy,
lo que venga.
Turbio y callado Magdalena, río
Patrio, de tardes y mañanas bellas,
Y auras que vuelan con  olor de bosque,
            Auras de vida:

¡Cuál fue mi anhelo en la niñez remota,
Cerca de arroyo de mezquinas aguas,
Verte algún día, entre playones, y altos
            Troncos de ceibas!

Mírote ahora, y en tu origen pienso,
Páramo agreste en solitaria cumbre
Donde has nacido, bajo sombra errante
            De alas de buitres.

Frágiles hojas, frailejón y juncos
Sólo tu cuna entre las rocas fueron...
Hoy vas cruzando, en majestad y solo,
            Vírgenes selvas.

iTiempos lejanos, cuando el indio erguía
Pobres bohíos!... Donde fueron chozas,
Se alzan, a empuje de moderno brazo,
            Fábricas y urbes.

Iban entones sobre ti canoas;
Leves bajaban o subían lentas,
Mientras al golpe del remar se unía
            Canto aborigen.

Barcos ahora de penacho *****
Abren tu mole, desatando espumas,
Y altos dominan tu correr silente
            Raudos aviones.

Bellas auroras en tu limpio cielo
Son tu alborozo al despertar el día,
Y óyese al punto, del oído encanto,
            Gárrula orquesta.

Grandes bandadas de pericos gritan,
Céfiros suaves susurrando flotan
Y ágiles, leves, mariposas níveas,
            Trémulas pasan.

¡Brisas inquietas que voláis silbando,
Soplos del bosque, refrescad mis sienes!
¡Cómo os aspiro, cual vital aroma,
            Húmedas auras!

¡Sol! ¡Bello irradias en mitad del día!
Duermen los saurios en la gris arena,
Y albas, muy lejos, en la orilla sola,
            Sueñan las garzas.

¡Tardes del río... Tropical crepúsculo:
Oro, topacio y arreboles rojos!
¡Todo entre palmas y en azul, formando
            Rica paleta!

Bardo que sueñas: ¡a lo alto mira!
¡Copia! ¡Es lo tuyo! ¡Poesía patria!
Vibra en belleza, y lo que ven tus ojos
            Vibre en tu canto!

Clara, en cendales, la apacible luna
Surge de pronto, y ensanchando el cielo
Tiende en el agua, que en remanso duerme,
            Velo de lirios.

Coplas con ritmo de bambuco triste
Cantan los bogas en la abierta playa,
Y ávidos piden que a sus ojos baje
            Sueño tranquilo.

¡Cómo, de noche, en tu dominio aterra
Fiera borrasca! El rimbombar del trueno
Llena de espanto, y por el aire cruzan
            Ígneos fulgores.

Nubes y nubes se amontonan lívidas,
Rayos las rasgan, la tormenta ruge;
Llueve a raudales, y parece entonces
            Que húndese el cielo.

Viene la aurora. Con las aguas ruedan
Árboles rotos; desbordado el río
Cubre las playas, y el Oriente finge
            Campo de rosas.

¿Qué los humanos ante ti? ¿Qué somos?
Polvo no más que aventará la muerte;
Tú... siempre viendo, en sucesión eterna,
            Siglos y siglos.

Hundo la mente en el futuro, y veo
Días de gloria y alborozo, cuando
Quillas que vengan de marinas olas
            Rompan tus aguas.

Rieles tus ribas unirán a valles
Y ásperas sierras y lejanos ríos;
Émulo entonces se verá tu puerto
            De urbes grandiosas.

Tiempos vendrán cuando potentes hachas
Y hombres de audacia arrasarán tus bosques.
Gloria futura ceñirá sus frentes
            De ínclitos lauros.

Cíclopes nuevos, mas de sangre nuestra,
Yermos de ahora trocarán en vida,
Y ellos oirán, en las edades pósteras,
            Dianas de triunfo.

¡Río: entre robles y palmeras rueda!
¡Rueda, y los pueblos en abrazo junta,
Pueblos hermanos en hermosa Patria,
            Próspera y libre!
Nakamit pagiging Doktor sa Ekonomika
Propesora bago maging Pangalawang Pangulo
Inulan ng Protesta, niyanig ng kudeta
Subalit pinanatili katatagan ng gobierno.

-12/29/2014
(Dumarao)
*Pinuno Namin sa Panahong Pilak Collection
My Poem No. 299
Allí están,
allí estaban
las trashumantes nubes,
la fácil desnudez del arroyo,
la voz de la madera,
los trigales ardientes,
la amistad apacible de las piedras.

Allí la sal,
los juncos que se bañan,
el melodioso sueño de los sauces,
el trino de los astros,
de los grillos,
la luna recostada sobre el césped,
el horizonte azul,
¡el horizonte!
con sus briosos tordillos por el aire.

¡Pero no!
Nos sedujo lo infecto,
la opinión clamorosa de las cloacas,
los vibrantes eructos de onda corta,
el pasional engrudo
las circuncisas lenguas de cemento,
los poetas de moco enternecido,
los vocablos,
las sombras sin remedio.

Y aquí estamos:
exangües,
más pálidos que nunca;
como tibios pescados corrompidos
por tanto mercader y ruido muerto:
como mustias acelgas digeridas
por la preocupación y la dispepsia;
como resumideros ululantes
que toman el tranvía
y bostezan
y sudan
sobre el carbón, la cal, las telarañas;
como erectos ombligos con pelusa
que se rascan las piernas y sonríen,
bajo los cielorrasos
y las mesas de luz
y los felpudos;
llenos de iniquidad y de lagañas,
llenos de hiel y tics a contrapelo,
de histrionismos madeja,
yarará,
mosca muerta;
con el cráneo repleto de aserrín escupido,
con las venas pobladas de alacranes filtrables,
con los ojos rodeados de pantanosas costas
y paisajes de arena,
nada más que de arena.

Escoria entumecida de enquistados complejos
y cascarrientos labios
que se olvida del **** en todas partes,
que confunde el amor con el masaje,
la poesía con la congoja acidulada,
los misales con los libros de caja.
Desolados engendros del azar y el hastío,
con la carne exprimida
por los bancos de estuco y tripas de oro,
por los dedos cubiertos de insaciables ventosas,
por caducos gargajos de cuello almidonado,
por cuantos mingitorios con trato de excelencia
explotan las tinieblas,
ordeñan las cascadas,
la edulcorada caña,
la sangre oleaginosa de los falsos caballos,
sin orejas,
sin cascos,
ni florecido esfínter de amapola,
que los llevan al hambre,
a empeñar la esperanza,
a vender los ovarios,
a cortar a pedazos sus adoradas madres,
a ingerir los infundios que pregonan las lámparas,
los hilos tartamudos,
los babosos escuerzos que tienen la palabra,
y hablan,
hablan,
hablan,
ante las barbas próceres,
o verdes redomones de bronce que no mean,
ante las multitudes
que desde un sexto piso
podrán semejarse a caviar envasado,
aunque de cerca apestan:
a sudor sometido,
a cama trasnochada,
a sacrificio inútil,
a rencor estancado,
a pis en cuarentena,
a rata muerta.
Hoy son las manos la memoria.
El alma no se acuerda, está dolida
de tanto recordar. Pero en las manos
queda el recuerdo de lo que han tenido.
Recuerdo de una piedra
que hubo junto a un arroyo
y que cogimos distraídamente
sin darnos cuenta de nuestra ventura.
Pero su peso áspero,
sentir nos hace que por fin cogimos
el fruto más hermoso de los tiempos.
A tiempo sabe
el peso de una piedra entre las manos. 
En una piedra está
la paciencia del mundo, madurada despacio.
Incalculable suma
de días y de noches, sol y agua
la que costó esta forma torpe y dura
que acariciar no sabe y acompaña
tan sólo con su peso, oscuramente.
Se estuvo siempre quieta,
sin buscar, encerrada,
en una voluntad densa y constante
de no volar como la mariposa,
de no ser bella, como el lirio,
para salvar de envidias su pureza.
¡Cuántos esbeltos lirios, cuántas gráciles
libélulas se han muerto, allí, a su lado
por correr tanto hacia la primavera!
Ella supo esperar sin pedir nada
más que la eternidad de su ser puro.
Por renunciar al pétalo, y al vuelo,
está viva y me enseña
que un amor debe estarse quizá quieto, muy quieto,
soltar las falsas alas de la prisa,
y derrotar así su propia muerte.
También recuerdan ellas, mis manos,
haber tenido una cabeza amada entre sus palmas.
Nada más misterioso en este mundo.
Los dedos reconocen los cabellos
lentamente, uno a uno, como hojas
de calendario: son recuerdos
de otros tantos, también innumerables
días felices
dóciles al amor que los revive.
Pero al palpar la forma inexorable
que detrás de la carne nos resiste
las palmas ya se quedan ciegas.
No son caricias, no, lo que repiten
pasando y repasando sobre el hueso:
son preguntas sin fin, son infinitas
angustias hechas tactos ardorosos.
Y nada les contesta: una sospecha
de que todo se escapa y se nos huye
cuando entre nuestras manos lo oprimimos
nos sube del calor de aquella frente.
La cabeza se entrega. ¿Es la entrega absoluta?
El peso en nuestras manos lo insinúa,
los dedos se lo creen,
y quieren convencerse: palpan, palpan.
Pero una voz oscura tras la frente,
-¿nuestra frente o la suya?-
nos dice que el misterio más lejano,
porque está allí tan cerca, no se toca
con la carne mortal con que buscamos
allí, en la ***** de los dedos,
la presencia invisible.
Teniendo una cabeza así cogida
nada se sabe, nada,
sino que está el futuro decidiendo
o nuestra vida o nuestra muerte
tras esas pobres manos engañadas
por la hermosura de lo que sostienen.
Entre unas manos ciegas
que no pueden saber. Cuya fe única
está en ser buenas, en hacer caricias
sin casarse, por ver si así se ganan
cuando ya la cabeza amada vuelva
a vivir otra vez sobre sus hombros,
 y parezca que nada les queda entre las palmas,
el triunfo de no estar nunca vacías.

— The End —