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He abierto la ventana. Entra sin hacer ruido
(afuera deja sus constelaciones).
«Buenas noches, Noche».
Pasa las páginas de sombra
en las que todo está ya escrito.
Viene a pedirme cuentas.

«Salí al rayar el alba -digo-.
Lamía el sol las paredes leprosas
Olía a vino, a miel, a jara»
(Deslumbrada por tanta claridad
ha entornado los ojos).
La llevan mis palabras por calles, ascuas, no lo sé:
oye la plata de las campanadas.
Ante la puerta de la iglesia
me callo, me detengo -entraría conmigo-
si yo no me callase, si no me detuviera-;
yo sé bien lo que quiere la Noche;
lo de todas las noches;
si no, por qué habría venido.

Ya mi memoria no es lo que era. En la misa del alba
no dije Agnus Dei qui tollis pecata mundi,
sino que dije Marta Dei  (ella también es cordero de Dios
que quita mis pecados del mundo).
La noche no podría comprenderlo,
y qué decirle, y cómo, para que lo entendiese.

No me pregunta nada la Noche,
no me pregunta nada. Ella lo sabe todo
antes que yo lo diga, antes que yo lo sepa.
Ella ha oído esos versos
que se escupen de boca en boca, versos
de un malaleche del Andalucía
al que otro malaleche de solar montañés
llamara «capellán del rey de bastos»
en los que se hace mofa de mí y de Marta,
amor mío, resumen de todos mis amores:
Dicho me han por una carta
que es tu cómica persona
sobre los manteles, mona
y entre las sábanas, Marta.
qué sabrá ese tahúr, ese amargado
lo que es amor.
La Noche trae entre los pliegues de su toga
un polvillo de música, como el del ala de la mariposa.
Una música hilada en la vihuela
del maestro del danzar, nuestro vecino.
En la cocina estará escuchando Marta;
danzará, mientras barre el suelo que no ve,
manchado de ceniza, de aroma, de trigo candeal,
de jazmines, de estrellas, de papeles rompidos.
Danza y barra Marta.

Pido a la Noche que se vaya. Hasta mañana, Noche.
Déjame que descanse. Cuando amanezca regaré el jardín,
saldré después a decir misa.
-Deus meus, Deus meus, quare tristis est amina mea-
luego volveré a casa, terminaré una epístola en tercetos
escribiré unas hojas
de la comedia que encargaron unos representantes.
Que las cosas no marchan bien en el teatro,
y uno no puede dormirse en los laureles.

Hasta mañana, Noche.
Tengo que dar la cena a Marta,
asearla, peinarla (ella no vive ya en el mundo nuestro),
cuidar que no alborote mis papeles,
que no apuñale las paredes con mis plumas
mis bien cortadas plumas,
tengo que confesarla. «Padre, vivo en pecado»
(no sabe que el pecado es de los dos),
y dirá luego: «Lope, quiero morirme»
(y qué sucedería si yo muriese antes que ella).
Ego te absolvo.

Y luego, sosegada, le contaré, para dormirla,
aventuras de olas, de galeones, de arcabuces, de rumbos marinos,
de lugares vividos y soñados: de lo que fue
y que no fue y que pudo ser mi vida.
Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar.
¡Buenas noches, mi amor, y hasta mañana!
Hasta mañana, sí, cuando amanezca,
y yo, después de más de cuarenta años
de incoherente soñar, abra y estriegue
los ojos del espíritu,
como quien ha dormido mucho, mucho,
y vaya lentamente despertando,
y, en una progresiva lucidez,
ate los cabos del ayer de mi alma
(antes de que la carne la ligara)
y de hoy prodigioso
en que habré de encontrarme, en ese plano
en que ya nada es ilusión y todo
es verdad...

               ¡Buenas
noches, amor mío,
buenas noches! Yo quedo en las tinieblas
y tú volaste hacia el amanecer...
¡Hasta mañana, amor, hasta mañana!
Porque, aun en cuando el destino
acumulara lustro sobre lustro
de mi prisión por vida, son fugaces
esos lustros; sucédense los días
como rosarios, cuyas cuentas magnas
son los domingos...
Son los domingos, en que, con mis flores,
voy invariablemente al cementerio
donde yacen tus formas adoradas.
¿Cuántos ramos de flores
he llevado a tu tumba? No lo sé.
¿Cuántos he de llevar? Tal vez ya pocos.
¡Tal vez ya pocos! ¡Oh, qué perspectiva
deliciosa!

                 ¡Quizá el carcelero
se acerca con sus llaves resonantes
a abrir mi calabozo para siempre!
¿Es por ventura el eco de sus pasos
el que se oye, a través de la ventana,
avanzar por los quietos corredores?
¡Buenas noches, amor de mis amores!
Hasta luego, tal vez..., o hasta mañana.
Robert Vasile May 15
Casi se me olvida que yo también existo desde que te convertí en el epicentro de mi universo
Casi se me olvida que te fuiste y te estaba buscando en la cama para taparte
Casi se me olvida que tus promesas caducaron hace tiempo y me entristezco al acordarme
Casi te escribo un día de estos pero ya carece de sentido  
Por mucho que yo haya sentido, ahora se que he dado más de lo debido
Te he llevado conmigo en cada latido
Tengo estas letras de testigo
Un río de lágrimas he vertido, a plena luz del día y también a oscuras, escondido
Preguntándome por qué te has ido… y esas palabras vacías y gestos fríos como si fuéramos dos desconocidos
Minimizando mis sentimientos y lo que he sufrido
Se que tu también lo has llevado dentro,contigo
Saque fuerzas de donde no quedaba para enfrentarme a tu apego evitativo
Pero solo tenía que dejarlo estar… al final solo conseguí sentirme derrotado,dolido
Por eso ahora lo suelto todo en un suspiro
Me acompaña el insomnio, los pensamientos no me dejan estar dormido
Son mis ganas de pensarte, mis ganas de sentirte y de sentirme vivo
Y tengo miedo de que un día amanezca y no seas lo primero que pienso al despertarme
Porque entonces se habrá apagado lo que tanto quemaba
Y han pasado tormentas pero la llama no se apaga, sigo recordando tus manos, tu cara, tu mirada…
Confesión
de noche un destino desesperante
al ver una felicidad ajena y ambulante
escribe en términos cortantes
“este flaco disfruta mucho, mejor el gusto no darle”
aquí voy
caminando por las calles
reconociendo lugares
en los que se respira nostalgia en el aire
donde prometí futuros a uno que prefiere la espalda darme
ahora de regalo, la pena en la espalda llevarme
de creerme que mi existir era solo para él,
a pesar de que aún esa esencia vive en grandes partes
dentro de la caja que es mi corazón, caótico y espeluznante
que grita desde el vacío: “matenme cuanto sea antes”
“matenme cuando su mirada prefiera ignorarme”
“matenme cuando amanezca un dia nuevo sabiendo que arruiné tu amarme”
“matenme cuando anochezca un día más donde perdí la productividad del abrazarte”
Mi cuarto por más desordenado que parezca
por más distracciones que tenga
aún aún hago focus sobre tus peluches en mi pieza
por más libros que compre y me entretenga
aún me angustio con tus cartas,
leyéndolas con tu voz tierna
perdón por no permitirte visualizar
la absurda obsesión que tengo hacia vos
perdón por no ser lo suficientemente directo
cuando se trataba de demostrar lo mucho que te amo
mis ojos desde hace unos meses que son una cascada
la cual no me deja ver que hay adelante
estoy seguro que cuando pueda ver,
siempre encontraré algún recuerdo con el que vuelva a cegarme
porque a pesar de los motivos que el mundo tenga
para convencerme de que yo puedo
dar un pie al futuro
no quiero permitirme darme ese pie sin vos
mucho menos cuando fuiste el que como persona me formó
te debo un montón.

— The End —