Todavia en el tiempo sin saberlo,
aferrado en la oscuridad del sentimiento
mis ojos caen,
en la lentitud de la ceguera
y mis manos quieren tocar lo imposible,
ir contigo,
a lo más lejos del horizonte,
por vez primera correr
sin miedo, viéndote sin barro,
blanca de espuma,
desnuda y roja
por vez primera, viéndote,
pero sé que, el tiempo me engaña
disfrazando a tu cuerpo,
si esta imagen eres tu
o el recuerdo de una máscara
que la mente haya dibujado.
Cae la tarde y con ella viene
el torpe movimiento,
ante la duda del equilibrio
por mantenerlo.
Todo se vuelve frágil, oscuro
y entiendo que llega el naufragio
al calor de las velas, despacito.
Sin tormentas.